sábado, 25 de octubre de 2008

HACIA DONDE ESTOY YENDO

LEA: Gálatas 6:7-10
Todo lo que el hombre siembre, eso también segará. -Gálatas 6:7
Algunas personas envejecen con gracia, mientras que otras se hacen cascarrabias y de mal genio. Es importante saber hacia dónde estamos yendo porque todos estamos yendo hacia los años de ancianidad.
Las personas no se vuelven irritables ni adquieren mal genio sólo porque envejecen. La edad no tiene que hacernos súper criticones ni malhumorados o maniáticos. No, lo más probable es que finalmente hemos llegado a ser aquello hacia lo que habíamos estado yendo todo el tiempo.
Pablo escribió: «Porque el que siembra para su propia carne . . . segará corrupción, pero el que siembra para el Espíritu . . . segará vida eterna» (Gál. 6:8). Aquellos que se consienten en su interés personal y sólo piensan en ellos mismos están sembrando semillas que producirán una cosecha de sufrimiento para sí mismos y para los demás. Por otro lado, aquellos que aman a Dios y se preocupan por los demás están sembrando semillas que, con el tiempo, producirán una cosecha de gozo.
C. S. Lewis lo puso de este modo: «Cada vez que haces una elección estás convirtiendo la parte central de ti, la parte de ti que elige, en algo un poquito diferente a lo que era antes». Podemos elegir someter nuestras voluntades a Dios cada día, pidiéndole que nos dé fuerza para vivir para Él y para los demás. A medida que Él obra dentro de nosotros, creceremos en gracia y en amabilidad.
Así que la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Hacia dónde estoy yendo?

PORQUE EL PECADO SE PUEDE ASOMAR

Proverbios 10: 19 “En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente”
En mas de alguna ocasión nos ha pasado, así que no puedes negar que en algún momento de tu vida has hablado de mas y el pecado se ha asomado.
Cuando alguien esta hablando en contra de nosotros o nos esta acusando de algo de lo cual a lo mejor no hemos tenido culpa, no podemos negar que no es difícil quedarnos cayados.

Para algunos más que para otros les es mucho más difícil el quedarse cayados. Yo padezco de este mal, a veces quisiera amarrarme la lengua para no responder a alguna acusación, pero la vieja naturaleza carnal, no me lo permite y en la mayoría de veces tengo que defenderme.

El problema no es tanto el defenderse, aunque bien debemos saber que nuestro Abogado es Dios y el nos defiende de mejor manera que nosotros mismos. Pero el verdadero problema radica en hablar mas de la cuenta, al exaltarte o cuando las palabras suben de tono. Es ahí en donde el pecado desea aparecer, cuando ya no tenemos el control de nosotros mismos, sino que dejados llevar por la emoción comenzamos a decir palabras que después de dichas nos arrepentimos.

Otro momento en donde el hablar de mas nos puede llevar al pecado, es cuando estamos hablando de otra persona a espaldas de ella, mas aun cuando se esta criticando.

Realmente es difícil sostenernos de hablar de mas muchas veces, pero parte de edificar un carácter de siervo en mi vida, es el hecho de cuidar lo que hablo. Sin lugar a dudas la Palabra de Dios dice que de la abundancia del corazón habla la boca, eso quiere decir que las palabras que de tu boca salgan, son las que están anidadas en tu corazón.

Lo mejor que podemos hacer para agradar a Dios es evaluar lo que estamos hablando, colarlo en la presencia de Dios y ponernos a pensar por un momento que si Jesús estuviera en medio de esa platica, ¿Hablaría de más? O ¿Hablaría de esa manera?, es ahí donde tenemos que tratar de que en cada platica que tengamos hacer de caso que Jesús esta en medio de esa platica y no hablar lo que no me gustaría que Jesús escuchara.

No hables de más, porque en las muchas palabras no falta el pecado y el pecado te lleva a la derrota espiritual, no demos a luz al pecado a través del hablar de más, cuando no hay la necesidad de hacerlo.

Autor: Enrique Monterroza