martes, 6 de marzo de 2012

RESERVA GARANTIZADA

Lectura: Juan 14:1-6.
"… voy, pues, a preparar lugar para vosotros" Juan 14:2
Como mi hija es asistente de vuelo, dispongo de un pase que las aerolíneas dan a los padres de sus empleados. Por un módico precio por el servicio, puedo volar a cualquier lugar adonde vaya esa línea aérea. No obstante, debo estar en la "lista de espera". Eso significa que se me permite abordar la nave solo si hay espacio disponible. Mientras tanto, colocan mi equipaje aparte con una etiqueta que dice: "Pendiente".
Cuando los pasajeros que pagan sus billetes abordan, yo debo esperar, entre tanto que me pregunto si van a llamarme. Nunca puedo estar segura de tener un asiento porque la disponibilidad de lugar no está garantizada.
En nuestro viaje al cielo, la cosa es totalmente distinta. Esa travesía empieza cuando confiamos en Cristo como Salvador. Debido a Su muerte y resurrección, nuestro pasaje al cielo está absolutamente garantizado. No estamos en estado "pendiente"; hay espacio disponible, nos llamarán. estos inapreciables privilegios han sido pagados totalmente por el sacrificio de Cristo al morir en nuestro lugar.
Si, como Tomás en Juan 14:5, a veces te preguntas si Jesús va a llevarte al cielo y cómo lo hará, confía en Su promesa: "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (vv. 2-3). Esta es Su palabra infalible. ¡Puedes contar con ella!.
La fe en Cristo es el único pasaje al cielo.

SOLO LA FE PUEDE DORMIR SIN PREOCUPACIONES

Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: «Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?»

Marcos 4:38

Ya conoces la historia. El mar tranquilo y seguro. La calma daba a los discípulos una sensación de seguridad mientras navegaban sobre el mar de Galilea. No sentían ningún temor. La serenidad de la superficie de las aguas les transmitía sentimientos de completa paz. No sentían ninguna preocupación.
Pero de repente todo cambió dramáticamente. La frágil embarcación se vio agitada por una de las típicas y repentinas tormentas del mar de Galilea. Los fuertes vientos levantaron grandes olas que pusieron inmediatamente en peligro la embarcación. La paz y la seguridad desaparecieron. El terror se apoderó de los doce discípulos. Los gritos de temor se mezclaron con los gritos de frenética actividad para tratar de salvar la barca y sus vidas. Lucharon como siempre lo habían hecho, para salvarse. En su lucha y desesperación para salvarse a sí mismos, olvidaron que Jesús iba con ellos en la barca.
Pero Jesús dormía tranquilamente. ¿Has pensado alguna vez en esta circunstancia? ¡Dormir en medio del fragor de los truenos, los relámpagos, las olas y los gritos de aquellos doce hombres! ¡Y de la espuma producida por el agua que azotaba a la embarcación y que sin duda lo mojaba a él! Pues sí, a pesar de todo eso, Jesús dormía.
Solamente la fe es capaz de dormir sin temor ni preocupaciones. La fe se aferra a la seguridad de Dios. La fe le toma la palabra a Dios. La fe mira más allá de las circunstancias. La fe ve una salida más allá del oscuro túnel del dolor y la prueba. Los discípulos estaban aterrorizados mientras Jesús dormía. Solamente la fe es capaz de vencer el temor. La fe de Daniel venció el temor a los leones. La fe de José venció el temor al pozo de la desesperación, a la prisión y a la muerte, que eran la suerte de un esclavo. la fe de David venció el temor al gigante Goliat. La fe de la viuda de Sarepta venció el temor al hambre y a la muerte.
El cristiano de fe no depende de las circunstancias. Cree cuando el mar está sereno y las condiciones son favorables; y cree cuando sopla airada la tempestad. El cristiano dice: «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado» (Sal. 4: 8). En el caso de nuestro Señor, ese pasaje podría parafrasearse así: «Aunque sople airada la tempestad y retumben los truenos y me moje el agua, en paz me acostaré y asimismo dormiré». Digamos nosotros lo mismo hoy, no importa la tempestad que nos amenace.