jueves, 31 de diciembre de 2009

bendiciones

UN REGALO ESPECIAL

Desde la muerte de su padre tres años antes, la familia de Roberto había luchado por subsistir. A pesar de los esfuerzos de su mamá, nunca había suficiente para todos. La pobre mujer trabajaba el turno de la noche en el hospital, pero lo poco que ganaba no le alcanzaba para más que lo estrictamente necesario.
Lo que le faltaba en lo material a la familia de Roberto, lo compensaba en amor y unidad familiar. Tanto sus dos hermanas mayores como su hermana menor ya le habían hecho a su mamá un lindo regalo de Navidad.
«No era justo», pensaba Roberto, que tenía apenas seis años de edad. Ya era Nochebuena, y él no tenía absolutamente nada que darle a su mamá.
Procurando contener las lágrimas, se encaminó hacia la calle donde él había visto tiendas. Pasó por una tienda tras otra y contempló las vidrieras decoradas. Cada una mostraba regalos que él jamás podría comprar.
Al caer la noche, Roberto se dio vuelta, cabizbajo, para volver a casa, y notó de pronto el reflejo del sol poniente en una moneda que brillaba en la acera.
¡Nadie jamás se sintió tan rico como Roberto al recoger esa moneda!
Con su nuevo tesoro en la mano, entró alegre en la primera tienda que vio. Pero su ánimo decayó tan pronto como el vendedor le explicó que allí no podía comprar nada con una sola moneda.
Así que fue a una florería que vio en frente, e hizo cola detrás de unos clientes. Cuando le llegó el turno a Roberto, el dueño del establecimiento le preguntó.
—¿En qué puedo servirle, jovencito?
Roberto le mostró la moneda y le preguntó si eso le alcanzaba para comprar una flor para su mamá como regalo de Navidad. El comerciante lo miró con ternura, se agachó para estar a su nivel y le dijo:
—Espera aquí un momento, que voy a ir a ver si hay algo que pueda servirte.
Ante el asombro de Roberto, el dueño regresó al rato con una docena de rosas rojas con hojas verdes y florecitas blancas atadas con un lindo lazo plateado.
6—Ahora sí me puedes dar la moneda que tienes en la mano, jovencito —le dijo el hombre—. Imagínate que tenía estas rosas a un precio rebajado, ¡la docena por una sola moneda! ¡Menos mal que llegaste a tiempo para comprarlas; si no, nadie hubiera aprovechado esta magnífica oferta!
Roberto le dio las gracias y le pagó, dando saltos de alegría por dentro. El hombre le abrió la puerta y, mientras el emocionado niño salía con su docena de rosas, le dijo: «¡Feliz Navidad, hijo!»
Más tarde el conmovido dueño le contó a su esposa lo sucedido:
—Esta mañana, antes de abrir el local, percibí como que una voz me decía que apartara una docena de mis mejores rosas para un regalo especial. No sabía por qué, pero lo hice. Luego, antes de cerrar, un niño entró con la intención de comprarle a su mamá una flor con una sola monedita. Ese niño era como yo hace muchos años. Yo tampoco tenía nada con qué comprarle un regalo de Navidad a mi madre. Pero un desconocido me vio en la calle y me dijo que sentía que debía darme dinero. ¡Era más que suficiente para comprarle un regalo a mamá!
»Cuando vi a ese niño esta noche, supe de Quién era esa voz, así que fui y le arreglé aquellas rosas.
Lo cierto es que el dueño de aquella florería las estaba arreglando para Jesucristo mismo, el que cumplía años. Pues fue Cristo quien dijo:
«Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.» Mateo 25:1.
Hermano Pablo.

HORAS Y TIEMPOS

Lectura: Eclesiastés 3:1-8.
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora" Eclesiastés 3:1
Al Reverendo Gardner Taylor se le ha llamado «el deán de la predicación norteamericana». Nacido en Louisiana, en 1918, nieto de esclavos, venció a la segregación existente en su juventud para llegar a ser el pastor de una numerosa congregación en Nueva York y un líder en la lucha por la igualdad racial. Durante seis décadas, viajó por el mundo como un predicador muy solicitado.
Sin embargo, a la edad de 89 años, la salud del Reverendo Taylor cedió y ya no pudo aceptar compromisos como orador. Le dijo a Rachel Zoll, de la agencia de noticias Associated Press: «Al principio me sentí bastante alicaído». Pero luego habló de su fe en la que «todo tiene su tiempo y todo tiene su hora y tenemos que ver cuándo se da cada momento de la mejor manera que podamos y encontrar lo positivo en cada situación».
En un esfuerzo por enfrentar los desafíos de la vida, a menudo nos volvemos a las palabras de Salomón: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (Eclesiastés 3:1). No obstante, no tenemos reparos en admitir que preferiríamos reír que llorar, bailar que endechar, y buscar que perder (vv. 4,6).
Pero sabemos que al aceptar las lecciones y las oportunidades de todo tiempo que se nos presenta, encontramos que «Dios es nuestro amparo y fortaleza» (Salmo 46:1).
Sea cual fuere el tiempo en que nos encontremos, siempre es momento de confiar en Él
Cualquiera que sea la época en la vida, la actitud es lo que marca toda la diferencia.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

CUMPLEAÑOS EN NAVIDAD

JUAN 3:16

Se desató una tormenta de nieve en medio de la noche lúgubre y fría en la ciudad de Chicago. Mientras la gente entraba y salía por las grandes puertas de los edificios tratando de refugiarse en sus abrigos del helado temporal, un niño vendía periódicos en una esquina. Tenía demasiado frío como para preocuparse por la escasez de clientes. Al rato se acercó a un policía y le preguntó:

—Señor, ¿conoce usted un lugar donde un niño pobre como yo pudiera pasar la noche sin tanto frío? Es que por lo regular duermo en una caja ahí a la vuelta de la esquina en el fondo del callejón, y la verdad es que esta noche hace demasiado frío. ¡Qué bueno sería dormir en un lugar protegido del frío!

El policía se compadeció de la condición del niño y le dijo:

—Ve a esa casa blanca grande al final de la cuadra y toca a la puerta. Cuando alguien salga a ver quién es, tú sólo contesta: «Juan 3:16», y verás que te dejarán entrar.

El niño le dio las gracias al policía y siguió sus instrucciones. Cuando llegó a la casa, tocó a la puerta y se asomó una mujer. Él la miró y le dijo:

—Juan 3:16.

La mujer respondió:

—¡Bienvenido, hijo! Entra.

Y lo tomó de la mano, lo acomodó en un sillón frente a una gran chimenea y salió de la sala. El niño se arrellanó en el sillón y pensó: «Juan 3:16... No lo comprendo, pero ¡sí que le da calor a un niño que tiene frío!»

Pasados unos minutos, la mujer regresó y le preguntó:

—¿Tienes hambre?

Él contestó:

—Bueno, un poco. No he comido casi nada en los últimos dos días, así que me encantaría algo de comer.

La mujer lo llevó a la cocina y le sirvió una tras otra porción de comida deliciosa que él comió hasta hartarse. Entonces el niño volvió a pensar: «Juan 3:16... Todavía no lo comprendo, pero ¡sí que satisface a un niño hambriento!»

Luego la mujer lo llevó al segundo piso y le preparó un baño con agua tibia y jabón espumoso. En la tina, el niño pensó: «Juan 3:16... Aún no lo comprendo, pero ¡sí que limpia a un niño sucio! ¡Y este es el primer baño de verdad que he tenido en toda mi vida!»

Después que el niño terminó de bañarse, la mujer lo llevó a un amplio cuarto, lo arropó bien en una cama, le dio un beso y apagó la luz. En la oscuridad apenas podía divisar a través de la ventana la nieve que caía esa noche fría, y volvió a pensar: «Juan 3:16... todavía no lo comprendo, pero ¡sí que le da reposo a un niño cansado!»

