viernes, 30 de septiembre de 2011

CAMINANDO A LA RESTAURACIÓN


¿Has sentido el desanimo en tu vida? La tristeza, de dolor del corazón, ese pensamiento que te dice que ya no puedes mas, que no hay vuelta, que no sirves, que no hay mas oportunidad, que no tienes más fuerzas, que ya es tarde…

Veremos en el ejemplo de David un hombre que, a pesar de las pruebas, de su pecado, de las persecuciones, vivió la restauración de Dios y pudo plantar su bandera y decir: “mi porción es Jehová” (salmos 119:57-64). David vivió diversas situaciones y vamos a analizar algunas de ellas y como Dios le levantó y restauró en amor para que pueda seguir adelante.

Persecuciones

Vemos en 1 Samuel 18 el comienzo de las persecuciones que sufrió en manos de Saúl y sus hombres, su forma de conducirse y el cuidado de Dios en su vida.

1. Dios le cuida. 1 Samuel 18:8-14
2. Dios estaba con él. 1Sm.18:28
3. Dios le protege. 1 Sm.19:18-24
4. Dios le da ánimo a través de un amigo. 1 Sm.20:16-18

A la vez, podemos ver como es el actuar de David el cual debemos imitar en medio de las persecuciones o problemas con personas que pueden desanimarnos.

1. David se conducía prudentemente. 1 Sm.18:14
2. David mostró fidelidad. 1 Sm. 22:14
3. David busco la guía de Dios y obedecía. 1 Sm.23:2,10-11
4. David respeto al que le perseguía porque entendió la soberanía de Dios. 1 Sm.24:1-6
5. David dejo a Dios la venganza. 1 Sm. 24:12

Pecado

2 Samuel 11 y 12, Salmos 32:2-3, Salmos 51
Vemos la caída de David en pecado, las consecuencias del mismo en su vida, su cuerpo, su alma, y a la vez la restauración de Dios a un corazón arrepentido.
David confesó su pecado a Dios (Salmos 32:5-7, 2°Sm.12:13), se arrepintió y recibió el perdón de Dios ( Salmos 51), su disciplina ( 2°Samuel 12) y su restauración total (Sl.51:17-19) afirmando Dios que él era un hombre conforme a Su corazón: 1 Samuel 13:14, Salmos 89:20,Hechos 13:22.

Pruebas

David se encuentra frente a un gran desafío, GOLIAT, una gran prueba que debía vencer. El no se miro a sí mismo y entenderemos el por qué…

• Muchacho. 1 Sm.17:33
• Pastor de ovejas. 17:34
• Inexperto en la guerra. 17:39
• De apariencia débil .42

Sino que …

1. Miró la Grandeza de Dios. 1 Sm.17:26, 36
2. Miró la Fidelidad de Dios. 17:37
3. Miró el Poder de Dios 17:45

¿Cuál es tu Goliat? ¿Qué es eso que te desanima y no te deja ver a Dios? NO te mires a ti mismo y la magnitud de la prueba, mira a Dios y todo lo que Él es.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de el sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro animo no se canse hasta desmayar” Hebreos 12:1-3


Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
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AlejandraL

lunes, 26 de septiembre de 2011

UNIDOS AL FIN

Las puertas de la sala de emergencia se abrieron de par en par. Una camilla conducida por enfermeros pasó rápidamente. Traían a un hombre de sesenta y cinco años de edad, víctima de un ataque cardíaco. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarlo, pero el hombre murió.

Treinta minutos más tarde otro hombre, de sesenta y tres años de edad, entró al hospital, víctima también de un ataque cardíaco. Y este también murió.

Los llevaron, entonces, a la morgue, y los pusieron uno junto al otro.

¿Quiénes eran estos hombres? Eran Ron y Peter Surveille, hermanos que vivían en la misma ciudad, París, hermanos que habían estado enemistados durante cuarenta años. Y ahora, a la fuerza, estaban juntos, pero muertos los dos.

Este es un caso patético. Estos hermanos se enemistaron por motivos personales. No se habían hablado por cuarenta años, aunque vivían en la misma ciudad. Ahora estaban juntos en la morgue, hombro a hombro, pero ya muy tarde para cualquier reconciliación. Cuando tuvieron tiempo de hacer la paz, no lo hicieron. Y aunque ahora estaban juntos, estaban separados para siempre.

