miércoles, 17 de diciembre de 2008
LOS JOVENCITOS DE LA IGLESIA LA PAZ
PASTORA ELENA Y LA APOSTOL SILVIA
TE PERDONÓ TODOS TUS PECADOS
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz (Colosenses 2.13-14).
Estabas espiritualmente muerto en tus pecados. Estabas entre los impuros y los apartados del pueblo de Dios. Pero ahora todo eso ha cambiado. Se te han perdonado todos tus pecados porque Jesucristo pagó el castigo por ellos en la cruz. Ya no estás muerto, has recibido vida con Cristo porque se ha cumplido la pena de muerte bajo la cual estabas.Se han retirado todas las acusaciones contra ti, ya que el castigo se ha cumplido. Se te ha declarado inocente, no porque lo merezcas, sino porque todas tus ofensas contra Dios se han puesto sobre Jesucristo, quien satisface a Dios el juez justo.No hay palabras para alabar a Jesucristo por morir para darnos vida y vida en abundancia.
MEDITACION DE LA NAVIDAD
Se cuenta la historia de una familia de alta sociedad, que hace muchos años iba a celebrar una festividad en honor al recién nacido de la casa. Esta se llevaría a cabo en la gran sala de la enorme mansión.
Muchos huéspedes habían sido invitados para la ocasión y todos llegaron vestidos con sus ropas más elegantes. A medida que se iban quitando los abrigos, éstos eran llevados al piso superior para ser colocados sobre una cama en uno de los dormitorios.
Pasada la conmoción de la llegada de los huéspedes y luego de un largo rato de animada conversación, todo el mundo se aprestó para la ceremonia en honor a la criatura. De pronto alguien preguntó para sorpresa de todos: “¿Dónde está el bebe?” La institutriz corrió escaleras arriba, buscando por todos lados y regresó con el rostro pintado de desesperación. No podían encontrar al bebé por ningún sitio. La búsqueda continuó durante unos minutos que parecieron eternos, hasta que alguien recordó haber visto a la criatura acostada sobre una de las camas. Y allí estaba todavía, bajo las ropas de abrigo de los invitados. Era irónico. El mismo objeto de la celebración había sido olvidado, descuidado y por poco destruido.
La pregunta que nos hacemos muchos cristianos en estos días navideños es: “¿Y ésto es la Navidad? ¿Dónde está el Niño cuyo cumpleaños supuestamente celebramos el 25 de diciembre?” Compra de regalos y juguetes, parrandas, exceso de comida y bebida, arbolillos de Navidad, ropa nueva… ¿Es éste el propósito de la Navidad? Las decoraciones son bonitas y la música navideña nos atrae, pero, ¿es eso la Navidad? ¿Dónde está el Niño Jesús? ¿Dónde le hemos puesto?
Como en nuestra historia inicial, a veces también somos culpables de olvidar la memoria del Santo Niño cuyo nacimiento decimos celebrar. Hoy en día hay muchos que no invitan a Cristo a su fiesta de Navidad. La Navidad para ellos es sólo una fiesta cualquiera, una oportunidad para derrochar, bailar y alborotar.
La Navidad debe ser una celebración alegre y llena de gozo. La Navidad verdadera es una fiesta santa porque, según el profeta Isaías, es un recuerdo sublime: “Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
La Navidad para los cristianos es la del amor, la alegría, la esperanza y la paz. Es la Navidad de la adoración a Aquel cuyo cumpleaños celebramos: el Señor Jesucristo.
- Autor Desconocido -
ALGO FLUYE CUANDO YA NADA SE AGITA
Y su paso inadvertido por las tinieblas que duermen con nosotros
trocará en una luz exasperada cuanto de ciega tiene la miseria.
Desde el fondo, pozo o pantano de números,
donde hostigados por el mundo y sus miles de cabezas
caímos quince lenguas dentro de la carne,
algo que sólo puede tocarse munido de los guantes de la desesperación,
algo fluye, cuando creemos que ya nada se agita.
Obliga al dolorido músculo del corazón
y al cerrado hueso de la mente
a comer y beber, aún dentro de sus celdas.
Es una fuerza que nos lleva rudamente de la mano
e inventa un camino de color insólito,
por donde huimos desnudos de los ciegos.
Obediente, ella agitará los párpados de los muertos
y hará huir a la mosca-heraldo, que espera paciente,
colgada de la gula.
Colgará de nuevo el sol, cuando la luna caiga.
Podremos verla latir en medio de nuestras negras sombras,
aún cuando boquiabiertos, observemos día a día
pasar nuestros propios funerales.
Algo fluye cuando ya nada se agita.
Por su gracia habrá fruto en las flores marchitas
(su magia gruñirá en la vértebra)
lanzará por el aire ancianos y guadañas con pasos de diluvio;
nuestras jóvenes canas se ennegrecen,
ante el silbato de plata besado a último momento
con manos temblorosas que arrojan al viento de los lechos.
