lunes, 31 de agosto de 2009
HOY..QUIERO SER UN ARBOL QUE PRODUCE FRUTOS
En Sudáfrica hay varias enfermedades que afectan los naranjos. Una de ella se conoce popularmente como el mal de las raíces. Un árbol puede seguir dando frutos, de modo que un observador ordinario no note nada malo; sin embargo, un experto detectaría el comienzo de la muerte lenta. En las viñas, la filoxera ataca las raíces y se ha descubierto que la única cura es arrancar las raíces viejas y proporcionar otras nuevas. La especie antigua de la vid se injerta en una raíz americana y, con el tiempo, se tienen las mismas cepas, con las mismas ramas y los mismos frutos que antes; pero las raíces son nuevas y tienen capacidad para resistir la filoxera. La enfermedad se presenta en la parte de la planta que no se ve y que es dónde se puede buscar la sanidad.
¿Cuántos son los que están batallando con ellos mismos sin ir directamente a la raíz?. Hoy quiero ir a la raíz para ser un árbol que da buenos frutos y lo que hoy necesito es alimentar mis raíces con la palabra de Dios y con una entrega total de mi existencia. Esa entrega comienza con una vida de conversación privada con el Maestro. Es la falta de oración en secreto lo que explica muchas de las debilidades externas y una vida diaria sin un fruto consistente, permanente y vivo. Es el descuido del mantenimiento de esta vida oculta enraizada en Cristo, basada y cimentada en amor lo que explica por que no hay frutos abundantes. Lo único que puede lograr que cambie todo esto en mi vida hoy es la restauración de mi morada interior.
Si hoy logro entender lo que significa el hacer que el establecimiento de una comunión personal y secreta con Dios sea mi mayor interés, la verdadera vida espiritual entonces florecerá. “Si la raíz es santa también lo serán las ramas” . Si mi primer tiempo hoy es para el Señor el día con todas la tareas tendrán otro tinte y tendrán otro color. Hoy quiero que mis raíces están profundamente cimentadas en la roca eterna de los siglos y bebiendo del agua clara del manantial del río de mi Dios.
Señor. Gracias por ser la fuente de mi existencia y gracias por ser mi Padre . Hoy quiero tener mis raíces sanas y bien cimentadas en tí. Si mis raíces están bien cimentadas, el fruto de mi vida no sólo será bueno sino abundante. Señor con profundidad lo haces a través de tu Santo Espíritu en mi. Ayúdame hoy a examinar mis raíces y asegurarme que ellas están plantadas en tu palabra y alimentadas por el fuego de tu amor que lo recibo en la diaria comunión de la oración. Gracias Señor porque hoy se que el fruto de mi vida no es algo que yo hago, sino algo que nace de la relación real contigo- Amén.
EL VALOR DE UNA ORACION
…Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡ Señor…si yo me olvido de ti, Tú por favor nunca te olvides de mí !
Entonces clamó el pueblo a Moisés, y Moisés oró al Señor y el fuego se apagó. Num 11:2
Entonces clamó Sansón a Dios, y dijo: Señor, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Juec 16:28
MARAVILLOSO MISTERIO
“Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” Salmos 103:12
Los titulares en nuestro periódico local no anunciaban buenas noticias en absoluto. Casi 60 millones de litros de aguas residuales parcialmente tratadas desaparecieron de repente de un estanque de almacenamiento en una instalación de tratamiento de agua. Justo en las afueras de la pequeña ciudad de Sand Lake, Michigan, una laguna de 150 metros x 150 metros desapareció en un sumidero. El problema era que nadie sabía hacia dónde iban las aguas residuales. Según el portavoz de un condado, «primero se deberá saber a dónde se fueron [las aguas residuales] para poder decir qué fue lo que pasó».
Cuando leí el artículo, imaginé que todas las malas acciones de mi vida eran como ese sucio estanque que ya no estaba allí. En mis momentos más claros de fe, puedo decir con toda honestidad que realmente no sé a dónde se fueron, pero se han ido. La última vez que vi la verdadera culpa de mi envidia, ira e impaciencia, ésta había sido clavada en la cruz con un Hombre que sufrió por malas acciones que jamás había cometido.
¿A dónde se fue mi culpa? La Biblia me da respuestas que no puedo entender en realidad: ha sido sepultada en lo más profundo del mar (Miqueas 7:19), alejada cuanto está lejos el oriente del occidente (Salmo 103:12), borrada de los libros eternos de la justicia del cielo (Colosenses 2:13-15).
No, todo lo que en realidad puedo entender es que le debo gratitud, alabanza y honra eternas a Aquel que llevó nuestro pecado; una buena noticia que es un misterio inexpresable.
Cuando Dios perdona, quita nuestro pecado y restaura nuestra alma.
domingo, 30 de agosto de 2009
CAMBIO DE DIRECCION
“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de Su amado Hijo” Colosenses 1:13
Si te mantienes en contacto con tu familia y amigos por medio del servicio postal o el correo electrónico, probablemente has recibido o enviado una notificación de cambio de dirección. Ésta va más o menos así: «Ya no recibiré correspondencia en _____________. Mi nueva dirección será ___________. Gracias por tomar nota de este cambio».
Pablo les recordó a los creyentes en Colosas que ellos tenían «un cambio de dirección» y que debían compartirlo con los demás. Se habían mudado de una comunidad y se habían «trasladado» o transplantado a una nueva, por medio de la gracia de Dios. Habían sido rescatados del reino de las tinieblas y llevados al reino de Jesús (1:13). Su antigua dirección era pecador@reinodelastinieblas. Pero cuando se convirtieron en seguidores de Jesús, su nueva dirección cambió a salvado@reinodeSuamadoHijo.
En Filipenses 3:20, Pablo declaró que todos los creyentes son ciudadanos del cielo y deben vivir una vida digna de su nueva dirección. Alentó a los cristianos en Colosas a caminar con sabiduría hacia los que estaban fuera de la fe para estos últimos pudieran ver y escuchar acerca de los cambios (Colosenses 4:5-6).
Si has tenido «un cambio de dirección», cuéntale a alguien acerca de lo que Jesús ha hecho en ti.
Cuando Jesús entra en una vida, lo cambia todo.
sábado, 29 de agosto de 2009
LA AUDIENCIA A UNA SOLA PERSONA
“[Jesús] se despojó a Sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” Filipenses 2:7
Cuando trabajaba como un joven reportero para la revista Campus Life (Vida Universitaria), mi asistente tenía una placa sobre su escritorio con este poema de dos líneas: Sólo una vida, pronto pasará. Sólo lo hecho para Cristo durará.
Cada vez que leía esa placa me quedaba helado. Aunque creía en la verdad que ésta contenía, ¿cómo podía ponerla en práctica? ¿Cómo debe mi fe en el mundo invisible afectar mi vida día a día en el mundo visible?
