martes, 25 de agosto de 2009

FUNDAMENTO DEL CORAZON

Lectura: Salmos 131.
“En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre” Salmos 131:2
Las grandes catedrales de Europa no sólo quitan el aliento, sino que su arquitectura es intrigante. Debido a que sus macizos y enormes cielos rasos eran demasiado pesados para que las paredes los sostuvieran, se construyeron arbotantes, o extensiones externas, para mantener los expansivos techos.
Aunque somos «el templo del Dios viviente» (2 Corintios 6:16), me pregunto si no seremos más como estas catedrales, con arbotantes de influencias externas que nos mantienen erguidos mientras que nuestro fundamento sigue siendo débil. Los pastores, los amigos, las reglas, los libros y los grupos pequeños son útiles para sostener y reforzar nuestra fe. Pero, si dependemos demasiado de ellos, en realidad pueden distraernos de desarrollar un corazón saludable para Dios.
Nuestro corazón es el lugar donde Dios se encuentra y se relaciona con nosotros de manera personal. Es donde nos permite responder a Su corrección. Pasar tiempo en Su Palabra y en oración abre la puerta para que Él interactúe con nosotros llegando a los niveles más profundos de nuestra necesidad y Le brinda oportunidades para consolarnos y convencernos de pecado. Al abrir nuestros corazones a Dios, Él aviva la llama de una relación íntima y que cambia nuestra vida.
El cristianismo auténtico es la expresión de adentro hacia afuera de esta relación dinámica con Jesús, la cual provee la fuerza para vivir para Su gloria -¡sin importar lo que esté sucediendo en el exterior!
Cuando abres tu corazón al Salvador, Él abre tu mente a Su palabra.

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