viernes, 19 de diciembre de 2008

HOY..CAMINARE EN CONFIANZA AUNQUE NO SEPA EL FINAL

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a donde iba” Hebreos 11:8.
Abraham comenzó su viaje sin el menor conocimiento de su destino final. Él obedeció su noble impulso sin ningún discernimiento de las consecuencias de esa decisión. Él tomó un pasó y no se detuvo para saber que había adelante antes de tomar el otro paso. Esto es fe, hacer lo que Dios dice aquí y ahora, dejando los resultados a él. Fe no está interesada en conocer todos los eslabones de la cadena, su devota atención está enfocada en el próximo eslabón.
Fe no es el conocimiento de un proceso moral, es la fidelidad al acto moral. Fe siempre deja algo al Señor, Fe obedece al mandamiento inmediato del Señor y deja la dirección y el destino a él. Por lo tanto hoy caminaré en fe, dejando todos los resultados y el final del camino al Señor. La fe cumple el camino con serenidad. En un mundo que solo se mueve por vista y ofrece oportunidades diciéndonos lo que hay adelante del camino para atraernos a sus redes, el caminar por fe parece muy riesgoso, pero yo hoy quiero caminar por fe sabiendo que Dios tiene todo en control.
Hoy necesito tomar un paso y no preguntar que me espera más allá de ese paso, sino dar el segundo y tercero con mi vista puesto en el autor y consumador de mi fe. Se que puestos mis ojos en él, entonces él me dirá cuando dar el próximo paso y cuando él lo diga lo hago aquí y ahora sin esperar más y sin quedarme quieto lleno de temor. Hoy necesito dejar al Señor la dirección y el destino de mi vida.

Señor, gracias por darme la fe que necesito. Se que mi vida, mi familia, mi futuro, mi trabajo están en tus manos. Hoy decido tomar los pasos de fe y ya no vivir por vista. La meta final de mi camino tu la conoces , porque ya la has predeterminado y en esa confianza yo me quiero mover y en esa fe yo quiero vivir. Amén.

OBRA DE TEATRO

Obra de teatro del grupo llamado profetas del silencio de los jóvenes de la iglesia de Canaan.

OBRA DE TEATRO

Obra de teatro del grupo de jovenes de la iglesia la Paz.

OBRA DE TEATRO

Obra de teatro del grupo llamado profetas del silencio de los jóvenes de la iglesia de Canaan.

LA CADENA DE ORO

El escritor y filósofo Johann Wolfgang von Goethe dijo: “La bondad es una cadena de oro por la cual se mantiene unida la sociedad”.

Pero yo no estaba pensando en la cadena de oro de bondad un día en el que un automóvil dilapidado, probablemente mantenido andando con goma y alambres, se estacionó frente a mi casa. Durante esos años, vivíamos en un pueblito justo frente a la iglesia que servía y los viajeros en necesidad constantemente hallaban el camino a nuestro hogar.

Me estaba cansando de ayudar a mucha gente que paraba casi a diario. A menudo me levantaba en medio del otrora buen sueño nocturno para salir al frío y ayudar a alguien que estaba de paso.

En una ocasión nuestra propiedad fue saqueada; en otra conduje en medio de una tormenta para rescatar a dos personas; muchas veces sentía que me sentía tomado por sentado por motoristas o caminantes sin un centavo que ni siquiera me agradecían por la ayuda recibida y que se quejaban que no hiciera más por ellos.

No me había sentido parte de una “cadena de oro de bondad” por un rato y, aunque todavía ofrecía ayuda cuando podía, algunas veces, por dentro, deseaba que tan sólo se fueran.

Pero en este día, un joven con una barba de una semana saltó del dilapidado automóvil. No tenía dinero ni comida. Me preguntó si podía darle algún trabajo que hacer y le ofrecí gasolina y una comida. Le dije que si quería trabajar, estaríamos encantados si cortaba el césped, pero que aquello no era necesario.

Aunque sudoroso y hambriento, él trabajó duro. Debido al calor de la tarde, esperé que se rindiese antes de completar el trabajo. Pero él perseveró y, tras de mucho rato, se sentó cansado bajo la sombra.

