viernes, 29 de abril de 2011

EL CORAZÓN DEL SER HUMANO

La Biblia nos dice que lo que pensamos, en nuestro corazón, eso somos.

“La gente buena siempre hace el bien, porque el bien habita en su corazón. La gente mala siempre hace el mal, porque en su corazón está el mal. Las palabras que s alen de tu boca muestran lo que hay en tu corazón.” Lucas 6:45

Son las palabras ya finales del Sermón del Monte, ver también Mateo capítulo 7, que Jesús pronunciara enseñando a sus discípulos. La realidad de los que viven en el Reino de Dios y de los que no lo viven.
Son palabras de Jesús. Por lo mismo es verdad absoluta y válida a través de todas las edades. Desde la creación misma hasta la Eternidad, pues Su Palabra no pasará.
Igual de veraces son los argumentos de Jesús en el contexto de los versículos siguientes:

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.” Mateo 24:35, Marcos 13:31, Lucas 21:33

En ellos Jesús predice la realidad de “los últimos tiempos”.
Si bien es cierto que situaciones similares, en relación a doctrinas falsas, a las que se expresan en los pasajes anteriores, ya vividas en la iglesia primitiva y advertidas principalmente por los apóstoles Pablo y Juan (p or ejemplo: carta a los Colosenses, Corintios y Epístolas de Juan respectivamente), la realidad actual sobrepasa y confirma la profecía de Jesús, en ese aspecto, a las experiencias en el inicio de la iglesia. La razón es que satanás, desde el principio, ha estado empeñado en destruir la Obra de Dios.

Motivado por indagar en teologías “posmodernas”, (emergentes, neoapostólicas, neopentecostalismo, etc.) me ha sorprendido el uso del pensamiento filosófico antiguo y contemporáneo para interpretar la Verdad de Dios. Interpretaciones que son producto de la imaginación/razón humana y no por iluminación del Espíritu Santo.
De acuerdo a algunas de estas nuevas teologías, lo que el lector interprete es más importante que lo que ha deseado comunicar el escritor del texto (Biblia).
Este argumento contradice totalmente a lo que la Biblia nos enseña a través del apóstol Pablo, cuando le escribe a Timoteo:

“Haz todo lo posible por ganarte la aprobac ión de Dios. Así, Dios te aprobará como un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, y que enseña correctamente el mensaje verdadero. No prestes atención a las discusiones de los que no creen en Dios, pues eso no sirve de nada. Los que así discuten, van de mal en peor, y sus malas enseñanzas se van extendiendo, como el cáncer. Así también lo han hecho Himeneo y Fileto.”2Ti 2:15 -17(TLA)

“Ustedes demostrarán que me aman, si cumplen mis mandamientos.
Y yo le pediré a Dios el Padre que les envíe al Espíritu Santo, para que siempre los ayude y siempre esté con ustedes.”Juan 14,15-16 (TLA)

“Jesús le contestó: —Si alguien me ama, también me obedece. Dios mi Padre lo amará, y vendremos a vivir con él.
Los que no me aman, no me obedecen. Pero yo les he dicho solamente lo que mi Padre me envió a decirles, no lo que a mí se me ocurrió. Les digo esto mientras todavía estoy con ustedes.
El Espíritu Santo vendrá y los ayudará, porque el Padr e lo enviará para tomar mi lugar. El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he enseñado.” Juan 14,23-26 (TLA)


No existe otra forma de interpretar correctamente La Biblia, si no es a través del Espíritu Santo.

De la misma manera que los filósofos se contradicen y desautorizan sus postulados entre sí, lo hacen quienes (pensadores posmodernos) se atribuyen ser conocedores y poseedores de la verdad, utilizando, paradójicamente, para sus interpretaciones “bíblicas” el mismo método racional y contradictorio de la filosofía; subyugando así, la fe a la razón.
Predican que el hombre (ser humano) es lo importante. Es decir, su palabra (lo que declara y piensa es más importante que La Palabra de Dios), su bienestar terrenal (economía, salud física y emocional, más que hacer Tesoro en el Cielo). El argumento que utilizan es: si eres hijo de Dios, como tal tienes derechos; Dios lo sabe y los respetará.
Dios ha pasado a ser un proveedor de los caprichos humanos. La Soberanía y designios de Dios pasan a una esfera diferente a lo que La biblia enseña.

La predicación de la segunda venida de Jesús ha dejado de ser prioridad. Para la iglesia primitiva era lo esencial: “Maranatha” ¡el Señor viene pronto!
La teología posmoderna, pretende asemejarse a la iglesia primitiva pero, más predica sobre el ejercicio de los dones carismáticos para el logro de bienestar económico, social, cultural, emocional y físico del ser humano, que para como iglesia prepararnos para la venida de Nuestro Señor y para reconciliar al mundo, perdido en las tinieblas del pecado, con Dios.

Me pregunto: ¿Dónde está, o mejor dicho que es de: un mismo Espíritu, un mismo Señor y un mismo Padre de todos, si hasta entre ellos –principalmente los emergentes- enseñan cosas y doctrinas diferentes?
¿Acaso el Espíritu Santo es un espíritu de confusión? ¿Qué ha sido de la humildad y mansedumbre q ue Jesús desea enseñarnos y que la espiritualidad no se mide en emociones, misticismo o “carisma” sino en Fruto del Espíritu que todo Nacido de Nuevo debiera producir? (Gálatas 5:22-23, leer contexto para ver lo que no es Fruto del Espíritu)

¿Qué hay en nuestros corazones?
¿Los principios eternos (verdades) del Sermón del Monte que Jesús enseñó durante todo su ministerio a sus discípulos y a través de ellos a nosotros (Juan 17:17-26) o, filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo (Colosense 2:1-8)?

Nuestro deseo es que te desarrolles como un CRISTIANO defensor de la fe (Hebreos 12:1-2), dispuesto a que el estilo de vida del Evangelio (regeneración a través del Espíritu Santo) te transforme en sal y luz al mundo (Mateo 5.1-16).
Para ello estudia y vive Biblia con la ayuda, que el Espíritu Santo te ofrece. Se prudente y cuidadoso como nuestros hermanos de Berea.

“Los judíos que vivían en esa ciudad (Berea) eran más buenos que los judíos de Tesalónica. Escucharon muy contentos las buenas noticias acerca de Jesús, y todos los días leían la Biblia para ver si todo lo que les enseñaban era cierto.” Hechos 17:11
Dios te bendiga,
Juan Paulus

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
jepf

AGENDAS EXIGENTES

Lectura: Marcos 1:32-39.
"Toda la ciudad se agolpó a la puerta. Y sanó a muchos..." Marcos 1:33-34
¿Vives muy ocupado? Los plazos de entrega comerciales, las cuotas de productividad, y el transportar a los hijos a actividades educacionales y deportivas pueden indudablemente llenar tu agenda. Es fácil pensar: Si no tuviera tantas responsabilidades, podría andar en una comunión vital con Dios.
Sin embargo, C. S. Lewis señala con sabiduría que nadie estaba más ocupado que Cristo. «Nuestro ejemplo es el Jesús […] del taller, los caminos, las multitudes, las demandas clamorosas y la oposición avinagrada, la falta total de paz y de privacidad, las interrupciones. Por eso, […] es la vida divina operando en condiciones humanas».
Acerca de Jesús en Capernaum, leemos: «Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta. Y sanó a muchos…» (Marcos 1:32-34). Al día siguiente, Cristo buscó un lugar solitario para orar. Allí recibió dirección de Su Padre para continuar con un ministerio exigente en otro lugar. Nuestro Señor estaba en comunión con Su Padre y dependía del Espíritu para que obrara a través de Él.
¿Tienes una agenda exigente? Sigue el ejemplo de Jesús y aparta un tiempo especial para orar. Luego, depende del poder de Dios para que te ayude a cumplir con las exigencias de cada día.
Para mantener tu vida en equilibrio, apóyate en el Señor.

jueves, 28 de abril de 2011

«PÉGATE UN TIRO»

Fue una conversación muy emotiva entre madre e hijo, una conversación realizada por teléfóno en una de las grandes ciudades del mundo. El hijo, de treinta y siete años de edad, lloraba. Lloraba como cuando era niño.