Según Jesús, lo que importa es lo que Dios piensa de nosotros, no lo que demás piensen. Jesús nos instruyó a orar en una habitación cerrada, donde nadie pudiera vernos, en vez de hacerlo en algún lugar público donde pudiéramos recibir el crédito por ser espirituales (Mateo 6:6). En otras palabras, vive para Dios y no para los demás.
¿Pedimos a gritos atención y reconocimiento por nuestros éxitos? Jesús nos invita a abandonar esa lucha competitiva, a confiar en que la opinión que Dios tiene de nosotros es la única que cuenta al final.
¿De qué manera serían nuestras vidas diferentes si verdaderamente tocáramos para una audiencia de una sola persona? Ciertamente nuestro sentido del ego y la rivalidad se marchitarían, porque ya no necesitaríamos preocuparnos por probarnos ante los demás. En vez de ello, nos concentraríamos en agradar a Dios viviendo de una manera que atraería a las personas a Jesús.
Cristo se ve con mayor claridad cuando permanecemos al fondo.
HOY..SERE RECOMPENSADO EN PUBLICO
Mateo 6:17-18
La mejor recompensa es la que da el Padre celestial . Él como un buen Padre sabe y quiere recompensar a sus hijos. Sus recompensas son públicas. Él me pide que ore, que ayune y que sea misericordioso con el necesitado, pero que todo eso lo haga en secreto y él, quien ve en lo secreto me recompensará en público su recompensa se traduce no en regalos, sino en fruto que se puede ver y palpar.
Cuando paso tiempo con el Señor. Cuando me acerco a él en secreto y luego salgo de su presencia los demás notarán un cambio. La Biblia habla de Moisés, cuando descendió de hablar con Dios su rostro resplandecía y el pueblo lo observaba. Esta descripción de Moisés con un velo sobre su rostro es pertinente para nuestra vida. Con el tiempo, la comunión estrecha y constante con Dios se hará visible para los demás.
Moisés no sabía que su rostro brillaba y tampoco nosotros estaremos conscientes de la luz de Dios que se desprenderá de nosotros; pero está luz hará que sea más profunda la impresión que dé como vaso de barro. La impresión que se desprende de la comunión secreta con el Padre hará que unos se sientan cómodos y otrosincómodos.
Su recompensa es pública, porque el deseo de Dios es demostrar su poder y su misericordia para el necesitado y el sufrido y él quiere usarnos como sus vasos y canales. Hoy, por lo tanto además de cerrar la puerta y estar en secreto con él, estaré consciente al abrir la puerta, lo que compartí con el Padre en Secreto se manifestará en respuesta en público. Cuando esto acontezca con humildad regresaré al aposento para entregarle a él de vuelta lo que él me ha permitido ver y palpar.
Lo más importante para mi hoy es cerrar la puerta y cuando la abra la recompensa será automática, porque es la manera como tu operas. Se que las recompensas no son para mi, sino de beneficio para otros. Amen.
EL MAYOR PELIGRO
Pero ningún ser humano puede salvarse a sí mismo, por más que se esfuerce. Los pecados son un invencible impedimento para salvarse y evitar la perdición eterna. Entonces, ¿existe la posibilidad de ser salvos?
Sí, y sólo de una manera. Se halla única y exclusivamente en Aquel que vino para salvar a “su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21), y de quien la Escritura dice: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Y “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
Jesucristo, el Hijo de Dios, es el Salvador. Dios lo envió a la tierra para que muriera en la cruz, a fin de que “todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Quien lo rechaza está perdido para siempre. Él mismo dijo a los judíos de su tiempo:
“Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24).
Tomado de La Buena Semilla.
¿A CUÁL GENERAL VAMOS A SEGUIR?
El General Tsao Tsao iba delante de su cansado regimiento de soldados. La marcha era larga y sólo él iba a caballo. Los soldados estaban desalentados y tenían mucha sed debido al intenso calor que los agobiaba. De repente el general, divisando el panorama desde lo alto de su montura, les dijo: «Puedo ver un frondoso jardín con una fuente de agua y frutas en abundancia.» Con esto los hombres recobraron el ánimo y aligeraron el paso; pero transcurrió una hora sin que llegaran al anunciado jardín. La verdad era que no había ningún jardín. Se habían dejado engañar, y terminaron más desconsolados y sedientos que nunca. Su general los había engañado.
Esta anécdota la cuenta la señora Chang Kai-Chek en su libro titulado Hablando con Dios. La pregunta que muchos se harán acerca de la conducta del general es: A la hora de la verdad, ¿qué importó que engañara a sus soldados con tal de lograr los objetivos que perseguía? ¿Acaso el fin no justifica los medios?
La respuesta la encierra la pregunta misma, que da por sentado que habrá una «hora de la verdad». Con sólo decir: «A la hora de la verdad», reconocemos el hecho de que tarde o temprano se sabe si algo es verdad o mentira. Y todos estamos conscientes de que sólo el ingenuo se deja engañar la segunda vez por la misma persona. Por eso se dice: «Si me engañas una vez: ¡qué vergüenza la tuya! Si me engañas dos veces: ¡qué vergüenza la mía!»
Esta vida es una marcha que a veces se vuelve larga y forzosa; nosotros somos los soldados bajo las órdenes de un general. Pero a diferencia de los soldados de Tsao Tsao, nosotros no tenemos que seguir forzosamente a ningún general, sino que podemos escoger a qué general vamos a seguir. Sin embargo, hay sólo dos generales a los que podemos seguir; el uno digno de confianza y el otro no. El uno es Dios; el otro es el diablo.
Ahora bien, Dios nos creó con libre albedrío para decidir a cuál de los dos seguir: a su Hijo Jesucristo, o a su archienemigo Satanás. Cristo dice la verdad porque Él es la verdad misma. En cambio, el diablo miente porque no puede hacer otra cosa que mentir. Cristo mismo lo califica de «padre de la mentira», que «cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso».1
En vez de seguir al general que nos promete un oasis en este mundo, y a la hora de la verdad nos conduce a ese desierto que es el infierno, ¿por qué no seguir al que nos advierte que este mundo es un desierto en el que sufriremos aflicciones,2 y a la hora de la verdad nos conduce a ese oasis que es el cielo? De hacerlo así, no tendremos que pasar la vergüenza y el horror de ser engañados dos veces por el enemigo de nuestra alma.
Por Carlos Rey
viernes, 28 de agosto de 2009
COMIDA RECONFORTANTE
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” Romanos 15:4
Me encanta la expresión «comida reconfortante». Habla de aquello que es tan bueno, tan familiar, que está tan bien que siempre puede traer una sonrisa a nuestros labios. Para mí, la comida reconfortante generalmente incluye alguna forma de carne y patatas. Hamburguesas y patatas fritas. Pan de carne con puré de patatas y salsa de carne. El chocolate también, en casi todas sus formas imaginables. Estas son las comidas que hablan a mi alma y me dicen que todo anda bien en el mundo. (¡Pero, ojo, que no estoy diciendo que sean las más saludables!).