Le agradecí por su trabajo y le di el dinero que necesitaba. Entonces le ofrecí un dinerito extra por un trabajo especialmente bien hecho, pero él rehusó. “No, gracias”, dijo en un castellano con fuerte acento extranjero. Insistí en que tomase el dinero pero se levantó y dijo de nuevo: “No, gracias. Yo quiero trabajar. Ud. quédese con el dinero”. Intenté de nuevo y por tercera vez protestó, meneando su cabeza mientras se alejaba.

Nunca más le volví a ver. Estoy seguro que nunca lo haré. E interesantemente, él probablemente piense que yo le ayudé ese día. Pero eso no fue lo que pasó. No le ayudé; él me ayudó.

Me ayudó a creer en la gente de nuevo. Me ayudó a nuevamente querer hacer algo por aquellos en necesidad. Cuánto desearía agradecerle el restaurar algo de mi fe en la bondad básica de los demás y por darme de vuelta un poquito del optimismo que había perdido en el camino.

Debido a él una vez más me sentí parte de la cadena de oro de bondad que nos une el uno al otro.

Tal vez haya alimentado su cuerpo aquel día. Pero él alimentó mi alma.

Volvamos a creer en la gente, aún cuando muchos nos hayan herido. Recordemos no todos son malos, no todos buscan ventaja. No todos quieren herir. Miremos nuevamente con bondad a nuestro alrededor, porque podríamos ser un eslabón mas en la impresionante cadena de la bondad.

Ahora, pues, júrame aquí por Dios, que no faltarás a mí, ni a mi hijo ni a mi nieto, sino que conforme a la bondad que yo hice contigo, harás tú conmigo, y con la tierra en donde has morado. Gen 21:23

Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? 2 Sam 9:1

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe-. Gal 5:22

EL IDILIO DE LA MONTAÑA

¿No has visto descender desde la altura
de la montaña, entre tupidas lianas,
dos fuentes de agua pura
que al llegar a la paz de la llanura
se buscan y se abrazan como hermanas?
Separadas nacieron, separadas
bajaron por los recios peñascales
como si en vez de alegres camaradas
se dijese que fueran dos rivales.


Pero la suerte quiso
que las dos se acercaran de improviso
al bajar por las ásperas pendientes,
y al hallarse tan cerca sus corrientes
descorrieron el velo de sus brumas,
y al verse, sonrieron
y algo muy en secreto se dijeron
en la armoniosa voz de sus espumas.


Así empieza la lucha desde lo alto
de la montaña que el idilio ampara;
si las acerca un salto
otro salto más luego las separa,
así fueron bajando de la altura
buscándose y huyendo,
suspirando unas veces y otras riendo
hasta encontrar la paz de la llanura.


Y al llegar a la vega que sonriente
como un lecho magnífico se abría
se enlazaron las dos eternamente
bajo la hermosa claridad del día;
así son nuestras almas: lentamente
la tuya irá acercándose a la mía!

LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Lectura: Marcos 12:12-17, 41-44
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. -1 Timoteo 6:8
La esposa del autor Calvin Trillin, Alicia, tenía una opinión única del impuesto a la renta. Ella creía que «después de un cierto nivel de ingresos, el gobierno simplemente debía quedárselo todo». Ella pensaba que debía haber un límite en cuanto a la cantidad de dinero que se debía permitir que las personas conservaran para sí. Al escribir en una importante publicación, Trillin dijo de su esposa: «Ella creía en el principio de lo suficiente».
En Marcos 12, Jesús evitó una trampa cuidadosamente puesta al decirles a Sus inquisidores: «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (v. 17). Cuando Jesús observó a las personas dando sus ofrendas al tesoro del templo, Él elogió a una mujer que habría sido considerada insensata por su extravagancia. «De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento» (vv. 43-44).
Jesús le dio más importancia al amor incondicional por Dios que a la preocupación total por las necesidades materiales. Su actitud serena hacia el dinero y las posesiones se basaba en la confianza en que Su Padre proveería para las necesidades de cada día. «Porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad» (Mateo 6:8).
Lo suficiente. ¡Qué concepto!
La satisfacción no es obtener lo que queremos sino estar satisfechos con lo que tenemos.