viernes, 13 de marzo de 2009

HOY..SEGUIRE LA DOCTRINA DE LA VERDAD

“Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad” Juan 17:17.
Feliz es aquel quien manifiesta la verdad en sí mismo, no en señales y palabras que se disipan, pero en lo que es realmente. Nuestras opiniones y nuestros sentidos frecuentemente nos engañan y nosotros discernimos muy poco tales cosas.
De qué sirve tener discusiones de asuntos intrincados y obscuros cuando en el día final seremos juzgados por otras cosas? Pero, la verdad es la Palabra de Dios y hoy necesito buscarla y seguirla, porque en la verdad de Dios yo mismo llego a ser santificado o consagrado al Señor. Tenemos a ojos y a veces no vemos la verdad que está delante de nuestros ojos.
De qué sirven las múltiples preguntas de la Filosofía, si cuando me acerco a la Palabra de Verdad sólo lo hago para teorizar y no para seguir la verdad? En la Palabra de Dios están contenidas todas las respuestas que la filosofía pueda hacer o que surgen de mi corazón entenebrecido. Pero sobre todo, no son las respuestas que puedo hallar en la Palabra de Dios, es que a través de ella yo puedo escuchar a Dios mismo que me habla. Sin su Palabra ningún hombre comprende o juzga rectamente.
A través de su Palabra Dios llega a todo y traza todas las cosas y ve todas las cosas y sólo él puede mitigar la sed del corazón humano y dar descanso y paz a la vida atribulada.
El Señor a través de su verdad me hace uno con él en un amor perpetuo. A veces me canso de todo lo que leo u oigo en este mundo en el cual me desenvuelvo, más cuando llego a la Palabra de verdad del Señor, entonces él disipa mi cansancio y reanima mi alma. Ante su Palabra de verdad hasta el más simple de corazón llega a entender las profundidades de Dios, porque recibe luz y conocimiento desde el mismo cielo.
El puro y simple no llega a ser distraído por sus muchos quehaceres, porque cuando se acerca a la verdad de Dios, él llega a hacer todo para la honra de Dios, disfruta de paz interna y no busca ningún fin egoísta. Finalmente quién se acerca a la Palabra de verdad llega a obtener el verdadero conocimiento de su personalidad en una trayectoria más segura porque es dada por Dios. Hoy seguiré la verdad.

Señor, Gracias por darme tu verdad. Hoy quiero seguir esa verdad en medio de un mundo saturado de mentiras. Tu Palabra me llena y me santifica. Amén.

UN SUEÑO HERMOSO

Treinta hombres, con los ojos inyectados en sangre y despeinados, estaban de pie ante un juez del tribunal de la policía de San Francisco. Eran parte del grupo de borrachos y revoltosos, que a diario se presentaban ante el juez. Unos eran ancianos y endurecidos, mientras que otros dejaban caer con vergüenza sus cabezas sobre su pecho.
El desorden momentáneo que se creaba al traer los prisioneros cesó y en ese momento de calma algo extrañó sucedió. Se dejó escuchar una fuerte y diáfana voz que comenzó a cantar: Anoche mientras dormía, tuve un sueño tan hermoso…
¡Anoche! O fue una pesadilla o un estupor de borrachera para todos. La canción hablaba sobre un contraste directo y convincente: Yo estaba de pie en la antigua Jerusalén, allí junto al Templo.
La canción continuó. El juez hizo una pausa e indagó con serenidad al respecto. Un antiguo integrante de una compañía de ópera muy famosa en toda la nación, esperaba ser enjuiciado por falsificación. Era él quien cantaba desde su celda.
Mientras tanto, la canción continuaba y cada hombre que se encontraba en fila se emocionó. Uno o dos de ellos cayeron de rodillas; un chico exclamó entre sollozos: ¡Oh madre, madre!
Los sollozos podían escucharse desde cada esquina de la sala del tribunal. Por fin un hombre protestó y dijo: ¿Señor juez, tenemos que someternos a esto? estamos aquí para recibir nuestro castigo, pero esto… Y él también comenzó a llorar. Era imposible proceder con los negocios del tribunal y sin embargo, el juez no dio la orden de detener el canto: ¡Jerusalén, Jerusalén! ¡Canta, porque la noche se acaba! ¡Hosanna en las alturas!
En un éxtasis de melodía se dejaron escuchar las últimas palabras, y luego hubo silencio. El juez miró los rostros de los hombres que estaban frente a él. No había ni uno solo, que no se conmoviera por la canción; ni uno solo en quien no se produjera un impulso de piedad.
El juez no llamó a los casos en forma individual; compartió con los hombres unas bondadosas palabras de consejo y luego los despidió a todos. Ningún individuo fue multado o sentenciado esa mañana. La canción logró hacer mayor bien que cualquier castigo.
Apocalipsis 21:10Y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.