—¿Qué hago, mamá, qué hago? —decía entre sollozos.

Y la madre, sollozando también, y con el alma partida en dos, sin hallar una palabra de consuelo le dijo:

—Antes que sigas matando gente, hijo, pídele perdón a Dios por lo que has hecho, y pégate un tiro.

A los diez segundos, la madre oyó en su auricular el disparo. Se trataba de Dean Hemrick, hijo de Sara Carpenter. Dean había matado a cuatro personas, y estaba encerrado en su apartamento, rodeado de policías. Había perdido toda esperanza.

He aquí otro drama de pasiones descontroladas. Dean Hemrick, loco de celos, había matado a su esposa y a tres personas más. Luego se había encerrado en su apartamento, y desde allí había llamado desesperadamente a su madre. La anciana, con el corazón desgarrado, no le dio más consejo que: «Pégate un tiro.»

Cuando se ha esfumado toda esperanza, nuestras decisiones nunca son racionales. Cuando hemos perdido la fe, hemos perdido también el rumbo. Sin fe y sin esperanza no sabemos qué hacer. Cuando no tenemos luz ni guía el mundo nos parece un gigantesco laberinto. Todo lo que hacemos y pensamos nos confunde y nos trastorna. Somos como un barco en alta mar sin brújula y sin timón. Esa es la vida del que no tiene esperanza. Esa es la vida del que no tiene fe.

Sin embargo, nadie en este mundo tiene que vivir sin fe. Al contrario, la fe es parte natural del ser humano. Nacimos con fe. Nacimos con la capacidad de confiar. Si así no fuera, ningún bebé sobreviviría. La fe es parte de nuestra herencia divina.

¿Qué es entonces lo que nos ocurre? Que con los años y las traiciones, con las mentiras y los artificios, nos volvemos ariscos. Perdemos la candidez. Se nos va la fe. Le tenemos miedo a todo, y nuestra vida entera es un constante huir.

A Dios gracias que esa no tiene que ser nuestra condición. Ninguno de nosotros tiene por qué vivir así. Para cada uno hay un mejor destino que ese. La venida de Jesucristo a este mundo es la solución de Dios para esa condición desesperada del ser humano. Cristo mismo dijo: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mateo 11:28). Si nuestra vida está llena de desasosiego y confusión, busquemos a Cristo. Él es la solución. Él nos está esperando.

Hermano Pablo

miércoles, 27 de abril de 2011

SU ÚLTIMO DESEO

«¿Desea usted algo?» La pregunta era natural y un tanto trivial. Es la pregunta que la empleada doméstica le hace al ama de casa cuando ésta toca el timbre. Es la pregunta que nos hace todo dependiente de comercio cuando nos acercamos al mostrador. Es la pregunta que el soldado le hace al coronel cuando éste lo llama.

Pero en este caso la pregunta no era trivial. Se la hicieron a Mark Hopkinson, de cuarenta y dos años de edad. Y quienes la hacían eran los guardias de la prisión de Rawlins mientras llevaban a Hopkinson a la cámara de inyección letal. El hombre, cínico como siempre, respondió: «Sí, tráiganme una rubia y un helicóptero.»

Este hombre, ejecutado el día 21 de enero por tres homicidios, jugó cínicamente la vida. Desprovisto de reverencia alguna, haciendo alarde de ateísmo, sin respeto a nada ni a nadie fuera de su propio egoísmo, vivió en el delito desde los veinte años de edad. A los cuarenta mató a una pareja y al hijito de ambos, a fin de robarles. Después trató de eliminar a un testigo ocular, y el intento se vio frustrado. Así terminó sus días, en la mayor frialdad.

Hay personas que, al igual que Hopkinson, no saben lo que es pudor, ni dignidad, ni honorabilidad ni vergüenza. Quizá no lleguen al extremo de matar al prójimo, pero hacen, como quiera, gala de despreocupación moral, de cinismo indiferente, de callosidad de conciencia, de insensibilidad espiritual. Si se les pregunta: «¿Desea usted algo?», son capaces de dar la misma respuesta de Hopkinson, y con el mismo cinismo descarado: «Sí, una rubia y un helicóptero.»

Para personas así, la vida no es más que placeres sensuales, ganancias materiales, ateísmo artificial, y subir por la escala de la sociedad a costa del prójimo, sacrificando cualquier principio moral o cualquier sentimiento emocional.

El diccionario define cinismo como «impudencia, desvergüenza, procacidad.» Oscar Wilde, escritor y dramaturgo inglés, decía: «El cínico es aquel que conoce el precio de todo, pero no conoce el valor de nada.» El libro de Proverbios en la Biblia dice: «Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez» (Proverbios 5:22‑23). Esa es la vida del cínico.

Tengamos la humildad de reconocer nuestra necesidad. Responder con cinismo al que quiere ayudarnos es la mayor demostración de irresponsabilidad. Esta gran verdad se aplica, especialmente, a nuestra relación con Dios. Acerquémonos a Él en humilde contrición y digámosle: «Ten compasión de mí, que soy pecador» (Lucas 18:13).

Hermano Pablo

¡EL MURIO POR MI!

William y Mary Tanner estaban cruzando los rieles del ferrocarril cuando sucedió. El pie de Mary resbaló y se encajó entre el riel y el cruce para peatones de madera. Ella trató frenéticamente de sacar el pie al tiempo que empezó a escuchar el ruido de un tren que se aproximaba. Sólo quedaban segundos, pues el expreso venía a toda prisa hacia ella por una curva. Will Tanner le haló el pie desesperadamente tratando de liberarla.

Cuando el tren se acercó más, y el silbido sonó a todo volumen, y los frenos chirriaron, Will la tomó en sus brazos. Mientras la gente se estremecía horrorizada, el tren les pasó por encima. Un testigo dijo que justo antes de que la máquina los golpeara escuchó al valiente hombre gritar: «¡Me voy a quedar contigo Mary!» ¡Ese sí que es un gran amor!

Esta historia me recuerda a nuestro Salvador, el cual nos amó con un amor que puede salvarnos (Juan 3:16). La muerte se precipitó sobre Él mientras pendía en la cruz y asumió la pena completa que nosotros merecíamos. Escuchó a personas gritarle que se salvara a Sí mismo y que bajara de la cruz (Mateo 27:40). Pero para salvar a los demás, Cristo optó por no salvarse a Sí mismo (v.42).

