sábado, 18 de julio de 2009

CENA DE MATRIMONIOS

CENA DE PAREJAS

CENA DE MATRIMONIOS

CENA DE MATRIMONIOS

CENA DE MATRIMONIOS

CENA DE MATRIMONIOS

CENA DE MATRIMONIOS

HOY..APRECIARE EL MOVER DEL ESPIRITU

“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervas y sobre mis siervos en aquellos días derramaré de mi Espíritu y profetizarán! Hechos 2:17-18.
Hermosa promesa de Dios para los últimos tiempos. Esos últimos tiempos comenzaron con la venida del Señor Jesús, pero en estos días estamos viviendo los últimos de los últimos tiempos. Hoy, es un día que forma parte de estos últimos días y quiero esta abierto, dispuesto y listo para ser parte del derramamiento final que ya hemos empezado a sentir. Alguien ha dicho que esta es la época del Espíritu Santo. En Pentecostés, nació la Iglesia, pero si Pedro podía decir que sus días eran los últimos días, creo que nosotros podemos decir que estas viviendo las últimas horas de los últimos días y siendo los últimos, hoy no quiero desperdiciar estas últimas horas. En la historia de la iglesia estamos viviendo el sábado por la noche, en el reloj de Dios estamos viviendo las once en punto, Pentecostés fue el principio de los últimos días y usted y yo estamos en las postreras horas, lo que el Consolador ya esta operando se puede palpar y quiero estar en lugares de delicados pastos disfrutando de su dulce y eterno rocío. Dios está listo a enviar su último derramamiento y esta buscando corazones dispuestos que sirvan de canales para repartir esa agua fresca y hoy quiero ser uno de ellos. Cundo Pentecostés descendió Dios había captado la atención de todos de tal manera que Pedro se olvido de los peces, Mateo de los impuestos, Martha de sus quehaceres y la actividad laboral se suspendió solo había una cosa…esperar y esperar el derramamiento. Dios quiere captar mi atención en estas últimas horas y necesito dejar a un lado muchas de las cosas que estoy haciendo y que simplemente me están trayendo distracción para solo tener mi atención en él…en lo que él está a punto de hacer…en lo que él esta queriendo decir para de esa manera no ignorar lo que el Espíritu está diciendo. Hoy quiero dejarme captar la atención por el deseado de todas las gentes.
Señor, Gracias por permitirme vivir en estas últimas horas y estos últimos tiempos. No quiero ser un simple espectador del mover de tu Espíritu, quiero entrar en la corriente y ser inyectado por tu poder y por tu visión. Gracias Padre por preparar mi vida y hoy es un día que quiero aprovechar para dejarme llevar por las dulces ondas de tu Espíritu que traen a mi vida una nueva dimensión, la dimensión del Espíritu que a vida eterna permanece. Señor en Pentecostés tu captaste la atención de los ciento veinte y ellos estaban absortos en ti….hoy quiero que captes mi atención. Quiero estar absorto en tu presencia para de esa manera ser parte de lo que tu ya empezaste a hacer. Amen

CUANDO NO SE MIDEN LAS CONSECUENCIAS

Fue una hazaña singular. En un lapso de tres meses Alejo Alberti, de dieciocho años de edad, construyó una casa. La hizo con sus propias manos y enteramente de trozos de árboles. Primero taló los árboles. Después cortó los trozos, todos del mismo tamaño. Y luego fue colocando trozo sobre trozo, ensamblados unos con otros hasta formar su casa de dos cuartos, cocina y baño. Todo esto ocurrió en las montañas de Catskill del estado de Nueva York en los Estados Unidos.

Pero Alejo no contó con el invierno. Y éste fue tan duro que no pudo aguantar el frío. Tuvo entonces que ir desarmando trozo tras trozo, hasta desmantelar una parte de la casa para, con el fuego de los trozos, poder calentar la otra parte. Cuando le quedaba sólo media casa, regresó a la ciudad.

¿Qué fue lo que le pasó a Alejo Alberti? No midió las consecuencias. Y cuando llegaron los malos tiempos, Alejo no estaba preparado. Es increíble cómo algunos pasan por esta vida sin prever las consecuencias y, cuando el mundo se les viene encima, se extrañan de que todo les vaya mal.

