jueves, 14 de agosto de 2008

TRAMPA PARA GORRIONES

Había una pequeña niña que verdaderamente parecía creer en el poder de la oración. Sus padres se sorprendían a menudo del vigor con que oraba y su inquebrantable confianza en que Dios no solo había escuchado sus oraciones, sino que estaba en el proceso de contestarlas de la manera que ella deseaba.
Un día, su hermano mayor construyó una pequeña trampa para cazar gorriones, y a la niña le pareció muy repugnante. Sintió pena por los pájaros que pudiese cazar y se enojó con su hermano por lo que estaba haciendo. Cuando él se negó a responder a sus discusiones y ruegos, ella le informó a él y a toda la familia: “Voy a orar por esto”.
Tres noches después, su rostro estaba radiante mientras oraba a la hora de acostarse, expresando con absoluta fe su seguridad en que las trampas no iban a funcionar, y que ningún pájaro sería lastimado. Luego de terminar su oración, le preguntó su madre: “Hija, ¿cómo puedes estar tan segura de esto?”
La pequeña sonrió y dijo: “Porque salí hace tres días y rompí la trampa a puntapiés.”
Aunque sería poco sabio tomar todas las cosas en nuestras manos, ¡siempre lo será comenzar por poner todo los asuntos en las manos de Dios!
Ore como si todo dependiese de Dios y trabaje como si todo dependiese de usted.
Santiago 2:26La fe sin obras está muerta.

VIVE CON EXPECTATIVA

Lectura: Juan 20:1-10
Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo, e iban hacia el sepulcro. Los dos corrían juntos. . . . --Juan 20:3-4.
Cuando el oscuro día de la crucifixión de Jesús se acercaba al final, parecía que la vida más maravillosa de todas había llegado a su fin. Durante unos pocos años breves, Cristo había asombrado a las multitudes y a sus seguidores con la sabiduría de su enseñanza y la maravilla de sus milagros. Pero Jesús optó por no salvarse a Sí mismo de la cruz, y ahora su vida acababa. Parecía que no se podía esperar nada más de Él.
Sin embargo, la esperanza volvió aquella primera mañana de resurrección. Una pintura de Eugene Burnand presenta a Pedro y a Juan corriendo hacia la tumba. Poco después del amanecer, María Magdalena les dijo que ella y sus amigos habían encontrado la tumba vacía. En la pintura de Burnand, los rostros de Pedro y Juan muestran emociones encontradas de angustia y alivio, tristeza y sorpresa, desesperación y asombro mientras corrían a la tumba. Su mirada es anhelante y está fija en lo que tienen por delante, lo cual lleva la atención del que contempla la pintura hacia el sepulcro. ¿Qué encontraron? Una tumba vacía. El Salvador estaba vivo.
Cristo vive aún. Pero muchos de nosotros vamos de día en día como si Él todavía estuviera en la tumba. ¡Cuánto mejor es mirar más allá de la tumba vacía a Aquel que puede llenar nuestra vida con el poder de su resurrección!
LA VÍCTIMA DEL VIERNES SANTO SE CONVIRTIÓ EN EL VENCEDOR DEL DOMINGO DE RESURRECCIÓN.