Con amor divino y sacrificatorio, Jesús rehusó salvar su propia vida. Murió para poder perdonar nuestros pecados. Nuestro Salvador se quedó en la cruz: por ti y por mí. –Doctor M. R. De Haan

UNIVERSO HUMANO

Lectura: Hechos 28:16-31.
"Y Pablo […] recibía a todos los que a él venían" Hechos 28:30
Durante las décadas de 1920 y 1930, el fotógrafo August Sander decidió retratar diferentes facetas de la sociedad alemana. A través de sus lentes vio operadores de fábricas y financistas, actrices y amas de casa, nazis y judíos. Aunque su colección publicada contiene sólo personas de su ciudad natal, Colonia, y de los alrededores, Sander captó lo que David Propson, en un artículo del periódico The Wall Street Journal, denominó «un universo humano en su esfera limitada».
Esta frase me resulta una descripción apropiada de nuestras vidas y de la gente con quien nos encontramos día tras día. Dondequiera que vivamos, nos cruzamos con personas de muchas extracciones y creencias.
El apóstol Pablo viajó y predicó durante años antes de ser encarcelado en Roma. Allí continuó alcanzado personas con el evangelio, porque se interesaba en ellas y deseaba que conocieran a Jesucristo. El libro de los Hechos concluye con el confinamiento de Pablo en esa ciudad, viviendo bajo vigilancia en una casa alquilada, donde «recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo» (Hechos 28:30-31).
En vez de centrarse en sus limitaciones, Pablo las consideraba oportunidades. Esta es la clave para nosotros también. Hoy hay un universo humano a nuestro alcance.
El evangelio es un regalo invalorable que se ofrece gratuitamente a todos.

domingo, 24 de abril de 2011

ESPERANZA FALSA

Lectura: Efesios 2:1-10.
"Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras…" Efesios 2:8-9
Un bonito pueblo de Bavaria, en Alemania, se llama igual que un lugar horroroso: Dachau. Un museo ubicado en terrenos de este infame campo de concentración nazi atrae muchos aficionados a la historia de la Segunda Guerra Mundial.
A quien recorre el lugar, le resulta difícil pasar por alto las engañosas palabras grabadas en una puerta de hierro: Arbeit Macht Frei. Esta frase (El trabajo te da libertad) era tan sólo una vil mentira que creaba falsas expectativas en aquellos que ingresaban a ese sitio de muerte.
En la actualidad, muchas personas tienen la falsa esperanza de poder ganarse un lugar en el cielo siendo buenos o haciendo las cosas bien. Sin embargo, el patrón de perfección divino exige una vida completamente sin pecado. No hay manera de que alguno de nosotros pueda ser «suficientemente bueno». Sólo somos hechos justos por medio del sacrificio del Salvador impecable. A Jesús, Dios «por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2 Corintios 5:21). La vida eterna se concede debido al don de la gracia de Dios, no por nuestras buenas obras (Efesios 2:8-9).
No permitas que Satanás te engañe dándote la esperanza falsa de que tus buenas obras te salvarán. Es únicamente mediante la obra de Jesús en la cruz que puedes tener verdadera libertad.
No somos salvos por las buenas obras, sino por la obra de Dios.

sábado, 23 de abril de 2011

«ERROR HUMANO, DESCUIDO Y NIEBLA»

Uno era un Boeing 727 de Iberia. El otro era un DC-9 de Aviaco. Ambos estaban cargados de pasajeros, y ambos corrían por la misma pista. Era la pista de despegue en el aeropuerto de Madrid, capital de España.

Pero los dos aviones de pasajeros no corrían en el mismo sentido, sino que cruzaron sus líneas. La colisión que se produjo fue fatal. Del terrible choque resultaron muertas noventa y tres personas, tanto del Boeing como del DC-9. Fue uno de los más graves accidentes ocurridos en Madrid en el siglo veinte. ¿La causa? «Error humano, descuido y niebla cegadora», anunciaron los diarios.

Hay en realidad pocos accidentes de aviación en comparación con los miles de vuelos que se realizan todos los días alrededor del mundo. Pero cada vez que hay un accidente grave, la prensa mundial conmueve la opinión pública. Y casi siempre la causa de estos accidentes que cuestan centenares de vidas humanas se atribuye al descuido, a la imprevisión o a la falta de señales adecuadas. En ese accidente de Madrid, la causa fue una niebla cegadora, que apenas dejaba ver, y una falla en la torre de control que le dio pista a dos grandes aviones al mismo tiempo.

Así como sucede con los accidentes aéreos, podríamos decir que las demás tragedias que perjudican a las personas, afectan los matrimonios y destruyen los hogares se deben también a «error humano, descuido y niebla» que enceguece.

Pongamos por ejemplo un matrimonio que llega al juzgado para ponerle fin a su relación conyugal. ¿Cuáles son las causas que han provocado el divorcio? En demasiados casos, error humano, de él o de ella, al entregarse a un amor prohibido.

Y descuido. Descuido de los votos solemnes que se hicieron al comienzo de su vida matrimonial. Descuido de las eternas leyes de Dios. Descuido del amor, de la comunicación y del compañerismo imprescindibles entre esposo y esposa para mantener la unidad y la felicidad.

Y niebla cegadora. Niebla de falsos conceptos del amor. Niebla de la conciencia, que no le importa hacer el mal. Niebla que enceguece, de una mala moral cuya sola base es el egoísmo.

Para evitar semejantes tragedias, necesitamos un Salvador, un Señor y un Maestro que nos ponga en el carril adecuado, nos mantenga en una línea recta de conducta y nos provea una sólida fuerza moral. Necesitamos a Jesucristo, único Maestro, Señor y Salvador. Por Él, y con Él, podemos evitar la desgracia.

Hermano Pablo

viernes, 22 de abril de 2011

LA ABUELITA

Un pequeño muchachito estaba contándole a su abuelita cuan mal iba “todo”: la escuela, problemas familiares, severos problemas de salud, etc.

Mientras tanto la abuela estaba horneando un pastel. Entonces ella le preguntó a su nietecito si deseaba un bocado de algo, a lo que por supuesto él aceptó de inmediato.

Sírvete un poco de harina – le dijo la abuela.
¡Uacala abuelita! -contestó el niño.

¿Entonces que te parece servirte un par de huevos crudos?

“¡Ni loco! ¡Que feo!”

“¿Entonces tal vez te gustaría probar un poco de aceite de cocina o de polvo de hornear?”

“Abuelita, que te pasa. Todo eso es ¡Uacala!”

A lo que la abuelita respondió: “En verdad, todas estas cosas se ven muy mal por sí solas. Pero cuando todas ellas son mezcladas de manera correcta, de ellas nace un pastel delicioso.

Dios trabaja de la misma manera. Muchas veces nos preguntamos por qué Él permite que pasemos por momentos y circunstancias tan malos. Pero Dios sabe que ordenando todas estas cosas a Su manera perfecta, ¡éstas siempre obran para nuestro bien!

Solamente tenemos que confiar en Él y, en su momento, las cosas malas que nos pasan se convertirán en algo maravilloso!

