martes, 2 de diciembre de 2008

¿EL CASTIGO DE DIOS?

El ejército araucano, consciente del abandono español de la bella ciudad chilena e Concepción, la saqueó a tal grado que no quedó nada español en pie y, como si eso no bastara, le prendió fuego. Las huestes del jefe Lautaro se dieron el gusto, según los versos de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga en su genial obra La araucana, «de ver cómo la llama se extendía y la triste ciudad se consumía», la ciudad más rica en oro de todo Arauco. Era tan inconcebible que los españoles tuvieran que soportar semejante afrenta —comenta Don Alonso— que muchos consideraron que era el castigo de Dios por la vanidad y la soberbia de los conquistadores.1

De igual modo hay en la actualidad quienes creen que el SIDA es el juicio de Dios, es decir, el castigo con el que Dios está azotando a la humanidad depravada de nuestro tiempo. Lo cierto es que las enfermedades y las plagas que azotan al género humano no las envía Dios con el fin de vengarse. Lo que Dios envió al mundo es todo lo contrario: envió a un indefenso bebé que se crió entre nosotros los seres humanos, comió y lloró con nosotros, y sufrió y dio su vida por nosotros para que pudiéramos tener vida eterna.

Antes de morir en nuestro lugar, ese hijo de Dios, Jesucristo, aseveró que no vino a salvar a justos sino a pecadores. Explicó que quienes necesitan médico no son los sanos sino los enfermos.2 No es que los enfermos del alma no merezcamos ser desahuciados por Él, sino que, a pesar de nuestras acciones perversas y en medio de nuestro pecado más reprochable, Dios nos sigue amando y ofreciendo sanidad del alma. San Pablo sostiene que es en esto que Dios nos demuestra su amor: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.3 Él no espera a que merezcamos su ayuda para brindárnosla, sino que nos ofrece el perdón en el momento menos oportuno para Él y más oportuno para nosotros: cuando menos lo merecemos pero más lo necesitamos.

Dios tendría toda la razón si le negara entrada al cielo al que se la pide en el momento mismo de la muerte, es decir, cuando nada tiene que ofrecerle. Tal vez fue con el propósito de resolver esa duda que Dios permitió que se salvara uno de los malhechores crucificados con su Hijo. Bastó con que le pidiera entrada al paraíso para que Cristo se la concediera.4 Pero ¿qué había hecho para merecer tan fácil entrada? ¡Nada en absoluto! Al contrario, había obrado de tal manera que le esperaba una condenación segura, física y espiritual.

Dios es la personificación misma del amor, el amor encarnado. A esto se debe que ame a todo pecador sin hacer distinciones, tanto al que hace buenas obras y no le hace mal a nadie como al más infame y degenerado. Por eso el que sufre de una enfermedad como el SIDA, ya sea que la haya adquirido sin culpa propia alguna o por haber quebrantado las leyes morales de Dios, puede estar seguro de que contará con el perdón de Dios si se lo pide, y aún más: la vida eterna.

Increíble, pero cierto. Dios está dispuesto a ayudarnos a hacerle frente hasta a la situación más difícil de la vida. Basta con que acudamos a Él antes que sea demasiado tarde.

Hermano Pablo.

HOY..EL SEÑOR ES MI PASTOR

“El Señor es Mi Pastor…Nada me faltará”. Salmo 23:1
Hoy es un día para disfrutar a la luz del sol si de día o de la luna si es noche de esta hermosa de la imagen de Señor y Pastor que me presenta este maravilloso salmo 23.
Acá encuentro la imagen del Señor altísimo , el Santo y por lo tanto yo pequeño e impuro por lo cuál no podría acércame a él, pero ese mismo Señor es también el Pastor, el confortador, el compañero, el amigo, quien está cerca de la oveja. Cuál es el estado intermedio entre Señor y Pastor? Sin duda es la imagen de Padre. Por eso me gozo hoy en este Salmo, en realidad es el Salmo de la Paternidad Divina.
El Padre provee cuidado y por lo tanto nada me faltará.
¿Qué implica la expresión “Nada me faltará”?.
Implica la realidad de nada se me disminuirá porque él todo lo engrandece dentro de mi.
Nada me dejará vacío, porque él todo lo llena. Nada quedará sin llenar.
Ninguna de las áreas de mi vida quedará incompleta, porque el lo termina todo, lo construye todo.
Por eso el Apóstol Pablo lo expresa en su carta a los Efesios cuando ora “Para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”Un genuino y verdadero Padre siempre velará para que a sus hijos no les falte lo que es básico y necesario. Dios, el buen padre siempre vela por los que son suyos.
Este es el día para ver en acción el amor del Padre en mi existencia. No importa lo que mis ojos puedan ver o mis oídos escuchar, en medio de todo lo veré a él como mi Padre, Mi Señor y mi Pastor. Mis temores y mis angustias las llevaré a él como oveja temerosa y su presencia reanimarán mis debilidades internas y como un hijo amado me recuperaré porque el Altísimo es mi Pastor y por encima de todo es mi Padre.

