miércoles, 2 de abril de 2008

MURIÓ PARA DARLE VIDA

A un estudiante de seminario, de carácter firme, le preguntaron por qué llevaba una vida consagrada y piadosa casi al extremo.

"Cuando yo estaba por nacer hubo complicaciones graves", contestó el estudiante. "El doctor salió al pasadizo donde esperaba mi padre y le dijo: "No hay esperanza, no podemos salvar a los dos. Usted tendrá que decidir, ¿salvamos a su esposa o a su hijo?" Sin vacilar un momento mi padre dijo: "Salve a mi esposa"

"Mi madre oyó la conversación por el tragaluz que estaba abierto, y dijo más fuerte y con más insistencia que mi padre: "¡Salve a mi hijo! ¡Salve a mi hijo!"

"Yo estoy viviendo por ella que murió por mí, y por mejor vida que yo lleve nunca será suficientemente buena".

El sacrificio de amor de aquella madre por el hijo que aún no había nacido es poco al compararlo con el amor de Dios por nosotros. (Lea Romanos 5:8).

VIDA NUEVA EN EL CORREDOR DE LA MUERTE

Lectura: Juan 19:16-1
Entonces Él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. --Lucas 23:43.
En los dos ladrones que crucificaron junto a Jesús vemos dos respuestas opuestas: uno blasfemó y el otro creyó (Lucas 23:39-42). Nos regocijamos por el que se convirtió y por las palabras que Cristo le dijo: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (v.43). Ahora, igual que entonces, Jesús salva a los que se arrepienten verdaderamente. . . incluso «a último minuto».
Una de esas personas fue Lester Ezzell, el cual estaba en la Florida condenado a la pena de muerte. Cuando Curtis Oakes, su antiguo profesor de escuela dominical, viajó unos 1.200 km para visitarlo en prisión, Lester dijo: «Usted no se rinde, ¿verdad?» Aunque Lester todavía no quería escuchar el evangelio, Curtis le dio un Nuevo Testamento y lo apremió a que lo leyera.
Posteriormente, Lester escribió varias cartas a Curtis. La primera llevaba noticias de su conversión. Su última carta, escrita a principios de 1957, decía: «Para cuando usted reciba la presente me habrán quitado la vida. Habré pagado por el mal que hice. Pero quiero que sepa esto: con ese pequeño Testamento, y por la gracia de Dios, he llevado a 47 personas al conocimiento salvador de Jesucristo. Le doy las gracias por no darse por vencido conmigo.»
Cuando testificamos a otros acerca de Jesucristo, algunos podrían no arrepentirse hasta tarde en la vida. Así que nunca nos demos por vencido con nadie.
CUANDO CONOCES A CRISTO DESEAS QUE OTROS TAMBIÉN LO CONOZCAN

ALABANZA