viernes, 19 de febrero de 2010

SENSIBILIDAD

En la Gran Isla de Hawai crece una pequeña planta delicada cuyo nombre es Sensitiva, miembro de la familia de Mimosa. Su nombre se debe a un movimiento que hace cuando algo, incluso un cambio en el viento, la roza o atraviesa. En ese instante, la planta tropical americana, con tronco y espinas, se pega a la tierra. A menos que la estés observando directamente, no podrás distinguirla de la hierba o la maleza del área y puede ser aplastada con facilidad debajo de nuestros pies.
Cuando el sol se levanta en el pacífico sur, la diminuta Sensitiva se abre tan amplia como le es posible y se eleva hacia la calidez de los rayos nacientes del sol. Esta minúscula y plegable planta, tiene un mecanismo inherente que causa que se doble con facilidad y se recoja, resguardándose de cualquier cosa que pueda causarle daño. Sin embargo, la Sensitiva no puede distinguir entre un segador de césped que viene hacia ella para cortarla, o el hombre que se acerca para protegerla.
Cada uno de nosotros posee la innata necesidad de guardarnos del daño y de aquellos que podrían lastimarnos. Dios nos ofrece Su Palabra como manual para equiparnos, con el fin de estar alertas a los designios del enemigo y prepararnos para saber cómo protegernos.
Podemos despertar mañana, aun cuando llueva o la nieve caiga y recibir Su calidez, amor, protección y Su unción en el día que comienza para nosotros. Dios nos bendijo con Su sensibilidad, pero debemos estar alerta, usando las herramientas que proveyó para nosotros sus hijos.
Salmo 105:15
No toquéis a mis ungidos.

CELEBRAR EL INVIERNO

Lectura: Salmo 42.
"¿Por qué te abates, oh alma mía...? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío" Salmo 42:5
Me encanta vivir en lugares donde las cuatro estaciones estén claramente marcadas. Pero aunque adoro acomodarme con un buen libro junto a un fuego que chisporrotea cuando está nevando, debo admitir que mi amor por las estaciones se apaga un poquito cuando los largos días grises del invierno se prolongan hasta febrero. Pero, sin importar el clima, siempre hay algo especial acerca del invierno: ¡La Navidad! Gracias a Dios, mucho después de que se hayan guardado los adornos, la realidad de la Navidad todavía me eleva el espíritu sin importar lo que esté pasando.
Si no fuera por la realidad del nacimiento de Cristo, el invierno no sólo sería oscuro y lóbrego, sino que nuestros corazones estarán sombríos y sin nada en qué tener esperanza.; sin esperanza de libertad de la culpa y el juicio; sin esperanza de Su presencia tranquilizadora y fortalecedora en medio de momentos oscuros y difíciles; sin esperanza de un futuro asegurado en el cielo.
En el invierno de una vida atribulada, el salmista preguntó: «¿Por qué te abates, oh alma mía...?» El remedio era claro: «Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío» (Salmo 42:5).
En las «Crónicas de Narnia» de C. S. Lewis, el Sr. Tumnus se queja de que en Narnia «siempre es invierno y jamás Navidad». Pero para aquellos de nosotros que conocemos al Dios que hizo las estaciones, ¡siempre es Navidad en nuestros corazones!
Deja que la realidad de la Navidad ahuyente las depresiones del invierno.