miércoles, 5 de mayo de 2010

A PESAR DE TODO...

Doug McKnight; A la edad de treinta y dos años se le diagnosticó esclerosis múltiple. Los dieciséis años siguientes le costaron su carrera, su movilidad y finalmente la vida.

Debido a la esclerosis múltiple no podía comer por sí mismo ni caminar; combatió la depresión y el temor. A través de todo esto, nunca perdió el sentido de la gratitud.

La evidencia de esto es su lista de oración. Los amigos de su congregación le pidieron que compilara una lista de sus peticiones para interceder por él.
Su respuesta incluía dieciocho bendiciones por las que estaba agradecido, y seis preocupaciones por las cuales orar.
Sus bendiciones superaban a sus necesidades por tres a una. Doug McKnight había aprendido a estar contento a pesar de…

1 Tesalonisenses 5:16-22 “Estad siempre gozosos.” “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” “Examinadlo todo; retened lo bueno.”

HOY...A PESAR DE... ME ALEGRARE EN EL SEÑOR

“Con todo, yo me alegraré en Jehová , Y me gozaré en el Dios de mi salvación”. Habacuc 3:18.
Hoy me siento nuevamente seguro de saber que Dios está desarrollando mi vida de una manera muy especial. En varias facetas Dios está trabajando y una de las facetas que él esta obrando en mi vida cristiana es la faceta del : Aunque todavía no, apesar de…y hoy debo responder a esto. Habacuc lo expresó cuando dice: Aunque….. a pesar de o con todo, yo me alegraré en el Señor.
Habacuc veía la invasión de Babilonia y él podía ver que en poco tiempo la higuera no florecería, las vides no darían fruto, faltaría el producto del olivo, los labrados no darían mantenimiento, las ovejas serían quitadas de las majadas y las vacas de los corrales, pero Habacuc dijo: Con todo esto, a pesar de : yo me alegraré en el Señor.
Es fácil alabar al Señor en medio de la plenitud y la abundancia. Es fácil adorar a Dios en medio del exito y la prosperidad, pero alabarlo y exaltarlo en medio de la pobreza, la soledad y la angustia es otro asunto. Es fácíl cantar ALELUYA CUANDO EL ESTOMAGO ESTA LLENO, pero cómo cantar aleluya cuando la alacena esta vacía?
No quiero tener hoy un cristianismo que es el resultado de un estomago confortable y de una prosperidad impresionante. Cuando Dios permite que una Babilonia me invada para enseñarme lecciones de dependencia en él yo quiero decir como Habacuc. “Con todo me regocijare en Dios y me gozaré en el Dios de mi salvación”.
Hoy no quiero ser un soldado de los que estan hermosasmente vestidos para los desfiles o paradas militares, sino un soldado que corre por el campo de batalla sin adornos ni lujos pero con el rifle en la mano. A veces me gusta las banderas, las bandas militares y las paradas pero me pone nervioso el fuego del campo de batalla. Pero hoy, si necesito pasar por el campo de batlla, quiero decir como Habacuc… Con todo me regocijaré en el Señor.
Si pongo mi mirada y mi confianza en Dios no me preocuparan los tadavía no, ni los aunque…..sino que dire..Con todo me recocijaré en él.
Señor. Gracias por tu misericordia y amor tan infinitos. Haz prometido estar a mi lado y esa promesa es real y única. Aunque venga Babilonia para devastar lo que tanto me gusta ver, las higueras florecidas, las vides con sus frutos, las ovejas en la majada y las vacas en lo corrales, entenderé que si en algún momento pierdo eso, estas enseñandome a depender y esperar en ti y entonces con todo yo me recocijaré en ti y me gozaré en tu amor y tu presencia. Aunque….a pesar de….con todo yo me regocijaré en tu amor tan hermoso y dulce para mi.Amén.

LA AMISTAD POR MEDIO DEL SERVICIO

Lectura: 1 Tesalonicenses 2:1-8.
"Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos" 1 Ts. 2:7
Don Tack quería saber cómo era la vida de los que no tenían hogar. Así que ocultó su identidad y se fue a vivir a las calles de su ciudad. Descubrió que muchas organizaciones ofrecían alimento y refugio. Se enteró de que podía pasar la noche en uno de los albergues si, antes, escuchaba un sermón. Así lo hizo, agradeció el mensaje del orador invitado y quiso hablar con él después. Pero, cuando Don se acercó para estrecharle la mano y preguntarle si podía hablar con él, éste pasó por su lado como si no existiera.
Don supo que lo que más faltaba en el ministerio a los que no tenían hogar en su localidad era personas que estuvieran dispuestas a formar relaciones. Así que comenzó una organización llamada el Centro de los Siervos para ofrecer ayuda por medio de la amistad.
Lo que Don encontró en el albergue fue lo opuesto a lo que experimentaban las personas cuando escuchaban al apóstol Pablo. Cuando él compartía el Evangelio, se daba a sí mismo también. En su carta a los tesalonicenses dio testimonio de lo siguiente: «Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos» (1 Tesalonicenses 2:8). Dijo también: «Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza» (v. 7).
En nuestro servicio para el Señor, ¿compartimos no sólo nuestras palabras o dinero, sino también nuestro tiempo y nuestra amistad?
Nuestra sensibilidad por los sufrimientos de los demas, es una medida que indica cuanto nos semejamos a Cristo.

