martes, 22 de febrero de 2011

HERMANA LOLA

PRESO POR UNA TIRA DE PAPEL

Fueron largas horas de angustia y de pena para los padres, y de llanto desesperado para el pequeño. El niño, de sólo dos años de edad, había quedado encerrado en su habitación. Y era imposible abrir la puerta. Una simple tira de papel lo impedía.

Todo esto ocurría en Machala, Ecuador. Una patrulla policial había cerrado un bar de mala fama. En su celo por clausurar el antro de vicio, también habían sellado una habitación contigua, que nada tenía que ver con el bar. En esa habitación estaba el pequeño.

«Pude haber roto el papel con la mano y libertar a mi niño —les explicó el padre a los periodistas—, pero temía a la ley. Tuve que gastar diez horas de mi tiempo hasta conseguir orden de la policía para abrir la puerta.»

Este caso pudiera parecerle gracioso al lector insensible. Pero no fue así para los padres que oían llorar a su hijo y veían pasar las horas con lentitud desesperante hasta obtener el permiso policial. La ley es la ley, y aunque esté equivocada, debe ser cumplida.

Sin embargo, el caso de este niño preso por una tira de papel policial nos invita a reflexionar sobre muchas personas mayores que están presas por otras cosas. Algunas, por ejemplo, están presas por sus fobias y temores.

Hay quienes no se atreven a salir a la calle en martes 13. Otros se horrorizan si rompen un espejo, o si ven pasar un entierro antes que nada en la mañana, o si vuelcan sal en la mesa.

Hay personas en las que estas supersticiones infantiles se hacen tan fuertes que hasta desencadenan una histeria. A éstas las aprisionan recuerdos antiguos, o rencores que han acumulado en el corazón, o la incapacidad de perdonar, y viven presas y encadenadas.

Otros permanecen atados al temor de una enfermedad mortal como el cáncer, y viven pendientes del menor síntoma irregular que sienten. Muchas veces esos síntomas anormales sólo son producto de los nervios. Otros, en fin, viven encadenados a sus prejuicios religiosos, sin disfrutar plenamente un solo día de la vida.

Jesucristo dijo: «Si se mantienen fieles a mis enseñanzas... conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Juan 8:31,32). Libres del temor a la enfermedad y a la muerte. Libres de odios y rencores paralizantes. Libres de supersticiones y prejuicios. Sólo Cristo ofrece libertad verdadera y gratuita.

Hermano Pablo

MI CORAZON ESTA DISPUESTO

“Mi corazón está dispuesto, oh Dios…”
Salmos 108:1a

Cuando alabamos, adoramos, oramos; le decimos al Señor que estamos dispuestos para Él. ¿qué implica esto?
La disposición es más que un solo decir “cuenta conmigo”. El dispone r es una acción de entrega y compromiso que hace revisar qué nos mueve en nuestra vida. Y el estar dispuesto no es una acción fácil.
Revisemos la definición de la palabra para entender un poco mejor qué significa estar dispuesto.

Disponer : Colocar, poner las cosas en orden o en la situación necesaria para lograr un fin.

Para disponer de algo primero debemos tenerlo. No puedo lograr algo si no tengo los recursos para hacerlo. En nuestro caso, Dios nos ha bendecido con capacidades, dones. Todos tenemos recursos, de hecho con ellos trabajamos, estudiamos, nos movemos, vivimos. Es interesante ver con qué facilidad podemos enumerar los recursos con los que nos movemos día a día; pero si hacemos una lista paralela de nuestros recursos dispuestos para la obra de Dios, puede que esta sea un poco mas corta… ¿Cuáles son las capacidades que Dios nos regaló? ¿las conozco, las he explorado? ¿las uso para la obra?

Para disponer tenemos qu e ordenar las cosas.
Simplemente no puedo realizar una empresa si primero no he ordenado la situación para llevarla a cabo: si quiero realizar un viaje debo ordenar la lista de las tareas y así disponer las cosas: el tiempo con el que cuento, el dinero que necesito, el vehículo, etc. Y sin duda algunas cosas son más importantes que otras.

Pero no resulta fácil ORDENARNOS. Ordenar, significa establecer una jerarquía, dar un lugar a cada cosa. Y allí es donde a veces fallamos. El lugar donde ponemos nuestro corazón, donde dejamos nuestra vida; las prioridades, las urgencias que llenan nuestro tiempo día tras día, hacen alejar nuestro corazón de la disposición al Señor. ¿Cuáles son las prioridades que dominan nuestro corazón? ¿creamos la situación necesaria para los fines de Dios? ¿debemos reorganizar los lugares de nuestro corazón donde están puestos nuestros intereses?

¿Acaso tenemos un corazón dispuesto?
Un corazón dispuesto ha colocado a D ios en su lugar y ha ordenado todo según la voluntad del Padre.
Un corazón dispuesto ha entendido cuáles son los recursos con los que el Creador lo ha dotado y los reconoce como instrumentos exclusivos de su autor.
Un corazón dispuesto ha comprendido que lo principal es el propósito para el cual hemos sido creados.

El corazón es el motor de nuestra vida y un corazón dispuesto bombea en la dirección que el Señor guía, porque ha ordenado todo según su voluntad.
Revisemos nuestro corazón, ordenemos nuestras prioridades para que Dios disponga de nosotros.

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
meryrueda

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SHORT-TIMERS

Lectura: Romanos 5:1-5.
"La esperanza no avergüenza" Romanos 5:5
Hace muchos años, serví en las Fuerzas Armadas y siempre he estado agradecido de haber podido dedicar esos años a mí país. No obstante, debo decir que la época que más recuerdo del ejército fue el breve intervalo cuando era «short-timer» [con corto tiempo].
Short-timer son los soldados a quienes le quedan pocas semanas antes de ser dados de baja. Pasan esos últimos días «dándose de baja»: yendo al economato y a la oficina de intendencia para saldar deudas y devolver equipamientos. Lo que más recuerdo de ese tiempo es mi andar alegre y el espíritu feliz y despreocupado con que realizaba mis tareas. Tenía obligaciones, pero pocas preocupaciones, porque sabía que me iba a casa.
Ahora que he vivido por «largo tiempo», vuelvo a ser un short-timer. Dentro de poco tiempo seré dado de baja de mis obligaciones en esta tierra. Una vez más, mi andar es alegre y mi espíritu, entusiasta, porque sé que muy pronto me iré a casa. Esta es la perspectiva que Jesús y sus apóstoloes denominaban «esperanza» (Hechos 24:15; Romanos 5:2,5).
En el sentido bíblico, esperanza significa certidumbre y seguridad. Es la creencia firme, inconmovible e inflexible de que resucitaremos de los muertos (como lo hizo Jesús) y seremos recibidos en nuestro hogar eterno. ¡Esto basta para llenar hoy nuestro corazón de gozo y hacernos saltar de alegría!
El Cristo resucitado vendrá del cielo para llevar a los suyos de regreso allí.