viernes, 22 de enero de 2010

EL TOQUE DE QUEDA

Un joven había sido sentenciado a muerte por delito político en días de Cromwell. Su novia fue a pedir el indulto, recibiendo la fría respuesta de que el joven debía morir el día fijado al toque de queda. La joven subió sigilosamente en dicho día al campanario de la ciudad y cogió el badajo de la gran campana. El campanero, vicio y algo sordo, vino a la puesta del sol y haló de la cuerda, volteando el débil cuerpo de la muchacha en todas direcciones; pero ella resistió el dolor de repetidos golpes y torceduras sin soltarse.

En tanto, en el cuartel, se aguardaba en vano el sonido fatal. Cuando iba a investigarse el motivo de la tardanza, apareció la joven ensangrentada y se arrodilló a los pies de Cromwell. Este exclamó conmovido: "Id, amantes de la vida, el toque de queda no sonará esta noche".

¿Podía el joven rescatado a tal precio abandonar o ser infiel a aquel amante corazón? ¿Podemos serlo a Cristo?

AHI VIENEN LOS SIMPSON

El año pasado, los creadores de la serie anunciaron que uno de sus personajes se declararía homosexual.
El anuncio desató todo tipo de especulaciones y apuestas sobre quién podría ser el personaje gay: ¿El fiel asistente del señor Burns, Smithers? ¿Alguna de las hermanas gemelas de Marge?
La respuesta llegó el recientemente, en un capítulo en el que la ciudad de Springfield decide legalizar como matrimonio las uniones gay en un esfuerzo por atraer el turismo.
Homero Simpson se convierte en el juez de paz que oficia las bodas gay por Internet a tan solo US$200.
Esto lleva a Patty Bouvier, la hermana de Marge, a revelar que está enamorada de Verónica, su profesora de golf.
La “Liga de Gays y Lesbianas contra la Difamación” enfervorizada calificó la historieta como “un rayo de luz”.
“Lo que me gusta de ‘Los Simpsons’ es que utiliza el humor como un medio para educar, además de entretener. Alcanzan a millones de personas en el país”, dijo el director de medios de la organización promotora de la homosexualidad, Stephen Macias.
Por su parte, L. Brent Bozell, presidente de la asociación civil “Parents Television Council”, dijo que «preferiría que no lo hicieran. Es un programa que miran millones de niños. ¿Qué necesidad había de refregarles en la cara un tema como el de los matrimonios homosexuales? ¿Por qué no pueden simplemente entretenerlos?».
Tomado de la BBC.
Esta es la triste realidad de la sociedad donde nos desenvolvemos. Los principios morales se siguen tirando al cesto de la basura y luego esta misma sociedad que le da la espalda a Dios se preguntará porque los hijos están creando tantos problemas.- No importan cuanto pueda avanzar el mundo en sus nuevos pasos, los principios de Dios son inquebrantables. Que podamos quienes creen en Dios levantarnnos para seguir enseñando esos principíos a nuestros hijos, porque aún podemos levantar una generación con propósito.
Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza;
y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.
Rom 1:24-27

PALOMAS Y GAVILANES

Corría el año de 1887. Había dejado atrás a su amada Nicaragua y ahora, a los veinte años de edad, se encontraba en Chile ocupando el cargo de inspector de la Aduana de Valparaíso. Pero siempre tenía tiempo para lo que lo apasionaba: su vocación literaria. Entre el 11 de febrero y el 25 de septiembre logró escribir en Valparaíso y publicar en La Época de Santiago las seis piezas en verso de la primera versión de su trascendental obra Azul.1 He aquí algunos versos selectos de la primera de esas piezas, a la cual Rubén Darío tituló «Ananké»:

Y dijo la paloma:...
—¡Soy feliz! porque es mía la floresta,
donde el misterio de los nidos se halla;
porque el alba es mi fiesta
y el amor mi ejercicio y mi batalla.
¡Feliz, porque de dulces ansias llena
calentar mis polluelos es mi orgullo;
porque en las selvas vírgenes resuena
la música celeste de mi arrullo;
porque no hay una rosa que no me ame,
ni pájaro gentil que no me escuche,
ni garrido cantor que no me llame!...

—¿Sí? —dijo entonces un gavilán infame,
y con furor se la metió en el buche.

Entonces el buen Dios, allá en su trono
(mientras Satán, por distraer su encono,
aplaudía a aquel pájaro zahareño),
se puso a meditar. Arrugó el ceño,
y pensó, al recordar sus vastos planes,
y recorrer sus puntos y sus comas,
que cuando creó palomas
no debía haber creado gavilanes.2

En estos versos el joven poeta Rubén Darío incursiona en el campo de la teología. Lo cierto es que a todos nos intriga la temática de los cazadores y sus víctimas. Pero ¿hay respuesta a esta aparente injusticia de la creación?

Se cuenta el caso de un misionero en la selva ecuatorial que se topa de repente con un león muerto de hambre. El hombre de Dios cae súbitamente de rodillas y clama: «¡Padre celestial, no permitas que este león me haga ningún daño! ¡Te ruego que me protejas como siempre lo has hecho!» ¿Cuál no será su sorpresa cuando alza la vista y ve al león mirando al cielo en actitud de acción de gracias mientras dice: «Te doy gracias, oh Dios mi Creador, por el alimento que me has provisto. Gracias por tenerme en cuenta una vez más. ¡Y yo que casi dudo de tu providencia divina!»

