martes, 23 de septiembre de 2008

DIOS NOS DA LA MEJOR RESPUESTA

Dios, oye mi clamor, atiende mi oración.
Salmo 61:1
Mi Dios es un Dios de maravillas y responde a nuestras plegarias sin decirnos cuándo ni cómo. Por eso quiero compartir contigo una parte de mi vida, y estoy convencida de que es la mejor de todas.

Llevaba casada varios años y mi anhelo y el de mi esposo era el de toda pareja que se une: formar una familia; tener un bebé. Pero esto no había sido posible. Habíamos utilizado varios mecanismos, pero todos habían fracasado.

Seguíamos pidiéndole al Señor que fuese su voluntad. Pasó el tiempo y les confieso que nunca imaginé que la voluntad del Señor fuese diferente a la mía.

Un día mi esposo salió de vacaciones a su ciudad de origen. Cuando ya llevaba varios días allí, recibí una llamada telefónica que puso mi corazón a latir fuertemente. El me dijo: “Mi amor, me dan un bebé, pero no es un bebé que esperábamos. Este está enfermo y desnutrido; tiene lesiones en su piel y, además, presenta problemas respiratorios”. Al escuchar las palabras de mi esposo, me sentí muy triste y desanimada y me preguntaba a mi misma y al Señor: “¿Qué le digo?”

Lo consulté con una amiga muy querida y Dios me respondió a través de ella. Con mucha seguridad y gran ternura, mi buena amiga me dijo: “No lo pienses más. ¡Decídete! ¡Ese es tu bebé!” inmediatamente llamé a mi esposo por teléfono y le dije: “Sí, búscalo. Acéptalo. Ese bebé es para nosotros”. ¡Qué experiencia maravillosa!
fgc 67
Recibimos al niño en esas condiciones. Oramos fervientemente al Señor para que lo sanara; lo llevamos al pediatra y estuvo dos meses hospitalizado. Hoy da gusto verlo. Es un niño sano, fuerte, inteligente y, sobre todo, feliz. Este niño ha llenado nuestro hogar de dicha y felicidad. Muchos conocen su historia y disfrutan de verlo tan sano y feliz. Ese niño fue y será siempre un regalo de Dios, el más preciado de mi hogar. No sé exactamente como hace el Señor para responder, ni que criterios utiliza al hacerlo, pero de lo que si estoy segura es que a mí me respondió y me dio el mejor de todos los regalos que yo jamás habría podido soñar.

Gracias, Jesús, por ser quien eres y por estar dispuesto a darnos tu mejor respuesta!!!

HOY.. TOMARE CON FIRMEZA EL ESCUDO DE LA FE

“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos
los dardos de fuego del maligno”
Efesios 6:16.

Hoy, levanto mi alma ante el altar de Dios para darle gracias por todas las bendiciones que ha derramado sobre mi….
Doy gracias al Padre por darme la oportunidad de hacer frente al enemigo con firmeza.
Gracias por vestirme con toda su armadura y gracias por darme la espada del Espíritu. Oh, este verso 16 del capítulo 6 de Efesios comienza con dos interesantes palabras. SOBRE TODO. Con esto el Apóstol Pablo me dice….que esta es el arma más importante pero también me dice que además de esto….como un agregado indispensable. Hoy necesito tomar la escudo de la fe como una arma importante y un agregado indispensable.
Este escudo del que habla Pablo no es un escudo pequeño y redondo que dejaba desprotegido la mayor parte del cuerpo, sino uno largo y oblongo que media 1,20 de largo por 0,75 de ancho y cubría toda la persona.
Diseñado especialmente para repeler los peligrosos misiles incendiarios que se usaban en ese tiempo, flechas hundidas en brea y luego encendidas. Hoy, sin duda recibiré ataques con flechas semejantes pero en término espiritual…pero no temo…..Dios me ha dado el escudo de la fe.
Cuáles son los dardos de fuego que podría recibir hoy?
Incluyen acusaciones maliciosas que inflaman nuestra conciencia. Otros dardos son pensamientos de duda, desobediencia, rebelión. Lujuria, malicia o miedo.
Pero hoy puedo echar mano del Escudo de la fe con el que podamos apagar o extinguir tales dardos encendidos.
Escudo de la fe….Dios mismo es Escudo a los que en él esperan y es por fe que acudimos a él para refugiarnos. Qué es lo que puede alimentar la fe?….. sin duda que son las promesas de Dios.
Sus promesas en tiempos de duda y depresión encienden mi fe con un mayor poderoso fuego que los dardos encendidos del maligno.
El escudo de la confianza en si mismo es muy pequeño e inútil, pero el escudo de la Fe en Dios como mi verdadero y único refugio, es el escudo largo y ancho que cubre todo mi ser y nada..nada queda desprotegido.
Hoy enfrentare la vida cubriendo mi ser con el escudo de la fe.
Señor, gracias por tu presencia y porque eres mi refugio en medio de la tempestad. Aunque un ejercito acampe contra mi hoy, yo en ti estaré confiando. Tu vara y tu cayado me infundirán ali
Cuando me acerco a ti y creo que tu estas y que eres galardonador de los que te buscan. Siento tu escudo protector.