Desafortunadamente, no todo anda bien en el mundo, y no hay cantidad posible de hamburguesas y patatas fritas que puedan arreglarlo. Lo que verdaderamente nos reconforta no es el sub-producto de alguna comida específica, así como tampoco lo es el resultado del alcohol o las drogas, el dinero, el placer o el poder. Se trata de una necesidad mucho más íntima que requiere de una solución mucho más profunda.
Pablo le dijo a la iglesia en Roma que la búsqueda de lo que nos reconforta puede comenzar en las páginas de la Biblia. Él escribió: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15:4).
Dios nos ha dado Su Palabra para atraernos hacia Sí. Por medio de una relación con Dios, Él provee la consolación que necesitamos para vivir en un mundo quebrantado.
La Palabra de Dios es un salvavidas que impide que el alma se hunda en un mar de tribulación.
jueves, 27 de agosto de 2009
HOY..RECIBIRE LA PORCION DE DIOS
Miro las masivas fuerzas que me rodean, enfermedad, preocupación, accidentes, muerte y conflictos y entonces experimento una gran sencación de inferioridad. A menudo me siento acobardado, temeroso y angustiado. Sin embargo , cuando me siento así, el Señor me muestra la porción que tiene para mi. Hoy quiero ver esa porción . A ti te daré tierra de Canaán, porción de tu heredad.
La porción que hoy recibo del Señor es una muestra que me asegura que todo lo que recibo hoy está permitido por la mano del Señor, si es dulce o amargo, frio o caliente, dulce o desagradable, todo eso esta con el permiso de Dios para el cumplimiento de sus propósitos eternos en mi vida. Yo no puedo perder lo que él me ha prometido. Ni un solo atomo me será negado.
La porción de Dios para mi vida está cuidadosamente medida y guardada por Dios. Algunas veces yo he arruinado cosas por forzar mi propia porción. Sin embargo, el Señor ha sido paciente conmigo. Si yo insistó en darle forma a mi propia porción por mi fuerte egoismo, Dios no compite conmigo.
Él me deja tomar mi propio camino hasta que yo aprenda la lección más amarga. La porción del Señor a veces puede ser amarga pero en ultima instancia me guía a la más grande dulzura.
Hoy dejaré al Señor escoger mi propia porción,de otra manera, si yo escojo mi propia porción esto producirá cansancio, frustración, caida y lágrimas. Cuando el Señor escoge mi porción en ella siempre encuentro victoria y paz interna. Hoy, se que la porción del Señor jamás producirá en mi frustración y amrgura más plenitud y satisfacción.
Hoy quiero caminar confiado por el sendero de la vida sabiendo que toda mi vida está en tus manos y que nada ni nadie podrá frustar tus propósitos para mi existencia. Gracias Señor por la porción de este día. Amén.
SIGUE LAS INSTRUCCIONES
En una cena congelada: Descongelar antes de comer.
En una plancha: ¡Cuidado! No planche la ropa sobre su cuerpo.En un frasco de mantequilla de cacahuate: Puede contener cacahuates.
En la tapa de la leche: Después de abrirla, manténgala derecha.
Si algunas personas necesitan estas obvias directrices en los artículos para el hogar, imagínate cuánto más necesitamos la guía de Dios. El Salmo 119 habla de la importancia de su manual de instrucción: la Biblia. En las páginas de las Escrituras encontramos lo que Dios quiere que creamos, seamos y hagamos.
“Cree en el Señor Jesús, y serás salvo. . .” (Hechos 16:31).
“Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4:32).
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
Pídele al Señor que te enseñe sus estatutos y dirija tus pasos según su Palabra (Salmo 119:133,135). Luego léelo con frecuencia y sigue las instrucciones.
LOS COLORES DEL REY
“En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:35
En Tailandia, las personas aman y admiran mucho al rey Bhumibol (Rama IX) quien les ha guiado durante más de 60 años. Como muestra de su respeto por el rey, el pueblo tailandés usa camisas color amarillo brillante cada lunes, porque el amarillo es el color oficial del rey.
Al buscar vivir para nuestro Rey, el Señor Jesucristo, nosotros también debemos mostrar nuestros colores de lealtad y aprecio por todo lo que Él ha hecho por nosotros. ¿Pero cómo? ¿Cuáles son los «colores» que le declaran al mundo que servimos al Rey de reyes y al Señor de señores?
La noche antes de Su crucifixión, el Rey Jesús nos dijo cuáles deben ser nuestros colores al pronunciar estas palabras: «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35). Su discípulo Juan hizo eco de esto cuando escribió: «Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros» (1 Juan 4:11).
Mostrar el amor de Cristo a nuestros compañeros de la fe es más que una simple muestra de amabilidad o cuidado. Es una de las maneras más tangibles en las que podemos mostrar nuestro amor y nuestra devoción por el Salvador.
Asegurémonos de mostrar nuestros colores al interactuar con otros cristianos. Eso dará honra a nuestro Rey ante un mundo que observa.
Nuestro amor por Dios se muestra a través de nuestro amor por los demás.
miércoles, 26 de agosto de 2009
VIOLENCIA FAMILIAR
Eran tres niños, hermanitos los tres, de seis, siete y ocho años de edad. Con ojos aterrorizados y temblando de miedo, no podían dejar de mirar. ¿Qué estaban mirando? Veían cómo su padre le daba una paliza brutal a su madre. La escena la describe un diario de América Latina.
El hombre enfurecido, a la vista de sus tres hijitos, golpeaba brutalmente a su esposa. ¿Cuál era la causa? Nadie sabe. Los niños sólo decían: «Papá estaba muy enojado.» Pero una palabra lo describe todo: violencia.
La violencia doméstica, aunque en la vida diaria no es nada nuevo, en las crónicas de los diarios y en los tribunales sí lo es. Es algo que ha recrudecido en las últimas décadas. Y esta crónica nos obliga a tocar dos puntos: la violencia entre padres, y su efecto en los hijos.
Algunos dicen que la violencia familiar la incita la familia misma, pero eso es ver el asunto de una manera superficial. La violencia nace en el corazón. Está adentro de uno como lo estaba en el corazón de Caín, y sólo necesita una muy pequeña provocación para estallar.
Decimos que es culpa de la mujer, o de los hijos, o del jefe o de otro, pero no lo es. Procede del corazón herido y confundido que vierte su frustración sobre los que están más cerca. Cuando el tronco está malo, todo el árbol lo está. Cuando el corazón vive en amargura, la persona en la que late reacciona con violencia.
