lunes, 23 de febrero de 2009

PLAN DE SALVACION

Ser cristiano no es tener una religión.
Ser cristiano es tener a Cristo en el gobierno de nuestro corazón.
El primer paso que tenemos que dar es reconocer que hemos vivido independientemente de Dios.
Esto nos ha llevado a hacer cosas que ofenden a Dios.¡Tenemos que pedirle perdón!
Cuando Cristo murió en la Cruz, proveyó todo lo que necesitamos.
“No es por obras para que nadie se gloríe,” dice la Biblia.
Tampoco es por la religión o por la iglesia. Ninguna puede salvar.
La salvación es por la Gracia de Dios.
Nuestro único merecimiento es la muerte.
Pero “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna,” dice la Biblia.
1. Confiesa a Cristo tus pecados.
2. Pídele Su perdón.
3. Invítale a tomar el gobierno de tu vida.
4. Comienza a seguirle como discípulo. Esto incluye:Lee diariamente la Biblia. Ora, platica diariamente con Él. Visita una congregación donde estés seguro que siguen únicamente la Biblia, Palabra de Dios.

HOY..QUIERO QUE MI GENTILEZA SEA CONOCIDA POR TODOS

“Vuestra gentileza sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca” Filipenses 4:5.
En una ocasión un padre y su hijo adolescente se encontraban en una fila para comprar los boletos para entrar al circo. Una familia estaba delante de ellos. Esta familia tenía como ocho hijos, todos menores de 12 años. No tenían mucho dinero. Su ropa no era costosa, pero estaba limpia. Los niños se comportaban bien en la fila de dos en dos, detrás de sus padres. Hablaban entusiasmados sobre los payasos que verían, los elefantes y los demás actos. Se notaba que nunca habían asistido al circo. Prometía ser un acontecimiento en sus vidas. El padre y la madre se encontraban frente al grupo sumamente orgullosos.La encargada de la taquilla le preguntó al padre cuantos boletos quería y él dijo, 0cho niños y dos adultos. La encargada le mencionó el precio. La esposa del hombre le soltó la mano y bajó la cabeza, el labio del hombre comenzó a temblar. El hombre exclamó: Cuanto dijo?. La empleada repitió. El hombre no tenía suficiente dinero. Al ver lo que sucedía el hombre que estaba con su hijo adolescente detrás, metió su mano en el bolsillo y dejó caer un billete de 20 pesos y luego toco al hombre de los ocho niños en el hombre le dijo: Señor, se le cayó un billete.El hombre supo lo que sucedía. No pedía ayuda, pero en verdad la apreció en esa situación desesperada, angustiosa y vergonzosa. Miró al segundo hombre directamente a los ojos, tomó sus mano con las suyas, la oprimió con fuerza sobre el billete de 20 y con el labio tembloroso y una lágrima rodando por su mejilla , respondió: “Gracias, gracias señor. Esto significa en verdad mucho para mi y para mi familia”. El segundo hombre salió de la fila y se fue con su hijo a casa. Esa noche no fueron al circo porque compartieron su dinero con un desconocido, pero no regresaron sin nada a casa. Hoy quiero reflexionar sobre este hecho y comprender que el Señor hoy me presentará muchas oportunidades para demostrar mi gentileza delante de todos los hombres. En este mundo se necesitan desesperadamente actos de amor y gentileza. Hoy es día de expresión de amor.

DISFRUTA LOS DEDOS PEGAJOSOS

Mientras Jacqueline Kennedy participaba con tristeza del funeral de su esposo, sus pensamientos vagaron hasta sus dos hijos, Caroline y John. Solo horas después de la lúgubre ceremonia, y aún vestida de negro, Jackie celebró los tres años de edad que cumplía John con una fiesta en la Casa Blanca.
Desde que eran pequeños, pasando por la adolescencia y hasta el momento en que abandonaron el hogar, para Jackie sus hijos fueron la prioridad. Le molestaba que la prensa los persiguiera tanto como a ella.
“Creo que de cualquier manera la crianza de los hijos es bastante difícil. Y todo el mundo sabe que ser el centro de atención es la peor cosa para ellos. O bien llegan a consentirse o salen lastimados”, le confío una vez Jackie a una amiga. “Los niños necesitan el afecto y la dirección de su madre y pasar largos períodos con ella. Eso es lo que les da la seguridad en un mundo a menudo confuso”.
La realidad es que los nietos también crecen. No siempre estarán dispuestos para abrazar a sus abuelos. Cuando crecen, no les pedirán que les lean un cuento antes de ir a la cama. Estarán demasiado entretenidos con sus amigos como para hornear galletas. Preferirán montar a bicicleta, en patines o patineta en vez de salir a pasear.
Disfrute de los dedos pegajosos y las interminables preguntas mientras dure. Valore las interrupciones y las peticiones a medianoche. Cuando Dios nos envió a los nietos, no tenía la intención de que se quedaran pequeños para siempre.
Romanos 12:10Deléitense en el respeto mutuo.

LA NECESIDAD DE ALIMENTARSE

Lectura: Salmo 37:1-11
Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. —Salmo 37:3
Nuestro nieto Cameron nació seis semanas prematuro. Como tenía un tamaño y peso menores que lo normal y estaba en peligro, quedó internado en la unidad de recién nacidos del hospital por unas dos semanas hasta que ganara suficiente peso como para ir a casa. Su mayor desafío era que, en el esfuerzo físico que realizaba para alimentarse, quemaba más calorías de las que estaba adquiriendo. Esto obviamente era un obstáculo para su crecimiento. Parecía que el pequeñito retrocedía dos pasos por cada uno que avanzaba.
No había medicina o tratamiento que pudiera resolver el problema: simplemente necesitaba la reconstitución provista por el alimento.
Como seguidores de Cristo, constantemente encontramos que nuestras reservas emocionales y espirituales se agotan por causa de los desafíos de la vida en un mundo caído. En tales momentos, necesitamos el alimento para fortalecernos. En el Salmo 37, David nos alentó a fortalecer nuestros corazones alimentando nuestras almas. Él escribió: «Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad» (v. 3).
Cuando la debilidad nos aflige, la seguridad y la tranquilidad de la fidelidad interminable de Dios puede darnos la capacidad para seguir adelante en Su nombre. Su fiel cuidado es el alimento que necesitamos, dándonos, tal y como dice el himno «Oh, Tu fidelidad»: «Eres mi fuerza, mi fe, mi reposo».
Aliméntate de la fidelidad de Dios para encontrar la fortaleza que necesitas.