TAREA DE RESCATE

Lectura: Romanos 3:10-22.
"Hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente" Lucas 15:10
Como vivo en Colorado, en Estados Unidos, escalo montañas. Los fines de semana, en verano, veo excursionistas ocasionales que no tienen idea de lo que están haciendo. Con sandalias, pantalones cortos, camisetas y un solo recipiente de agua, comienzan a subir un sendero a media mañana. No llevan mapa, ni brújula ni ropa para lluvia.
Un vecino mío, voluntario de Rescate Alpino, me ha contado historias de turistas que fueron rescatados de una muerte segura después de desviarse de una senda. Sin importar las circunstancias, Rescate Alpino siempre responde a un pedido de ayuda. Jamás han sermoneado a un turista desventurado, diciendo: «Bueno, ya que ignoraste las reglas del parque natural, tendrás que soportar las consecuencias». Su misión es rescatar. Buscan a todo excursionista necesitado, lo merezca o no.
El mensaje central de la Biblia habla de rescatar. Pablo señala que ninguno de nosotros «merece» la misericordia de Dios y que no podemos salvarnos a nosotros mismos. Tal como un excursionista extraviado, lo único que podemos hacer es pedir ayuda. Citando al salmista, el apóstol dice: «No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda. No hay quien busque a Dios» (Romanos 3:10-11; Salmo 14:1-3).
La buena noticia del evangelio es que, a pesar de nuestra condición, Dios nos está buscando y responde a todo pedido de ayuda. Se podría decir que el Señor se ocupa de la tarea de rescate.
La esencia del arrepentimiento es dar las espaldas al pecado y volverse a Dios.

miércoles, 20 de abril de 2011

LA CAMARA SECRETA

Lectura: Isaías 50:4-5.
"Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz" Mateo 10:27
La gente tiene ciertas necesidades que son tremendamente profundas. El poeta Alfred Tennyson dijo: «Nunca la mañana se redujo a ser noche, pero algunas ciertamente destruyeron el corazón».
A veces, nos encontramos conversando con amigos angustiados y tal vez sentimos que tenemos una necesidad imperiosa de saber qué decir. ¿Cómo podemos «saber hablar palabras al cansado», como declara Isaías 50:4?
Decirles a las personas lo que los maestros humanos nos han enseñado puede producir cierto impacto en ellas. No obstante, las palabras más útiles y convincentes las dicen aquellos que son enseñados por el Señor mismo.
Por esta razón, es esencial que nos sentemos a los pies de Jesús y aprendamos de Él. Cuanto más recibimos de Él, tanto más tenemos para ofrecer a los demás. George MacDonald describe este tiempo con el Señor como tener «una cámara en Dios mismo». Luego continúa diciendo: «Fuera de [esta] cámara […] el hombre debe brindar enseñanza y fortaleza a sus hermanos. Para esto fue hecho».
Es mediante el estudio, la lectura y la meditación bíblica cuidadosa y acompañada de oración que Dios nos habla al corazón. Él nos da «lengua de sabios» (Isaías 50:4) a fin de que tengamos algo para compartir con aquellos que están sumidos en la desesperación.
Escucha el corazón de Dios y luego háblales a los demás desde el tuyo.

lunes, 18 de abril de 2011

GALATAS 6: 7 - 10

«AHORA TE TOCA EL TURNO A TI, CUATE»


«Ahora te toca el turno a ti, cuate.» La frase, trivial y amistosa, la expresó así, desaprensivamente y entre risas. Y tanto José Hernández Rodríguez, policía de la ciudad de México, como también sus compañeros policías, se rieron.

No se trataba de un turno para tomar un trago más. Ni era un turno para echar de nuevo los dados. No era turno tampoco para poner en marcha el auto policial y salir a hacer un recorrido nocturno. El turno para José, hombre casado de treinta y cuatro años de edad y con cinco hijos, era el de jugar a la ruleta rusa. Y él, creyendo todavía que era algo divertido, se puso el arma en la sien y disparó.

No hace falta terminar la crónica. José Hernández Rodríguez, policía de México, murió jugando a la ruleta rusa con el arma de la repartición, en medio de sus compañeros. Lo que lo movió a entrar al juego mortal con esa desastrosa consecuencia, para él y para su familia, fue la frase: «Ahora te toca el turno a ti, cuate.»

Así procede el maligno cuando busca destruir una vida. Se acerca al oído de un jovencito de doce años y le dice: «Ahora te toca el turno a ti; ¡aprovéchalo!» Y el chico, sin saber que la consecuencia lo destruirá, da su primera aspirada de cocaína. Se acerca al oído de la jovencita incauta y le dice: «Ahora te toca el turno a ti, linda.» Y la chica accede a probar lo que es el amor, con la desastrosa consecuencia de un embarazo a los catorce años, que la deja manchada y confundida el resto de su vida.

Se acerca al oído del atildado y respetado caballero, gran hombre de negocios, y le dice insidiosamente: «Ahora te toca el turno a ti, hombre; ¿qué esperas?» Y el caballero entra en el negocio sucio pensando hacer millones, y lo que saca es un proceso por estafa, y la ruina física, económica y moral.

La tentación siempre hace el mismo juego y casi siempre sale bien. Pone una oportunidad de desliz ante una persona cualquiera y le dice: «Ahora te toca a ti.» Y esa sola frase, aun en voz queda, tiene la fuerza de un Iguazú.

Sin embargo, entre las voces que arrastran al ser humano, no todas lo llevan a la derrota. Cristo también se acerca a cada persona y le dice: «Ahora te toca a ti.» Y es como si dijera: «Esta es la oportunidad de cambiar el rumbo de tu vida, de enmendar tus caminos, de regenerarte por completo, de ser una nueva persona.»

Jesucristo le da sentido a la vida. Él le da propósito a nuestra existencia en esta tierra. Y nos dice con urgencia: «Ahora te toca a ti. Reconcíliate conmigo. Hazlo ahora, ahora mismo.» No rechacemos el llamado de Dios. Él desea poner en orden todo lo negro y confuso de nuestra vida. Entreguémosle nuestro corazon.

Hermano Pablo

ESPERA EN DIOS

Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Isaías 40:29-31.

Hace una hora que camino y corro bajo los cedros de un parque natural de los Estados Unidos. En este país hay muchos, poblados de vegeta­ción y de fauna natural. Ardillas traviesas que coquetean con los extraños; venados que corren, asustados, cuando se aproxima un transeúnte. Y aves; muchas de ellas, hermosas, coloridas y esplendorosas.

Estoy cansado. Esta es la última vuelta que doy antes de bañarme y sen­tarme delante de la computadora, para escribir el devocional. El cansancio trae a mi mente el versículo de hoy: Dios promete dar esfuerzo al cansado y multiplicar las fuerzas del que está agotado.

En esta vida, muchas veces sientes que no tienes fuerzas. Ya diste, de ti, todo lo que eras capaz de ofrecer; pero sientes que estás perdiendo el control de la embarcación. El mar de las dificultades te asusta, y no sabes qué hacer. Lo peor es que de una actitud tuya depende el bienestar de otras personas. Hay hijos que te miran como a un héroe, que jamás se cansa y nunca desiste.

En la soledad de tu alma, sin embargo, tú sabes que eres apenas un ser humano. Un padre o una madre que lucha para llevar la familia adelante ; no una máquina infatigable que cumple mecánicamente sus funciones.
¿Qué hacer cuando nadie comprende tu debilidad? ¿Adónde ir, cuándo sientes que las fuerzas están llegando al límite?

El versículo de hoy menciona que hasta los muchachos se fatigan y se cansan, y los jóvenes flaquean y caen, pero aquellos que esperan en el Señor tendrán “nuevas fuerzas”. Dios no te promete aumentar la fuerza, sino darte nuevas fuerzas. Como si recién entrases en la lucha. No descansado, sino nuevo.

Es que Dios no solo reconstruye lo que está destruido, sino también “te hace de nuevo”. El pasado desapareció; solo existe un presente, en el que acabas de entrar, y un futuro maravilloso para recorrer.

