lunes, 30 de junio de 2008

LEVANTO MIS MANOS - CORO IGLESIA DE LA PAZ

PASTORES


En esta foto podemos ver al Pastor Jorge a la derecha y a la izquierda nuestro Pastor Falin.

PASTOR JORGE Y FAMILIA


El Pastor Jorge que esta mañana estuvo predicando en la iglesia La Paz y su familia.

HERMANOS FLORES

En esta foto se encuentran de derecha a izquierda la Pastora Elena Flores, a su lado Lola Flores, el varón es Cristóbal Flores, y a su lado Mari Carmen Flores.

ORLANDO Y GABRIELA

Estos son Orlando y su novia Gabriela, que el próximo sábado día 5 de Julio contraerán matrimonio, desde el blog de la iglesia La Paz queremos bendecir esa unión y que seáis muy felices.
Os queremos dedicar este versículo.
Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo. ISAIAS 62: 5

SOPA DE PIEDRAS

Hubo una vez, hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura. Como ya es sabido las guerras traen consigo rencores, envidias, muchos problemas, muchos muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina ni pan.
Cuando este país acabó la guerra y estaba destrozado, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre. Era muy alto y delgado.
Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo:
-Señora, ¿No tenéis un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?
Y la mujer le mira de arriba a bajo y responde:
-Pero, ¿Estás loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!
Y a golpes y a patadas lo sacó fuera de la casa.
Pobre soldado. Prueba fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato.
El soldado casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo de cabo a rabo y llegó al final, donde estaba el lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo:
-¡Muchachas! ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
Las muchachas se mofaron de él diciendo:
-¿Una sopa de piedras? No hay duda de que estás loco.
Pero había unos ninños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando éste se marchaba decepcionado.
-Soldado, ¿te podemos ayudar? Le dijeron.
-¡Claro que sí! Necesito una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer el fuego.
Rápidamente los chiquillos fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encienden el fuego, ponen la ola, la llenan de agua, lavan muy bien las piedras y las echana hasta que el agua comenzó a hervir.
-” ¿Podemos probar la sopa?” preguntan impacientes los chiquillos.
-¡Calma, calma!.
El soldado la probó y dijo:
-Mm… ¡Qué buena, pero le falta una pizquita de sal!
-En mi casa tengo sal -dijo un niño. Y salió a por ella. La trajo y el soldado la echó en la olla.
Al poco tiempo volvió a probar la sopa y dijo:
-Mm… ¡qué rica! Pero le falta un poco de tomate.
Y un niño que se llamaba Luis fue a su casa a buscar unos tomates, y los trajo enseguida.
En un periquete los niños fueron trayendo cosillas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó, el soldado removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
-Mm… es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida. ¡Venga, venga, id a avisar a toda la gente del pueblo que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡Que traigan platos y cucharas!
Repartió la sopa. Hubo para todos los del pueblo que avergonzados reconocieron que, si bien era verdad que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos.
Y desde aquel día, gracias al soldado hambriento aprendieron a compartir lo que tenían.

Jesús dijo:“Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Así como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por mucho” (Mateo 20:28).“Amaos unos a otros con amor fraternal” Romanos 12:10

LO MALO Y LO BUENO

Lectura: 2 Timoteo 4:14-18
En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta. --2 Timoteo 4:16.
Es muy importante que hagamos la distinción entre daños personales, los cuales debemos estar dispuestos a perdonar, y los ataques deliberados al evangelio de Cristo, los cuales juzgará el Señor. Pablo hizo esa distinción en su carta a su joven amigo Timoteo.
En primer lugar, Pablo escribió con respecto a un oponente del evangelio: «Alejandro, el calderero, me hizo mucho daño; el Señor le retribuirá conforme a sus hechos. Tú también cuídate de él, pues se opone vigorosamente a nuestra enseñanza» (2 Timoteo 4:14-15).
El «daño» que Alejandro le hizo a Pablo no fue a él personalmente, sino a su mensaje, y luego Alejandro se involucró en fomentar la oposición a la proclamación del evangelio por parte de Timoteo.
Luego, como si fuera para distinguir llanamente entre los que se oponen a la obra de Dios y los que personalmente nos hacen daño, Pablo continuó con estas generosas palabras: «En mi primera defensa nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron; que no se les tenga en cuenta» (2 Timoteo 4:16).
¡Qué triste que los hermanos de Pablo en la fe lo abandonaran en su hora de profunda necesidad! ¿Qué se les debería hacer a ellos? Seguro que merecen su justa ira. No era así. Pablo dijo: «Que no se les tenga en cuenta.»
Señor, ayúdanos a nosotros también a ser generosos.
TRATA LAS FALTAS DE LOS DEMÁS CON LA GENEROSIDAD CON QUE TRATAS LAS TUYAS.