miércoles, 9 de septiembre de 2009

ESCUCHA SU CLAMOR

Lectura: Éxodo 22:22-24.
“A ninguna viuda ni huérfano afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a Mí, ciertamente oiré Yo su clamor” Éxodo 22:22-23
El canal de noticias CNN informó recientemente que hay unos 40 millones de viudas en la India. Quince mil de ellas viven en las calles de la ciudad de Vrindavan, en el norte de dicho país. Desafortunadamente, muchas de sus familias no escuchan el clamor de estas mujeres. Una viuda de 70 años dice: «Mi hijo me dice: 'Has envejecido. ¿Ahora quién te va a alimentar? Vete'». Ella clama: «¿Qué hago? Mi dolor no tiene límite».
Cuando Dios dio a Su pueblo instrucciones en el desierto, le dijo que tenía la responsabilidad de cuidar de las viudas y los huérfanos en el país (Éxodo 22:22-23). Los israelitas tenían que dejar algo de las cosechas en el campo para ellos y cada tercer año se recogía un diezmo especial para los necesitados. Dios esperaba que Su pueblo escuchara el clamor de los impotentes, defendiera sus derechos y se ocupara de ellos.
A los israelitas se les mandó que cuidaran de los demás como un recordatorio de su experiencia en Egipto. Cuando ellos estaban en problemas y clamaban a Dios, Él les escuchaba y les ayudaba. Así que su recuerdo de opresión y liberación tenía el propósito de moldear sus valores, actitudes y acciones hacia los débiles del país (Deuteronomio 24:18-22).
Imitemos a nuestro Padre escuchando el clamor de los necesitados en nuestro mundo.
Cuanto más cerca estés de Dios, tanto más te compadecerás de los demás.

COMO HACERSE RICO

Encuentro interesante que Jesús enseñara acerca del dinero más que cualquier otra cosa. Y no estaba tratando de hacerse rico poco a poco. Hasta donde sabemos, ni siquiera pidió una ofrenda.

La razón por la que hizo una enseñanza tan extensa sobre este tema es que nada obstruye nuestras arterias espirituales con mayor rapidez que el dinero —ya sea por trabajar para tener mucho o por desear tenerlo.

Piensa en el hombre que descaradamente Le pidió a Jesús: «Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia» (Lucas 12:13). ¡Asombroso! Tuvo una oportunidad de «ir a fondo» con Jesús, pero, en vez de ello, quería los bolsillos llenos hasta el fondo.

Jesús respondió con una declaración contundente y que iba contra lo que se intuía: «Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (v.15). Prosiguió contando la parábola de un hombre rico que era tremendamente exitoso desde un punto de vista mundano —con tantas cosechas que tenía que construir graneros más y más grandes— pero que, a los ojos de Dios, era en realidad un «necio». No porque fuera rico, sino porque no era rico hacia Dios.

Escucharás muchos consejos acerca de cómo hacerte rico. Pero sólo Jesús nos lo dice con franqueza. No se trata de dinero. Se trata de las riquezas de nuestra relación con Él y el gozo de convertir nuestra codicia en generosidad. —JMS

Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. —Lucas 12:15