Cuando el niño despertó al día siguiente, la mujer le sirvió el desayuno, lo volvió a acomodar en el sillón frente a la chimenea, abrió un libro grande y le mostró que Juan 3:16 es un pasaje de la Biblia que dice que Dios nos amó tanto que envió a su único Hijo al mundo la primera Navidad para salvarnos y darnos vida eterna. Es decir, una noche lúgubre y fría Dios miró a este mundo y diseñó un plan para satisfacer cada una de nuestras necesidades espirituales. Ante esto, el niño no pudo menos que pensar: «No lo comprendo, pero ¡sí que le da seguridad a un niño perdido!»

Carlos Rey

martes, 29 de diciembre de 2009

EL ÚLTIMO SALTO DE TIFFANIE

La muchacha, esbelta, grácil y elegante, saltó del trampolín. Dio tres vueltas en el aire, en forma impecable, y cayó de cabeza en la piscina. Con ese salto magistral ganó el derecho de representar a Inglaterra, su patria, en los juegos olímpicos. ¿Quién era ella? Era Tiffanie Trail, joven de veintidós años de edad.

Lamentablemente Tiffanie no logró su sueño. Una lesión en la muñeca derecha la alejó de las competencias. Decepcionada, se fue a vivir a Sydney, Australia.

Un día, en Sydney, ensayó de nuevo el salto. Pero no lo hizo desde el trampolín de una piscina. Lo hizo desde el balcón de su apartamento, en el piso 23 de un rascacielos, a 69 metros de altura. La joven deportista, con una brillante carrera por delante, murió abrumada de tristeza.

¿Cuál será la decepción que tanto deprime a una persona que decide quitarse su propia vida? En el caso de Tiffanie fue, primero, el divorcio de sus padres. Esto la dejó devastada. Después fue la muerte de su novio, que pereció ahogado en el mar. Y finalmente fue la lesión en el brazo, por la que tuvo que abandonar su carrera. Aun cuando no podamos aprobar el suicidio, podemos comprender al suicida. La vida trae, para ciertas personas, tal carga de angustias que a veces, sin querer, tornan sus pensamientos hacia el suicidio.

El filósofo alemán Federico Nietzsche lo expresó así: «El pensamiento de suicidio es una gran fuente de consuelo con el que podemos pasar en calma toda una noche.» Es de notarse que Nietzsche murió severamente enajenado. Su ideología existencialista fue insuficiente para sostenerlo en el momento de su angustia. El suicidio es un consuelo magro, sin esperanza, sin expectativa y sin destino, que nada bueno puede traer.

Cuando las cargas de la vida se acumulan, cuando los dolores se vuelven insoportables, cuando, como dijo el poeta, «sólo abrojos nuestra planta pisa,» no es en el suicidio que debemos pensar. Debemos pensar en Aquel que es fuente de vida, de fortaleza, de consuelo y de paz.

Habrá quien diga: «Aun Dios me ha fallado.» Pero lo dice porque nunca ha buscado realmente a Dios. Cristo, el Hijo de Dios, Dios hecho carne, es nuestra esperanza segura. Clamemos a Él desde el fondo de nuestra angustia. Jesucristo escucha nuestro clamor aun antes que sale de nuestra boca. No cedamos al suicidio. Sometámonos más bien a la voluntad de Dios. En Él hay paz, serenidad y concordia. En Él hay esperanza. En Él hay vida. Él, y no el suicidio, es nuestra única seguridad.

Hermano Pablo

lunes, 28 de diciembre de 2009

EL DIAMANTE KOH - I - NOOR

El diamante Koh-i-noor se encuentra entre los más espectaculares del mundo. Es parte de las joyas de la corona Británica, presentado a la Reina Victoria por el marajá de la India cuando este apenas era un muchacho.
Años después, cuando él ya era un hombre mayor, el marajá visitó a la Reina Victoria en Inglaterra. Pidió que la piedra fuera traída de la Torre de Londres donde se mantenía guardada con seguridad, hasta el Palacio de Buckingham. La reina hizo según lo pedido.
Tomando el diamante en su mano, él se arrodilló frente a la reina y se lo presentó de nuevo a ella, diciendo: “Su majestad, yo le dí esta joya cuando era un niño, demasiado joven para entender lo que estaba haciendo. Deseo dársela de nuevo a usted en la plenitud de mis fuerzas, con todo mi corazón, afecto y gratitud, ahora y para siempre, en plena conciencia de mi acto”.
El día vendrá cuando posiblemente mires hacia atrás y digas: “Estoy agradecido de mis maestros y las lecciones que me enseñaron de disciplina, concentración, arduo trabajo, cooperación y las formas correctas e incorrectas de competir”. Incluso más valioso será el día cuando te mires en el espejo y digas: “Conociendo lo que ahora conozco de la vida, sé que es valioso continuar enseñando estas lecciones a mí mismo”.
2 Corintios 13:5
Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos.

CON DEFICIENCIA DE SENTIMIENTOS

Lectura: Salmos 62.
"Busqué a Jehová, y él me oyó" Salmos 34:4
Margarita no siente que Dios la ama. Recibió a Jesús como su Salvador hace varios años y tiene la confianza de que ha sido perdonada y que pasará la eternidad con Él. Cree en lo que Dios dice en Su Palabra, pero también le gustaría sentirse amada.
Sus amigos le dan lo que ella considera una respuesta preparada: «¡No se trata de sentimientos! Tan sólo cree y los sentimientos vendrán después». Ella dice: «Muy bien, pero, ¿cuándo es después?» Ella cree que tiene «carencia de afecto».
Dios nos creó a Su imagen para tener emociones, así que el anhelo de sentirse amado es auténtico y bueno. Una manera en que muchos de nosotros percibimos que se nos ama es cuando alguien nos habla y nos escucha.
Dios también provee para esas necesidades en nuestra relación con Él. Habla a nuestro corazón por medio de Su Palabra (Hebreos 4:12) y quiere que nos desahoguemos con Él por todo (Salmo 62:8), incluso en lo referente a nuestro anhelo de sentir Su amor. Además de una relación con Él, Dios nos da aliento, vestido, comida y techo a diario. Al igual que el salmista, podemos encontrar que Dios es nuestra «roca» y nuestro «refugio» cuando confiamos en Él (vv. 2,7).
Dios nos ama. Hoy caminamos por fe. Un día, cuando estemos en Su misma presencia, nunca más tendremos carencia de afecto.
Saber que Dios nos ama es producto de nuestra fe; sentir Su amor por nosotros es producto de nuestra relación con Él.

sábado, 26 de diciembre de 2009

EL TE PUEDE SACAR DEL HOYO

Lectura: 1 Reyes 19:1-12.
"Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado" 1 Reyes 19:12
Casi todo el mundo en algún momento de su vida se verá afectado por la depresión, ya sea la suya propia o la de otra persona. Algunas señales y síntomas comunes de la depresión incluyen sentimientos de desesperanza, pesimismo, falta de valía e impotencia. Aunque no podemos decir con certeza que los personajes bíblicos experimentaron depresión, podemos decir que algunos sí mostraron una profunda sensación de abatimiento, desaliento y tristeza que va unida a la impotencia personal y a la pérdida de significado y entusiasmo por la vida.
Elías es uno de los personajes bíblicos que encaja en esta descripción. Después de derrotar a los profetas de Baal, recibió una amenaza de muerte de parte de Jezabel. Su esperanza se hizo añicos y el abatimiento hizo presa de él. ¡Quería morirse! Dios ayudó a Elías a lidiar con su abatimiento de varias maneras. El Señor no le reprendió por sus sentimientos sino que envió a un ángel para suplir sus necesidades físicas. Luego, el Señor se reveló y le recordó a Elías que Él estaba obrando en silencio en medio de Su pueblo. Acto seguido, renovó la misión de Elías dándole nuevas órdenes. Finalmente, Dios le recordó a Elías que no estaba solo.
En nuestros momentos de desaliento, ¡recordemos que Dios nos ama y desea sacarnos de esa situación para llevarnos a un lugar donde recibamos una visión renovada de Él mismo!
Los débiles, los indefensos y los desalentados están al cuidado especial del Pastor.

