martes, 22 de septiembre de 2009


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ADOPTE UNA AUTOPISTA

En los Estados Unidos hay un programa comunitario que se llama «Adopte una Autopista», y cuando uno viaja por una de ellas ve muchos carteles que dicen:
LAS PRÓXIMAS 2 MILLAS HAN SIDO ADOPTADAS POR LOS EMPLEADOS DE INDUSTRIAS KANE.
O podría ser cualquier otra compañía del área. En el estado de Michigan, el grupo que adopta una sección de una autopista se compromete a limpiar de basura ese trecho dos o tres veces al año.
El pastor Don Logue hizo el siguiente comentario sobre esta práctica: «Podemos aprender una gran lección si comparamos la adopción de una autopista con las responsabilidades de los cristianos. Supongamos que los cristianos adoptasen el pedazo de tierra más cercano al lugar donde viven o trabajan, y asumiesen la responsabilidad de testificar para Cristo de alguna manera durante el año en las casas que más cerca les quedan.»
Cuando Felipe recorrió el camino desde Jerusalén a Gaza, no fue para recoger arreos rotos ni ruedas de carros destrozadas. Fue enviado por el Espíritu Santo para presentar a Cristo a un etíope.
Como creyentes hemos sido llamados por Dios a testificar para Cristo en nuestras áreas de influencia. Utilicemos sabiamente las oportunidades que Él nos da.
Hch. 8:35
Entonces Felipe, abriendo su boca, . . . le anunció el evangelio de Jesús. -

ISAIAS45:8

BRAZOS DE AMOR

Lectura: 1 Juan 3:16-20.
“No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” 1 Juan 3:18
Muchos estudiantes universitarios hacen viajes misioneros en el verano. Pero rara vez alguno de ellos regresa con planes para rescatar un bebé. Mallery Thurlow, una estudiante de la Universidad Cornerstone en Grand Rapids, fue a Haití para ayudar a repartir comida. Un día, una madre se presentó en el centro de repartición con una niña muy enferma en sus brazos. La mujer no tenía opción alguna. El bebé necesitaba una operación, pero nadie la iba a realizar. Sin la intervención quirúrgica, la niña moriría. Mallery tomó a la pequeña Rosa en sus brazos -y en su corazón.
Después de regresar a los Estados Unidos, Mallery buscó a alguien que pudiera operar a Rosa. La mayoría de los doctores daban muy poca esperanza. Finalmente, a Rosa se le concedió un visado para viajar fuera de Haití y Mallery regresó para recogerla. El Hospital Infantil de Detroit donó la operación de US$ 100.000 y fue un éxito. Se salvó una pequeña vida.
Es improbable que tengamos un impacto tan dramático en los demás. Pero, desafiados por la disposición de esta estudiante, podemos encontrar maneras de brindar ayuda. Ella no dejó que las circunstancias, su juventud, o los obstáculos la detuvieran de salvar la vida de Rosa.
Al igual que Mallery, estamos llamados a amar «de hecho y en verdad» (1 Juan 3:18). ¿Quién necesita que seas los brazos de amor de Dios para él o para ella hoy?
La compasión pone al amor en acción.