¿Y qué de los hijos? No hay nada en todo el mundo que frustre y confunda y atemorice más al niño que ver a sus padres peleándose, especialmente cuando son encuentros violentos. Y si la criatura tiene dos, tres o cuatro años de edad, esos disgustos tienen efectos desastrosos que afectan toda su vida. Un sociólogo investigador dijo: «Cuanto más violenta es la pareja, de las que hemos entrevistado, más violentos son los hijos.» Por cierto, la violencia en los padres viene de la violencia en los progenitores de ellos.
¡Cuánto necesitamos paz y tranquilidad en nuestro corazón! ¡Cuánto necesitamos al Príncipe de paz! Y ese Príncipe de paz existe. Es Jesucristo, el Hijo de Dios. Él dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27).
Entreguémosle nuestro corazón a Cristo. Si el enojo ha sido nuestra debilidad, hagamos una sincera declaración de humilde arrepentimiento. Cristo conoce nuestra intención y Él quiere ayudarnos. Permitámosle entrar en nuestro corazón. Él nos renovará en lo más profundo de nuestro ser.
Hermano Pablo
HOY..ABUNDARE EN CONSOLACION
Cuando las nubes negras se acumulan en gran cantidad, la luz se da a conocer más brillantemente para mi. Cuando la noche me rodea y la tempestad me envuelve, el Capitán Celestial está siempre más cerca de su tripulación.
Es algo bendito, cuando nosotros estamos bajo el peso de la angustia por que de esta manera experimentamos el peso de su consuelo, y es el consuelo del Espíritu.
Una de las razónes,porque las pruebas preparan la sala para el consuelo, es que los grandes corazones solamente pueden ser formados por y a través de los grandes problemas. La zanja de los problemas excava el depósito de comodidad más profunda de la sala para el consuelo.
Hoy se que en medio de las pruebas Dios viene a mi corazón y cuando Él lo encuentra lleno – - Él comienza a romper mis comodidades hasta dejarlo vacío; entonces hay más espacio para la gracia.
Otra razón por qué nosotros los cristianos somos frecuentemente muy felices en nuestros problemas, es que en los problemas tenemos las negociaciones más cercanas con Dios. Cuando el tesoro está lleno, el hombre cree que puede vivir sin Dios: cuando el bolso revienta con el oro, el hombre trata de hacer las cosas sin tanta oración. Pero una vez que los tesoros están lejos, en ese momento si queremos a Dios.
No hay grito tan bueno como que viene desde el fondo de las montañas; ninguna oración tan dulce como la que viene desde las profundidades del alma, mediante aflicciones y pruebas profundas. De aquí en adelante ellas nos traen a Dios, y nosotros somos más felices; por tener cerca a Dios.
AMBICION FIEL
Gairdner pudo haberse convertido en alguien tan conocido como sus compañeros de estudio. Pero cuando decidió hacerse misionero escribió lo siguiente a su hermana: «Encuentro que es temiblemente difícil lidiar con la ambición. Parece tan natural, sobre todo con la crianza y la educación que uno recibió, esperar con ansias hacer una marca y un nombre, y tan terriblemente difícil resignarse a vivir y a morir metido en algún rincón.»
Nosotros probablemente no recibamos el llamamiento a hacer ese tipo de sacrificio. Pero, ¿estamos dispuestos a servir a nuestro Salvador en obediencia radical? Para servirle fielmente debemos dejar de lado nuestros propios intereses, como hizo Pablo: «Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gálatas 6:14)
¡GENIAL!
“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es Tu nombre en toda la tierra!” Salmos 8:1
Me desperté a las tres de la madrugada de una mañana de agosto para experimentar un eclipse lunar total. Comenzó en el preciso momento en que los astrónomos lo habían pronosticado y avanzó tal y como dijeron que lo haría. En un sentido, fue un evento natural y recurrente, pero también fue un vistazo genial al poder y la gloria de Dios.
A medida que la sombra de la tierra lentamente se encaramaba cubriendo la brillante luna llena, me vinieron a la mente las palabras del salmista: «Cuando veo Tus cielos, obra de Tus dedos, la luna y las estrellas que Tú formaste, digo: ¿qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?» (Salmo 8:3-4).
El planeta tierra no gira en torno de nosotros, sino que, por el diseño de Dios, nos involucra a nosotros. El salmista se maravilló de los cielos, pero le asombraba aún más que el gran Creador, cuya gloria está por encima de los cielos, nos incluyera en Su gran plan por los siglos de los siglos.
La adoración a cualquier porción de la creación de Dios se queda corta para darle la gloria a Aquel que la hizo. La Biblia eleva nuestros ojos para ver que toda la creación proclama la gloria de Dios, quien nos ha colmado de Su gracia y amor por medio de Cristo.
«¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es Tu nombre en toda la tierra!» (Salmo 8:1).
La gloria de Dios brilla a través de Su creación.
martes, 25 de agosto de 2009
HOY..RECUERDO QUE HE SIDO COMPRADO OR ALTO PRECIO
Hoy, necesito recordar que el precio pagado por mi ha sido muy alto. La sangre preciosa del cordero y por ello necesito vivir en el mismo valor pagado por mi. La sangre de Cristo es preciosa por que su poder es capaz de limpiar todo mi pasado. “Aunque mis pecados sean como escarlata, ellos serán blancos como la nieve.” Mediante la sangre de Jesús no hay mancha que ha quedado sobre ninguno creyente, ninguna arruga ni ninguno resto de mi vida pasada.
Hoy, mi corazón está nuevamente agradecido al Señor por haber pagado tan alto precio por mi. mediante su sangre él me ha hecho limpio, quitando las manchas de iniquidad abundante, y permitiendo que yo permanezca aceptado en el amado, a pesar de las muchas maneras en que yo me he rebelado contra mi Dios. La sangre de Cristo es asimismo “preciosa” en su poder preservador. Hoy estoy a salvo del ángel destructor porque estoy debajo de la sangre preciosa.
A veces no entiendo todo el poder contenido en la sangre de Jesús, pero cuando el ojo de la fe se opaca, el ojo de Dios es el mismo. La sangre de Cristo es “preciosa” también en su influencia santificadora. La misma sangre que justifica echando lejos de mi el pecado después toma la acción,de acelerar la naturaleza nueva y conducirme por encima del pecado y obedecer los mandamientos de Dios.
No hay móvil para la santidad tan grande como la que fluye desde las venas de Jesús. Y esta preciosa sangre tiene poder vencedor, por que escrito está y “Ellos le han vencido mediante la sangre del Cordero.” Ante la sangre de Jesús! el pecado muere en su presencia, la muerte cesa de ser muerte: las puertas de cielo se abren. Oh, preciosa sangre..gran precio pagado por mi.
GUINZA NOCTURNA
“¿Cómo sé que estoy haciendo lo correcto?”, preguntaba. “¿Cómo puedo creer que mi decisión será la precisa si ni siquiera veo la mañana?”