MARCOS VIDAL - EL NIIÑO DE BELEN

EL VERDADERO SENTIDO DE LA NAVIDAD

Un hombre recibió de parte de su hermano un automóvil como regalo de Navidad. Cuando salió de su oficina esa Nochebuena, vio que un niño desamparado estaba caminando alrededor del brillante auto nuevo y que lo contemplaba con admiración.

—¿Este es su auto, señor? —preguntó el niño.

El hombre afirmó con la cabeza.

—Mi hermano me lo dio como regalo de Navidad.

El niño se quedó asombrado.

—¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y a usted no le costó nada? A mí sí que me gustaría... —titubeó el niño.

El hombre se imaginó lo que iba a decir el niño: que le gustaría tener un hermano así. Pero lo que el muchacho realmente dijo estremeció al hombre de pies a cabeza:

—Me gustaría poder ser un hermano así.

El hombre miró al muchacho con asombro, y se le ocurrió preguntarle:

—¿Te gustaría dar una vuelta en el auto?

—¡Claro que sí! ¡Me encantaría!

Después de un corto paseo, el niño se volvió y, con los ojos chispeantes, le dijo al hombre:

—Señor, ¿sería mucho pedirle que pasáramos frente a mi casa?

El hombre sonrió. Creía saber lo que el muchacho quería. Seguramente deseaba mostrarles a sus vecinos que podía llegar a su casa en un gran automóvil. Pero, de nuevo, el hombre estaba equivocado.

—¿Se puede detener donde están esos dos escalones?

El niño subió corriendo, y al rato el hombre oyó que regresaba, pero no tan rápido como había salido. Era que traía a su hermanito lisiado. Tan pronto como lo acomodó en el primer escalón, le señaló el automóvil.

—¿Lo ves? Allí está, tal como te lo dije, allí arriba. Su hermano se lo dio como regalo de Navidad, y a él no le costó ni un centavo. Algún día yo te voy a regalar uno igualito... Entonces podrás ver tú mismo todas las cosas bonitas que hay en los escaparates de Navidad, de las que he estado tratando de contarte.

El hombre se bajó del auto y subió al hermanito enfermo al asiento delantero. El hermano mayor, con los ojos radiantes, subió detrás de él, y los tres comenzaron a dar un paseo navideño inolvidable.

Esa Nochebuena, aquel hombre comprendió el verdadero significado de las palabras del apóstol Pablo, que a su vez recordaba las palabras de nuestro Señor Jesucristo: «Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para edificarlos y darles herencia entre todos los santificados. No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie. Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros. Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir."

hch 20:32-35

Carlos Rey

viernes, 25 de diciembre de 2009

LA PALABRA : NAVIDAD

Un profesor de psicología le dio a sus estudiantes un examen de asociación de palabras.
Les dijo que escribieran lo primero que les viniera a la mente tan pronto como él dijera cada palabra. Por ejemplo, si decía «conversación», podían escribir «teléfono» o «diálogo».
Una de las palabras de ese día causó diversas reacciones y asociaciones sumamente interesantes. La palabra era «Navidad».
Estas fueron algunas de las palabras que asociaron con la Navidad: cohetes, fiesta, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol y luces. Entre todas las asociaciones no hubo ninguna referencia a Jesucristo, ni siquiera a su nacimiento.
La verdad es que muy poco de lo que hacemos hoy día se asocia con lo espiritual. Muy pocas de nuestras actividades tienen alguna relación con lo divino.
Muy pocos de nuestros pensamientos abordan lo religioso.
Hablamos con vehemencia en contra del materialismo.
Nos sorprendemos cuando alguien afirma que es ateo.
Nos enojamos cuando alguna persona ridiculiza las cosas religiosas. Sin embargo, guardamos muy poca relación con lo espiritual. Claro que de cuando en cuando vamos a la iglesia, quizás una vez al mes o hasta una vez a la semana. Pero muchas veces lo hacemos para salir de una exigencia social.
Desde luego que buscamos a Dios en los momentos de tragedia, pero esto también viene a ser un acto de último recurso, cuando no nos queda otra esperanza en la vida. Mientras tenemos buena salud y disfrutamos de popularidad, mientras nuestros amigos nos acogen y todo nos va bien, no buscamos seriamente a Dios.
Así que aquellas asociaciones con la palabra «Navidad» revelan algo que se expresa en todas las facetas de nuestra vida.
Si aquel profesor les hubiera dicho la palabra que pusimos como ejemplo, «conversación», habría escogido una de las palabras que más debiéramos asociar con la Navidad. Porque a los ojos de Dios, lejos de representar cohetes, fiestas, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol y luces, la Navidad fue el principio de un nuevo diálogo que entabló Él con nosotros.
Esa primera Nochebuena, Dios el Padre, mediante el nacimiento de su Hijo Jesucristo, reparó la línea de comunicación con nosotros que se había cortado a fin de que pudiéramos restablecer con Él la comunión que habíamos perdido. De modo que ahora todos podemos tener comunión íntima y constante con Dios.
Él está esperando que respondamos a la llamada celestial que nos hizo por medio de su Hijo. Pues es mediante esa conversación que restablecemos la conexión y mostramos que comprendemos el verdadero sentido de la Navidad.
Carlos Rey.
www.conciencia.net
Este día es una oportunidad para reflexionar sobre el más grande amor demostrado hacia la humanidad. El amor eterno de Dios.
“De tal manera amó Dios a este mundo, que envió a su único Hijo, Jesucristo, para que todo aquel que en él crea no se pierda, más tenga vida eterna” Juan 3:16.

UN REGALO DE LO MAS EXPLEDIDO

Lectura: Miqueas 5:2-6.
"Por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos" 2 Corintios 8:9
Tengo un viejo pedazo de yeso en mi escritorio que proviene del antiguo sitio del Herodium en la tierra de Israel. Me recuerda la humildad de nuestro Señor Jesús.
El Herodium era una espléndida residencia que servía de palacio de verano al rey Herodes, una suntuosa villa con opulentos apartamentos amueblados para la familia real y sus invitados. Presumía de un baño romano con pozas de agua caliente y frías, rodeadas por jardines con columnatas.
Se dice que Herodes construyó su palacio para conmemorar una victoria en batalla, pero, conociendo la ambición egoísta de este rey, es posible que tuviera otro propósito en mente. Algunos han conjeturado que, a pesar de haber inquirido de los escribas (Mateo 2:4-6), Herodes sabía acerca de la predicción de Miqueas de que el Mesías de Israel nacería en Belén. Puede que haya querido que el Rey de Israel naciera en su palacio.
Sin embargo, el plan del Padre era que nuestro Señor no naciera en un castillo sino en una cueva. Fue en un humilde pesebre donde nació el pequeño Señor Jesús.
Esta es la gracia de nuestro Señor Jesucristo. «Por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2 Corintios 8:9). Este es el regalo de la espléndida salvación —de todos los regalos, el más grande que tú y yo jamás recibiremos.
La bondad y el amor de Dios se encarnaron en Belén.