SACANDO CACHIVACHES

Lectura: 1 Corintios 6:12-20
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo de Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? —1 Corintios 6:19

Mi garaje sirve de «almacén» de aquellas cosas que no encuentran un lugar en nuestro hogar y, francamente, hay momentos en los que me avergüenzo de abrir la puerta. No quiero que nadie vea los cachivaches. Así que, con regularidad, separo un día para sacarlos.
Nuestros corazones y nuestras mentes se parecen mucho a eso; acumulan muchos cachivaches. Al chocarnos con el mundo, inevitable, tal vez inconscientemente, tomamos pensamientos y actitudes impías, como pensar que todo en la vida gira a nuestro alrededor, demandar nuestros derechos o reaccionar amargamente hacia aquellos que nos han herido. Rápidamente nuestros corazones y nuestras mentes ya no están limpios ni ordenados. Y aunque pensemos que podemos esconder todo ese desorden, éste al final se hará evidente.
Pablo preguntó claramente: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?» (1 Corintios 6:19). Esto hace que me pregunte si Dios a menudo sentirá que está viviendo en nuestro desordenado garaje.
Tal vez sea momento de separar un día espiritual y, con Su ayuda, ponerte a trabajar para sacar los cachivaches. Deshazte de esos pensamientos de amargura. Mete en bolsas y echa fuera los viejos patrones de pensamientos sensuales. Organiza tus actitudes. Llena tu corazón de la belleza de la Palabra de Dios. Límpiate a fondo, ¡y luego deja la puerta abierta para que todos lo vean!
No dejes que el Espíritu more en un corazón abarrotado. ¡Tómate un tiempo para limpiarlo hoy!

LA FINANCIACIÓN POR EL DINERO

—¡Feliz cumpleaños, querida! —dijo el esposo.

—Muchas gracias, amor —respondió la esposa.

El regalo era un auto Ferrari Testarrosa, que vale una fortuna. Y eso no era todo. Dentro de la guantera había un diamante de un valor fabuloso. La fiesta se hacía en un hotel de increíble lujo, en la ciudad de Melbourne, Australia, con ciento diez invitados, todos amigos de la pareja.

El Ferrari Testarrosa se sumó a otros dos Ferrari, cinco Mercedes Benz, tres Rolls-Royce, un Jaguar, un Aston Martin y un Porsche. Danilo Ortiz, de cuarenta y cinco años de edad, y su esposa Sara, de cuarenta y tres, parecían nadar en dinero.

Sin embargo, había un problema. Ese dinero provenía de transferencias ilegales que Danilo había hecho durante diez años en una compañía de metales preciosos donde era empleado. El total del desfalco era siete millones, novecientos mil dólares.

Esa pareja se enriqueció demasiado rápido. Hacían grandes obras de caridad. Poseían muchas casas lujosas. Viajaban por todo el mundo. Sara compró, en un solo año, cuatrocientos mil dólares en joyas y adornos. Pero todo era falso.

Habían hallado la manera de derivar dinero de la empresa a sus propias cuentas, y de ahí el enriquecimiento súbito que tenía asombrados a todos. «Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males» (1 Timoteo 6:10).

La sociedad presente vive fascinada con el dinero. Como que hay una atracción seductora hacia las cosas materiales. Por dinero las mujeres venden su honra. Por dinero los hombres hacen caso omiso de su conciencia. Por dinero se fraguan grandes delitos, e incluso, por dinero gobernantes, servidores públicos y aun clérigos entierran sus convicciones. La utilidad momentánea vale más que el honor, y la conveniencia más que la integridad.

Hubo días en que estrecharse la mano sellaba el negocio más complejo. Hoy hay que firmar contratos complicados hasta para comprar un perro.

«Más vale lo poco de un justo que lo mucho de innumerables malvados», dice la Biblia (Salmo 37:16).

¿Dónde está el antídoto contra ese veneno de las almas? En Jesucristo. Él perdona el pecado de ambición, pone en nuestro corazón los verdaderos valores de la vida, despierta nuestro anhelo por las cosas del espíritu, nos sana de fiebres enfermizas y nos da el verdadero sentido de la vida. Cristo es el antídoto contra ese veneno.