sábado, 16 de octubre de 2010

PROTECCIÓN QUE SE CONVIERTE EN DESTRUCCIÓN

Eran las tres de la mañana de un 14 de enero en la ciudad de México. Era la hora en que más gente nace y en que más gente muere. Era también la hora en que más robos se cometen y en que más pavorosos incendios estallan.

A esa hora hubo un incendio en la casa de la familia Hernández. El único en la casa era José Hernández, de doce años de edad. Él dormía solo en un cuarto, pero no pudo escapar. ¿Por qué? Por las rejas de seguridad. José murió de inhalación de humo, agarrado tenazmente a las rejas, que no pudo romper.

Se les llama rejas de seguridad porque suponen impedir la entrada de ladrones. Sólo que en caso de incendio, estas rejas se convierten en trampa. Y esta no es la única manera en que alguien encuentra la muerte al buscar la salvación.

Miguel iba huyendo de un tornado que avanzaba hacia él. Para protegerse se refugió debajo de un gran árbol que él suponía era seguro. Pero el árbol fue arrancado desde las raíces y cayó sobre Miguel, matándolo en el instante.

Raimundo Solís tuvo un accidente a media noche. Abandonando su auto, salió corriendo. Era —pensó él— la única forma de protegerse. Pero en el accidente quedó una niña muerta. Las autoridades, siguiendo la información que suministraban las placas, encontraron a Solís, y lo hicieron pagar su crimen tras las rejas de una cárcel. Lo que él pensó ser protección fue su destrucción.

La esposa de Antonio Becerra, cajero en un banco, estaba muy enferma, y Antonio no tenía lo necesario para pagar la medicina. Antonio no sabía qué hacer. Su fiel compañera languidecía al borde de la muerte.

Finalmente Antonio cedió a la tentación. Alterando cuentas, robó dinero de la caja; pero lo descubrieron. De ahí que perdiera su empleo y su libertad misma.

Nunca puede un mal resultar en un bien. La deshonestidad, sea cual sea la razón, siempre rebota y nos destruye. El emplear medios corruptos, aun para hacer un bien, no es el camino a seguir. Buscar lo bueno haciendo lo malo no sólo anula el bien que buscamos, sino que destruye el elemento de mayor protección que tenemos: nuestra conciencia.

En cambio, si seguimos virtudes divinas, tales como la integridad y la honradez, a la larga venceremos. Porque nadie que obedece las normas de Dios termina destruido. Entreguémosle nuestra vida a Cristo. Sometamos nuestra voluntad a su señorío. Tarde o temprano el bien triunfará sobre el mal.

Hermano Pablo

NUNCA TE DEJARE

Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:20

Uno de mis primeros recuerdos de haber escuchado buena música fue cuando un cuarteto masculino ensayó en nuestra casa. Yo tenía unos diez años y le prestaba especial atención a mi papá, quien cantaba como primer tenor. Una de las canciones favoritas del cuarteto se titulaba, «Yo estoy con vosotros». Incluso a esa tierna edad, no sólo aprecié la música sino que «capté el mensaje».

Esas palabras de Jesús a Sus discípulos justo antes de Su ascensión —«Yo estoy con vosotros todos los días»— se hicieron preciosas para mí cuando el cuarteto cantó, «Bajo el sol, en la sombra, Yo estoy con vosotros dondequiera que vayáis».

Una de las primeras referencias a la constante presencia de Dios la hace Moisés en Deuteronomio 31:6-8, cuando le dio instrucciones a su sucesor en cuanto a guiar al pueblo de Dios a la «tierra de la promesa». Y el propio Josué escuchó la misma palabra del Señor: «Como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé» (Josué 1:5).

Esa promesa se repite en el Nuevo Testamento, donde el autor de Hebreos garantiza lo siguiente: «Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré» (13:5).

Dondequiera que sea que te encuentres hoy, no estás solo. Si has colocado tu confianza en Jesús para tu salvación eterna, puedes tener la certeza de que Él nunca te dejará.