jueves, 24 de diciembre de 2009

EL MEJOR REGALO

Carlitos estaba sentado mirando la pequeña montaña de regalos que estaban cerca de la chimenea. Su madre entró y le dijo: En que piensas Carlitos?
Carlitos dijo…estaba pensando en cual de estos será el mejor regalo.
Carlitos- respondió su madre- el valor de los regalos no se mide ni por el tamaño, ni por el color, el precio o la simple envoltura, ni siquiera por la utilidad del mismo. El valor de un regalo se mide por el corazón.
Por el corazón, mami? Los regalos no tienen corazón.
Carlitos, los regalos si tienen corazón.
No mamí…mira-tomando un regalo lo puso en el oido y dijo- Mira mami, no se escuchan latidos.
Oh Carlitos. Los regalos si tienen corazón. Es el corazón de quién lo da, que se extiende hasta el regalo mismo. Cuando alguien te da un regalo, solo por compromiso o con motivaciones erradas, ese regalo llega a ti sin corazón. pero, cuando alguién te da un regalo con todo su corazón, ese palpitar viene al regalo y ese es el verdadero valor del mismo.
Carlitos sonrió y dijo: Uhhh, entonces tengo que volver a hacer otro regalo, porque el regalo que tengo para Rosita, no tiene corazón.
La madre sonrió y le dijo: Mirá, nunca un ser humano ha recibido un regalo de más valor que el regalo que Dios nos dió. Nos dió a su único hijo y nos lo dió con todo su corazón, para que tu ahora tuvieras tu corazón vivo y vibrante.
De verdad? preguntó Carlitos.Seguro hijo. Por eso tienes que amar ese regalo con todo tu corazón, porque ese regalo trae el corazón de Dios. Vive con ese regalo y para ese regalo.
Si mamí-dijo Carlitos- Lo haré y salió corriendo para jugar con Rosita.
Has visto a Jesús como el más grande regalo para tu vida?
Vives para él y por él?
Este es un buen día para entender el corazón de Dios y tener el mejor regalo.
Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. Isa 7:14
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. Juan 3:16,17

NAVIDAD EN TOKIO

Lectura: Hechos 17:22-34.
"Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio" Hechos 17:23
La Nochebuena del 2003, el célebre pintor Makoto Fujimura se reunió con otros artistas para una fiesta en el Museo Sato en Tokio. Muchos habían donado sus obras para una exhibición de beneficencia y recaudar fondos para los niños en Afganistán. Después de la cena, el Sr. Fujimura, un apasionado cristiano que vive en Nueva York, compartió algunas palabras acerca del verdadero significado de la Navidad y la oportunidad que ellos tenían como artistas de crear obras para ayudar a traer esperanza al mundo.
Al reflexionar en dicho evento, Fujimura escribió: «Esa noche en Tokio, estaba convencido de que Jesús se había invitado a Sí mismo para estar entre creadores de arte que puede que ni siquiera conozcan Su nombre. Sospecho que algunos de estos artistas ya han percibido Su presencia en sus estudios mientras trabajan para crear paz por medio de sus pinturas. Todos los regalos de creatividad, como los de los reyes magos [la estrella], apuntan directamente a un establo en Belén».
Pablo escribió que Dios está obrando entre personas de todas las naciones «para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos» (Hechos 17:27-28).
Debemos estar alertas a la presencia del Señor donde menos esperemos verle. Puede que Jesús se invite a Sí mismo a cualquier fiesta de Navidad. Después de todo, es Su cumpleaños.
Esta Navidad, mantente alerta a la obra y la presencia de Jesús.

SEPARACIONES NECESARIAS

Desde antes que nacieran, ya eran la alegría de la familia. Hasta los cinco hijos en el hogar esperaban el arribo con entusiasmo. Pero cuando Clara y Altagracia nacieron, allí comenzó la gran preocupación. Eran dos preciosas y saludables niñas que venían a engrosar la familia Rodríguez, pero eran siamesas. Sus cuerpecitos estaban unidos por el abdomen y la cintura.

Cuando las niñas cumplieron trece meses de edad, las llevaron a la ciudad de Filadelfia, Pennsylvania, en los Estado Unidos. Allí un equipo de veintitrés cirujanos, dirigidos por el Dr. Everett Koop, trabajaron para separarlas. Cada una de ellas tenía sus propios órganos internos, aunque estaban entrelazados. Separarlos fue toda una hazaña de la cirugía. Al terminar la operación, el Dr. Koop anunció: «Las niñas crecerán sanas y normales. Hasta podrán tener hijos normales cuando sean grandes y se casen.»

¡Qué estupendas son las proezas de la medicina! El hábil bisturí sabe penetrar hasta lo más profundo de la carne humana, y dividir tejidos, vasos, órganos y nervios. Y después de hacer esas operaciones formidables en que se extirpan tumores, se cosen arterias, se injertan retinas y se trasplantan órganos, la persona operada queda sana y normal, viviendo y trabajando como si nada. Así fue el caso de las mellizas Rodríguez.

Si pudiéramos contemplar nuestro fuero interno con un aparato especial, capaz de penetrar alma y espíritu, veríamos que cada uno de nosotros lleva pegado, también, un hermano siamés. Me refiero a ese «otro yo», esa segunda naturaleza que cada uno lleva y que se comporta muy diferente de la otra. Tal parece que somos dos personas juntas, pero no al modo de las lindas criaturas Clara y Altagracia.

En nuestro caso, una es buena y otra mala. Una tiene elevados sentimientos morales, y la otra, instintos de bestia. Una es capaz de grandes virtudes; la otra vive ligada a vicios y pasiones. Una eleva; la otra destruye. Es probable que alguno de nosotros se haya preguntado: «¿Por qué soy yo así?»

¿Habrá quien pueda separar esos hermanos siameses que somos nosotros mismos? Sí, es Jesucristo, el gran Médico divino. Al aplicar su bendita gracia, Él puede quitar de nosotros la parte mala y dejar sólo la buena. Tenemos que desearlo y pedirlo, pero Él puede realizar esa operación espiritual. Jesucristo la llama «el nuevo nacimiento». Démosle la oportunidad. Él quiere ser nuestro Médico divino.

Hermano Pablo

miércoles, 23 de diciembre de 2009

TARJETAS DE NAVIDAD

Escribir y enviar tarjetas de Navidad es una de nuestras primeras tareas de la temporada.La costumbre comenzó en Inglaterra cerca de 1840 con el inicio del “Penny Post”, el primer sistema de servicio postal. Según la leyenda, el británico Henry Cole, quien acostumbraba dejar todo para mañana, dio comienzo a la tradición.
En 1843, cuando se encontró atrasado en su correspondencia con sus amistades, decidió corregir la situación enviando saludos navideños al final del año. Su brillante idea dio origen al mercadeo en masa de tarjetas de Navidad, especialmente después de 1860, cuando se desarrollaron mejores métodos de impresión.
En Inglaterra la popularidad de enviar saludos navideños creció cuando se hizo posible enviar tarjetas, sin usar sobres sellados, por la mitad del costo de enviar una carta. Louis Prang, un residente de Boston, imprimió y vendió la primera tarjeta de Navidad en Estados Unidos en 1865.
Las imágenes y mensajes se han mantenido relativamente constantes a través de los años; imágenes mostrando escenas de la temporada o historias de Navidad acompañadas de los mejores deseos de una feliz Navidad y un próspero año nuevo.
Tomado de “ The twelve teas of Christmas
Más allá de la costumbre de enviar tarjetas a familiares y amigos, que necesario es que durante el resto del año, nunca olvidemos a aquellos seres queridos y podamos hacerles brillar sus ojos de alegría sorprendiéndolos en el momento menos esperado, para decirles, “Gracias, por lo que has hecho en mi vida. Una pequeña nota en cualquier época del año, podría hacer un milagro en un corazón deprimido y en una mente desgastada.
Más allá de de Diciembre, decide sorprender a alguien en Enero, Febrero o Abril. No te imaginas como Dios puede usar ese gesto, para traer esperanza a quién casi la pierde.
Porque confortaron mi espíritu y el vuestro; reconoced, pues, a tales personas. 1 Corintios 16:18

EL HOMBRE INVISIBLE

Lectura: Juan 14:5-20.
"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz" Hebreos 12:2
Cuando era niño, me fascinaba el libro El Hombre Invisible. El personaje principal jugaba una versión elaborada del escondite, manteniéndose justo fuera del alcance de simples mortales que habían recibido la «maldición» de una naturaleza visible. Para tener una presencia física, usaba ropas y envolvía su rostro con vendas. Cuando era momento de escapar, simplemente se lo quitaba todo y desaparecía.
Me pregunto si tenemos ideas similares acerca de nuestro Dios por el hecho de que no podemos verle. Sentimos que está más allá de nuestro alcance y lo expresamos en canciones como este himno, uno de mis favoritos:
Inmortal, invisible,
todo sabio Dios,
En luz inaccesible
A nuestros ojos oculto.
Percibimos que Dios está distante, lejos, oculto, y que es inaccesible. Pero necesitamos a un Dios que sea accesible y nos preguntamos cómo tener una relación significativa con Él.
Nunca comprenderemos totalmente cómo es Dios. Pero Él mismo se ha hecho accesible a nosotros. En parte, esa es la razón por la que vino Jesús; para «mostrarnos al Padre» (Juan 14:8) y acercarnos a Él, porque «Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Colosenses 1:15).
Nuestro Dios es un Dios invisible, más allá de nuestra limitada comprensión. Felizmente, Jesús vino a mostrarnos cuán cerca está Él de nosotros en realidad.
La presencia de Dios con nosotros es el mayor regalo que nos ha dado.

martes, 22 de diciembre de 2009

JESUS DE NAZARET

¿QUE NIÑO ES ESTE?

