miércoles, 25 de julio de 2012

UNA MUJER CON PROPOSITO


Porpósito: Intención o voluntad de hacer algo/Objetivo, fin o aspiración que se desea lograr.
Toda mujer puede tener propósitos, aún en el ámbito secular y que sean éstos los que rijan mi vida: una carrera, prosperar económicamente, el deporte, una familia… y la lista es larga… Vamos , muchas veces, cumpliendo estos propósitos sin tener la satisfacción que pensábamos… y buscamos un nuevo propósito u objetivo para llenar el vacío… Una mujer que se aferra al propósito de Dios en su vida, no mirando “sus propios deseos” sino el deseo de Dios para ella, es la que encuentra la verdadera satisfacción y el verdadero fin por el cual ha sido creada.

• Reconoce a Dios como dador de la vida y que sin Él está perdida.
• Se ha encontrado a sí misma en Dios y sabe quién es: errores, debilidades y fortalezas.
• Entiende que su vida tiene un sentido especial para Dios, y por ende se prepara física, mental, emocional y espiritualmente para ese objetivo.
• Conoce la posición que Dios le ha dado.
• Persevera en cumplir lo que Dios ha marcado en su vida.

“Jehová cumplirá su propósito en mi; tu misericordia, oh Jehová es para siempre,; no desampares la obra de tus manos” Salmos 138:8


¿Cuál es el propósito de Dios para mi vida?

Propósito General: ¡¡Darle gloria a Él a través de mi vida!!!

• Efesios 1:12: Alabar Su Nombre
• Isaías 43:7 : Para Su Gloria.
• Efesios 2:10 : Para hacer buenas Obras.
• Génesis 2:20-24: Como ayuda idónea. Nuestro primer propósito que tenemos tiene que ver con nuestro hogar: esposos, hijos, casa. A partir de allí, nos extendemos a otros.

Para cumplir el propósito de Dios en mi vida debo cuidar mi comunión con Dios:

 Aférrate a la Palabra. Heb.4:12
 Afírmate en Oración. 1 Tes. 5:17
 Aléjate del pecado. 1 Tes. 5:22
 Anímate en la comunión. Heb.10:23-25


Busquemos ser mujeres con propósito para nuestro Dios, buscando Glorificarle y adorarle a través de nuestras vidas, estando listas para escuchar su voz en comunión y expectantes a los propósitos específicos que Dios tiene para nosotras.

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
AlejandraL

«DEVUÉLVASE AL REMITENTE»

Era un paquete de correo: un paquete común, de menos de un kilo de peso. Lo había llevado al correo de Bagdad, Irak, Khay Ranahjet, un joven de veinticuatro años de edad. Se lo estaba enviando a una persona de la misma ciudad.
Al llevar Khay, varios días después, una carta al correo, encontró ese mismo paquete en su buzón. Tenía impreso un sello de correo que decía: «Franqueo insuficiente. Devuélvase al remitente.»
Lo que el joven olvidó en el azoramiento era que él mismo había colocado dentro del paquete una bomba de tiempo. Al abrirlo, la bomba explotó en sus manos, matándolo en el instante.
Hay una ley natural que se llama el efecto bumerán. Algo que se lanza al aire hace un gran círculo y vuelve al mismo lugar de donde partió. Los indígenas australianos inventaron esta arma, y son expertos en su uso.
En el orden moral de las cosas opera la misma ley. Una calumnia que se lanza al aire da una gran vuelta entre la gente y a la larga vuelve a la persona que la lanzó. Esto ocurre con cada maldad humana: da una gran vuelta en el tiempo y en la humanidad, hace su daño inevitable, y al final regresa con fuerza arrolladora en contra del que la perpetró.
Dios ha puesto sobre cada pecado humano el mismo sello: «Devuélvase al remitente.» Y el remitente de cada mentira, de cada calumnia, de cada difamación, de cada deshonra, de cada robo, de cada adulterio y de cada homicidio recibe de vuelta con creces gigantescas el mismo agravio que impartió.
Dios podría hasta alejarse totalmente de este universo, y sin embargo el hombre, sin esa presencia divina, seguiría sufriendo las consecuencias de su pecado. Esto se debe a que el pecado en sí se convierte en su propio castigo.
«No se engañen —dice el apóstol Pablo, el doctor del cristianismo—: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra» (Gálatas 6:7).
¿Habrá manera de neutralizar el efecto bumerán? No, pero lo que sí hace Dios es darle al pecador una oportunidad de arrepentirse. Cuando el culpable recibe el perdón de Cristo, recibe un nuevo corazón, y sus obras cambian, junto con las consecuencias. Cristo regenera al pecador, borra sus pecados y le da vida eterna. Este es el milagro del Evangelio de Cristo.

Hermano Pablo