Por eso, hoy, no hagas caso de tus fuerzas casi agotadas. Mira a Jesús, y recuerda que “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

ACRECENTAR EL AMOR

Lectura: 1 Corintios 13.
"[El amor] no busca lo suyo" 1 Corintios 13:5
Un joven le dijo a su padre: —Papá, voy a casarme.
—Raúl, ¿cómo sabes que estás preparado para casarte?— preguntó el padre. —¿Estás enamorado?
—Sin ninguna duda— respondió él.
Entonces, el padre preguntó: —Hijo, ¿cómo sabes que estás enamorado?
—Anoche, cuando le daba un beso a mi novia para despedirme, ¡su perro me mordió y no me dolió hasta que llegué a casa!
Raúl tiene ese sentimiento de amor, pero necesita madurar mucho. Vernon Grounds, ex escritor de Nuestro Pan Diario, que ha estado casado durante más de 70 años, comparte estos puntos sobre cómo crecer en amor:
Reflexionar en el amor de Dios en Cristo. Dedica tiempo para pensar detenidamente en cómo dio Su vida por ti. Lee acerca de Él en los Evangelios y dale gracias.
Orar para conocer el amor de Dios. Pídele que te permita entender Su amor y te enseñe a ponerlo en práctica en tu interacción con tu esposa y con los demás (1 Corintios 13).
Practicar el amor de Dios. Da de ti mismo. Un recién casado me dijo que él piensa que el amor es algo práctico. Señaló: «Mi responsabilidad es hacer que la vida sea más fácil para mi esposa». La otra cara del amor, más difícil, es que nos reta a actuar unos con otros como a Dios le agrada.
El amor aumentará cuando reflexionemos en él, oremos para tenerlo y lo practiquemos.
+A medida que el amor de Cristo crece en nosotros, fluye de nuestra vida.

sábado, 16 de abril de 2011

DEJA QUE TU LUZ BRILLE

Una pequeña niña se encontraba entre un grupo de personas, que eran guiadas en una excursión por una gran catedral. Mientras el guía daba explicaciones sobre las diversas partes de la estructura, el altar, el coro, la mampara y la nave principal, la atención de la pequeña estaba enfocada en una vidriera de colores.

Estuvo por largo tiempo, considerando en silencio la ventana. Al elevar la vista hacia las figuras que formaban parte del vitral, su rostro fue bañado en un arco iris de colores cuando el sol de la tarde inundó el ala cruciforme de la inmensa catedral.

Cuando el grupo se preparaba para continuar la gira, la niña se llenó de valentía y preguntó al guía: “¿Quiénes son las personas que están en ese vitral tan hermoso?
-Esos son los santos” -respondió aquel.

Esa misma noche, mientras la niña se alistaba para acostarse, le dijo a su madre con orgullo:

-Sé quiénes son los santos.
-¿Lo sabes? -respondió la madre. ¿Y me podrías decir quiénes son?
Sin vacilar la niña respondió:

- ¡Son las personas que dejan que la luz brille a través de ellas!
¿Estas permitiendo que la luz del Señor brille a través de tí?

Hemos sido llamados a compartir la luz de Jesús en un mundo de tinieblas. Como rayos de luz que atraviesan el pesimismo y la oscuridad, podemos llevar esperanza y ánimo.

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. —Mateo 5:16

OBREROS INVISIBLES

Lectura: Romanos 12:1-10.
"En un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función" Romanos 12:4
Mientras me arreglaba las uñas, comencé a sentir lástima de mi mano derecha. Esta hace la mayor parte del trabajo, pero la izquierda es la que más atención recibe. Con delicadeza, mi derecha aplica esmalte a las uñas de la izquierda, pero esta, al carecer de habilidad y coordinación, no le devuelve el favor. El esmalte de la derecha está siempre corrido y hecho un desastre. Una mano hace el mejor trabajo, pero la otra recibe todo el cuidado y la consideración.
Mientras trabajaba, mis pensamientos se centraron en algo mucho más importante: los miembros de mi iglesia, muchos de los cuales son sumamente talentosos para realizar tareas que hacen que los demás luzcan bien. Sin embargo, estas personas tan trabajadoras suelen pasar desapercibidas porque su labor hace que la atención se centre en otros. Parece injusto que quienes hacen un trabajo tan bueno sean tan poco reconocidos.
No obstante, los creyentes con una verdadera mentalidad de siervo no lo ven de este modo. Ellos les dan más importancia a los demás (Romanos 12:10) porque saben que Dios ve lo que otras personas no perciben y que Él recompensará a aquellos cuya labor pasa desapercibida para otros (Mateo 6:4,6,18; 1 Corintios 12:24).
¿Alguna otra persona está cosechando el fruto de tu arduo trabajo? Cobra ánimo. Dios recompensa a aquellos que trabajan «de manera invisible» para hacer que Cristo sea visible al mundo.
A Cristo no le pasa desapercibido ningún servicio para Él.

NO SOPORTAR EL DESPRESTIGIO

Durante casi todo un mes el hombre llevó en el bolsillo una cajita de lata que contenía tres pastillas. Al preguntársele para qué las tenía, respondía: «Para el dolor de cabeza», o si no: «Para aliviar la tensión.»

Día tras día, mientras iba al tribunal donde se estaba considerando su caso, Donaldo Santos, de São Paulo, Brasil, llevó su cajita en el bolsillo. Cuando por fin el jurado pronunció el veredicto: «¡Culpable!», Donaldo, sereno y tranquilo, pidió un vaso con agua, y de un solo sorbo tomó las tres píldoras. Casi en seguida cayó al suelo. Las pastillas no eran simple aspirina; eran de cianuro.

Donaldo Santos, de cincuenta y tres años de edad y poseedor de fortuna y prestigio social, había cometido un delito que lo mandaría a la cárcel por veinticinco años. De haber sido declarado inocente, nadie jamás hubiera sabido que las pastillas eran de cianuro. Pero cuando lo declararon culpable, sus palabras fueron: «Esto es un remedio para todo.»

Hay hombres que toleran el cometer un delito, y su conciencia poco o nada les dice. Pueden violar las leyes y los dictámenes de su conciencia, y seguir como si nada, disfrutando de la vida. Pero no pueden soportar la pérdida del prestigio social o la de su holgada posición económica. El delito poco importa. Lo que no soportan es la pérdida del prestigio y del bienestar.

Ese es el enorme error de muchos. Por carecer de esa luz roja que se enciende en el alma cuando hay peligro moral, y que se llama «conciencia», siguen adelante con su mal vivir. Viven para el disfrute de la buena vida, con moral o sin ella, con conciencia limpia o sin ella, y perdida la buena vida, se suicidan.

Si lo único que nos interesa es que no se nos descubra, sin importarnos el aspecto moral de nuestra infracción, tarde o temprano tendremos que responder tanto a la ley humana como a la divina. El no hacer el mal debe obedecer a esa inquietud espiritual que todos llevamos dentro, que se llama la ley de Dios. Y esto no sólo como escape a la justicia humana, sino para vivir con la conciencia clara y limpia, sabiendo que estamos bien con nuestro Creador.

Por eso es necesario que arreglemos nuestras cuentas con Dios. Cristo fue a la cruz para librarnos de todo lo malo y ofrecernos una vida nueva. El nuevo corazón que Él nos da nos hace reconocer la importancia de su ley moral. Y cuando nos sometemos a esa ley divina, a la misma vez nos estamos sometiendo a la ley humana. Hagamos de Cristo el Señor de todas nuestras acciones

Hermano Pablo

INTERCAMBIO DE MIRADAS

54 “Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos.
55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos.
56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él.
57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco.
58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.
59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó.
61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palab ra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.” Lucas 22, 54-63


La negación de Pedro nos resulta muchas veces un evento incomprensible.

¿Cómo fue posible que este hombre, uno de los tres más íntimos del maestro, a quien el Padre mismo revela la naturaleza de Jesús y a quién Jesús deja ver de antemano su gloria venidera en la transfiguración, pueda sucumbir ante la interrogación de una criada y dos hombres?