¿ Y TU QUE DIRIAS ?

De pie y en fila junto con su pelotón del Ejército Rojo, Taavi ya había resuelto en su mente lo que iba a decir.
Los oficiales se dirigían hacia él y en el camino le hacían la misma pregunta a cada uno de los soldados en la fila:
-”¿Eres cristiano?” “No”, fue la respuesta. Entonces se acercaron al próximo: “¿Eres cristiano?” “No”, contestó.
Los jóvenes reclutas permanecían parados en atención, con la mirada fija hacia delante. Los interrogadores se acercaron un poco más al joven estonio de dieciocho años de edad, que había sido reclutado por el Ejército Rojo durante la ocupación de su país por los soviéticos.
Taavi era creyente desde hacía varios años. Aunque en su país solo se les permitía ir a la iglesia a los mayores de edad, la abuela de Taavi había compartido el evangelio con su joven nieto. Él había aceptado al Señor como su Salvador, y aunque no le era permitido asistir al templo, su abuela le enseñaba lo que iba aprendiendo durante a semana.
Los interrogadores se acercaron. Taavi nunca dudó de cuál sería su respuesta. Varios años atrás había tomado una firme decisión, pero aún así estaba nervioso. Cuando los oficiales llegaron a su lugar en la fila, le preguntaron: “¿Eres cristiano?” Sin vacilar, Taavi dijo con voz clara, “Sí”.
“Entonces ven con nosotros”, fue la orden del oficial a cargo. Taavi los siguió al instante. Subieron a un vehículo y se dirigieron hacia el edificio donde estaba la cocina y el comedor. Taavi no tenía la más mínima idea de lo que estaba por suceder, pero obedeció las órdenes.
Los oficiales le dijeron: “Te vamos a sacar del entrenamiento de combate. Eres cristiano y sabemos que no vas a robar, por lo tanto te vamos a colocar en la cocina”. En la cocina se gestaba la mayor operación de mercado negro del Ejército Rojo. En ella se llevaba a cabo el contrabando y la venta ilegal de alimentos para los hambrientos soldados. Ellos sabían que la presencia de Taavi reduciría el robo.
Cuando seas retado por causa de tu fe, levántate y proclama con audacia la verdad. Dios estará contigo y Él te recompensará tu fidelidad.
Mateo 5:13,14Vosotros sois la sal de la tierra…Vosotros sois la luz del mundo.

AMOS UNOS A OTROS

Lectura: 1 Juan 4:7-12
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. --1 Juan 4:7.
Brandon Moody se encontraba en la iglesia de su tío, D. L. Moody, una mañana de Domingo de Resurrección. La escena final en el impresionante drama era una representación de la ascensión de Jesús a los cielos. El actor que hacía el papel de Jesús estaba siendo alzado por tramoyistas a través de un agujero en el techo. Pero cuando iban por la mitad, lo soltaron accidentalmente y el actor se cayó. . . felizmente sin sufrir lesiones. Con una asombrosa serenidad, el actor dijo a la conmocionada congregación: "Una cosa más: amaos unos a otros."
El amor eran tan importante para Jesús que Él dijo a sus discípulos poco antes de su arresto y crucifixión: "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. . . . En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros" (Juan 13:34-35).
Juan, conocido como el discípulo a quien Jesús amaba (y el hombre que registró estas palabras de Jesús), escribió mucho acerca del amor en su primera carta. En el capítulo 4, el apóstol apremió varias veces a sus hermanos en la fe a "amarse unos a otros" (1 Juan 4:7,11-12).
Pase lo que pase en nuestra vida, hagamos del mandamiento de Jesús y la exhortación de Juan nuestra declaración de misión: "Amaos unos a otros."
UN POQUITO DE AMOR PUEDE MARCAR UNA GRAN DIFERENCIA.