viernes, 27 de marzo de 2009

UNA MUJER TRAS LAS CORTINAS

Jacques Yves Cousteau pasó toda su vida en el mar, no contento con inventar los equipos de buceo actuales recorrió el mundo, a bordo del Calypso para enseñarle a la humanidad la grandiosidad de los océanos.

Muchos hombres y mujeres crecimos entre sus imágenes, muchos fuimos contagiados por su “fiebre de mar”, jugábamos de chicos a ser buzos del Calypso, conocíamos todas sus historias, vivimos todas sus inmersiones.

Pero la mayoría de la gente jamás conoció la historia del día que el Calypso se perdió, de aquel día que pudo ser el último día de una historia que aún no había comenzado.

Terminaba la década del ´40, no era una época fácil en Europa. La segunda guerra mundial había dejado a Francia en ruinas. Jacques Cousteau, un joven oficial de la marina decide dar un vuelco a su vida, con la ayuda de sus amigos y un patronicador secreto, compra un viejo dragaminas fuera de servicio y lo bautiza “Calypso”, renuncia a la marina y convence a un grupo de buzos de acompañarlo en la gran aventura: Recorrer los mares del mundo filmando los fondos oceánicos.

Todos sus ahorros se gastaron en equipamientos, vendió su casa para costear el viaje, todo su pasado y su futuro estaban puestos en ese viejo barco. Partieron rumbo al Mar Rojo donde planeaban filmar su primera película.

Al llegar anclaron el barco cerca de la costa de Egipto y todos los hombres fueron al agua, en el barco sólo quedó la esposa de Cousteau, Simone.

Mientras que los buzos estaban bajo el agua el cielo se cubrió de nubes, la superficie del mar se encrespó, comenzó a soplar un fuerte viento. Los buzos no pudieron volver al barco, nadaron hacia la costa. Una vez ahí contemplaron al Calypso que se sacudía con cada golpe de ola, tironeando el cabo del ancla que se rompería inevitablemente. Cousteau temía por su esposa, una mujer delgada que no tenía idea de barcos ni de navegación. Los buzos presos de impotencia esperaban la rotura del cabo del ancla para ver como todas sus ilusiones se hundían con el viejo buque.

El cabo se rompió en un estallido seco e inmediatamente se escuchó el motor del barco que se ponía en marcha, viraba a babor y se internaba en el mar de frente a la tormenta, al timón estaba Simone Cousteau y no parecía estar dispuesta a dejar hundir al Calypso, como no sabía nada de náutica decidió ir mar adentro donde no podría chocar con nada. Viajaba hacia la tormenta.

Ocho horas duró la lucha entre el viejo dragaminas y el mar, ocho horas donde una mujer sola, que nunca antes había estado en un barco, sacaba fuerzas de la nada para evitar que los sueños de su marido se hundieran ese día.

Cuando la tormenta terminó llevó al barco hacia la costa que se veía a la distancia pero como no lo sabía atracar y ya no tenía ancla, simplemente lo dejó flotar a la deriva con el motor apagado esperando que los buzos, que miraban la maniobra desde tierra, se pudiera acercar a nado. Al llegar encontraron a una Simone sonriente que, ante la sorpresa de todos, los recibió con café caliente.

Pasaron muchos años y el viejo dragaminas se convirtió en uno de los buques oceanográficos más famosos del mundo, navegó por todos los mares y visitó todos los puertos. Cousteau adquirió fama internacional. En 1980, en un reportaje un periodista le preguntó si era difícil comandar el Calypso, Cousteau contestó:

“No si está Simone a bordo, ella es la cocinera, la madre de treinta marineros, la que aconseja, la que pone fin a las peleas, la que nos manda a afeitar, la que nos reta, la que nos acaricia, la peluquera de a bordo, nuestra mejor crítica, nuestra primera admiradora, la que salva al barco de las tormentas. Ella es la sonrisa cada mañana y el saludo antes de irnos a dormir. El Calypso podría haber vivido sin mí… pero no sin Simone”

Una mujer que vivió entre cámaras y nunca se dejó fotografiar, no figuró en ninguna de las enciclopedias del Calypso se negó a ser vista en las películas y la mayoría de la gente nunca vio su cara.

Cuantas son las mujeres que han sido ignoradas, pero han hecho grandes cosas sin ser jamás reconocidas. Muy cerca de ti hay una mujer silenciosa hoy, puede ser la que barre tu oficina, o quizá tu madre, tu hermana, tu abuela, tu tía etcc.. Reconoce hoy su labor, dejaselo saber y reconocela publicamente, porque hoy podrías hacer para ella su mejor día.

Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas. Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida. Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos.
Es como los barcos mercantes, que traen de muy lejos su alimento. Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas.
Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias[g] planta un viñedo. Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo.Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche. Prov 31:10-18