Y cuando nuestros pálidos huesos
den fuerza y vigor a las margaritas, aún palpitarán
desde la tumba.
Porque algo fluye, cuando creemos que ya nada se agita.
HOY..VERA DIOS LUZ EN MI
Dios nunca pierde de vista el hermoso tesoro que ha puesto dentro de nosotros, ese tesoro es su luz. Dios nunca la pierde de vista. Algunas veces yo mismo no veo luz dentro de mi, es como si algo me impulsara a solo ver las tinieblas, las sombras y las oscuridades, pero Dios siempre ve la luz y la ve mucho mejor de lo que yo la veo.
Dios ve lo que yo no veo o lo que no quiero ver que ya está dentro de mi. Es muy confortable para mi pensar que Dios me ha hecho un miembro de su familia y la Biblia dice que el Señor conoce a los que son suyos y los que son suyos tienen la luz de Dios dentro de sus vidas.
Hoy he reflexionado seriamente sobre estas verdades. A veces yo no veo luz en mi, pero Dios si ve la luz en mi y él ve que es buena. Dios es la luz de mi vida y si lo tengo a él tengo la luz y las tinieblas ya no podrán inundar mi vida. El ojo tierno del Señor todavía mira dentro de mi ve la luz de su gracia derramada en mi corazón.
El Señor nunca perderá de vista el tesoro que él en su amor ya ha colocado dentro de mi. Se que algunas veces no puedo ver la luz en mi, pero el Señor siempre la ve. Hoy quiero pedirle a Dios que me abra los ojos espirituales para poder ver su luz en mi.
“Señor, Gracias por darme luz cuando en mi no la había, quiero vivir en esa luz. Tú eres la luz de mi vida. Cuando en tinieblas andaba llegaste como la luz de mi vida. Esa luz está en mi, está dentro de mi. A veces yo no la veo porque estoy siempre listo para ver las sombras… pero tu vez esa luz. Hoy quiero vivir en esa luz y compartir esa luz con quienes no la tienen. Amén.
VIVIENDO CON EL CORAZON
Por muchos meses, Danny se retiró a un mundo privado e intentaba golpear su cabeza contra una pared, cada vez que se sentí incómodo. Pero ahora, había venido progresando, ya que en vez de abstraerse, golpeaba a María.
-¿Progresando? -exclamó María-. ¿Cómo es que este progreso va a impulsarle a dañarme?
Danny fue abusado en su infancia repetidas ocasiones -explicó el psicólogo de la escuela-. Sólo ha conocido adultos que fueron mezquinos con él, o que simplemente hicieron caso omiso a sus necesidades básicas.
No ha tenido en quien confiar. Nadie estuvo cercano a él; nadie que enjuagara sus lágrimas, que le preparara alimento cuando el hambre le azotaba. Padeció castigo sin motivo. Está progresando, ya que por primera vez en su vida, deposita suficiente confianza en un adulto, como para exteriorizar su ira antes que autodestruirse, María usted es el adulto merecedor de su confianza.
Después de haber escuchado esa explicación, María con lágrimas brotando de sus ojos, exclamó:
-¡Ya entiendo!
Mientras su comprensión aumentaba como la luz de la aurora, su enfado se desvanecía.
John Ruskin escribió: Cuando el amor y la experiencia operan juntos, anticipa una obra cumbre.
Algunas veces parece que el progreso nos evade, pero Dios es fiel para continuar la buena obra que Él ha comenzado en cada una de nuestras vidas. Si abrimos los ojos del corazón, veremos Su mano obrando en nosotros.
1 Reyes 3:9Da, pues, a tu siervo un corazón con entendimiento.
SIGAMOS ALENTANDONOS UNOS A OTROS
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. -Hebreos 10:24
A poco menos de dos kilómetros de la meta de la Maratón de Londres, miles de espectadores bordeaban la ruta portando pancartas. Cuando algunos de ellos lograban divisar a algún familiar o amigo acercándose, gritaban el nombre de esta persona, la saludaban con la mano, y exclamaban frases de aliento: «¡Sólo un poquito más! ¡Sigue adelante! ¡Ya casi has llegado!» Después de haber corrido 40 kilómetros, muchos compe-tidores apenas si caminaban y estaban a punto de renunciar. Era asombroso observar a los exhaustos corredores alegrarse y renovar el ritmo cuando veían a alguien que conocían o cuando escuchaban que llamaban su nombre.
¡Aliento! Todos lo necesitamos, especialmente en nuestro caminar de fe. El libro de Hebreos nos dice que sigamos exhortándonos unos a otros. «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (10:24-25).
El Nuevo Testamento está lleno de la certeza de que Cristo pronto volverá. «El Señor está cerca» (Filipenses 4:5). «La venida del Señor se acerca» (Santiago 5:8). «He aquí Yo vengo pronto» (Apocalipsis 22:12).
Al «ver que aquel día se acerca», sigamos alentándonos unos a otros en la fe. «¡Sigue adelante! ¡Ya casi has llegado! Ya puedes ver la meta».