Lectura: Lucas 2:25-35
"He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel,... para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones" Lucas 2:34-35
Uno de los villancicos navideños más queridos fue escrito en 1865 por William Dix, un inglés que administraba una compañía de seguros marítimos y a quien le encantaba escribir himnos. Al compás de la melodía inglesa «Greensleeves» («Mangas Verdes»), algunas versiones usan la segunda mitad del primer verso como coro para los demás:
El es el Cristo, el Rey,
Pastores, ángeles cantad;
Venid, venid a él,
al hijo de María.
Pero en otras versiones, cada estrofa es única. El segundo verso, el cual rara vez se canta hoy, ve más allá del pesebre, hacia la cruz:
¿Por qué en humilde establo así
El niño es hoy nacido?
Por todo injusto pecador
Su amor ha florecido.
Traed ofrendas en su honor
El rey como el labriego,
Al Rey de reyes, Salvador,
Un trono levantemos.
Simeón le dijo a María. «He aquí, Éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma) para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones» (Lucas 2:34-35).
El Niño de la Navidad vino a ser nuestro Salvador. «Gozo, Cristo ha nacido, el hijo de María».
El nacimiento de Cristo trajo a Dios hacia el hombre; la cruz de Cristo lleva al hombre hacia Dios.

NUEVE AÑOS PARA ENCONTRARSE A SÍ MISMO

Fueron nueve años de su vida, quizá los nueve que pudieran haber sido los más productivos: de los veintisiete a los treinta y seis. Pero fueron nueve años que pasó en prisión. Y no sólo en prisión, sino en el pabellón de los condenados a muerte.

«Tuve que contemplar mi muerte durante nueve años —escribió David Mason— para comenzar a descifrar la vida. Nueve años para comprender el dolor que causé. Nueve años para aceptar responsabilidad por mis crímenes, y nueve años para sentir remordimiento por lo que hice.»

David Mason, quien había estrangulado a cinco personas, pagó su deuda a la sociedad en la cámara de gas un día martes, 24 de agosto. Joven todavía, terminó sus días con fuertes sentimientos encontrados, por un lado lamentando su vida perdida, pero por el otro dando gracias a Dios que había hallado la salvación de su alma. Porque durante esos nueve años encontró a Dios y comprendió la gran realidad ineludible de la justicia humana y la justicia divina.

Uno tiene que preguntarse: ¿Por qué tuvo David Mason que llegar a lo más hondo de su vida, hasta ser destruido, para allí darse cuenta de que la vida tiene valor y de que, sometidos a la voluntad divina, podemos vivir con dignidad?

No es necesario cometer un asesinato, ser condenado a muerte y cavilar durante años tras las rejas de una cárcel para comenzar a vivir de nuevo. En cualquier lugar y en cualquier momento podemos recapacitar y decidir someternos a la voluntad de Dios para disfrutar de la vida al máximo.

Todos nuestros problemas vienen como resultado de descuidar las leyes morales de Dios. «No codiciarás», «No hurtarás», «No darás falso testimonio», «Honra a tu padre y a tu madre», «No cometerás adulterio» y «No matarás» son leyes que se aplican a toda persona de todo tiempo y de todo lugar.

Siempre que cualquier persona —sea quien sea, tenga el trasfondo que tenga, viva donde viva y crea lo que crea— quebrante una o más de estas leyes, sufrirá las consecuencias. Aunque no quiera aceptarlas como ordenanzas divinas, como quiera, si las infringe, sufrirá las consecuencias. ¿Acaso tenemos que llegar a la cámara de gas para descubrir esa clara y visible verdad?

No tenemos que esperar hasta estar en el lecho de muerte para arrepentirnos. Ahora mismo podemos aceptar a Jesucristo como nuestro Señor. Él implantará sus divinas leyes en nuestra vida, e implantará en nosotros el deseo y la fuerza para cumplirlas.

Hermano Pablo

Y NO SEAS INCREDULO, SINO CREYENTE

texto :Juan 20: 27,28

“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!” ¿Ya te ha pasado que quieres creer pero no puedes?, si, hablo de esos momentos en los cuales lo único que te queda es creer en lo que Dios puede hacer, pero por alguna extraña razón nuestra mente se rehúsa a creer de que eso puede ser cumplido. Tomás era uno de los doce, uno que había sido escogido especialmente por Jesús para que fuera testigo de su Ministerio acá en la tierra, seguramente Tomás había experimentados cosas sobrenaturales, como la alimentación de los cinco mil, como los milagros a los ciegos, cojos o mancos, había sido testigo de cómo Jesús había caminado sobre el mar o calmado la tempestad, había visto los demonios salían huyendo de la presencia de Jesús y de muchos tantos milagros y prodigios que el Señor había realizado. Pero luego de su muerte, su fe tambaleo a tal punto de no creer en su resurrección, pese a que Jesús lo había predicho, fue tanta la incredulidad de Tomás que dijo tener que introducir sus dedos en las manos traspasados de Jesús y su mano en el costado para poder creer de que se trataba de El. Es fácil juzgar al incrédulo y mas cuando se trata de alguien tan conocido por su incredulidad como Tomás, pero no podemos negar que nosotros en muchas ocasiones hemos realizado el papel de Tomás ante muchas situaciones en la vida. En muchas ocasiones hemos declarado que tenemos fe para poder creer en las cosas maravillosas que Jesús puede hacer y más aun cuando no somos los protagonistas de esas situaciones difíciles en las cuales se necesita esa clase de fe y en donde solo el Poder de Dios puede actuar. Pero cuando de verdad nos toca el turno de ser protagonistas y vemos frente a nosotros esos gigantes llamados: enfermedades, problemas económicos, problemas familiares, desánimos o cualquier nombre que tenga tu gigante, es ahí en donde aquella fe que un día declaramos tener es puesta a prueba. Lo difícil de todo esto es asimilar en nuestra mente humana e incrédula que Dios puede actuar en dicha situación. A lo mejor muchas veces hemos clamado a Dios, pero detrás de la oración ha estado una enorme sombra de incredulidad, en donde a pesar que estas declarando con nuestra boca creer en lo que Dios puede hacer, nuestra mente esta dudosa de ver los resultados. Y es que lo mismo le pasaba a Tomás, el había sido testigo viviendo del Poder de Jesús, pero pese a todo eso, su mente no le permitía asimilar de que había resucitado, algo imposible para su mente, pero posible para Dios. Sinceramente muchas veces no le hemos creído a Dios a totalidad y mientras nuestra fe no sea completa, difícilmente veremos resultados, pero Dios que es grande en misericordia y amor hacia nosotros, pese a que muchas veces no podemos asimilar con nuestra mente su actuar, decide presentarse ante nosotros y decirnos: “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Esta frase ha traspasado mi corazón: “y no seas incrédulo, sino creyente”, solo puedo decir: “Ay Señor, cuan incrédulo soy”, si, incrédulo porque mi mente no me deja asimilar lo que mi espíritu si asimila. Jesús Adrián Romero en una de sus Alabanzas dice: “Mi mente dice no, no es posible”, pero luego dice: “Pero mi corazón, confiado esta en ti, tu siempre has sido Fiel me has sostenido”, cuanta verdad tenían estas palabras escritas seguramente en un momento de conflicto interior en donde había una batalla entre su mente y su corazón, entre no creer y si creer. Amados hermanos, no se que momento puedas estar pasando, quizá has clamado por alguna petición en especial, pero tu mente no te permite creer que se cumplirá, mas en esta hora Jesús nos motiva a que dejemos la incredulidad aun lado para comenzar a ser creyentes. Eso significa que cuando menos sientas, Jesús estará ahí presente como respuesta a tu incógnita y te dirá que metas tus dedos en sus manos o tu mano en su costado y luego de eso responderemos como lo hizo Tomás: “¡Señor mío, y Dios mío!” (v.28). Tu petición esta a un grano de mostaza para cumplirse, es hora de comenzar a ser creyentes de verdad y no incrédulos disfrazados de creyentes.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Creada por www.yamita.org