HOY..RECORDARE QUE JESUS ANULO EL ACTA

“Dios anuló el documento de deuda que había contra nosotros y que nos obligaba, lo eliminó clavandolo en la cruz” Colosenses 2:14
En una ocasión yo soñé que me encontraba en un gran salón lleno de archivos y de carpetas. Era como una gran biblioteca llena de archivos con título y números. Estos archivos iban del piso al techo. Tenían títulos diferentes.
Abrí uno de esos archivos y comencé a contemplar las tarjetas y los cerré escandalizado, ya que reconocí los nombres que contenían. Me di cuenta que en el sueño me encontraba en el salón que contenía los catálogos de mi vida. Allí se escribieron las acciones mías de cada momento. Acciones grandes y pequeñas, con lujo de detalles. Sin embargo, a pesar de la conmoción interna volví a los archivos por la curiosidad que me inundaba.
Algunos trajeron memorias dulces y de regocijo, otros un sentido de vergüenza y lamentación tan intenso, que miré a todos lados para saber si alguien me vigilaba.
Un archivo tenía como título: Los amigos que he traicionado. Otro, Material que he leído. Otro, Consuelo que he dado. Uno más, Las cosas que he gritado a mis hermanos y amigos. Uno más, Las cosas que he hecho cuando estoy enfadado. Otro, Cosas que he murmurado y criticado.
Encontré tarjetas que esperé encontrar y otras que ya había olvidado. Fui abrumado por el volumen de la vida. Cada tarjeta confirmó la verdad de mi vida. Y cada tarjeta estaba escrito con mi propia letra y firmada con mi propia firma.. Cerré avergonzado el archivo. Y de lejos miré otro titulo: Pensamientos lascivos que he tenido.
Sentí un escalofrío que corrió por todo mi cuerpo. Temblé al pensar en el contenido detallado y me sentí enfermo de solo pensar los momentos que se habían registrado.
Una saña animal rompió dentro de mi y dije.. Nadie debe ver estas tarjetas, las tengo que destruir. Comencé a sollozar y caí de rodillas gritando. Y cuando levanté mi mirada al sentir la presencia de alguien, lo vi a él. A Jesús. El abrió los archivos y comenzó a leerlos .
Por qué tuvo que leer cada archivo ? Me preguntaba. El me miró con ojos de compasión. Una compasión que no me indignó. Baje mi cabeza, cubrí mi cara con las manos y comencé a gritar nuevamente. Se acercó a mí, puso su brazo sobre mis hombros y no me dijo nada.
El simplemente lloró conmigo. Regresó luego a los archivos y comenzó a firmar uno por uno. No debe nada, todo está cancelado. Con sangré escribió su nombre sobre el mío. Me miró y sonrió. Se acercó nuevamente a mi, y poniendo su brazo en mi hombro me dijo;: Se acabó todo, las actas han sido anuladas..descansa y comienza de nuevo.
Gracias Señor, por anular el acta que era contra mi y clavarla en la cruz. Hoy tengo paz porque tu eres mi paz y nada ni nadie podrá avergonzarme jamás. Amén

EL NIÑO Y EL CABALLITO

Un padre llevó a su hijito por un paseo largo en el bosque.
Como era pequeño le llevaba sobre sus hombros por mucho rato. Luego le puso sobre sus pies y le dijo que tendría que caminar hasta la casa.
Al rato el pequeño lloraba porque estaba muy cansado, demasiado cansado para tomar un paso más.
El padre cortó un palito y lo limpió muy bien de toda astilla mientras el niño observaba. Al terminar, dijo: “Mira, hijo, te presento con tu propio caballito para que te lleve a casa.”
Encantado, el niño se montó sobre su caballito y felizmente llegó a su casa. Y en casa dio vueltas por todo el jardín hasta que tuvo que ir a bañarse y acostarse, ya rendido.
A veces nuestro Padre nos lleva y a veces nos deja caminar, y muchas veces creemos que ya no podemos más cuando alguien, movido por El, nos ofrece un caballito - una idea, una promesa, una canción nueva, un cariño, una oración intercesora, lo que sea, y sobre ese corcel llegamos a la meta.
¿Necesitan un caballito? ¿Otro hermano está necesitando un caballito? Ofrezcámoselo con ternura, recordando nuestro propio cansancio a veces. Eso hace toda la diferencia para un pequeño hermano.
Aprendamos a identificar cuando esos caballitos de madera vienen por parte de Dios para entretenernos e impulsarnos para luego descansar en la noche con la satisfacción de habernos divertido con el caballito.

Exodo 33:14Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.
Deuteronomio 25:19Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides.

EN TODO TIPO DE CLIMA

Lectura: Hechos 18:9-11
Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. —Mateo 28:20
Cuando Jesús envió a Sus discípulos a la obra, les dio esta promesa: «Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:20). Y literalmente, al decir todos los días se refería a «cada día», según los eruditos en griego.
Jesús no dijo simplemente «todos los días», sino «cada día». Eso toma en cuenta todas nuestras diversas actividades, las circunstancias buenas y malas que nos rodean, las variadas responsabilidades que tenemos en el transcurso de nuestros días, las nubes de tormenta y los días soleados.
Nuestro Señor está presente con nosotros sin importar lo que traiga cada día. Puede que se trate de un día de gozo o de tristeza, de enfermedad o de salud, de éxito o de fracaso. Sin importar lo que nos suceda hoy, nuestro Señor está caminando a nuestro lado, fortaleciéndonos, amándonos, llenándonos de fe, esperanza y amor. Al envolvernos con Su serenidad y seguridad silenciosas, nuestros enemigos, nuestros temores, nuestras aflicciones y dudas comienzan a desvanecerse. Podemos soportar cualquier situación y circunstancia porque sabemos que el Señor está a nuestro alcance, tal y como se lo dijo a Pablo en Hechos 18:10: «Yo estoy contigo».
Disfruta en la práctica de la presencia de Dios, deteniéndote en medio de tu ajetreado día para decirte a ti mismo, «el Señor está aquí». Y ora para que veas al Invisible, y Le veas en todas partes.
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. —Isaías 55:6