Evidentemente Pedro no se conocía en profundidad, estaba muy seguro de sus convicciones y no sentía temor alguno al afirmar ante Jesús y el resto de los apóstoles: “Aunque todos estos pierdan su fe en ti, yo no” y cuando Jesús le dice que antes que cante el gallo lo habrá negado tres veces, él contesta: “Aunque tenga que morir contigo no te negaré”.

Pedro se atrevía a contradecir al Maestro, confiaba más en sí mismo que en lo que J esús le estaba revelando que veía en él. Esta actitud lo hacía sumamente vulnerable al enemigo y de hecho éste no desaprovechó la oportunidad.

El evangelio de Lucas menciona que Jesús volteó y miró a Pedro tras la negación, sin embargo nada dice respecto de ese intercambio de miradas. Sólo que provocó a Pedro a llorar amargamente.

¿Cómo imaginamos que fue ese intercambio de miradas? ¿Qué decían los ojos de Jesús? ¿Qué decían los ojos de Pedro?

Jesús conocía a Pedro, sabía lo que había en su corazón, sabía también que Pedro no se conocía a sí mismo, sabía de la amargura de su corazón antes de que el propio Pedro pudiera experimentarla.

Jesús amaba a Pedro así como él era, con sus errores y debilidades, con sus idas y venidas. Sabía que sus discípulos se dispersarían, que todos perderían la fe en Él, sin embargo eso no lo detuvo, prosiguió a cumplir aquello por lo cual había venido.

La mirada de Jesús no podría haber sid o otra que una mirada compasiva, llena de misericordia, a Jesús le dolía más la amargura del propio Pedro, que la ofensa que le significaba la negación de su persona. Y no cabe duda de ello, pues Jesús iba a la cruz por ese Pedro, a causa de esa naturaleza, y lo hacía por amor.

Entre los encuentros del Jesús resucitado con sus discípulos, se relata un diálogo muy conocido entre Pedro y Jesús en el capítulo 21 del evangelio de Juan:

15” Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.
16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes qu e te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.
18 De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.
19 Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.”


Aquí nos encontramos con un Pedro muy diferente, algo había cambiado en su interior, había aprendido la lección. Consciente de lo engañoso de su corazón, ya no dice: “Señor, yo te amo más que estos.” Ahora responde: “Señor, lo sabes todo; sabes que te amo. Pedro había dejado de lado el Yo para dar paso al Tú de Cristo.

Jesús no desecha a Pedro por su error, no menciona la negación, no le reprocha nada, no le saca del servicio, por el contrario, renueva su mandato: “Apacienta mis ovejas” y finalmente le dice “Sígueme”.

Jesús n os deja un claro doble ejemplo de cómo deben ser nuestras actitudes para con los demás, a la vez que nos deja claro cómo es Él con nosotros. Necesitamos el amor de Jesús en nuestros corazones para poder amar como Él amó.

Si hoy sientes amargura en tu corazón por haber de alguna manera “negado” a Jesús, te invito a que busques su mirada, sin miedo, pues no encontrarás allí reproches, ni rechazo sino la mirada mansa de un Cristo que todo lo conoce y que a pesar de tu negación nunca dudó en subir a la cruz por ti. Él renovará tu llamado y te dirá una vez más “sígueme”.

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
EricaE

miércoles, 13 de abril de 2011

MIL NOVENTA Y CINCO BESOS DE AMOR

El hombre, de sesenta y cinco años de edad, se inclinó sobre su esposa. Ella estaba dormida, dormida profundamente. Él depositó un suave beso en su mejilla y le dijo: «Pronto te sentirás bien, querida.»

Al otro día le dio el mismo beso y le dijo las mismas palabras. Así hizo día tras día, durante mil noventa y cinco días, todo el tiempo que la esposa estuvo en coma.

Eran José Brasher y su esposa Bárbara. Ella, en una Navidad, había sufrido la ruptura de una arteria cerebral y había estado en coma por tres años. Al fin de tantos besos y de tantos días, Bárbara abrió los ojos y dijo: «¡Feliz Navidad, amor mío!» De ahí que concluyera: «Dios, y los besos de mis esposo, me trajeron de vuelta.»

Esta es una verdadera historia de amor. Es más, es una historia de amor, de fe y de esperanza, las tres grandes virtudes cristianas. Bárbara sufrió un coma que duró tres años. Cada día su esposo la visitó en el hospital, y cada día de esos tres años él depositó un beso en su mejilla y una oración en su oído. Y finalmente el amor, la fe y la esperanza dieron resultado. Fue así como Bárbara quedó perfectamente bien.

¡Qué poder tiene un beso! ¡Cómo puede cambiar, en un momento, la noche en día, la pena en alegría, la lágrima en sonrisa, y la angustia en gozo! Basta un solo beso —un beso de verdadero y genuino amor entre esposos— para que vuelva la felicidad, se fortalezca el amor, cambie el corazón y se disipe el dolor. Pero tiene que ser un beso de amor y no de compromiso, ni de pasión, ni de misericordia ni de complacencia. Tiene que ser un beso que brota del amor —legítimo, humano y fiel— que llena el corazón de los dos.

Los que estamos casados, ¿amamos a nuestro cónyuge? ¿Perdura entre nosotros la absoluta fidelidad a los votos que un día nos hicimos ante el representante de Dios? ¿Nos tratamos con cariño y comprensión? ¿Son más fuertes el amor, el enlace, el vínculo y el compromiso que las desavenencias, la discordia, el antagonismo y la contrariedad? Si la respuesta es negativa, hay una nube negra que se ha puesto sobre nuestro hogar que, si no se disipa, lo destruirá.

Insistamos, de voluntad y de corazón, que la persona de Cristo, el Autor del matrimonio, sea la cabeza invisible pero permanente de nuestro hogar. Con Cristo en el corazón, seremos más propensos a dar besos de verdadero amor a la esposa o al esposo. Sólo Cristo puede transformar la vida de cada uno. Sólo Él da ese amor que se sobrepone a toda prueba. Cuando Él es el Señor de nuestro matrimonio, podemos disfrutar como nunca de ese amor puro y permanente.

Hermano Pablo

NO TE RINDAS NUNCA

Una vez más, la joven maestra leyó la nota adjunta a la hermosa planta de hiedra.

“Gracias a las semillas que usted plantó, algún día seremos como esta hermosa planta. Le agradecemos todo lo que ha hecho por nosotras. Gracias por invertir tiempo en nuestras vidas”.

Una amplia sonrisa iluminó el rostro de la maestra mientras por sus mejillas corrían lágrimas de agradecimiento. Como el único leproso que manifestó gratitud hacia Jesús cuando fue sanado, las chicas a quienes les había dado clase en la escuela dominical, se acordaban de agradecer a su maestra. La planta de hiedra representaba un regalo de amor.

Durante meses la maestra regó fielmente la planta en crecimiento. Cada vez que la miraba, recordaba a esas adolescentes especiales y eso la animaba a seguir enseñando.

Pero al cabo de un año, algo sucedió. Las hojas empezaron a ponerse amarillas y a caerse; todas, menos una. Pensó en deshacerse de la hiedra, pero decidió seguir regándola y fertilizándola. Un día, al pasar por la cocina, la maestra vio que la planta tenía un brote nuevo. Unos días después, apareció otra hoja, y luego otra más. En pocos meses, la hiedra estaba otra vez convirtiéndose en una hermosa planta.

Henry Drummond dice: “No pienses que no pasa nada, simplemente, porque no ves tu crecimiento, o no escuchas el zumbido de los motores. Las grandes cosas crecen silenciosamente”.

Hay pocas alegrías más grandes que la bendición de invertir fielmente amor y tiempo en las vidas de otras personas. ¡Nunca, nunca te des por vencido con esas plantas!

