sábado, 21 de febrero de 2009

HOY..NECESITO AMAR A MI HERMAMO


“Si alguno dice: Yo amo a Dios, y al mismo tiempo odia a su hermano, es un mentiroso. Pues si uno no ama a su hermano, a quien ve, tampoco puede amar a Dios, a quien no ve”. I Juan 4:20
Hoy no me puedo engañar a mi mismo. No puedo decir que amo a Dios si en mi corazón odio a mi hermano. Este es un día especial, día para ponerme a cuentas con mi hermano en un espíritu de perdón y reconciliación. En el centro del corazón de la comunidad cristiana, está el compromiso a animar relaciones que edifiquen unidad. Lo concerniente a la reconciliación es imperativo en el cuerpo de Cristo.
La división es el producto de muchas visiones y por mucho tiempo hemos estado fragmentados por muchas de ellas. Es tiempo de acercarnos para poder demostrar genuinamente la unidad bíblica a la cual nuestro Señor nos ha llamado.
Se que cuando se trata de perdonar y pedir perdón y dar los pasos hacia la genuina reconciliación mi ego se rebela, pero luego que doy el paso la dimensión espiritual que me envuelve es una dimensión sin igual. En las relaciones hay tres niveles básicos en donde en necesario caminar en reconciliación y perdón. El primer nivel básico es el nivel del conocimiento superficial, se experimenta cuando conozco a una persona ligeramente y cuando no hay profundidad de amistad.
El próximo nivel es el nivel de la amistad cuando ya hay conocimiento más allá de la superficie, cuando nos agradamos y confiamos, cuando compartimos tristezas y alegrías y el último nivel es el nivel de la hermandad, es cuando ya identificamos y reconocemos el parentesco espiritual, uno que llora cuando el otro es herido y se regocija cuando el otro se goza. En estos tres niveles necesito moverme en la pista de la reconciliación.
Las relaciones con los demás humanos están balanceadas por las relaciones espirituales. Hoy no podré decir que amo a Dios si hay en mi corazón odio hacía una persona con quien no puedo convivir. Yo necesito hoy aprender a moverme tanto horizontal como verticalmente. Mi relación con Dios es vertical, pero mi relación con la gente es horizontal y la una va tomada de la mano con la otra.
Señor, Gracias por alcanzarme con tu amor y sostenerme. Quiero transmitir ese mismo amor a los que están cerca de mi para poder experimentar la belleza de tu gracia y de tu bondad. Solo en ti encontré perdón y ese perdón lo quiero extender a otros. Amén.

AMOR CIEGO

En One Woman´s Liberation, Shirley Boone escribe:
¡Hablemos del amor ciego! Cuando Pat y yo nos casamos estaba tan enamorada que no me encontraba en mis cabales. Pat afirmó en algunas entrevistas que nos habíamos casado bien conscientes de los importantes ajustes que debíamos hacer y de las crisis financieras que íbamos a enfrentar, pero esa era su propia opinión. En lo que a mí respecta, no era consciente de nada excepto de que era maravilloso y que la vida sin él sería terrible.
“Entiendo muy bien cómo María, la reina de Escocia, se debe haber sentido cuando dijo de James Bothwell, su tercer marido: ” Yo lo seguiría hasta el fin del mundo en enaguas”, pues eso mismo sentía yo por Pat… Si lo hubiera sugerido, hubiera seguido a Pat hasta Timbuctu sin siquiera pestañear. Era mi vida. Para mí, era perfecto y eso fue el inicio de nuestros problemas porque cualquier persona ubicada en un pináculo solo puede ir en una dirección: hacia abajo “.
Shirley y Pat Boone lucharon con sus diferencias para crear un fuerte y duradero matrimonio, pero el principio de su verdadero éxito como pareja vino cuando cada uno reconoció este verdad esencial: NADIE ES PERFECTO.
El libro devocionario de Dios para matrimonios, Editorial Unilit.
Sé nos ha criado con la idea del príncipe azul y la cenicienta, y encontramos muchos jóvenes que no han podido establecerse con una pareja, por esa búsqueda del hombre o la mujer perfecta. Vemos cómo hoy en día hay más divorcios, porque nos casamos pensando que todo iba a ser color de rosa, y a la primera prueba tiramos la toalla.
¿Cómo podemos pedir perfección?, si nosotros mismo NO somos perfectos.
Cuando comprendamos esta idea tan simple, encontraremos ese amor y tranquilidad en el ser amado.
Nada vence el amor a primera vista, excepto el amor con discernimiento.
Proverbios 4:7La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento.

TIEMPOS DE QUIETUD

Lectura: Salmo 23:1-3; Marcos 6:30-32
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios. —Salmo 46:10
Mi amiga María me contó que siempre había valorado los momentos que pasaba pescando con su padre. Como no soy una aficionada a la pesca, me entró curiosidad por saber qué era lo que ella encontraba tan bonito. «Simplemente me gusta estar con mi padre» —dijo. «¿Entonces sólo pescáis y habláis?» —le pregunté. «Oh, no, en realidad no hablamos —me dijo. Sólo pescamos».
No era la conversación, era la compañía.
¿Alguna vez te has puesto a pensar cuánto tiempo pasamos hablando? Generalmente, en lo que nos gusta llamar nuestro «tiempo de quietud» con Dios, llenamos todo silencio con nuestras oraciones. ¿Pero acaso alguna vez practicamos simplemente estar «quietos»?
Dios dijo: «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios» (Salmo 46:10). Cuando Jesús notó que los discípulos estaban tan ocupados que ni siquiera tenían tiempo para comer, les dijo: «Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco» (Marcos 6:31). Cuando dejamos atrás las distracciones de la vida, podemos descansar con mayor facilidad y volver a centrarnos en Dios.
¿Estás permitiendo que los momentos de quietud a solas con Dios sean parte de tu vida? ¿Deseas que Él restaure tu alma? (Salmo 23:1-3). Permítele que te enseñe cómo «estar quieto». Y escucha cuando Jesús te invita: «Ven aparte conmigo y descansa un poco».
Los tiempos de quietud con Dios acumulan energía y poder para emergencias futuras.