Su amiga reflexionó y por último le dijo: “Así es como lo veo. Imagínate que conduces en bajada por una carretera oscura de campo y no hay luces que te provean noción alguna de tu ubicación. Es un poco espeluznante. No obstante, confías en tus luces delanteras. Ahora, éstas sólo te permiten visualizar diez metros del camino frente a ti y eso te es suficiente para ver por dónde te diriges. Y mientras viajas por esa senda de apenas diez metros, los focos delanteros te muestran otros diez metros más, hasta que por fin alcanzas tu destino sano y salvo”.
Comparable a ello es vivir por fe. No somos capaces de ver el mañana, la semana próxima o el año por venir, pero sabemos que Dios nos proporcionará la luz para encontrar el camino, cada vez que necesitemos de ello.
Cuando estés al borde de toda luz, y a punto de dar un paso en falso hacia las sombras de lo desconocido, tener fe es saber que ocurrirán una de dos cosas: Encontraremos algo sólido donde sostenernos, o aprenderemos a volar.
Barbara J. Winter
Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz a mi camino.
FUNDAMENTO DEL CORAZON
“En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre” Salmos 131:2
Las grandes catedrales de Europa no sólo quitan el aliento, sino que su arquitectura es intrigante. Debido a que sus macizos y enormes cielos rasos eran demasiado pesados para que las paredes los sostuvieran, se construyeron arbotantes, o extensiones externas, para mantener los expansivos techos.
Aunque somos «el templo del Dios viviente» (2 Corintios 6:16), me pregunto si no seremos más como estas catedrales, con arbotantes de influencias externas que nos mantienen erguidos mientras que nuestro fundamento sigue siendo débil. Los pastores, los amigos, las reglas, los libros y los grupos pequeños son útiles para sostener y reforzar nuestra fe. Pero, si dependemos demasiado de ellos, en realidad pueden distraernos de desarrollar un corazón saludable para Dios.
Nuestro corazón es el lugar donde Dios se encuentra y se relaciona con nosotros de manera personal. Es donde nos permite responder a Su corrección. Pasar tiempo en Su Palabra y en oración abre la puerta para que Él interactúe con nosotros llegando a los niveles más profundos de nuestra necesidad y Le brinda oportunidades para consolarnos y convencernos de pecado. Al abrir nuestros corazones a Dios, Él aviva la llama de una relación íntima y que cambia nuestra vida.
El cristianismo auténtico es la expresión de adentro hacia afuera de esta relación dinámica con Jesús, la cual provee la fuerza para vivir para Su gloria -¡sin importar lo que esté sucediendo en el exterior!
Cuando abres tu corazón al Salvador, Él abre tu mente a Su palabra.
ESTOY MURIENDO DE SIDA
Era abril en el Parque Central de Nueva York, el inmenso pulmón refrescante de la gigantesca urbe. Y una vez más las ruedas del tiempo trajeron la verde y florida diosa primaveral al parque. Un hombre joven, de menos de treinta años de edad, estaba sentado en un banco: flaco, amarillo, ojeroso, triste.
Sobre su pecho escuálido descansaba un cartel: un cartel humano, un cartel patético, símbolo de la época. El cartel decía: «Estoy muriendo de SIDA. No tengo domicilio. No sé qué hacer. Ayúdenme.» Y los ojos del hombre joven, sin luz, sin vida, sin esperanza, miraban a la nada.
Hace muchos años otro hombre se sentó en ese mismo banco de ese mismo parque, y puso también un cartel sobre su pecho. Aquel cartel decía: «Hoy es primavera, y yo soy ciego.» Conmovía con esto a la gente, que le echaba monedas en el sombrero.
¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes la ceguera era la gran calamidad, y aunque lo sigue siendo, ahora ha hecho su aparición el SIDA. Y el SIDA ha copado el gran escenario de las tragedias humanas. Hoy día el SIDA es la nube negra más ominosa que se cierne en el horizonte de la raza humana.
La ceguera, ciertamente, es penosa. Pero hay personas ciegas que se sobreponen a su mal, y llevan una vida abundante y feliz. Leen, estudian, se casan, engendran hijos, hacen negocios, practican profesiones. Fuera de que sus ojos carecen de luz, llevan una vida perfectamente normal y feliz.
La ceguera no mata; el SIDA sí. El enfermo de SIDA, además de estar condenado a muerte, sufre el estigma del mismo mal, la vergüenza de haber contraído una enfermedad que, en la gran mayoría de los casos, a duras penas se mantiene a flote en las aguas sucias del pecado.
¿Cómo se libra nuestra sociedad de este implacable mal? La ciencia médica lo dice: no teniendo relaciones sexuales fuera del matrimonio. Por algo exige Dios obediencia a sus divinos mandamientos morales. No hacerle caso al: «No cometerás adulterio» destruye no sólo el hogar, sino también al individuo.
La homosexualidad, el adulterio, la lujuria, la promiscuidad en todas sus formas, nunca han traído ningún bien al mundo. En cambio, la monogamia, es decir, el sexo sólo dentro del matrimonio, produce la normalidad social que todo ser humano desea. Sólo Cristo puede darnos la fuerza moral necesaria para llevar una vida así. Rindámonos a la voluntad de Dios. Sólo eso nos traerá la verdadera felicidad.
Hermano Pablo
lunes, 24 de agosto de 2009
SÓLO UN SOPLO DE VIENTO
Era un acto artístico impresionante. Siempre electrizaba al público porque recordaba la célebre hazaña de Guillermo Tell, el histórico arquero suizo. Lo realizaba Kurt Borer, suizo también, con su hijo Roger, de ocho años de edad.
En una feria de Basilea, Suiza, Kurt colocó a su hijo contra el tronco de un árbol. Luego puso la manzana sobre su cabeza y disparó la flecha tal como lo había hecho cientos de veces. Pero un repentino soplo de viento cambió el curso de la flecha, y ésta se clavó en la frente de su hijo.
No fue más que un soplo de viento. Un soplo repentino que fatalmente se levantó justo en el momento en que la flecha iba en vuelo. Y fue suficiente para provocar la tragedia. La policía suiza, que no tomó ninguna medida contra el padre, calificó el suceso «un trágico accidente».
Así suele ocurrir en la vida. Una causa muy pequeña puede provocar grandes efectos, tanto para bien como para mal. Algunos le llaman a esto «destino», y otros «suerte»; algunos lo atribuyen a su horóscopo, y otros aun a la «Divina Providencia».
Todas estas asignaciones son más o menos aceptables. El ser humano vive en un mundo de fuerzas ciegas, y los sucesos de la vida se entrelazan de tal manera que algo que ocurre en Francia puede repercutir en Chile. La decisión de un fanático tomada en la soledad de la noche puede provocar una guerra civil, y el curso de una flecha, en un espectáculo, puede ser alterado por un viento imprevisto.
¿Cómo hacer para vivir en calma en un mundo tan incierto y en medio de una humanidad donde tantas fuerzas violentas corren desbocadas? Aquí es donde aparece la fe en Cristo, Salvador, Pastor y Guardador.