Hay quienes edifican una posición importante en la vida, luchando con paciencia y pericia durante muchos años. Logran seguir una carrera, fundar una empresa, ganar mucho dinero, comprarse varias casas. Se casan, crían hijos, los educan y, tras unos cuarenta años de lucha, obtienen el prestigio social que sus años de trabajo les han deparado.

¿Y qué ocurre entonces? Comienzan, por una loca aventura de amor, a derribar todo lo que pacientemente construyeron. Una mujer joven los cautiva con sus encantos, y cuarenta años de vida provechosa y fructífera quedan, en un momento, hechos cenizas en el fuego de una pasión otoñal.

Cada nada oímos de historias como éstas, que ocurren en los que se han ganado algún prestigio en esta vida. La pantalla grande y la chica han recogido más de una vez la historia de un hombre que, por ceder al fuego otoñal, que puede ser más destructivo que el juvenil, se hunde en el fracaso y en la degradación social.

Más vale que midamos las consecuencias. No nos lancemos al vacío sólo por una ilusión. La vida nos ha costado demasiado para hacerla cenizas en un instante. Pidámosle a Dios que nos ayude en esos momentos cuando una buena situación económica y social nos hace creer que podemos darnos cualquier gusto. Hagamos de Cristo el Señor de nuestra vida, antes que se destruya todo lo que hemos edificado.

Hermano Pablo

EL PAQUETE COMPLETO

Nuestra familia había vivido en la misma casa durante muchos años, y era hora de cambiar de panorama. Cuando finalmente encontramos una casa que nos gustó, comenzamos a negociar su compra. Teníamos que averiguar si incluía el refrigerador y la estufa. Pero sabíamos que algunas cosas no estaban incluidas. La casa no venía con muebles. Y en plan de chiste yo me preguntaba si podíamos quedarnos con los autos que había en el garaje. Cuando compras una casa, puede que no obtengas el paquete completo. El dueño se lleva sus pertenencias, aunque tal vez tengas la opción de comprar algunas de ellas. Muchas cosas en la vida tienen opciones de compra. Pero no es caso de nuestra fe en Jesucristo. Cuando Jesús nos compró con su sangre en la cruz, no sólo recibió una parte de nosotros. Él no es sólo Señor de nuestras cosas religiosas; Jesús es dueño de todo. Entonces, ¿por qué a veces vivimos como si algunas partes de nosotros no le pertenecieran? Eso no es justo para el comprador. Cristo nos compró: cuerpo, alma y espíritu. Cerciorémonos de que le dejamos usar el paquete completo para su gloria. Jesús lo dio todo; Él merece TODO
1Corintios 6:20

Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu.

PEQUEÑECES

Lectura: Santiago 3:1-12.
“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas” Santiago 3:5
Un mosquito es un insecto diminuto -pero su potencial para causar estragos es inmenso. Cuando estaba en quinto grado fui picado por mosquitos en ambas rodillas. Las picaduras se infectaron y empeoraron al punto de convertirse en un grave caso de envenenamiento de la sangre.
Durante más de un mes, me pincharon repetidamente con inyecciones de penicilina y tuvieron que abrirme las rodillas con un bisturí y drenármelas dos veces al día, todos los días, para eliminar la infección. Fue algo terriblemente doloroso y bastante aterrador para un niño de diez años. Hasta el día de hoy llevo en mis rodillas las cicatrices de los numerosos cortes con el bisturí. Todo debido a algo tan diminuto como un mosquito.
Santiago, el medio-hermano de Jesús, nos advierte de otra pequeñez que también puede ser muy destructiva. Dice que, aun cuando la lengua es pequeña, se jacta de grandes cosas. Es como una pequeña chispa que enciende un gran bosque (3:5). Aunque la lengua es pequeña, es muy grande el daño que ésta puede causar. Las palabras llevan consigo el poder sanador o una capacidad destructora muchísimo mayores que el veneno de cualquier picadura de mosquito.

Es esencial que usemos nuestras palabras con gran sabiduría y cuidado. Considera cuidadosamente las palabras que eliges. ¿Estarán sazonadas con el bálsamo de la gracia o con el veneno de la ira?
Es mejor morderte la lengua que dejar que ésta muerda a alguien más.