¡O ROBO UN BANCO, O ME SUICIDO!

Serio, callado, con gruesos anteojos oscuros, el hombre se acercó a la ventanilla. Las operaciones del banco transcurrían normalmente. Cuando al hombre le tocó su turno, le pasó una nota al cajero: «Esto es un asalto —decía la nota—. Entrégueme todos los billetes de 10, 20, 50 y 100 que tenga.»

El cajero le pasó 980 dólares, que era todo lo que tenía en la caja. El hombre dio media vuelta y luego se detuvo, como confundido. Era ciego, y sin su bastón en la mano no sabía dar un paso. Cuando lo arrestaron y lo llevaron a la policía, declaró: «Estoy al borde de un colapso. ¡O robo un banco, o me suicido!»

Este fue un caso como para telenovela, ocurrido en San Francisco, California. Roberto Dunbar había quedado ciego hacía cuatro años. Vivía de lo que recibía del Seguro Social, pero alguien le había robado su pensión de ese mes, de modo que llevaba días sin comer. Y no tenía parientes ni amigos. Por eso, en medio de un panorama sumamente oscuro, tomó la decisión de asaltar un banco.

La ceguera es una triste circunstancia. Pero más triste aún es el hecho de que un ciego tenga que cometer un delito porque le han robado la pequeña pensión que le da el gobierno. Es como una denuncia contra toda la humanidad, denuncia de un crimen social que nunca debió haber ocurrido.

Lo cierto es que Roberto Dunbar vivía en tinieblas más oscuras todavía. Además de la oscuridad que tenía en los ojos, tenía también el alma sumida en tinieblas. Los ojos de este hombre, y los de muchos como él, quizá nunca perciban de nuevo la luz del día. Pero la luz espiritual puede encenderse en toda alma. Jesucristo dijo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12).

Hay muchas personas que no tienen la luz de los ojos, pero han hallado una luz mil veces más resplandeciente que la luz del sol. Son los que han encontrado la paz y el gozo que da Jesucristo. Sin percibir el color de las flores, ven el color de la esperanza. Sin ver la luz del sol, ven con el alma la luz de la gracia salvadora de Cristo. Sin poder contemplar el rostro de los amados, ven con los ojos del espíritu el rostro amable y compasivo de Jesucristo, porque Él es realmente la luz del mundo.

Esa oscuridad en la que muchos se encuentran, esa noche interminable, se cambiará en día el instante en que Cristo entre a su corazón. Basta con que le den entrada. Él quiere ser su paz, su gozo y su luz.

Hermano Pablo

CANCIÓN DE JUBILO

CANCIÓN DE ADORACIÓN

CANCIÓN DE ADORACIÓN

CANCIÓN DE ADORACIÓN

FORTALEZA

¿Jamás has pensado que cuando te hallaste en medio de la tormenta, gritando en voz alta, llorando, nadie te ayudó? Gritaste, gritaste alto y todos pensaron que mentías.
De repente te levantaste y retomaste la fortaleza con fe renovada, peleaste hasta el final. De repente ganaste, simplemente en ese punto. Has ganado, lo creas o no.
¿Has pensado alguna vez de dónde vino la fortaleza? Reside dentro de nosotros desde el comienzo hasta el final. Sólo si confiamos en el valor que tenemos podemos solucionar todos nuestros problemas dentro de nosotros mismos. Si no podemos, ¿cómo podrán otros?
Sólo nosotros conocemos nuestros deseos y sólo nosotros sabemos nuestros planes. Así que no busquemos fuera, tan sólo bien adentro. Obtendremos todas las respuestas si tan sólo escuchamos en quietud.
Los problemas nunca cesarán. ¿Cuántas veces tocaremos la puerta afuera? ¿Cuántas veces estará la gente a nuestro lado? Terminémoslo aquí y correctamente; pelea por ti mismo con toda tu fuerza.
Ganarás porque posees la fortaleza y aún si no la tienes, no te arrepentirás de intentarlo, al final.
Creo que este parrafo lo dice todo: hace una pregunta y presenta la respuesta. Se trata de creer en nuestras propias capacidades en lugar de buscar en otro las respuestas.
Ankeeta Sausan, ccpyright 2003
Fuente: www.motivateus.com
Pero por encima de todo, nunca olvidemos que la fuente de esa fuerza que está dentro de nosotros, es Dios. Él nuestra fortaleza. Cuando crees que no puedes, míralo a él y entonces verás como esa fortaleza crece dentro de tu corazón.
El Señor es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. Éxodo 15:2
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. 2 Sam 22:3
Te amo, oh Señor, fortaleza mía. Salmo 18:1