El salmista de antaño, David, aprendió de esta fe en Dios, y vertió sus sentimientos en el Salmo 91. He aquí algunos de sus versos:
El que habita al abrigo del Altísimo
se acoge a la sombra del Todopoderoso.
Sólo él puede librarte de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas...
No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día...
La fe en Cristo suaviza el dolor del infortunio: fe en su persona, fe en sus promesas, fe en el destino que nos ha trazado. Los que nos sometemos al señorío de Cristo sabemos que todo en nuestra vida ocurre según su divina voluntad. Y aunque no siempre comprendamos el porqué de los sucesos, sabemos que Él nunca se equivoca. Entreguémonos a Cristo. En Él siempre estaremos seguros.
Hermano Pablo
HOY..DEBO SER UN SIERVO DE HECHO Y NO DE PALABRA
Debo hoy ser cuidadoso de no llamarme a mi mismo un siervo, sino más bien ser un siervo. Jacob se llamó así mismo siervo por temor a Esau, pero no fue sino hasta que tuvo su experiencia de luchar con Dios que vino realmente a ser siervo, un siervo verdadero. Si necesito una experiencia como la tuvo Jacob para llegar a ser realmente un siervo, necesito estar dispuesto.
Hoy debo ser muy cuidadoso en no ponerme títulos pero en lugar de eso dar los contenidos de los títulos. Hoy hay muchos que quieren tener el oficio de siervo sin la función de siervo. Peor aun hay muchos que se llaman así mismos siervos pero se comportan y andan en la vida como Señores.
No quiero hoy ser uno que trata de impresionar con títulos, cargos y oficios, sino entender que hoy el mundo no necesita títulos sino acciones. El mundo está lleno de señores pero hacen falta siervos y hoy quiero ser un siervo. Hay solo un camino para llegar a ser un siervo y ese camino es el de la renuncia.
Un esclavo no tiene derechos y hoy vivimos en un mundo de solo derechos, cada uno reclama sus derechos pero pocos cumplen con sus deberes.
El único camino para ser un siervo es la renuncia. Un esclavo no tiene derechos..no tiene propiedades y está completamente controlado por su maestro. En el momento que yo pretendo ser alguien o reclamar algo yo dejo de ser un siervo y me convierto en un señor.
No puedo llegar a ser un siervo aceptable hasta que yo haya experimentado la autonegación de Filipenses 2:5-8 y no puedo experimentar eso hasta que no siga al único quien se negó a si mismo para darse por nosotros. Jesús. Si mantengo mi mirada en el Maestro divino encontraré en él el mejor ejemplo de humildad y servicio y eso es precisamente lo que quiero hacer hoy.
Que vano ha sido mi caminar, por eso en este día llego ante tu presencia para decirte que me canse de actuar como señor y vengo ante tu altar para aprender de ti y ser un genuino y real siervo. Siervo tuyo y después de otros.Amèn.
PROVIDENCA
Como parte del entretenimiento para los invitados, el arma principal del Princeton, de nombre el Pacificador, fue disparada. En la segunda descarga, el arma explotó matando al Secretario de la Fuerza Naval y a varios tripulantes.
Un momento antes del disparo, el Senador Thomas Benton de Missouri, se encontraba de pie junto al arma. Un amigo colocó su mano en su hombro y cuando Benton se volvió para hablar con él, aunque un poco disgustado, Gilmore, el Secretario de la Fuerza Naval, se adelantó y ocupó su lugar. En ese preciso momento se disparó el arma, matando a este último.
Este singular momento de providencia, causó una gran impresión en el Senador Benton. Él era un hombre lleno de ira, siempre envuelto en querellas y hacía poco había estado involucrado en una violenta disputa con Daniel Webster. Después de su milagroso escape de la muerte en el Princeton, Benton procuró la reconcilació con Webster.
Le dijo: “Me pareció, señor Webster, que aquella mano sobre mi hombro era la del Todopoderoso que se extendía hacia mí para librarme de una muerte instántanea. Tal incidente ha cambiado por completo mi modo de pensar y el curso de mi vida. Siento que soy un hombre diferente; y en primer lugar, quiero estar en paz con todos aquellos con quienes he tenido fuertes desacuerdos”.
Muy pocos de nosotros estamos conscientes de las veces que hemos sido librados de la muerte, pero lo cierto es que cada día de vida es un regalo de Dios. Disfruta cada uno al máximo y aprovecha el tiempo con sabiduría.
No importa lo que dure tu vida en esta tierra, procura nunca malgastar un solo día enojado y sin querer perdonar. Vive cada instante en paz con Dios y con el prójimo.
EL DIOS QUE LAVA LOS PIES
“Luego [Jesús] puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos” Juan 13:5
El brillante y joven profesor de Filosofía de la Universidad de Oxford, H. A. Hodges, a menudo se sentía atribulado con preguntas acerca de la existencia de Dios. Un día, mientras paseaba por la calle, pasó delante de una tienda de arte. Un sencillo cuadro en la vitrina captó su atención. Mostraba a Jesús arrodillado para lavar los pies de los discípulos.
Hodges conocía la historia registrada en Juan 13: Dios encarnado lavando pies humanos. Pero de repente el puro significado de esa escena se apoderó del corazón de este joven filósofo. Dios -¡Dios!- ¡humillándose a Sí mismo para hacer ésa, la más despreciable de las tareas! Pensó: «Si Dios es así, ¡entonces ese Dios será mi Dios!» Ver esa pintura fue una de las circunstancias que hicieron que Hodges entregara su vida al verdadero Dios, el Dios que lava los pies.
Algunas veces, los cristianos damos por sentada la existencia de Dios. Creemos que la Biblia nos habla acerca del Espíritu eterno cuya existencia nunca tuvo un principio ni jamás tendrá fin. Pero puede que algunas veces nos preguntemos acerca de Su carácter. Si Él permite los desastres, ¿como podría también ser gentil y amoroso?
Al leer Juan 13 concienzudamente, vemos que Dios es el Dios que lava los pies. Su amor insondable y sacrificado por nosotros debe hacer que nosotros también nos entreguemos a Él.
No hay vida más segura que una vida entregada a Dios.
domingo, 23 de agosto de 2009
LA ROSA ADENTRO
Así pasa con mucha gente. Dentro de cada alma hay una rosa. Las cualidades que reflejan a Dios colocadas en nosotros al nacer, crecen en medio de las espinas de nuestras fallas. Muchos de nosotros nos miramos a nosotros mismos y vemos tan sólo las espinas, los defectos.
Nos desesperamos, pensando que nada bueno puede salir de nosotros. Descuidamos regar lo bueno en nosotros y, eventualmente se muere. Nunca alcanzamos nuestro potencial.
