miércoles, 25 de marzo de 2009

HOY..LO PROCLAMARE COMO MI SALVADOR

“Y ella tendrá un Hijo, y lo llamará Jesús (cuyo significado es Salvador) porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. (Mateo 1:21, )
La esperanza de una vida nueva comienza con Jesús. Jesús significa “ El Señor salva”. Jesús vino a la tierra para salvarnos porque nosotros mismos no podíamos salvarnos del pecado y sus consecuencias. Por muy buenos que nosotros creamos que somos, no podemos eliminar la naturaleza pecadora presente en todos nosotros.
Sólo Jesús puede hacer eso. Jesús no vino para ayudar a la gente a salvarse así mismos, él vino para ser el Salvador con poder. Hoy quiero agradecerle su obra de salvación por mi y quiero proclamarle como Salvador para que aquel que aún no le conoce le conozca y proceda al arrepentimiento.
La esperanza de una vida nueva está garantizada por la resurrección de Jesús. Nosotros podemos disfrutar de nuestra vida nueva en Cristo porque él nos unió con él en su muerte y en su resurrección.
Nuestros deseos perversos, nuestros cautiverios al pecado y nuestro amor al pecado, murieron en Jesús. Ahora, unido por la fe con él en su vida de resurrección, tenemos amistad con Dios y libertad en el Espíritu. Cuando estaba muerto en mis delitos y pecados y mis deseos pecadores aún no estaban cercenados, Dios nos dio una acción de libertad en la vida misma de Cristo y perdonó todos nuestros pecados y borró todas nuestros cargos en la justicia divina y lo destruyó clavándolo en la cruz.
Antes de que yo creyera en Cristo, mi vida era perversa, desobedecí, me rebelé e ignoré a Dios. Pero cuando me humillé ante Cristo y admití mi pecado él me dio una naturaleza nueva.
La pena de pecado que pesaba sobre mí, murió con Cristo en la cruz . Después de salvarme, él no me sacó de este mundo ni me convirtió en un robot. A veces esa naturaleza vieja se rehusa a admitir su muerte y quiere seguir pecando. La diferencia está en que antes de Jesús salvarme yo era esclavo de mi naturaleza pecaminosa, pero ahora ya no soy esclavo, soy libre para decidir vivir para Cristo y su poder me ayuda a decidir.
Hoy es un gran día para decidir vivir para Cristo y no permitir que mi vieja naturaleza se baje de la cruz. No solo quiero disfrutar de esa libertad conseguida en la Cruz por mi amado Jesús, sino también quiero proclamarlo como el Salvador listo para salvar a quien llega humillado ante su presencia. Y este puede ser su día.
Señor Jesús, Gracias por dar tu vida por mi en la cruz del calvario para no solamente perdonarme sino también salvarme. Hoy quiero levantar mis manos y mi voz a ti en un canto de agradecimiento por ser mi Salvador.
Señor ayúdame a compartir con otros esta verdad y que otros te conozcan como el único Salvador . Solo en ti está la salvación para el alma perdida y atribulada. Amén.

EL ANGEL DE LOS NIÑOS

Refiere una antigua leyenda que un niño que todavía no había nacido, le dijo un día a Dios:
-Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra, pero ¿Cómo viviré allá tan pequeño y tan débil como soy?
-Entre los muchos ángeles escogí uno que te esperará- le contestó Dios.
-Pero dime Dios, acá en el cielo no hago más que cantar y sonreír y eso basta para mi felicidad. ¿Podré hacerlo allá?
-Yo enviaré un ángel para que cante y sonría para ti todos los días. Y te sentirás feliz con sus canciones y sonrisas.
-¿Y cómo entenderé cuando me hablen si no conozco el extraño idioma de los hombres?
-Un ángel te hablará las palabras más dulces y más tiernas que escuchan los humanos. Él te enseñará.
-¿Qué haré cuando quiera hablar contigo?
-Un ángel juntará tus manitas y te enseñará una oración.
-Señor, he oído que en la tierra hay hombres malos, ¿quién me defenderá?
-Un ángel te defenderá aunque le cueste la vida.
-Señor-le dijo el niño- pero estaré siempre triste porque no te veré más, me sentiré muy solo.
-Un ángel te hablará siempre de mí y te mostrará el camino para un día volver a mi Presencia.
En ese instante una inmensa paz reinaba en el cielo, no se escuchaban voces terrestres. El niño repetía suavemente: Señor, dime el nombre del ángel. Señor, dime el nombre del ángel..Quiero saber su nombre.
-El Señor contestó: se llama: Mamá.

Proverbios 31:11,12.Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas.
En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias.
Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida.

DIAS CORRIENTES

Lectura: Lucas 2:8-20
Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor. —Lucas 2:9
En la revista God’s Revivalist (El que hace el avivamiento de Dios) la autora Anita Brechbill hizo la observación de que «la mayoría de las veces la Palabra del Señor llega al alma en medio de los deberes ordinarios de la vida». Ella cita los ejemplos de Zacarías cuando estaba realizando sus deberes como sacerdote y de los pastores cuando vigilaban sus rebaños. Trabajaban según su costumbre, sin la menor idea de que estaban a punto de recibir un mensaje de parte de Dios.
Lucas describe los días comunes y corrientes en que estos hombres recibieron su mensaje de parte de Dios: «Ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,… se le apareció un ángel del Señor» (1:8,11). Mientras los pastores «velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño… se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor» (2:8,9).
En su obra My Utmost for His Highest (En pos de lo supremo), Oswald Chambers dijo: «Rara es la vez en que Jesús llega donde lo esperamos; Él aparece donde menos lo esperamos y siempre en las situaciones más ilógicas. La única manera en que un obrero puede mantenerse fiel a Dios es estando listo para las visitas por sorpresa del Señor».
En este día común y corriente, puede que el Señor tenga una palabra de aliento, guía o instrucción para nosotros, si estamos escuchando y listos para obedecer.
Dios les habla a aquellos que están en silencio delante de Él.

