miércoles, 2 de septiembre de 2009

HOY.DESEO QUE MIS OJOS SE ABRAN

“Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús se acercó, y caminaba con ellos. Más los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista” Lucas 24: 15,16,30 y 31.
Estoy propenso hoy a perder en un momento mi sentido espiritual, ignorando las cosas grandes que Dios hace por mí. Puedo ser llevado como ciego por el sendero de la confusión diaria.
No darme cuenta de que las maravillas espirituales tales como las presencia de Dios y las esfera celestial no están lejos de mí….sino que caminan conmigo. Cuando los dos discípulos reconocieron a Jesús después de caminar con él camino a Emmaus, ellos solo estaban mirando lo que estuvo con ellos todo el tiempo. Ellos hablaron con él.
Él les preguntó…. él les enseñó por las Escrituras y les animó, sin embargo no lo entendieron hasta que el partió el pan..y cuando abrieron sus ojos….ya él no estaba con ellos.
Qué sintieron ellos? Sin duda, tristeza, dolor y molestia al no ver quien estaba con ellos desde el principio.
Cuanto del cielo yo puedo perder si hoy mantengo mis ojos puestos en el desánimo, la duda, el aburrimiento y en el desierto oscuro de la incredulidad.
Hoy necesito orar como Eliseo lo hizo por su siervo cuando dijo: “Te pido Señor que abras los ojos a éste joven, para que pueda ver”. Luego de la oración de Elías, el siervo miró espiritualmente y vio los fuerzas resplandecientes de Dios que estaban alrededor de las colinas.
Hoy, necesito mirar espiritualmente, porque si miró lógicamente, carnalmente, suspicazmente o naturalmente yo puedo perder de vista la presencia de Jesús y las realidades celestiales.
Hoy, necesito mirar con mucha expectactiva las realidades espirituales. Los grandes héroes de Dios siempre vivieron en dos mundos.
Ellos vieron el mundo material , pero tuvieron ojos para ver lo espiritual y cuando lo contemplaron lo trasmitieron a otros, porque ellos supieron vivir en la escena espiritual sin salir de la esfera terrenal.
Job cuando entendió esta verdad puso de decir con firmeza: “De oídas te había oído, pero ahora mis ojos te ven, por lo tanto me retracto y me arrepiento en polvo y en ceniza” Job 42:5-6.
Señor: Muchas veces me encuentro en un círculo vicioso. Pierdo de vista lo espiritual, porque mi fe parece desvanecerse, cuando mis ojos se concentran solo en lo visible.
A veces voy camino a Emmaus, lamentándome, quejándome, entristeciéndome y protestando, mientras a mi lado tu vas preguntándome…Porque estás triste y que es esto que hablas?. Y ni siquiera escucho tus palabras.
Quiero hoy que abras mis ojos para ver tu hermosa presencia. Amén

EL HOMBRE MARIPOSA

La Internet es uno de los más extraordinarios inventos de nuestro tiempo. Es asombroso que con unos cuantos tecleados puedas averiguar la dirección del tío Frank en Schenectady, Nueva York, o la receta de un pescado brasileño, o las estadísticas de tu atleta favorito.
Claro, la Internet también abre todo un mundo de opciones pecaminosas. Es por eso que muchos proveedores de Internet ofrecen un servicio para proteger la computadora de una familia de sitios que promueven la inmoralidad. Una compañía usó un hombre de aspecto chistoso vestido de mariposa para representar el servicio, y en un anuncio se vio protegiendo a los niños de varias actividades inmorales.
Los cristianos ya tienen un recurso similar, y no nos cuesta nada mensualmente. No es el hombre mariposa, sino el Espíritu Santo que mora en el corazón de cada creyente. Cuando buscamos guía en la Palabra de Dios y oramos, Él nos capacita para detectar y filtrar lo inmoral. Él nos puede ayudar a no ir adonde no tenemos que ir, a no hacer ni decir lo que no debemos.
El mundo, igual que la Internet, tiene mucho que tenemos que evitar. Si procuramos diariamente “andar en el Espíritu”, apoyándonos en su sabiduría y poder, podemos permanecer limpios. –Dave Branon
Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. –Gálatas 5:16.