¿Cuánto tiempo vamos a esperar nosotros para reconciliarnos con nuestro hermano o nuestra hermana, con nuestro esposo o nuestra esposa, o con cualquiera con quien estamos enemistados? ¿Un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿O esperaremos hasta el día de la muerte, cuando la puerta se haya cerrado para siempre?

La obstinación es uno de los pecados más absurdos del ser humano. Nos herimos a nosotros mismos. Arruinamos nuestra propia vida. Destruimos nuestro propio ser, y todo por el orgullo que no nos deja decir: «Perdóname.»

Lo triste de esta obstinación es que el que sufre es el que no perdona. El que no perdona lleva una vida solitaria. El que no perdona no conoce la paz. El que no perdona sólo conoce amargura. El que no perdona no puede ni perdonarse a sí mismo. Y lo peor de todo es que el que no perdona no puede hallar el perdón de Dios.

La oración más conocida de todos, el Padrenuestro, dice: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mateo 6:12). Es como decir: «Perdóname, Señor, de la misma manera en que yo perdono.» Y si nosotros, en obstinación, no perdonamos, no podemos obtener el perdón de Dios.

Cristo nos mostró el camino al reconciliarnos con Dios. Perdonemos nosotros, para vivir en paz y para disfrutar del perdón de Dios.

Hermano Pablo

viernes, 23 de septiembre de 2011

DIOS ES AMOR


Dios es Amor, Verdad inconfundible.
Dios es Amor. Y es tal su inmensidad,
que ante su Amor no existe el imposible,
y al pecador le ofrece eterna Paz.

Indigno soy de que El en mí pensara.
Yo sé que no merezco su perdón.
Mas con su Amor me limpia y fiel me ampara.
Su Gracia tengo cual precioso don.

Dios es Amor, y lo es, de tal manera,
que a Su Hijo dio por mi alma redimir,
y en cruz murió para que yo tuviera
en su mansión, eterno porvenir.

Dios es Amor. Mas lo que no comprendo,
es que el mortal rechace su Bondad.
Desprecie el don de Dios, y esté escogiendo
su perdición por propia voluntad.

Dios es Amor, y mi alma lo celebra
dando alabanzas a mi Salvador.
Por su Bondad cambió mi suerte negra,
y hoy brilla en mí la lumbre de su Amor.


(Daniel Nuño)

lunes, 19 de septiembre de 2011

«LA MAFIA DE LAS ABUELITAS»


Eran dieciocho mujeres. Mujeres ancianas, de cabello blanco. Mujeres que tenían el porte y el semblante de personas honestas, dignas, aplomadas en lo moral y maduras en lo espiritual. Dieciocho mujeres que iban y venían entre California y otros estados, como quien pasea de lo más desaprensivamente.

Sin embargo, formaban una mafia, «la mafia de las abuelitas», como la llamaron los diarios. Esas ancianas se dedicaban al tráfico de drogas. Y llegaron a acumular una fortuna calculada en veinticinco millones de dólares. Cuando por fin cayeron presas, fue motivo de gran asombro para todos los vecinos y conocidos.

Las blancas cabezas y los serenos semblantes presentaban un agudo contraste con el trabajo que realizaban. «Eran todas mujeres respetables en su comunidad —comentó el jefe de la policía de Los Ángeles—. Pero uno nunca termina de desengañarse de la gente.»

Siempre se ha supuesto que los años, las arrugas y las canas traen consigo la sabiduría. En los años de nuestra juventud se nos concede que hagamos travesuras y locuras, y que violemos normas y leyes. Pero al llegar los años de la senectud, se supone que debemos calmarnos y entrar en una vida reposada, sabia y serena. Aquellas ancianas hicieron todo lo contrario.

Todas ellas, con más de sesenta años de edad y ya abuelas, en lugar de ponerse a tejer conjuntos para sus nietos, como toda abuela normal, entraron en el negocio del narcotráfico. Y escudadas en su edad, su porte, su semblante y su buen nombre, cometieron un delito que las leyes penan severamente.

Es que los años y las canas no compran la sabiduría por sí solos. La vejez no es necesariamente, de por sí, la edad de la bondad, la justicia y la sabiduría. La verdad es que el ser humano puede ser tan malo a los ochenta años como lo fue a los veinte, los treinta o los cincuenta. El corazón no se cambia por sí solo. Carece de fuerza suficiente para ello. Nadie se autorregenera por más que se lo proponga o lo desee. Quien cambia al individuo, a cualquier edad, es Cristo. Y sólo Cristo puede tomar a un pecador, ya sea adolescente, joven, adulto o anciano, y transformarlo por completo.