Digan lo que digan, cada moneda tiene dos caras. Cuando Dios creó la paloma, el gavilán, el hombre y el león, determinó que el estado de ánimo de sus criaturas dependería totalmente de la decisión de cada una de ellas. Aunque no pudieran siempre controlar sus circunstancias, nada ni nadie podría jamás controlar su actitud frente a ellas. De modo que todos somos tan felices como decidimos serlo. Pero conste que la única decisión que nos garantiza la felicidad duradera es la de cederle control de nuestra mente al Señor Jesucristo.3 Sólo así podremos tener la actitud de Cristo, el Hijo de Dios, que se inmoló para que nosotros pudiéramos disfrutar de la felicidad eterna.4



1 Rubén Darío, Poesía, 2a ed. (Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, 1985), p. LVIII.

2 Darío, pp. 172-73.

3 Ro 12:2

4 Fil 2:5‑8

Carlos Rey

PARA QUE TODOS SEAN UNO


Después de haber cumplido con tres años de ministerio, y faltándole a Jesús sólo el subirse a la cruz, eleva al Padre una oración, conocida como la oración intercesora. Es su último acto en libertad, inmediatamente después es arrestado. Él, sabiendo todo esto, utiliza esos últimos momentos para orar al Padre por sus discípulos y por todos los que en algún momento creerán en Él.

Jesús podría haber orado por muchas cosas al Padre, sin embargo el tema central de su oración es la unidad:
“ 20 Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,

21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” (Juan 17:20-23)


Una unidad en comunión estrecha con el Padre y con el Hijo, una unidad que invita al hombre mortal a participar de una comunión divina: “para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”.
La razón de esta unidad: “…para que el mundo crea que tú me enviaste”, “…para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”

Muchas veces en nuestra vida en comunidad olvidamos la importancia de la comunión fraternal entre hermanos. La confundimos con pasar buenos momentos juntos en campamentos, reuniones o eventos de la iglesia. La unidad que Jesús reclama al Padre para n osotros es mucho más profunda y tiene alcance eterno.
Jesús nos quiere unidos en un solo cuerpo, conformando una unidad con misión sobre la tierra: que le conozcan a Él y a quien le envió, y la magnitud del amor que movilizó su proyecto para la humanidad.

Cada vez que nuestra boca se abre para criticar a un hermano estamos rompiendo con esa unidad, cada vez que nuestras necesidades son más importantes que las de quien está a mi lado estamos despreciando el valor de la unidad que Jesús estimó tanto como para subir a la cruz por ella.
Cada vez que dejamos pasar la necesidad de un hermano sin ofrecerle nuestra ayuda, estamos perdiendo una oportunidad de dar a conocer al Cristo.
Cada vez que nuestro pensamiento nos estima mejores o por encima del otro, estamos tratando con desprecio a aquél que Dios amó como a su propio Hijo.

La unidad que Jesús pidió al Padre antes de ser entregado requiere de amor por el hermano, de misericordia por el que se equivoca, de dolor por el que se pierde. Requiere dejar de lado el yo y dar lugar a Cristo para que viva en nosotros, sólo de esta forma podremos ser uno en Él.
Siempre habrá un cuerpo que en unidad perfecta cumpla con el cometido divino, no te excluyas de él, no te pierdas ese privilegio. Manténte atento a no perjudicar esa unidad perfecta en nada, pues tuvo caro precio para Cristo, que pagó por esa unidad no con cosas corruptibles como el oro y la plata sino con su preciosa sangre.
Si tienes dificultades en tu vida espiritual, si sientes que no contribuyes a esa unidad, no olvides que Jesús oró por ti, para que puedas ser parte activa y constructiva de esa unidad que Jesús deseó para los suyos.

enviado por: Erica. E

LA FRASE PERFECTA

Lectura: Éxodo 3:13-18.
"¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" Éxodo 15:11
Cuando era una muchacha y escribía en mi diario, mi ambición secreta era componer la frase perfecta. Me preguntaba cómo se leería y cómo sonaría. Tal vez incluiría un verbo de gran fuerza y adjetivos llenos de color.
Mi búsqueda de la frase perfecta nunca terminará satisfactoriamente, pero he encontrado una declaración de perfección en Éxodo 3:14. Cuando el Señor Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiente, le dijo que había sido elegido para sacar a Su pueblo de la esclavitud en Egipto (v. 10). Moisés, angustiado por esta responsabilidad, se preguntaba qué decir si los israelitas dudaban de él y le preguntaran a quién estaba representando.
El Señor respondió: «Yo soy el que soy» (v. 14). Al usar Su nombre único, le ofreció a Moisés un vistazo de la naturaleza de Su existencia eterna en una frase. ¡Podríamos decir que es una declaración de perfección!
El comentarista bíblico G. Bush escribe esto acerca de la descripción que Dios hace de Sí mismo: «Él, a diferencia de todos los demás, es el único Dios verdadero, el Dios que realmente es... el Ser eterno, auto-existente e inmutable; el único ser que puede decir que siempre será y que siempre ha sido».
Dios dice: «Yo soy el que soy». Él y Su nombre son perfectos. En señal de reverencia, hemos de inclinarnos ante Él.
¿Buscas la perfección? Busca a Jesús.