Señor, Gracias por sostenerme con el poder de tu fuerza. Gracias por ser mi padre que me anima, me sustenta y me alimenta. Hoy no estaré solo en este mundo confundido, sino que me guiarás con tu diestra y caminaré contigo como el niño camina tomado de la mano con su padre. Nada ni nadie me hará retroceder porque tú me has dicho que estarás conmigo cada día hasta el final del camino. Hoy te quiero contemplar como mi Padre y mi Pastor. Amén.

EN SOLEDAD, PERO NO SOLO

La breve nota que me envió decía mucho.
-Soy una persona incapacitada en una silla de ruedas -escribió-. Me siento sola, a pesar de que sé que nunca estoy sola. Dios siempre está presente. No tengo mucha gente con quien hablar.
La palabra soledad ha sido considerada la más desolada del idioma. No respeta edad, raza, condición económica ni inteligencia.
Albert Einstein dijo: -Es extraño ser conocido universalmente, y al mismo tiempo sentirse solo.
Dios nos hizo para la intimidad y la compañía con otras personas. Incluso antes que el pecado entrara en el mundo, declaró que no era buena que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18). Es por eso que mucha gente a menudo se siente tan vacía por dentro.
Jesús también conoció la soledad. Seguro que la sintió cuando sus discípulos lo abandonaron (Marcos 14:50). Sin embargo, la presencia del padre lo compensó de más. Jesús dijo: No estoy solo, porque el Padre está conmigo. Juan 16:32 Esa intimidad con el Señor está disponible a todos los que ponen su confianza en Él y en su Palabra.
Podemos disminuir nuestra sensación de soledad acercándonos a los demás. Pero incluso más importante es que debemos acercarnos al Señor. Él siempre está con nosotros, y desea que tengamos comunión con Él durante todo el día.
Juan 16:32…seréis esparcidos, cada uno por su lado, y me dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

LA INUNDACION DE JOHSTOWN

Lectura: Rut 1:8-17
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. -Rut 1:16
El 31 de mayo de 1998, una fuerte tormenta llenó el Lago Conemaugh en Pennsylvania hasta que su represa finalmente cedió. Un muro de agua de 12 metros de alto y que se desplazaba a 64 kilómetros por hora se precipitó sobre el valle hacia la ciudad de Johnstown. El torrente cogió a su paso edificaciones, animales y seres humanos, lanzándolos estrepitosamente por el canal de desagüe. Cuando el lago se vació, los escombros cubrían un área de 121 kilómetros cuadrados y 2.209 personas perdieron la vida.
Al principio, pasmados ante la pérdida de sus posesiones y seres queridos, los sobrevivientes se sintieron impotentes. Pero más tarde, los líderes de la comunidad dieron discursos acerca de cómo los pobladores podían reconstruir la industria local y sus hogares. Esto actuó como un bálsamo sanador, y los sobrevivientes pusieron manos a la obra con energía. Johnstown fue reconstruida y hoy es una ciudad floreciente con una población de unos 28.000 habitantes.
La Biblia nos dice que cuando Noemí se desesperó por la pérdida de su esposo y sus hijos, su nuera Rut se negó a dejarla. En vez de ello, Rut se centró en Dios, sus relaciones y el futuro. Dios recompensó su fe proveyendo para ellas y haciendo de Rut una antepasada de Jesucristo (Mt. 1:5-16).
Después de una trágica pérdida, debemos mirar los recursos y relaciones que todavía quedan y confiar en que Dios los usará. Esto puede inspirar la esperanza de la reconstrucción de una nueva vida.
Nadie está sin esperanzas si su esperanza está en Dios.