PROPOSITO EN THOMAS EDISON

La vida de Thomas Edison estaba llena de propósito. Cuando hablaba de su éxito, decía:
Los factores más importantes de la invención pueden ser descritos en pocas palabras.
(1) Conocimiento definido de lo que deseamos lograr.
(2) Fijación de la mente en ese propósito, con persistencia para buscar lo que se persigue, utilizando lo que se sabe y lo que se puede recibir de los demás.
(3) Perseverancia en probar, sin importar las veces que haya fallado.
(4) Rechazo a la influencia de los que han tratado lo mismo, sin éxito.
(5) Obsesión con la idea de que la solución al problema está en alguna parte, y se encontrará.
Cuando un hombre predispone su mente para resolver cualquier problema, puede, al principio, toparse con grandes dificultades, pero si continúa buscando, con toda seguridad encontrará alguna clase de solución. Lo malo que hay con la mayoría de las personas, es que desisten antes de comenzar»
Tomado del libro Actitud de vencedor. John C Maxwell.
Dios ha puesto dentro de cada corazón la determinación de seguir y lograr lo que se propone. Los límites no estan fuera de nosotros, sino dentro de nosotros. Sin embargo, son muchos lo que se rinden ante el primer obstáculo o simplemente se dejan llevar por la corriente de los que viven sin propósito. No permitas que se muera hoy dentro de ti, todo lo que Dios te ha sembrado.
Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. Salmo 126.6
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno. Eclesiastés 11:6
Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones. Isaías 61:11

¡ALELUYA!

Lectura: Isaías 9:1-7.
"Yo sé que mi redentor vive" Job 19:25
El compositor Jorge Federico Haendel estaba en la bancarrota cuando en 1741 un grupo de organizaciones de caridad de Dublín le encargó componer una obra musical. Era para un acto de beneficencia en el que se recaudarían fondos para liberar a hombres de la cárcel por deudas. Aceptó el encargo y se entregó sin desmayo a su composición.
En tan sólo 24 días, Haendel compuso la famosa obra maestra El Mesías, la cual contiene «El Coro del Aleluya». Durante ese tiempo, jamás salió de su casa y a menudo estuvo sin comer. En algún momento, un sirviente lo encontró gimiendo sobre las partituras que estaba elaborando. Al narrar su experiencia, Haendel escribió: «Si estaba en mi cuerpo o fuera de mi cuerpo cuando lo escribí, no lo sé. Dios lo sabe». Posteriormente también dijo: «Creo que vi a todo el cielo delante de mí y al mismo gran Dios».
Cada vez que lo escucho, «El Coro del Aleluya» conmueve mi alma, y estoy seguro que la tuya también. Pero asegurémonos de hacer más que tan sólo admirarnos ante dicha música magnífica. Abramos nuestros corazones con fe y adoración al Mesías prometido en el libro de Isaías (Isaías 9:1-7). Él ha venido a nosotros en la persona de Jesucristo para ser nuestro Salvador. «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro» (v. 6).
El regalo más elevado de Dios despierta nuestra más profunda gratitud.

¿QUÉ SERÁ DE NUESTRO HOGAR?


No era la ruta de Don Quijote, pero fue casi igual de larga, unos trescientos kilómetros. Y no los movía un ideal loco sino el rescate de alguien en necesidad. Y no los animaba el fuego español sino el calor de familia.

Eran tres niños: Manuel, de trece años; Miguel, de nueve; y Javier, de seis, que junto con su padre Manuel Manzano Moreno caminaron a pie desde Córdoba, España, hasta Madrid, la capital. La caminata les tomó seis días.

El propósito del viaje era pedir el indulto de su madre, Pilar, condenada a tres años y seis meses de prisión, por narcotráfico. Aun sin conocer el resultado de su misión, no podemos menos que ver en esto una caminata de amor. Iban con un solo motivo: pedir el perdón para una madre que cometió un error. No tan brillante, quizá, como la caminata de Don Quijote, pero igualmente movida por un impulso de amor.

Si hay algo que nos conmueve en esta crónica, es ver a una familia unida con un solo propósito: tratar de ayudar a la esposa y madre a salir de su dilema. En estos días cuando la familia se está deshaciendo, cuando valores como la fidelidad, el respeto y el amor son muchas veces ignorados, cuando el divorcio, acompañado del abandono de niños, destruye uno de cada dos hogares, nos conviene detenernos y dar gracias a Dios que, a pesar de que hubo una infracción de leyes, había también una genuina demostración de amor, unidad y compasión dentro de ese núcleo familiar.

¿Podríamos reflexionar, por unos momentos, acerca de la condición de nuestro matrimonio, de nuestra familia, de nuestros hijos? ¿Hay en nuestro hogar honra, amor, fidelidad y respeto? ¿Amamos de corazón a nuestro cónyuge?

¿Cómo tratamos a nuestros hijos? ¿Ven ellos en nosotros, los padres, cariño, dirección, ejemplo y amor? ¿Se sienten ellos seguros en la presencia de sus padres?

¿Y cómo responden nuestros hijos? ¿Aman, respetan y honran a sus padres? ¿Obedecen, en humildad, los deseos sanos de ellos?

Si no nos detenemos para responder a estas inquietudes, no sabremos por qué no hay paz en nuestro hogar. Leamos la Biblia juntos. Hablemos con Dios en oración. Démosle entrada a Cristo en nuestro hogar. Él traerá consigo el bálsamo de suavidad que dará armonía a toda la familia.

No vivamos más sin Dios.

Hermano Pablo

domingo, 20 de diciembre de 2009

COMPROMISO CON DIOS

MÁS QUE ORO

Un jefe de una tribu africana dijo, cuando un caballero inglés ofreció dinero para salvar la vida de un esclavo: "No quiero tener dinero; quiero sangre". Y mandó disparar contra el que había sido condenado a muerte.

El caballero extendió su brazo para proteger al esclavo, y la saeta penetró en su brazo. "Aquí está la sangre, dijo el inglés, la doy por el esclavo, ahora me pertenece".

El esclavo le fue entregado y cuando éste recibió inmediatamente su libertad, dijo con abundante gratitud: "Usted me ha comprado con su sangre, siempre seré su esclavo". Y cumplió su promesa".

Qué buena ilustración de las palabras tan conocidas: "Habéis sido redimidos, no con plata ni oro, sino con su sangre preciosa.

«EL NIÑO DEL CRUCE»


Se llamaba Juan José Ferrer. Vivía en el barrio de Villaverde, Madrid, España. Era alegre y vivaz, y siempre estaba con amigos. Pero un día desapareció de la casa. Lo buscaron por todas partes, pero fue imposible hallarlo.

Un año después un amigo suyo, Jesús Fuentes, confesó espontáneamente el delito. Él había estrangulado a Juan José «por gusto», en el kilómetro 6 de la carretera a Andalucía. Las crónicas españolas recuerdan a la víctima como «El niño del cruce». ¿La edad de cada uno? Diez años la víctima, y trece el homicida.

