domingo, 31 de agosto de 2008

NO ES QUE SEA CON AMOR DE PERRITO

Aarón y Abbey, llevaban casi un año de feliz matrimonio, cuando él le hizo un “obsequio” a Abbey que ella nunca deseó: un enorme perrito Chow, con patas del tamaño de pelotas de béisbol.
“Aarón, querido”, dijo Abbey con firmeza “los perros y yo somos enemigos naturales. ¡Sencillamente no sabemos llevarnos bien!”
“¡Pero Abs!”, dijo Aarón, llamándola con el nombre de su mascota con el fin de ablandarle el corazón, “Verás que pronto te acostumbrarás a él”.
Para ambos, era obvio que el perrito era un regalo para Aarón.
“Perri”, nombre que por fin decidieron ponerle al animal, vino a ocupar un lugar incómodo en el hogar. Habiendo decidido que el animal debía comprender su lugar como enemigo personal , Abbey emprendió una campaña silenciosa en contra del cachorro.
Perri captó de inmediato su resistencia y por un tiempo reciprocó robando toallas, despedazando zapatos y muebles y llevándose cualquier artículo pequeño que Abbey estuviera usando, una vez que esta le daba la espalda. El perrito hizo caso omiso a sus intentos por corregirlo y así transcurrió el primer año de Perri, como miembro de la familia.
Cierto día, Abbey notó un cambio en la actitud de Perri. Para su sorpresa, el cachorro comenzó a darle alegre bienvenida cada vez que llegaba a casa, rozando su mano con el hocico y lamiendo sus dedos en un amistoso “hola”. Cada vez que ella lo alimentaba, él se echaba un instante y la miraba con adoración antes de comenzar a comer. Para colmo, el perrito comenzó a acompañarla en sus caminatas matutinas, permaneciendo muy cerca para protegerla de otros perros, mientras ella transitaba por las desiertas calles.
Poco a poco, Abbey fue humillada por el amor de Perri, hasta lograr una tregua. Hoy día, dice que la persistencia de Perri le ha enseñado mucho sobre cómo amar a los enemigos. Ella dice que Perri está ganando la pelea, pero no se lo digan a Aarón.
¿Conoces a alguién, quizás un miembro de tu propia familia, que necesita algún tipo de expresión de tu amor, en vez de tu resistencia?

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos. Mateo 5:44

NUESTRA PARTE

Lectura: 2 Reyes 20:1-7
. . . He escuchado tu oración. . .; he aquí, te sanaré. Al tercer día subirás a la casa del SEÑOR. --2 Reyes 20:5.
Un corredor en una competencia escolar de pista y campo cruzó la meta final justo delante de su rival más cercano. Un espectador, al notar que los labios del ganador se estaban moviendo durante las dos últimas vueltas, se preguntaba qué estaría diciendo. Así que se acercó y le hizo la pregunta. "Estaba orando" --contestó el corredor. Señalando sus pies dijo: "Estaba diciendo: "Tú los subes, Señor, y yo los bajo."" Aquel atleta oró pidiendo la ayuda de Dios, pero también hizo lo que pudo para contestar su propia oración.
Cuando pedimos ayuda a Dios debemos estar dispuestos a hacer lo que podamos, usando cualesquiera medios que Él nos dé. Cuando Ezequías oyó que iba a morir, oró por un milagro y Dios prometió alargar su vida 15 años. Luego Isaías dio instrucciones para colocar una masa de higos sobre la perturbadora úlcera (2 Reyes 20:5-7). Dios hizo la sanidad, pero usó el esfuerzo humano y los medios naturales.
Un par de niños caminaban a su escuela una mañana cuando de repente cayeron en cuenta de que a menos que se apresuraran mucho, iban a llegar tarde. Uno de ellos sugirió que se detuvieran a orar para no llegar tarde. "No --dijo el otro--. Oremos mientras corremos lo más rápido que podamos."
Cuando pedimos al Señor que haga algo, también debemos estar listos para hacer nuestra parte.

ORA COMO SI TODO DEPENDIERA DE DIOS; TRABAJA COMO SI TODO DEPENDIERA DE TI.