Alguna gente no ven la rosa dentro de sí mismas; alguien más tiene que mostrárselas. Uno de los grandes dones que una persona puede poseer es la habilidad de llegar más allá de las espinas de otros y hallar la rosa dentro de ellos.
Esta es una de las características del amor… mirar a una persona, conocer sus verdaderas fallas y aceptar a esa persona en nuestra vida… siempre reconociendo la nobleza en su alma. Ayudemos a otros a darse cuenta de que pueden superar sus fallas. Si les mostramos la “rosa” dentro de sí, ellos conquistarán sus espinas. Sólo así florecerán muchas veces.
La Parábola de la Rosa fue escrita por Umair… un estudiante universitario en Arabia Saudita.
Fuente: www.AsAManThinketh.net
El amor nunca deja de ser; pero si hay dones de profecía, se acabarán; si hay lenguas, cesarán; si hay conocimiento, se acabará. I Cor 13:8
LA ORACION DE PASCAL
“Hacedlo todo para la gloria de Dios” 1 Corintios 10:31
Blas Pascal, el brillante intelectual del siglo XVII, hizo significativas contribuciones en los campos de la ciencia y las matemáticas. Estableció las bases para el desarrollo de las calculadoras mecánicas y las modernas operaciones hidráulicas.
Cuando era joven, Pascal tuvo un profundo encuentro con Jesucristo. Esta experiencia le cambió la vida y le motivó a re-enfocar su estudio, de la ciencia y las matemáticas, a la teología.
Pascal escribió una extraordinaria oración que puede ayudar a todo creyente al enfrentar las tareas de la vida. La oración dice así: «Señor, ayúdame a hacer lo grandioso como si fuera algo pequeño, ya que lo hago con Tu poder; y lo pequeño como si fuera algo grandioso, ya que lo hago en Tu nombre».
La súplica de Pascal es profundamente bíblica. Pablo dijo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:13) y nos exhorta con las palabras, «hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). Pascal se hizo eco de estas exhortaciones a depender de Dios buscando Su poder y a considerar todo acto como importante, ya que esto dirá mucho de Su gloria.
La próxima vez que enfrentes una tarea enorme, recuerda que Dios es tu fortaleza. Y cuando te encuentres con una tarea aparentemente insignificante, toma la determinación de hacerla con excelencia para la gloria de Dos.
Espera grandes cosas de Dios; intenta grandes cosas para Dios.
A VECES EL LEÓN SÍ ES COMO LO PINTAN
Un día el prestamista entró en la casa, tomó por el cabello a la pobre mujer y la emprendió a golpes con ella mientras el asustado muchachito temblaba de miedo en un rincón de la sala mirando impotente la escena.
Pasaron los años, y aquel muchacho los aprovechó cultivando el talento que Dios le había dado. Estudió dibujo y pintura, y llegó a ser un pintor de reconocida fama en la ciudad.
Un día el joven, recordando aquella ominosa escena de su infancia, describió en un lienzo al usurero que golpeaba a su mamá. La escena era real, vívida, inconfundible; los personajes fueron dibujados con mano maestra. A ese cuadro, sin duda una de sus mejores obras debido a que la llevaba en el alma antes de plasmarla en el lienzo, le puso un precio mucho más alto que a los demás cuadros. ¿Acaso no representaba lo mucho que criarlo a él le había costado a su mamá?
¡Cuál no sería el asombro del prestamista al pasar frente a la galería en que se exhibían aquellas obras de arte y verse fielmente retratado en aquella repugnante conducta! Avergonzado, le dijo a uno de sus empleados que fuera a comprar el costoso cuadro. En cuanto lo tuvo en las manos, lo hizo pedazos y lo lanzó a las llamas, tratando de destruir así ese clamor de su conciencia.
El joven pintor, al enterarse de lo ocurrido, le llevó el dinero a su mamá y le dijo: «¡Aquel malvado compró su propia imagen para destruirla, pero jamás podrá deshacer la que yo llevo grabada en los ojos desde niño!»
En la actualidad hay muchos que tratan su pecado del mismo modo en que aquel prestamista trató el suyo. Maltratan a Dios de palabra y con su conducta, y luego tratan de comprarlo con sus buenas obras y sus limosnas. Algunos de los que tienen con qué hacerlo hasta dan grandes sumas de dinero a la Iglesia a fin de acallar la voz de su conciencia, como si esa fuera la moneda con que se salda la cuenta del pecado. ¿Acaso no comprenden que la única moneda que puede saldar esa cuenta es la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, que dio su vida por nosotros?
Cristo pagó el alto precio de nuestra redención para que nosotros no tuviéramos que pagarlo. De ahí que el único modo de deshacernos de nuestros pecados es confesándoselos directamente a Dios y pidiéndole perdón. Basta con que hagamos eso para que Él nos perdone y borre todos los pecados que aparecen en el lienzo que representa nuestra vida pasada.
Por Carlos Rey
viernes, 21 de agosto de 2009
ESCLAVOS SIN RAZÓN
Juanito y su hermana Margarita fueron a pasar sus vacaciones en la granja de sus abuelos. Para que Juanito tuviera con qué entretenerse, el abuelo le regaló una honda y le dijo que fuera a jugar con ella en el bosque cercano. Alejándose a cierta distancia de un árbol que tenía un grueso tronco, Juanito ensayó su puntería, pero no logró pegarle al tronco. Por fin, desanimado y muerto de hambre, decidió volver a la casa. Tan pronto como divisó la casa, vio a lo lejos el pato de la abuela. Como por impulso, sacó de su bolsillo la honda y una piedra que le había sobrado, y le apuntó al pato. ¿Quién lo hubiera creído? ¡Esta vez, la primera en toda la mañana, dio en el blanco y mató al pato de una pedrada en la cabeza! Juanito, ahora muerto de susto, cavó de prisa un hoyo y enterró al pato. Mirando de reojo a la casa, se dio cuenta de que su hermana lo había presenciado todo. Pero ella no dijo nada.
Cuando terminaron de comer, la abuela le pidió a Margarita que la ayudara a lavar los platos. Pero la niña contestó:
—Yo lo haría con gusto, abuela, sólo que Juanito me dijo que él quería hacerlo de hoy en adelante.
Y le dijo al oído a Juanito:
—¿Recuerdas lo del pato?
Así que Juanito tuvo que lavar los platos. Esa tarde el abuelo invitó a los niños a pescar. Interrumpiéndolo, la abuela dijo que lo lamentaba mucho, pero necesitaba que Margarita se quedara con ella para que le ayudara a preparar la cena. Con una sonrisa de oreja a oreja, la nieta repuso:
—No te preocupes por eso, abuela, que Juanito me dijo que él quería ayudarte también con la cena.
Y volvió a susurrarle a su hermano:
—¿Recuerdas lo del pato?
Así que Margarita salió a pescar y Juanito se quedó para ayudar a preparar la cena.
