miércoles, 7 de octubre de 2009

EL SUEÑO DE FORD

El pionero de la industria automotriz y visionario Henry Ford dijo: «Todo el secreto de una vida exitosa es descubrir qué estamos destinados a hacer, y luego hacerlo».
El sueño de Ford nació de su interés por todo lo que fuera mecánico. Desde su niñez tuvo la pasión por estudiar y reparar maquinarias. Aprendió por cuenta propia sobre máquinas de vapor, relojes y motores a combustión. Viajó por el campo haciendo reparaciones gratuitas, solo para poner sus manos en alguna maquinaria. Se hizo mecánico y relojero. Trabajó como ingeniero nocturno en la Detroit Edison Company. Ford se sentía intrigado por la idea del automóvil y le dedicó más y más atención a esto. En 1896, construyó su primer automóvil en el cobertizo trasero de su casa. Luego de esto, siguió pensando en cómo mejorar sus esfuerzos, y estudió el trabajo de otros constructores de coches, incluyendo a Ransom E. Olds, quien construyó el primer Oldsmobile en el 1900.
De su amor por las maquinarias y su curiosidad por el automóvil creció el sueño de Ford: la creación de un automóvil de bajo costo y de producción masiva. Hasta ese momento, los nuevos coches sin caballos eran un costoso artículo de lujo, solo al alcance de los ricos. Pero Ford estaba decidido a poner el automóvil al alcance de la persona común. En 1899, ayudó en la formación de la Detroit Motor Company. Pero cuando sus compañeros de organización pusieron obstáculos a la idea de fabricar su producto en forma económica para venderlo en forma masiva, dejó la empresa.
Sin embargo, mantuvo su sueño, y finalmente sus esfuerzos rindieron fruto. En 1903, organizó la Ford Motor Company y comenzó a producir el modelo T. El primer año la nueva compañía produjo seis mil autos. Pero ocho años más tarde producía más de 500.000. Además se las arreglaron para reducir el precio inicial de venta de US$850 a solo $360. El sueño de Ford era una realidad.
Quien tiene un sueño conoce a lo
que tiene que renunciar con
el propósito de avanzar.
Tomado del libro : El mapa para alcanzar el éxito. Jhon C Maxwell
Cuál es el sueño que te quita el sueño en tu vida? Hacía donde te diriges? Recuerda, los mejores sueños son los que Dios siembra en tu corazón, porque ellos siempre se convierten en realidad.
«El mundo de un ciego está limitado a lo que toca; el mundo del ignorante queda dentro de los límites de su conocimiento; el mundo de un gran hombre por los límites de su visión». Si su visión—su sueño—es grande, así será su potencial para el éxito. Paul Jovey
Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Génesis 28:12
Después José tuvo otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Les dijo:Tuve otro sueño, en el que veía que el sol, la luna y once estrellas me hacían reverencias. Génesis 37:9
Y ellos le respondieron: Hemos tenido un sueño y no hay nadie que lo interprete. Entonces José les dijo: ¿No pertenecen a Dios las interpretaciones? Os ruego que me lo contéis. Gen 40:8

SIN MUCHO EN MEDIO

Lectura: Efesios 3:14-21.
"Para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" Efesios 3:19
En la faja estrecha del territorio de Texas que entra en Oklahoma hay una pequeña ciudad llamada Texline. Tuvo un ostentoso comienzo a fines del siglo XIX como un centro de rápido crecimiento junto a una nueva línea de ferrocarril. Pero en unos pocos años, la mayoría de las tiendas habían cerrado y la población de la ciudad se redujo a unas 400 personas. En el 2000, la población apenas si sobrepasaba las 500 personas.
Una descripción de Texline en la Internet dice que tiene «un letrero indicando el límite de la ciudad a un extremo y otro en el extremo opuesto, sin mucho en medio».
¡Qué desperdicio sería si se diera la misma descripción de nuestro peregrinaje espiritual! El peregrinaje de la vida cristiana en la tierra comienza en el momento que se declara la fe en Jesús y termina cuando el creyente parte para estar con el Señor. Esto plantea una pregunta importante: ¿Qué sucede en medio?
Una vida rica y plena está a disposición de todos los que creen en Jesús y Le sirven. El apóstol Pablo oraba para que los creyentes fueran «llenos de toda la plenitud de Dios» (Efesios 3:19). Quería que ellos conocieran la vida «en abundancia» (Juan 10:10). Pero, ¿cuántos de nosotros experimentan incluso una pequeña parte de la vida abundante que Cristo prometió a aquellos que Le son fieles?
Dios desea darnos un comienzo maravilloso con la salvación y un gran final en gloria, con mucho en medio.
Una vida entregada totalmente a Dios se convierte en una vida llena de Dios.

«USTED NO TIENE NINGUNA ENFERMEDAD»

Primero sintió una molesta comezón en casi todo el cuerpo. Pensó que era alergia o picaduras de insectos. Pero la comezón siguió, y se complicó con cansancio y dolores en los brazos y las piernas.

Comenzó entonces para Patricia Delaney una larga e intensa odisea. La vieron veinticinco especialistas en Estados Unidos y Europa. Todos le dijeron lo mismo: «Usted, señora, no tiene ninguna enfermedad.» Pero la realidad era que Patricia sufría del mal de Hodgkin, cáncer glandular. Felizmente, por fin diagnosticaron su mal, y comenzó la etapa de recuperación.

Pero lo que le pasó a esta mujer, consultora industrial, le ocurre a muchas personas. Tienen una debilidad general. A su condición la acompañan fuertes dolores de cabeza y un desgano que no les permite estar activos. Entonces consultan médicos, recorren una ciudad tras otra y van de hospital en hospital, pero todos aseguran lo mismo: «Usted no tiene ninguna enfermedad.»

Esto es triste, y ocurre con más frecuencia de lo que las autoridades médicas están dispuestas a admitir. Pero hay algo que entristece aún más. Es cuando un hombre o una mujer van de un remedio a otro, de un consejero a otro, buscando la paz. Lo consultan todo: el horóscopo, el vaticinio, la adivinación, el augurio. Hasta se van tras religiones extrañas —el vudú, la hechicería, el satanismo—, todo para encontrar satisfacción en la vida. Y su búsqueda no produce más que desengaño.

¿Cuál es el mal universal que acosa al hombre? Es el pecado. Cuando el hombre infringe las leyes morales de Dios, acarrea consecuencias que él no entiende. No entiende por qué está triste. No entiende por qué no puede controlar sus apetitos. No entiende por qué sigue tras lo que lo destruye. Se está muriendo de temor, de confusión, de desesperación, y no comprende qué le está pasando.

Es que el ser humano necesita un Médico supremo, un Médico para la enfermedad universal, que es el pecado. Fuimos creados para funcionar de cierto modo, y cuando no seguimos las instrucciones, todo se vuelve confusión y desorden.

Jesucristo desea ser nuestro Salvador. Él es el Creador, y sabe cuál es nuestro mal y qué necesitamos para vivir en paz. Invitémoslo a que sea nuestro Salvador. Entreguémosle nuestra vida y sometámonos a su divina voluntad. Él nos ama intensamente y tiene la gracia y el poder para sanarnos de ese mal espiritual que nos agobia. Cristo quiere ser nuestro Salvador. Ya no busquemos más. Aceptemos su diagnóstico y la ayuda sobrenatural que nos ofrece.

Hermano Pablo