LA MUERTE DERROTADA

Lectura: 1 Tesalonicenses 4:15-18.
"Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo" 1 Corintios 15:57
La fe cristiana debe marcar una diferencia en cuanto a cómo vivimos cada día; pero la prueba de nuestra confianza en el evangelio es nuestra reacción ante la muerte. Cuando asistimos a un funeral en memoria de algún amigo cristiano, damos honra a un creyente cuya confianza ha bendecido las vidas de aquellos que lo conocieron. Las palabras dichas son más la expresión de alabanza a Dios que un tributo a un admirado compañero de peregrinaje. El servicio religioso es un testimonio que da gloria a Dios por la victoria de nuestro Salvador sobre la muerte (1 Corintios 15:54-5
Cuán diferente es esto del funeral de Charles Bradlaugh, un beligerante ateo británico. El escritor Arthur Porritt dice: «No se pronunió oración alguna junto al sepulcro. Es más, no se pronunció ninguna palabra. Los restos, guardados en un ligero ataúd, fueron colocados en la tierra de manera bastante carente de ceremonia, como si se quitara apresuradamente la carroña de la vista […]. Salí de allí con el corazón helado. Sólo entonces caí en la cuenta de que la pérdida de la fe en la continuidad de la personalidad humana después de la muerte le da a esta una espantosa victoria».
Los cristianos creemos que veremos cara a cara al Señor después de la muerte y la resurrección final de nuestros cuerpos (1 Corintios 15:42-55; 1 Tesalonicenses 4:15-18). ¿Se regocija tu fe en la victoria sobre la muerte?
Cristo vive, y así nosotros también viviremos.

NO CALLES LO QUE DIOS A HECHO EN TU VIDA

“Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles” ¿Cuándo fue la última vez que le hablaste a alguien de Cristo? El evangelio es id y predicad las buenas nuevas de salvación, pero realmente ¿Cuántos de nosotros estamos cumpliendo la gran comisión? Nos pasamos la vida cristiana esperando que Dios nos ministre, esperando que Dios conteste nuestras mas anheladas peticiones, que El haga grandes cosas en nuestra vida, familia, trabajo y Ministerio, pero ¿Cuántos de nosotros estamos trabajando para expandir el Reino de los Cielos? A veces por estar tan acostumbrado a una rutina o a una religiosidad nos olvidamos que uno de nuestros objetivos acá en la Tierra es Predicar el Evangelio, hablar a las personas de Cristo, contarles lo que El ha hecho en tu vida y lo mucho que puede hacer en las vidas que lo reconocen con fuente de vida. Tenemos tantas personas por alcanzar, que seria ridículo decir que todas las personas que conoces ya son cristianas. Hay tanta gente que necesita de Cristo, que necesita escuchar unas palabras de aliento y nosotros perdemos en el tiempo en situaciones nada provechosas. ¿Será que no estamos enamorados de Dios?, si, porque cuando uno esta enamorado de una personas, se la pasa hablando de ella, con nuestros amigos, con nuestros familiares y con las personas que tenemos la confianza de contarle nuestra vida. ¿Por qué no hacer lo mismo con Cristo? Si realmente estamos enamorados de El, debemos contar lo que El ha hecho en nuestra vida, lo misericordiosos y amoroso que ha sido para con nuestra vida, que aun cuando merecíamos la muerte eterna por nuestros pecados, El nos perdono y nos dio juntamente con el perdón una vida eterna para heredar, frente a esto: ¿Estaremos agradecidos? Una forma de agradecer lo hermoso que Dios ha sido con nosotros, es hablándoles a las personas de ese amor y cuidado tan maravilloso que El ha tenido para con nosotros. Si realmente estas plenamente agradecido con Dios hablaras de El, contaras sus maravillas, anunciaras de su amor y perdón, así como también de la oportunidad que El da a todos aquellos que acepten ese llamado. Amados hermanos, no perdamos nuestro tiempo en cosas vanas que de nada aprovechan, habla de Cristo, predica de sus maravillas, cuéntales a tus amigos, compañeros, familiares, lo que El ha hecho en tu vida, no calles, no te quedes callado, la gente necesita escuchar tu testimonio. Pero algo importante para que nuestro testimonio sea de bendición a las personas, es vivir el verdadero evangelio, vivir cada día tratando la manera de agradar a Dios, negándonos a nosotros mismos, pues si tu eres de las personas que dicen ser cristianas, pero no vives como tal, ¿Qué pensaran las personas cuando les quieras hablar de Cristo? Es importante que vivamos conforme a la voluntad de Dios, para que nuestras palabras respaldadas con nuestro testimonio sea un arma poderosa frente a las cadenas que Satanás ha puesto a muchas personas para que no se acerquen a Cristo. Seamos un trampolín para que las personas se acerquen a Cristo, mas no seamos un obstáculo o una piedra de tropiezo, hablémosles a las personas de Cristo, pero antes también vivamos una vida en Cristo, agradable a El y con la cual el enemigo no tenga nada de que avergonzarnos.

ES NECESARIO QUE HABLES DE CRISTO, POR FAVOR NO CALLES, MIENTRAS OTROS MUEREN SIN EL.