Casos como éste, hasta hace pocos años, ocurrían sólo entre adultos. Pero ahora son niños los que llenan las páginas de los periódicos con las crónicas rojas.

A Jesús Fuentes, por ser la última persona con quien Juan José había sido visto vivo, lo interrogaron innumerables veces. Pero ni detectives, ni maestros, ni psicólogos ni clérigos lograron hacerlo hablar. Casi un año después, espontáneamente, confesó todo y llevó a las autoridades al lugar donde había enterrado al amiguito. Lo increíble del caso no deja de ser que el homicida sólo tenía trece años de edad, y la víctima apenas diez.

¿Qué está pasando con nuestra niñez? Hay que decirlo. Es como un culto a la violencia, un desprecio por la vida, incitada, según el criterio de muchos, por esa influencia nefasta del cine y la televisión.

«El niño del cruce» podría representar a la sociedad sobre la línea de demarcación entre el temor de Dios y la total rebeldía de la raza humana.

Es imposible creer que pueda haber tanto desprecio por la vida humana sin que la sociedad sienta el golpe de conciencia. ¿Cómo es que el hombre —en este caso, el niño— puede engañar, robar, estafar y matar sin sentir el más mínimo remordimiento? ¿Qué de nuestra conciencia? ¿Dónde está el sentido de humanidad? ¿Acaso todos nos hemos vuelto animales? ¿Qué le está pasando a la raza humana?

Es que el hombre ha hecho caso omiso de Dios, y al no reconocer la soberanía divina cada uno se constituye en su propio dios. El resultado es una anarquía devastadora que destruye al individuo y a la sociedad. No puede haber sensatez mientras no se reconozca la autoridad de Dios en la vida humana.

Ya es hora de que sometamos nuestra voluntad al señorío de Cristo. No habrá paz, ni equilibrio ni cordura en el mundo hasta que Él sea Señor de la vida humana. Permitamos que esa paz comience en nuestro corazón. Sometamos hoy mismo nuestra vida a Cristo.

Herman Pablo

sábado, 19 de diciembre de 2009

TAPICES CENTENARIOS

Los tapices españoles son muy famosos desde 1721.
La calidad de las composiciones convierte a cada tapiz y alfombra en una selecta obra de arte de alto precio. Cada obra es una pieza única por su belleza, colorido y la riqueza de matices.
Al contemplar a los artesanos trabajar de manera tan esmerada en cada obra se aprecia la dificultad de elaborar con paciencia unas piezas que han sido a lo largo de los siglos auténticas joyas artísticas.
Todo ello se aprecia en el museo Real de la Fábrica donde por 2,5 euros se observa como los artesanos ejecutan con mimo una tarea centenaria.
El propio edificio ya es una obra de arte en sí misma con sus altos muros de piedra y ladrillo. El Rey Felipe V fue el fundador de la Real Fábrica de Tapices siguiendo el modelo de los talleres reales en Francia a comienzos del siglo XVII.
Los artesanos se concentran en su trabajo sin prisa, en medio de un hueco silencio que trasciende tiempo y espacio. Cada nudo español es perfecto o se hace y se deshace hasta que llega a serlo. Un metro cuadrado de tapiz fino puede tardar hasta tres meses en manos de un artesano.
La demanda de estos tapices es más reducida ya que el metro cuadrado puede costar hasta 12.000 euros.
Tomado de Revista Nexos. Agosto-Septiembre 2005.
Estos tapices españoles nos recuerdan el echo de que Dios esta tejiendo nuestras vidas de una manera perfecta.
Cada nudo en nuestra vida tiene un propósito.
Dios sabe lo que ha comenzado en nosotros y hacia donde nos está llevando. La obra de Dios es nosotros es supremamente costosa, mucho más que un tapiz españComenzamos por recordar que Jesús pago el precio más alto que alguien hubiese podido pagar. Su propia sangre y día a día él sigue tejiendo nuestra vida.
No te desesperes ante los nudos de tu vida, aunque no los entiendas forman parte del diseño de Dios para tu vida.
Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. I Pedro 1:19
Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Filipenses 1:6
El Señor recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Ruth 2:12

¿NO HAY PILAS?

Lectura: Efesios 1:15-23.
"Para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado,... y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos" Efesios 1:18-19
Mi nieto de dos años estaba fascinado con la burbujeante laguna de barro, resultado de la actividad geotérmica en Rotorua, Nueva Zelanda. Al avanzar hacia otro punto y ver que no había ninguna burbuja allí, el pequeño observó. «¿Ya no hay pilas?» ¡Estaba tan acostumbrado a sus juguetes electrónicos que incluso pensó que los fenómenos naturales también funcionaban con baterías!
Los cristianos pueden cometer un error similar; recurren a su propio insignificante poder para vivir vidas rectas; pero los elevados estándares morales y éticos de un Dios santo demuestran que es imposible estar a Su altura. El resultado es que nos convertimos en cristianos sin gozo, sin esperanza, cargados y derrotados.
La oración de Pablo por los creyentes en Éfeso fue que «se alumbraran los ojos de su entendimiento; para que sepan cuál es la esperanza a que Él los ha llamado . . . y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos» (Efesios 1:18-19). Él quería que vieran que el poder que estaba disponible para ayudarles a vivir vidas que honraran a Dios es el mismo poder que «operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales» (v. 20).
El poder de vivir según los estándares de Dios sólo viene cuando nos conectamos a Su poder inextinguible. ¿Cómo lo hacemos? Buscando Su rostro a diario y pidiéndole que nos llene con Su Espíritu Santo.
La Luz del Mundo nunca sufre de apagones.

viernes, 18 de diciembre de 2009

EL RAPTO

VIGOREXIA

¿Sabe lo que es eso?
Existen personas (generalmente mujeres jóvenes) que sufren de una condición que se llama anorexia nerviosa que presentan una percepción muy diferente de la que les devuelve el espejo: piensan que están muy gordas, cuando en realidad es que están muy delgadas.
Del mismo modo, existen personas (generalmente hombres) que piensan que no están lo suficientemente fornidos y pasan horas y horas en los gimnasios, desarrollando músculos y muchos de ellos tomando peligrosas sustancias anabólicas para hacer crecer más su musculatura.
Esto es o que se llama vigorexia, condición descrita en 1997 por Harrison Pope. Esta afección aún no está reconocida todavía por el Manual de Psiquiatría, pero existen evidencias de que es un trastorno del grupo de las obsesiones-compulsiones.
Los síntomas de la vigorexia son:
· Ir al gimnasio más de una vez por día ejercitándose más de una o dos horas por sesión.
· Hacer ejercicio absolutamente todos los días.
· Tener terror de engordar y por ello sigue haciendo ejercicios a pesar de sufrir lesiones musculares o tendinosas repetidas.
· Hacen del desarrollo de su musculatura el centro de su vida y por ello dejan a veces de ir al trabajo o la Universidad por ir al gimnasio.
De 10 millones de personas que van al gimnasio por lo menos un millón es vigorexica.Si la misma pasión por la belleza del cuerpo, la pusiéramos por la belleza del alma y el desarrollo del espíritu otra canción entonaría nuestro corazón.
El Rey David clamaba por encontrarse con Dios cada mañana.
Lo más importante en nuestra vida no es lo de afuera es lo de adentro.
¿Ya hablaste con él hoy?
Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré. Salmo 5:3
Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa; Me levantaré de mañana. Salmo 57:8
Pero yo cantaré de tu poder, Y alabaré de mañana tu misericordia; Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia. Salmo 59:16