CLASIFICADO

En el periódico local de mi cuidad salió el sig anuncio clasificado:
“¿Existe algún lugar en el que podamos pedir prestado a un niñito de tres o cuatro años de edad para las fiestas de Navidad? Tenemos un lindo hogar y nos ocuparíamos muy bien de él, devolviéndolo sano y salvo.

Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse, y lo extrañamos mucho cuando llega la Navidad.” Al leer este anuncio, algo sucedió dentro de mí. Por primera vez desde la muerte de mi esposo, pensé en el dolor como si le perteneciera a alguien más. Leí y releí esa carta al editor.

Algunos meses antes, había recibido noticias desde Washington de que a mi esposo lo habían matado mientras estaba de servicio en el extranjero. Llena de dolor, había tomado a mi pequeño hijo y me había mudado al pueblito donde nací.

Empecé a trabajar para ayudar a mantener a mi hijo y el tiempo había ayudado a borrar algunas cicatrices de mi corazón. Pero en ciertas ocasiones, el dolor regresaba y la soledad me agobiaba; especialmente para los cumpleaños, nuestro aniversario de bodas y las fiestas.

Esta Navidad en especial, el antiguo dolor había comenzado a revivir cuando mis ojos avistaron el anuncio en el periódico.

“Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse y lo extrañamos mucho…”

Yo también sabía lo que significaba el sentimiento de una pérdida, pero tenía a mi pequeño hijo. Sabía cuán triste podía ser el resplandor de la Navidad a no ser que se refleje en los ojos de un niños.

Respondí al anuncio. El remitente era un viudo que vivía con su madre. Había perdido a su adorada esposa y a su pequeño hijo el mismo año.

Esa Navidad, mi hijo y yo compartimos un día alegre con el viudo y su madre. Juntos, reencontramos una felicidad que, dudábamos, podía regresar.

Pero lo mejor de todo eso fue que desde entonces he podido conservar esa alegría a través de los años y durante todas las Navidades: el hombre que escribió esa carta, meses después se convirtió en mi esposo.

Isaías 43:19
He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.


Isaías 41:19

Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente.

Isaías 51: 3

Ciertamente consolará El señor a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Dios; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.

SALÓN DE VIVORAS

Ocurrió en el club nocturno llamado «Salón de víboras» en la calle Sunset, es decir, «Puesta de sol», de Hollywood, California. Era una de esas fiestas donde abundan el alcohol, el tabaco, la música rock y bellas muchachas.

Al ritmo de la música y en medio de bamboleos y contorsiones, las muchachas se iban quitando poco a poco la ropa. Entre los asistentes a la fiesta se hallaba River Phoenix, un promisorio joven actor de cine.

De pronto, como herido por un rayo, River cayó al suelo en convulsiones incontrolables.

Siendo la estrella de la fiesta, muchos lo rodearon tratando de ver qué hacían por él, pero los espasmos eran muy fuertes y, en cuestión de minutos, River quedó como muerto. Al llegar el auxilio médico se comprobó que, en efecto, River había pasado de esta vida. En el «Salón de víboras» de la calle «Puesta de sol», River halló el ocaso de su vida.

El suceso conmovió a toda la comunidad artística de Hollywood. River Phoenix había hecho ya cuatro películas. Iba subiendo rápidamente la escalera del éxito. Pero frecuentaba clubes nocturnos de fama cuestionable, y se sabía que usaba drogas. A eso se atribuyó su muerte.

Los nombres aquí son simbólicos. El nombre del club, «Salón de víboras», es una fiel descripción de las ondulaciones del humo del tabaco y del sumo del alcohol y de las drogas que llenaban el oscuro ambiente del lugar. Y la calle donde está situado, Sunset, resultó ser, cuando menos para River Phoenix, la puesta literal y terminante del sol de él.

Lo triste es que son miles los jóvenes que sucumben diariamente al llamado de esa vida. Estos jóvenes creen que están disfrutando de la plenitud de su juventud y hacen gala de su libertad, pero están bailando la danza de la muerte con víboras. Creyendo estar en el amanecer de su vida, están más bien acercándose a su ocaso. ¡Qué lástima que se tenga que desperdiciar la gloria y el porvenir de la juventud en muchachos que todavía no han aprendido a vivir!

Cristo le ofrece a todo joven una vida mejor. Él no le ofrece un «Salón de víboras». Él le ofrece una vida íntegra, recta, justa y feliz, una vida que el mundo no puede dar porque no la conoce.

Y Cristo no ofrece ningún ocaso. Él ofrece una mañana gloriosa, llena de luz y esperanza. Permitamos que Cristo sea el Señor de nuestra vida. Con Él estaremos libres de víboras y de puestas del sol. Con Él seremos eternamente felices.

Hermano Pablo