lunes, 24 de agosto de 2009

EL DIOS QUE LAVA LOS PIES

Lectura: Juan 13:1-5.
“Luego [Jesús] puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos” Juan 13:5
El brillante y joven profesor de Filosofía de la Universidad de Oxford, H. A. Hodges, a menudo se sentía atribulado con preguntas acerca de la existencia de Dios. Un día, mientras paseaba por la calle, pasó delante de una tienda de arte. Un sencillo cuadro en la vitrina captó su atención. Mostraba a Jesús arrodillado para lavar los pies de los discípulos.
Hodges conocía la historia registrada en Juan 13: Dios encarnado lavando pies humanos. Pero de repente el puro significado de esa escena se apoderó del corazón de este joven filósofo. Dios -¡Dios!- ¡humillándose a Sí mismo para hacer ésa, la más despreciable de las tareas! Pensó: «Si Dios es así, ¡entonces ese Dios será mi Dios!» Ver esa pintura fue una de las circunstancias que hicieron que Hodges entregara su vida al verdadero Dios, el Dios que lava los pies.
Algunas veces, los cristianos damos por sentada la existencia de Dios. Creemos que la Biblia nos habla acerca del Espíritu eterno cuya existencia nunca tuvo un principio ni jamás tendrá fin. Pero puede que algunas veces nos preguntemos acerca de Su carácter. Si Él permite los desastres, ¿como podría también ser gentil y amoroso?
Al leer Juan 13 concienzudamente, vemos que Dios es el Dios que lava los pies. Su amor insondable y sacrificado por nosotros debe hacer que nosotros también nos entreguemos a Él.
No hay vida más segura que una vida entregada a Dios.

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