Después de varios días de verse obligado a hacer no sólo los quehaceres domésticos que le tocaban a él sino también los de su hermana, Juanito no aguantó más, así que se acercó a la abuela y le confesó que había matado el pato. La abuela lo abrazó, lo besó en la frente y le dijo:
—Yo ya lo sabía, Juanito. Estaba mirando por la ventana y vi todo lo que hiciste. Sin embargo, porque te quiero, te perdoné. Sólo me preguntaba cuánto tiempo seguirías sirviendo a tu hermana como esclavo, antes de confesármelo.
Así como la abuela en el caso de Juanito, Dios ha visto todo lo que hemos hecho, desde el pecado más inocente hasta el más vergonzoso. Y ya nos ha perdonado, porque nos ama. Ahora sólo se pregunta cuánto tiempo seguiremos sirviendo al pecado como esclavos, antes de confesarlo y aceptar su perdón. Acerquémonos a Dios hoy mismo, dándole la oportunidad de abrazarnos y reconfortarnos.
Carlos Rey
EL DRAMA DE MARÍA
María era una bella niña de dieciséis años de edad que vivía en una de las grandes ciudades de América Latina. Una tarde ella regresó de la escuela a su casa con una honda pena. Sus padres habían salido, pero eso le era un alivio, porque la preocupación que María traía era un embarazo. A esa temprana edad María estaba embarazada y no sabía qué hacer.
Angustiada hasta más no poder, tomó una resolución drástica. Con un alambre retorcido, ella misma se hizo un aborto. Pero sufrió una fuerte hemorragia y tuvo que internarse en el hospital.
¿Qué es esto? Es el drama de cientos de miles de muchachas que como María, en plena edad juvenil —en la edad de los estudios, de los amigos y de los primeros bailes— tienen un tropiezo. Y como la naturaleza no perdona, ese tropiezo se convierte en un embarazo no deseado. Ahí comienza el drama.
¿Cómo detener esa marea creciente de embarazos juveniles? ¿Cómo curar las profundas heridas que produce? ¿Cómo ser un orientador para las jóvenes que enfrentan, todos los días, la insistencia de muchachos que no saben lo que hacen, o las inclinaciones naturales que esas jóvenes no comprenden?
Se ofrecen muchas soluciones, pero ninguna de ellas es, de veras, una solución eficaz. Todas tratan el síntoma y no la causa.
La raíz de esta tragedia es una combinación del despertar de apetitos naturales, y una sociedad dada a la inmoralidad desenfrenada que los padres les pasan a los hijos. Esto explica la degradación de nuestra sociedad.
Si hacemos caso omiso de Dios, no podemos menos que sufrir las consecuencias, y éstas producen desprecio por todo lo moral y lo puro. Por un lado somos víctimas de inclinaciones pecaminosas heredadas de la caída de nuestros primeros padres, y por el otro tenemos la flojera moral de nuestra sociedad, que ofrece un ambiente propicio para vivir en el pecado. Con razón nos estamos hundiendo.
¿Cuál es la solución? Dios. Dios en el corazón. Dios en la vida. Dios en la familia. Dios en la sociedad. El día en que toda la raza humana obedezca los mandamientos morales de Dios, habrá paz en este mundo.
¿Cómo llegamos a conocer a Dios? Por medio de su Hijo Jesucristo. Sólo tenemos que abrirle nuestro corazón y darle entrada. «Mira que estoy a la puerta y llamo —dice el Señor—. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20). Esa es la única solución.
Hermano Pablo
¿TODAS LAS ESPERANZAS SON PERMITIDA?
El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer; para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13 Esperanza: es un sentimiento al cual todos los humanos se aferran y por medio del cual se alientan. En el lenguaje cristiano esperanza tiene el sentido de certidumbre. Solo la esperanza cristiana es segura, porque se apoya en las promesas de Dios y se relaciona con un porvenir conocido. Al contrario de los espejismos del corazón humano y de los hermosos ensueños que cada uno hace para el futuro, la la esperanza cristiana satisface al que la posee; por fin tiene una meta, una razón de vivir: es la persona de Jesús. Todas las bendiciones divinas manan de Él. Entre otras: - la vida eterna que se obtiene por medio de la fe en Cristo, muerto en la cruz para reconciliarnos con Dios (Tito 1:2); - su próxima venida para arrebatar a su iglesia, compuesta por todos los que le han aceptado como su Salvador personal (Filipenses 3:20); - su gloria a la cual asociará a todos los suyos (Romanos 5:2). Mientras tanto Jesús es la fuerza del creyente para enfrentar las pruebas de la vida y no entristecerse como los que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13). De modo que Pablo concluye esta sección con una bendición llena de gracia, orando que el Dios que da buena esperanza por medio de la gracia llenará a los santos de todo gozo y paz al creer en Él. Y es cierto que aquellos que abundan en la esperanza por el poder del Espíritu Santo no tienen tiempo para pelearse por cuestiones no esenciales. Nuestra común esperanza es una poderosa fuerza unifica dora en la vida cristiana. Enviado por: Taty |
HOY..QUIERO VIVIR EN LA LEY DEL ESPIRITU
Hoy necesito entender que lo más cerca que camino de Dios, lo más sutil que se torna el pecado. Si esto es así como podré identificar la sutileza del pecado para no ser arrastrado por esa casi invisible corriente?.
Oh, Gracias a Dios que él ha provisto todo lo que necesito para desenvolverme sin problema en medio de semejante campo minado de la batalla diaria. La Ley del Espíritu de Vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Mi vida es regida por una de estas leyes, pero la una supera a la otra, nunca estas dos leyes funcionaran con el mismo poder. Si hoy descuido mi relación con Dios y no me acercó a él….la ley del pecado entrará sutilmente con su poder, pero si hoy dependo de Dios y me gozo en su presencia, La Ley del Espíritu de Vida entrará en vigencia de la misma manera que en un avión la Ley de aerodinámica supera la ley de la gravedad.
Una ley no elimina la otra….sino que la supera. Con la misma confianza que tenía Pablo cuando dijo: Porque la ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte, Con esa misma confianza quiero hablar y vivir en este día, porque ya me he acercado a Dios para tomar de su fuente el agua fresca de su amor, su poder y su presencia.
En la cruz el Señor Jesús mi Salvador, conquisto la ley del pecado y de la muerte y hoy, vivo y camino en esa victoria. Sin embargo, con cuidado debo andar ya que si descuido lo conquistado se me puede escapar si la Ley del pecado y de la muerte llegaré a superar por mi descuido la Ley del Espíritu de Vida.
Señor. Que mi vida está regida por leyes, es verdad. Pero también mi espíritu está regido por leyes. Hoy te doy gracias por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús, porque esa ley que opera desde el calvario ya me ha librado de la Ley del pecado y de la muerte. Hoy quiero vivir regido por esa ley y entonces no temeré a la sutileza del pecado, porque la Ley del Espíritu supera la ley del pecado. Amén.