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. —Gálatas 6:9

EL NO DUERME

Lectura: Salmo 12
"No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda" Salmo 121:3
Las jirafas tienen el ciclo de sueño más breve de todos los mamíferos. Sólo duermen entre 10 y 120 minutos cada 24 horas, lo que hace un promedio de 1,9 horas por día. Dado que estos animales aparentan estar siempre despiertos, en este sentido no tienen mucho en común con la mayoría de los seres humanos. Si nosotros durmiéramos tan poco, tal vez significaría que padecemos alguna clase de insomnio. Sin embargo, en el caso de las jirafas, no es una enfermedad del sueño lo que las mantiene despiertas, sino que es simplemente la forma en que Dios las ha hecho.
Si piensas que 1,9 horas por día es dormir poco, considera este concepto sobre el Creador de nuestros espigados amigos animales: Nuestro Padre celestial nunca duerme.
Al referirse al permanente interés de Dios en nosotros, el salmista declara: «No se dormirá el que te guarda» (Salmo 121:3). En el contexto de este salmo, el escritor deja claro que el desvelo vigilante del Señor es para nuestro bien. El versículo 5 dice: «Jehová es tu guardador». Dios nos guarda, nos protege y nos cuida sin tener necesidad de recuperarse. Nuestro Protector está buscando permanentemente nuestro bien. Como dice un himno: «Él nunca duerme, nunca se adormece. Él me vigila de noche y de día».
¿Estás enfrentando dificultades? Acude a Aquel que nunca duerme. Cada segundo del día, permítele que guarde «tu salida y tu entrada» (v. 8).
Aquel que sustenta el universo nunca te defraudará.

domingo, 10 de abril de 2011

UN ALTAR SIMBÓLICO PARA LA NOVIA

La boda se realizó conforme a todos los reglamentos del caso. Primero se celebró la ceremonia civil; después, una muy sentida y emotiva ceremonia religiosa. La novia, con vaporoso vestido blanco; el novio, de riguroso jaquet; la música, las flores, las velas, los anillos: todo estaba en perfecto orden.

Lo único que diferenció este matrimonio de otros fue el altar ante el cual se juraron los votos. Georgina y Bruce, una pareja de jóvenes de Virginia, Estados Unidos, solicitaron casarse frente a la sepultura de los padres de ella. «Mis padres estuvieron casados cincuenta y un años en la mayor fidelidad —explicó Georgina—. Yo quiero casarme frente a sus sepulcros para decir con eso que yo también creo en la perdurabilidad del matrimonio.»

A pesar de lo extraño del sitio de la ceremonia, no podemos menos que admirar los ideales de esa pareja. Ya sea que el matrimonio se celebre frente al sepulcro de padres fieles, o en una iglesia, siguiendo la más estricta liturgia eclesiástica, lo que aquí sobresale es ese propósito sano, puro y bíblico de establecer la unión matrimonial hasta que la muerte los separe.

Dios ha diseñado el matrimonio como una unión perdurable. La monogamia y la fidelidad recíprocas son la única base de un hogar dichoso y duradero. La receta divina es ésta: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser» (Génesis 2:24). El apartarse de estos principios santos es jugar con el acto humano más sagrado que existe. El divorcio —juego descuidado, rebelde y desobediente— es lo que ha creado una sociedad sin escrúpulos, sin moralidad, sin fe y sin Dios. ¿Cuál tiene que ser el resultado? El caos, un caos horrible, el caos social que predomina en el mundo actual.

No es necesario que ocurra este desbarajuste. Siempre es posible tener un matrimonio como lo predispuso Dios. Sólo hace falta seguir sus enseñanzas. En cualquier lugar donde nos casemos, ya sea en una capilla, o en una playa, o en un restaurante o en un bosque, podemos sentar las bases de una relación conyugal pura y perdurable si ese matrimonio sigue los principios de la Santa Biblia y las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.

Invitemos a Cristo a nuestra boda, y determinemos vivir con nuestro cónyuge el resto de nuestra vida. Esa es la única manera que vale para entrar en una relación matrimonial, que es la más importante de esta vida. Permitamos que Cristo sea el Guía y el Señor de nuestro destino.

Hermano Pablo

sábado, 9 de abril de 2011

MEDIO AMBIENTE LIMPIO

Lectura: Efesios 4:17-32.
"Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación" Efesios 4:29
¡Qué problema tan frustrante es la contaminación! Todos la padecen, pero todos contribuyen a que aumente.
La contaminación se presenta de muchas maneras, pero hay una forma que suele ser pasada por alto. Charles Swindoll la llama «contaminación verbal», y la generan los rezongones, los quejosos y los criticones. «El veneno del pesimismo —escribe Swindoll— crea una atmósfera de negativismo generalizado donde lo único que se enfatiza es el lado malo de las cosas».
Un grupo de amigos creyentes en Cristo se interesó en esta forma de contaminación y la parte que les tocaba en cuanto a ella. Entonces, acordaron evitar manifestaciones críticas durante toda una semana. ¡Quedaron sorprendidos al descubrir lo poco que habían hablado! A medida que continuaron con el experimento, tuvieron que volver a aprender a hablar.
En Efesios 4, Pablo insta a los creyentes a actuar de una manera práctica como esa. Se nos dice que debemos despojarnos del viejo yo y de sus comportamientos, que entristecen al Espíritu Santo (vv. 22,30), y vestirnos del nuevo ser que edifica a los demás (v. 24). Al depender de la ayuda del Espíritu (Gálatas 5:16), podemos efectuar cambios en la conducta, en la manera de pensar y en la forma de hablar.
Si queremos librarnos de la contaminación verbal, debemos decidir cambiar y pedirle a Dios que nos ayude. Es una gran manera de comenzar a limpiar el medio ambiente espiritual.
Ayuda a acabar con la contaminación: ¡limpia tu manera de hablar!

SEAMOS HONESTOS

La lectura bíblica de hoy nos recuerda que los demás nos conocen por nuestros frutos. También hay muchas otras cosas que ayudan a identificarnos. Hay un dicho que dice: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. Hace unos años, vimos un letrero al frente de una pequeña iglesia de campo que decía: “Dime las personas que evitas y te diré quien eres”.

Las cosas que leemos también nos identifican. La oruga de la col sólo se alimenta de la col, mientras que la oruga de la nuez se alimenta de las hojas del árbol de nuez. La oruga del algodoncillo solo se alimenta del algodoncillo, y fácilmente identificamos al insecto de la papa por su amor a la planta de la papa.

El hombre que se pasa horas leyendo las páginas deportivas en el diario lo hace porque es admirador de los deportes. La literatura en tu hogar identifica la clase de persona que eres. ¿Tienes tiempo de sobra para el diario, pero sólo le echas un vistazo breve a la sana y buena literatura, la cual podría ayudarte crecer espiritualmente? Nos volvemos como los libros que leemos y como las personas con las que nos relacionamos.

¿Acaso tu lectura te identifica como un hijo de Dios?

Cuanto más andamos con Cristo, más nos parecemos a Cristo.

Fuente: Melvin Yoder, Junto a Aguas de Reposo.

