viernes, 20 de noviembre de 2009

EL AGUILA

AGUILA 1.1

PAPEL ARRUGADO

DONDE PASARAS LA ETERNIDAD

LA SILLA

EL ABEJORRO

Según una teoría de aerodinámica, demostrada en pruebas realizadas en el túnel de viento, el abejorro es incapaz de volar.
Debido al tamaño, peso y forma de su cuerpo en relación con la envergadura de las alas desplegadas, el volar es científicamente imposible para él. El abejorro, ignorando esta teoría científica va y vuela de cualquier manera y hace miel todos los días.
Esta estructura mental permite a una persona comenzar cada día con una disposición positiva, como el ascensorista el lunes por la mañana. El elevador estaba lleno y el hombre tarareaba una tonada. Un pasajero irritado por el ánimo del hombre le espetó: «¿Por qué está tan feliz?» «Bueno, señor», replicó el hombre alegremente, «¡Yo nunca he vivido este día antes!»
Cuando le preguntaron a Frank Lloyd Wright, a la edad de 83 años, a cuál de sus trabajos consideraría como su obra de arte, contestó: «Al próximo».
El futuro no solamente parece brillante cuando la actitud es correcta, sino que también el presente es mucho más placentero. La persona positiva entiende que el viaje es tan agradable como el lugar de destino.
Tomado del libro: Actitud de vencedor. John C Maxwell.
¿Por qué vuela entonces el abejorro? ¿Milagro? ¿Terquedad del abejorro? O será el milagro de la terquedad. Menos mal que el abejorro no sabe nada de aerodinámica, porque si no se quedaría pensando y diciendo yo realmente no tengo condiciones para volar. Pero en su ignorancia vuela por terquedad o por milagro.
Lo importante es pensar en cuantas veces nos hemos quedado como seres humanos sin comenzar algo, porque otros nos dijeron que no se podía. Vale la pena ser el objeto de la terquedad de un milagro.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:13
“Señor toda la noche hemos pescado y no hemos logrado nada, más en tu palabra echaré la red” Lucas 5:1-5

LAS SOPRESAS DE LA VIDA

Lectura: 1 Samuel 16:1-7.
"Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" 1 Samuel 16:7
Ninguno de los espectadores de un popular programa de talentos por televisión esperaba gran cosa de un vendedor de teléfonos celulares cuando éste apareció en el escenario. Los jueces se miraban escépticos unos a otros cuando el muchacho nervioso, sencillo y de aspecto muy ordinario anunció que cantaría ópera... hasta que abrió la boca.
Comenzó a cantar «Nessun Dorma» de Puccini, ¡y fue mágico! Toda la multitud rugió y permaneció asombrada mientras los jueces permanecían sentados atónitos en emotivo silencio. Fue una de las sorpresas más grandes que jamás tuviera un programa de televisión semejante, en gran parte porque venía envuelto en un paquete muy corriente.
En el Antiguo Testamento, el rescatador de Israel llegó al campo de batalla en una forma de lo más inverosímil, la de un muchacho pastor (1 Samuel 17). El rey Saúl y todo su ejército quedaron sorprendidos cuando David venció a Goliat y prevaleció. Tenían que aprender la manera en que Dios ve a las personas. Dios mismo le dijo al profeta Samuel: «Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (16:7).
Si juzgamos a los demás sólo por su apariencia exterior, podríamos perdernos de la maravillosa sorpresa de lo que hay en su corazón.
Lo que cuenta es lo que está en el corazón.