sábado, 9 de abril de 2011

MEDIO AMBIENTE LIMPIO

Lectura: Efesios 4:17-32.
"Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación" Efesios 4:29
¡Qué problema tan frustrante es la contaminación! Todos la padecen, pero todos contribuyen a que aumente.
La contaminación se presenta de muchas maneras, pero hay una forma que suele ser pasada por alto. Charles Swindoll la llama «contaminación verbal», y la generan los rezongones, los quejosos y los criticones. «El veneno del pesimismo —escribe Swindoll— crea una atmósfera de negativismo generalizado donde lo único que se enfatiza es el lado malo de las cosas».
Un grupo de amigos creyentes en Cristo se interesó en esta forma de contaminación y la parte que les tocaba en cuanto a ella. Entonces, acordaron evitar manifestaciones críticas durante toda una semana. ¡Quedaron sorprendidos al descubrir lo poco que habían hablado! A medida que continuaron con el experimento, tuvieron que volver a aprender a hablar.
En Efesios 4, Pablo insta a los creyentes a actuar de una manera práctica como esa. Se nos dice que debemos despojarnos del viejo yo y de sus comportamientos, que entristecen al Espíritu Santo (vv. 22,30), y vestirnos del nuevo ser que edifica a los demás (v. 24). Al depender de la ayuda del Espíritu (Gálatas 5:16), podemos efectuar cambios en la conducta, en la manera de pensar y en la forma de hablar.
Si queremos librarnos de la contaminación verbal, debemos decidir cambiar y pedirle a Dios que nos ayude. Es una gran manera de comenzar a limpiar el medio ambiente espiritual.
Ayuda a acabar con la contaminación: ¡limpia tu manera de hablar!

SEAMOS HONESTOS

La lectura bíblica de hoy nos recuerda que los demás nos conocen por nuestros frutos. También hay muchas otras cosas que ayudan a identificarnos. Hay un dicho que dice: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. Hace unos años, vimos un letrero al frente de una pequeña iglesia de campo que decía: “Dime las personas que evitas y te diré quien eres”.

Las cosas que leemos también nos identifican. La oruga de la col sólo se alimenta de la col, mientras que la oruga de la nuez se alimenta de las hojas del árbol de nuez. La oruga del algodoncillo solo se alimenta del algodoncillo, y fácilmente identificamos al insecto de la papa por su amor a la planta de la papa.

El hombre que se pasa horas leyendo las páginas deportivas en el diario lo hace porque es admirador de los deportes. La literatura en tu hogar identifica la clase de persona que eres. ¿Tienes tiempo de sobra para el diario, pero sólo le echas un vistazo breve a la sana y buena literatura, la cual podría ayudarte crecer espiritualmente? Nos volvemos como los libros que leemos y como las personas con las que nos relacionamos.

¿Acaso tu lectura te identifica como un hijo de Dios?

Cuanto más andamos con Cristo, más nos parecemos a Cristo.

Fuente: Melvin Yoder, Junto a Aguas de Reposo.

Así que, por sus frutos los conoceréis. —Mateo 7:20