PASALO

Lectura: Deuteronomio 4:5-10.
“Por tanto, guárdate,… para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto,… antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” Deuteronomio 4:9
Un día, cuando mi esposa estaba cuidando a nuestra nieta, compartió con ella un viejo y muy conocido amigo. Con Eliana en sus brazos, Sue cogió un libro muy desgastado, el cual le habíamos leído a nuestra hija cuando ella era una niñita. Se llama The Bible in Pictures for Little Eyes (La Biblia en cuadros para los ojos de los pequeñitos), un ingrediente básico en nuestros esfuerzos por compartir la verdad de Dios con nuestros hijos.
Así que ahora es el turno de Eliana de comenzar a aprender acerca de la creación de Dios, Su bondad, Su plan y Su salvación. Es el momento para contarle lo que hemos visto y experimentado en nuestro caminar de fe. Tal y como lo dice Deuteronomio 4:9, «enseñarás [los estatutos de Dios] a tus hijos, y a los hijos de tus hijos».
En los días de Deuteronomio, el pueblo recibía un regalo de Dios, «los estatutos y decretos» (v. 1), que les permitían vivir apropiadamente en la tierra de la promesa de Dios. Junto con esas leyes venía una exhortación para que el pueblo compartiera con sus descendientes las lecciones que Dios les había enseñado en el camino. Se les decía «no te olvides de las cosas que tus ojos han visto» (v. 9) y que enseñaran las palabras de Dios a sus hijos y nietos.
Nosotros tenemos un legado similar que debemos transmitir a la próxima generación. Como seguidores de Cristo, tomamos este mandato como una de nuestras mayores responsabilidades. Pásalo.
Si los hijos han de encontrar su camino hacia Dios, es nuestro deber señalárselo.

ALGO MAS QUE UN CHEQUE

Durante meses había estudiado, con mucho esmero, los cursos del último año de secundaria.

No era sólo por interés en los estudios, sino porque su padre le había prometido un regalo especial de graduación. Era un regalo que sólo podría hacer un padre pudiente: un automóvil.

No era un automóvil cualquiera: era un automóvil deportivo, de esos que enloquecen a los jóvenes y atolondran a las muchachas.

Por fin llegó el día de la ceremonia de graduación. El joven había terminado el curso con buenos grados y, como prueba de ello, mostraba a todos su diploma. Con la graduación llegó también la fiesta, que era el lugar donde se habría de revelar el ansiado regalo. Pero el automóvil no estaba a la vista.

Cuando llegó el momento de dar el regalo, su padre, en lugar de darle un auto, le dio una Biblia. El joven perdió todo control emocional y dignidad de hijo sabio, y salió furioso maldiciendo y dando portazos. Abandonó no sólo la Biblia sino también la fiesta, sus amigos, su hogar y sus padres.

A los pocos meses su padre murió de un síncope cardíaco sin haber visto otra vez a su hijo. Cuando el muchacho volvió a la casa para asistir al funeral, se le dio la Biblia que su padre le había regalado y que él había rechazado.

Dentro de la Biblia, que no había sido abierta, el joven halló un cheque por la cantidad exacta que costaba el auto. El cheque llevaba la fecha de su graduación y la firma de su padre. El joven, mal agradecido y disgustado, había abandonado no sólo a sus padres, sino también lo más preciado que existe en este mundo, la Biblia, y con ella todo lo que la Biblia contiene.

¡Qué fácil nos es confundir valores y abandonar lo mejor por lo peor! El joven de nuestra historia cometió dos graves errores. Primero fue insolente, faltándole al respeto a sus padres. Eso es imperdonable en cualquier hijo. Luego manifestó ignorancia, pues no reconoció el significado del libro que el padre le daba: la Santa Biblia.

El no hacer caso de nuestras necesidades espirituales es el error que ha causado más daño en este mundo. De más valor es la Biblia, con o sin un cheque adentro, que un vehículo, sea éste el más caro del mundo.

Todo ser humano tiene vacíos emocionales, morales y espirituales que sólo Dios puede suplir. Leyendo con perseverancia y esmero la Santa Biblia, encontramos la paz que necesitamos. No despreciemos el Libro de Dios. Leámoslo todos los días. Es lámpara a nuestros pies y luz en nuestro camino.

Hermano Pablo