Así que, por sus frutos los conoceréis. —Mateo 7:20

jueves, 7 de abril de 2011

TENGO A JESUS PARA ESTO

Lectura: Salmo 66:1-15.
"No te desampararé, ni te dejaré" Hebreos 13:5
En una reunión de evangelización, en Irlanda, el orador estaba explicando qué significa permanecer en Cristo y confiar por completo en Él en toda dificultad. Al concluir su mensaje, repitió varias veces: «Significa que, en toda situación, puedes seguir diciendo: “Tengo a Jesús para esto”».
Más tarde, la reunión quedó abierta para dar testimonios. Una joven dijo: «Hace unos minutos, me entregaron este telegrama. Dice: “Mamá está muy enferma. Toma el tren de inmediato”. Cuando vi esas palabras, supe que el mensaje de esta noche era justo para mí. Mi corazón miró al cielo y dijo: “Tengo a Jesús para esto”. Al instante, mi alma se inundó de paz y fortaleza».
Tres o cuatro semanas después, el evangelista recibió una carta de esta mujer, que decía: «Gracias otra vez por el mensaje que dio ese día. La vida se ha convertido en un salmo ininterrumpido de victoria porque me di cuenta de que, sin importar lo que suceda en la vida, tengo a Jesús para eso».
Esa creyente había hallado en Cristo a la Persona que estaría con ella «por el fuego y por el agua», y que la sacaría «a abundancia» (Salmo 66:12).
Si estás soportando una gran prueba de aflicción, recuerda que… ¡tienes a Jesús para eso!
Si siempre permanecemos en Cristo, descubriremos que Cristo siempre permanece con nosotros.

martes, 5 de abril de 2011

UN ALTAR SIMBÓLICO PARA LA NOVIA

La boda se realizó conforme a todos los reglamentos del caso. Primero se celebró la ceremonia civil; después, una muy sentida y emotiva ceremonia religiosa. La novia, con vaporoso vestido blanco; el novio, de riguroso jaquet; la música, las flores, las velas, los anillos: todo estaba en perfecto orden.

Lo único que diferenció este matrimonio de otros fue el altar ante el cual se juraron los votos. Georgina y Bruce, una pareja de jóvenes de Virginia, Estados Unidos, solicitaron casarse frente a la sepultura de los padres de ella. «Mis padres estuvieron casados cincuenta y un años en la mayor fidelidad —explicó Georgina—. Yo quiero casarme frente a sus sepulcros para decir con eso que yo también creo en la perdurabilidad del matrimonio.»

A pesar de lo extraño del sitio de la ceremonia, no podemos menos que admirar los ideales de esa pareja. Ya sea que el matrimonio se celebre frente al sepulcro de padres fieles, o en una iglesia, siguiendo la más estricta liturgia eclesiástica, lo que aquí sobresale es ese propósito sano, puro y bíblico de establecer la unión matrimonial hasta que la muerte los separe.

Dios ha diseñado el matrimonio como una unión perdurable. La monogamia y la fidelidad recíprocas son la única base de un hogar dichoso y duradero. La receta divina es ésta: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser» (Génesis 2:24). El apartarse de estos principios santos es jugar con el acto humano más sagrado que existe. El divorcio —juego descuidado, rebelde y desobediente— es lo que ha creado una sociedad sin escrúpulos, sin moralidad, sin fe y sin Dios. ¿Cuál tiene que ser el resultado? El caos, un caos horrible, el caos social que predomina en el mundo actual.

No es necesario que ocurra este desbarajuste. Siempre es posible tener un matrimonio como lo predispuso Dios. Sólo hace falta seguir sus enseñanzas. En cualquier lugar donde nos casemos, ya sea en una capilla, o en una playa, o en un restaurante o en un bosque, podemos sentar las bases de una relación conyugal pura y perdurable si ese matrimonio sigue los principios de la Santa Biblia y las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.

Invitemos a Cristo a nuestra boda, y determinemos vivir con nuestro cónyuge el resto de nuestra vida. Esa es la única manera que vale para entrar en una relación matrimonial, que es la más importante de esta vida. Permitamos que Cristo sea el Guía y el Señor de nuestro destino.

Hermano Pablo

domingo, 3 de abril de 2011

COMO UN CORDERO

Lectura: Juan 15:9-17.
"Como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" Isaías 53:7
En 1602, el artista italiano Caravaggio pintó un cuadro titulado La captura de Cristo. Esta obra, una muestra temprana del estilo barroco, es cautivante. Hecha con matices oscuros, permite que el observador contemple el arresto de Jesús en el huerto de Getsemaní. Dos elementos notorios de la escena descrita en la pintura captan la atención de quien la contempla. El primero es Judas, dando el beso traidor. Sin embargo, la vista luego se centra inmediatamente en las manos de Jesús, las cuales están suavemente entrelazadas mostrando que no ofrecía ninguna resistencia ante esa injusticia. Aunque Cristo tuvo el poder para crear un universo, se entregó voluntariamente a Sus captores y a la cruz que le aguardaba.
Mucho antes de que tuviera lugar esta escena, Jesús les dijo a sus oyentes que nadie podía quitarle la vida, sino que Él la ponía voluntariamente (Juan 10:18). Esta actitud de entrega voluntaria fue profetizada por Isaías, quien escribió: «Como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca» (Isaías 57:3).
El sacrificio personal de Cristo, a semejanza del de un cordero, es una muestra maravillosa de la grandeza de Su amor. «Nadie tiene mayor amor que este», explicó Él, «que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13). Piénsalo. ¡Hasta tal punto te amó Jesús!
Las manos traspasadas de Jesús revelan el corazón inundado de amor de Dios.

sábado, 2 de abril de 2011

viernes, 1 de abril de 2011

RESCATE Y VUELTA A LA VIDA

Un domingo, cuando la familia Desmore terminaba su frío paseo a la isla Kodiak y su pequeña embarcación los llevaba de regreso a la Bahía Larson en Alaska, sufrieron un percance. El barco se hundió con Misty, de tres años, una prima, su madre y su abuelo. Los guardacostas pudieron salvar a la madre y a la prima de Misty, pero el abuelo, Archie, de cincuenta años, murió de hipotermia.

Las esperanzas de los esforzados guardacostas no eran muy alentadoras en cuanto a la pequeña Misty, a quien no encontraban, y el tiempo transcurría en forma amenazante. Por fin hallaron a la niña, que flotaba boca abajo en las heladas aguas del Pacífico Norte. Misty había dejado de respirar hacía casi cuarenta minutos.

El doctor Marty, médico de los guardacostas, personalmente succionó casi un litro de agua marina salobre de los pulmones de la niña. En unión de su ayudante, le aplicó la respiración artificial hasta que ella comenzó a respirar por cuenta propia. Fue así como Misty se reanimó casi milagrosamente, y recibió cuidados intensivos en el Hospital Providence de Anchorage.

Es asombroso el increíble rescate y la milagrosa vuelta a la vida de una pequeña de tres años que prácticamente estuvo muerta a merced de las frías aguas del Pacífico. Así como Misty flotaba sin ninguna esperanza, el hombre actual se encuentra vagando en un frío océano, ahogado por la culpa de sus faltas. Por sus propios medios jamás logrará salvarse. Pero su Creador ya hizo todo lo necesario para rescatarlo. Jesucristo vino para pagar el precio de la culpa humana y quitarnos la carga que nos mantiene muertos en nuestros propios delitos. Al igual que el médico de los guardacostas que le aplicó la respiración artificial a la pequeña Misty, Cristo nos llena de su aliento divino —el Espíritu Santo— para que volvamos a la vida, a una existencia con sentido, llena de su cuidado y de su amor.

Si sentimos que ya no podemos respirar libremente, que estamos muertos en el interior, y reconocemos que el único que puede reanimarnos es Dios, es hora de que se produzca una verdadera y milagrosa resurrección en nuestra vida.

Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo para rescatarnos, dando su vida como precio por nuestra libertad. Aceptemos el perdón que nos ofrece y el aliento de vida eterna.

Hermano Pablo