viernes, 18 de julio de 2008

LLENANDO EL CANTARO

Cuentan que una vez un hombre envio a su joven hijo a llenar un cantaro al rio, y le dijo que volviera lo antes posible. El joven obedecio y fue hacia el rio mientras su padre le observaba de lejos.
Entonces este vio a su hijo poniendo el cantaro debajo de una cascada, y la fuerza del agua fue tal y la cantidad tan grande que el liquido no logro entrar al recipiente pues su cuello era demasiado delgado. Cuando el hijo llego con el cantaro, le mostro como el cuello del mismo habia sido roto por el fuerte y constante golpear del agua. Ademas, este hecho provoco que el agua llegara turbia y sucia. El padre pregunto entonces:
- ” Por que simplemente no sumergiste el cantaro en el rio? No veias que el agua de la cascada era demasiada para el cuello del cantaro?”. El hijo contesto:
“Si, pero es que queria llenarlo lo mas rapido posible”.
Muchas veces en nuestras vidas tratamos de ” llenarnos” a nuestro tiempo en un mundo acelerado y convulsionado. Dios conoce nuestra capacidad, y sabe que si hacemos las cosas como nosotros queremos podemos hacernos daño pues no estamos capacitados para hacerlo en ese momento, por eso logramos las cosas a medias y el agua que conseguimos no es pura ni cristalina, sino turbia.
Queremos tener todo ” ya” y en el proceso muchas veces nos lastimamos por no dejar que Dios nos sumerja poco a poco en la corriente calmada del rio.
Sabes? Dios conoce tu capacidad, no quieras hacer las cosas en tu momento, pues Dios desea llenar tu cantaro hasta el tope, pero en SU momento y segun TU capacidad.

¡VEO VEO!

Lectura: Juan 21:1-7
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba, dijo a Pedro: ¡Es el Señor!. . . --Juan 21:7.
Mi esposa y yo tenemos unos amigos que solían jugar un juego con sus hijos llamado "Veo veo." Si un miembro de la familia veía lo que parecía ser Dios obrando en su entorno, él o ella decía: "Veo veo." Podía ser una hermosa puesta de sol o alguna bendición especial. Estas experiencias les recordaban la presencia de Dios en el mundo y en sus vidas.
Ese juego me recuerda a los discípulos de Jesús y su inútil intento de pescar, hecho que se registra en Juan 21:1-7. A tempranas horas de la mañana vieron a través de la niebla a un hombre que estaba de pie en la costa, pero no sabían que era Jesús. "Hijos, ¿acaso tenéis algún pescado?" --preguntó. "No" --contestaron ellos. "Echad la red al lado derecho de la barca y hallaréis pesca" --les dijo Él. Los discípulos obedecieron y la red se les llenó de tantos peces que no la podían halar. Entonces Juan exclamó: "¡Es el Señor!" Fue como decir "¡Veo veo!", y fue Juan, "el discípulo a quien Jesús amaba", el primero en reconocerlo.
Pídele a Dios que te dé ojos para "ver" a Jesús, ya sea en los acontecimientos extraordinarios o en los asuntos cotidianos de tu vida. Si prestas atención verás Su mano obrando donde otros no ven nada. Trata de jugar "Veo veo" hoy y deja que la presencia del Señor te asegure Su amor y Su cuidado.
LOS OJOS DE LA FE PUEDEN VER A DIOS OBRANDO.