PEDRITO EN EL DESIERO

Lectura: Éxodo 17:1-7.
"Pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" Hebreos 4:2
En los años 60, un popular trío de cantantes popularizó una canción llamada «Pedrito en el Desierto». La balada cuenta la historia de un sediento vaquero que está cruzando el desierto y encuentra una bomba de agua manual. A su lado, Pedrito en el Desierto ha dejado una nota instando al lector a no tomar del jarro que está escondido allí sino que use su contenido para alimentar el surtidor.
El vaquero resiste la tentación de tomarse la jarra y usa el agua según las instrucciones de la nota. En recompensa a su obediencia, recibe una abundancia de agua fría y refrescante. Si no hubiese actuado con fe, sólo habría tenido para beber una jarra de agua tibia que no le habría satisfecho.
Esto me recuerda el viaje de Israel por el desierto. Cuando la sed del pueblo se hizo agobiante (Éxodo 17:1-7), Moisés buscó al Señor. Se le dijo que golpeara la roca de Horeb con su vara. Moisés creyó y obedeció y el agua salió a borbotones de la piedra.
Triste decirlo, Israel no seguiría el ejemplo de fe de Moisés con constancia. Al final, «no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron» (Hebreos 4:2).
Algunas veces, la vida puede parecer como un árido desierto. Pero Dios puede saciar nuestra sed espiritual en las circunstancias más increíbles. Cuando por fe creemos en las promesas de la Palabra de Dios, podemos experimentar ríos de agua viva y gracia para nuestras diarias necesidades.
Sólo Jesús, el Agua Viva, puede satisfacer nuestra sed de Dios.

jueves, 17 de diciembre de 2009

CORRE EL RIESGO

Reír es correr el riesgo de parecer tonto.
Llorar es correr el riesgo de parecer sentimental.
Acercarse a otro es correr el riesgo de involucrarse.
Demostrar sus sentimientos es correr el riesgo de demostrar su verdadero yo.
Poner sus ideas, sus sueños, delante de la gente es correr el riesgo de perderlos.
Amar es correr el riesgo de no ser amado.
Vivir es correr el riesgo de morir.
Esperar es correr el riesgo de desesperar.
Tratar es correr el riesgo de fracasar.
Corra el riesgo. Trepe y súbase a la rama donde está el fruto. Muchas personas están todavía abrazadas del tronco del árbol, preguntándose por qué no reciben el fruto de la vida.
Muchos líderes potenciales nunca lo logran porque se quedan atrás y dejan que otro corra el riesgo.
Muchos receptores potenciales nunca recibieron nada porque no dieron un paso fuera de la multitud y lo pidieron. Santiago nos dice: «No tenemos porque no pedimos».
En realidad no pedimos porque tememos el rechazo. Por eso no corremos el riesgo. Pero hoy es un día para correr riesgos.
Después de estas cosas vino la palabra del Señor a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Gen 15:1
Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Gen 46:3
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Jos 1:9

HOY..DECIDO AMAR CON AMOR REDENTOR

“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos los unos a los otros” I Juan 4:11
Hoy Dios me manda a amar a otros. Dios no me pide que los ame naturalmente, porque quizá en mi naturaleza me cuesta o no encuentro amor allí en ese terreno natural, pero él me pide que los ame con el amor redentor. Amor redentor es la clase de amor con la que Dios me ama.
Esta clase de amor esta demostrado en la vida del profeta Oseas. La esposa del profeta lo dejo a él y se fue a vivir con otro hombre y Oseas tuvo la humillante experiencia de comprarla de regreso para él desde la triste condición de adultera. Que experiencia es comprar otra vez lo que ya es suyo. Este es el cuadro hermoso del amor redentor de Dios. Nos compró con la sangre de Jesús a pesar de que ya éramos suyos.El amor redentor no conoce la vergüenza, ni está interesado en que lo amen, ni está basado en los sentimientos. Jesús no tuvo compasión de si mismo cuando estaba en la Cruz y por lo tanto jamás dijo: Oh , pobre de mi.. Oseas cuando compró a su esposa de regreso, tomo el pecado de ella y la desgracia de ella como suyo propio y por amor redentor a ella, la tomó, pagó la deuda voluntariamente y la trajo segura a casa otra vez.
El amor redentor me ata a los otros y me hace permanecer a la lado a pesar de …..La esposa de Oseas, nunca más dejo a su esposo Oseas. El amor redentor es la atadura más fuerte que puede existir en este mundo carente de amor. Hoy el Señor quiere que yo amé con ese amor redentor.
Hoy no puedo copiar el amor redentor de Dios. No es asunto de tratar de hacer un esfuerzo para hacerlo, porque ese sería el amor natural. Yo no puedo determinar cuando amo a los otros. Por eso Pablo dijo hablando del matrimonio que los esposos deben amar a la esposa como Cristo amó a la Iglesia.
Mi única esperanza está en recibir y expresar el amor redentor de Dios. Ese amor en derramado en mi corazón por el Espíritu Santo y entonces la más natural de mis relaciones llega a estar bajo el amor espiritual y redentor de Dios. Por eso es que el apóstol Juan dice: “Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos los unos a los otros” I Juan 4:11. Hoy me acerco para que Dios derrame ese amor redentor dentro de mi ser para tocar a otros con ese amor.
Señor. Gracias por tu amor redentor que me ha alcanzado. Yo hoy quiero caminar en ese amor y tocar a otros con ese amor. Ayúdame a acercarme a ti de tal manera que pueda permitir que el Espíritu Santo me bautice internamente con ese amor redentor para así compartirlo con todos aquellos que hoy me rodeen. En tu amor, yo encuentro amor y en tu amor…yo comparto el amor redentor. Amén.

CUANDO EL SUBMARINO SE HUNDE


Llevaba allí cuarenta y nueve años, casi medio siglo, descansando sobre blandas arenas, recostado sobre un flanco en medio del silencio y de la oscuridad. Dentro de él estaban los cuerpos de cincuenta marinos alemanes: la tripulación completa.

¿Qué era? Un submarino alemán de 80 metros de eslora, identificado como U-1226. Fue hundido en acción de guerra frente a las costas del Canadá, y fue descubierto casi medio siglo después. Lo halló el buceador Edward Michaud el 5 de junio de 1993.

El submarino debió de haber sufrido uno de los tantos dramas del mar que en su caso se tradujo en tragedia. Navegando frente a la costa atlántica del Canadá, fue cañoneado en octubre de 1944. Se hundió lenta e irremisiblemente, transformándose en la sepultura de sus cincuenta tripulantes. Pronto lo rodearon el silencio, la oscuridad y la eterna calma del fondo de los mares.

Fue un final trágico para esos cincuenta hombres. No hubo forma de salvarse. Eran prisioneros dentro del casco de acero que terminó siendo su sepultura. Así es la guerra, y así es la vida.

¿Qué hace uno cuando, aunque no se encuentre dentro de un submarino hundido, de todos modos se encuentra dentro de una situación adversa que parece tragárselo vivo? Ve uno, poco a poco, hundirse su vida en el mar de la desesperación, y no hay nada que puede hacer para detener el naufragio. ¿Qué hace uno? ¿A quién acude? ¿Hay alguna solución?

Probablemente la mayoría de nuestras adversidades tienen una causa humana y, por lo tanto, una solución humana. Gran parte del tiempo somos nosotros mismos los que provocamos nuestras tragedias. Volviendo sobre nuestros pasos podemos, muchas veces, hallar dónde y cómo comenzó nuestro mal. Y si en humildad nos despojamos de toda rebeldía y pedimos perdón a quien hemos ofendido, allí queda resuelto nuestro problema.

Sin embargo, otras veces parece no haber solución. Todas las puertas están cerradas y no hay escape. Es en esos momentos y para esas situaciones que tenemos que deponer nuestro orgullo y confesarle a Dios nuestra inhabilidad. La obstinación es nuestro enemigo número uno, ya que no nos deja encontrar a Dios. Y sin embargo, es Él quien puede librarnos del naufragio.

Humillémonos ante nuestro Creador. Dios nos ama. Él sólo espera escuchar nuestra oración. Digámosle: «Señor, te necesito. ¡Ayúdame, por favor!» De hacerlo así, Él nos rescatará.

Hermano Pablo