¡No es posible exagerar la importancia de entregarle nuestra vida y nuestro corazón a Cristo cuanto antes en la vida! «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos», dice la Biblia (Eclesiastés 12:1). Hoy mismo, antes que pase más tiempo, démosle nuestra vida a Cristo.

Hermano Pablo

domingo, 18 de septiembre de 2011

METAS DIFERENTES

Lectura: 1 Corintios 1:18-31.
"… lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios" 1 Corintios 1:27
En 1945, el golfista profesional Byron Nelson tuvo una temporada increíble. De los 30 torneos en que participó, ganó la asombrosa cantidad de 18, incluso 11 seguidos. Si hubiese querido, podría haber continuado su carrera y quizá haberse convertido en el jugador más grande de todos los tiempos. Sin embargo, esa no era su meta. Lo que buscaba era ganar suficiente dinero jugando golf para poder comprarse una estancia y pasar el resto de su vida haciendo lo que realmente amaba. Por eso, en vez de continuar en la cúspide de su carrera, Nelson se retiró a los 34 años, para convertirse en estanciero. Tenía otros objetivos.
Tal vez el mundo crea que esta manera de pensar no tiene sentido, ya que no entiende al corazón que busca la satisfacción y el contentamiento verdaderos por encima del intento de lograr más riquezas y fama. Esto es particularmente cierto cuando se trata de nuestra decisión de vivir para Cristo. Pero este concepto que el mundo tiene de nuestra insensata lealtad podría ser la mejor manera de representar ante todos las metas distintas del Maestro. Pablo escribió: «… sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte» (1 Corintios 1:27).
Comprometernos a vivir según los principios del reino podría tildarnos de ilógicos a los ojos del mundo, pero puede generar honra a nuestro Dios.
Los valores esenciales carecen de valor a menos que reflejen los valores divinos.

!NO ME HABLES DE JESUCRISTO¡

A mediados del último siglo, vivía un conde sajón, que había sido educado en el Deísmo – doctrina que admite la existencia de un Dios, pero niega la revelación y rechaza el culto – y se gloriaba de ser adversario declarado de la fe cristiana y de las Sagradas Escrituras. Sintiéndose ya viejo y cerca de su fin, forzado por algún escrúpulo de conveniencia o de conciencia, hizo venir a su hogar al predicador de la Iglesia Evangélica, al que estimaba mucho por sus talentos y por sus virtudes. Teniéndole ya a su lado, le habló de la siguiente manera:

-Yo soy deísta convencido, ya usted lo sabe; mas en medio de todo, yo me tengo por persona religiosa, y quiero estar preparado para una buena muerte. Yo tendré mucho gusto en recibir a usted en mi casa cuantas veces quiera venir a verme; pero con una condición, que no me hable usted mas de Dios y sus perfecciones; no me hable usted de Jesucristo, de ese Dios hecho hombre y de la fe en El; no necesito de él para salvarme, bástame mi Dios.

Después de algunos momentos de vacilación, el predicador aceptó las condiciones propuestas. Hizo al enfermo la primera visita, en la cual le habló con palabras ardientes y llenas de celo por la causa del Señor, del poder, de la sabiduría y de la bondad de Dios, y como se manifiestan en la obra de su creación. El viejo conde dio grandes señales de satisfacción. Mas en la segunda visita el prudente y esforzado Pastor dirigió ya por otro camino sus observaciones: habló de la santidad de Dios y del horror que por esencia le causa el pecado; habló también de su omnipresencia, por la cual ve todo lo que pasa, hasta en los secretos más recónditos del corazón humano, y de su justicia, que busca y castiga al pecador a donde quiera se encuentre, sea en el fondo del mar como Jonás, o en las alturas encumbradas del tromo como a Saúl. De pronto el tenaz deísta guardó silencio, y se podían ver en su semblante adusto señales de que su alma estaba sintiendo en esos momentos solemnes alguna grave turbación.

Al terminar la plática, dejó solo al enfermo para que pudiese meditar profundamente en lo que habían hablado. Y efectivamente el conde comenzó a recorrer en su memoria las distintas etapas de su vida y a recordar los muchos pecados con que a través de su dilatada existencia había ofendido a ese Dios que él llamaba tan bueno, y que aunque él los creía ya olvidados para Dios estaban frescos y presentes para tortura suya; y verdaderamente el recuerdo de Dios: omnipotente, omnisciente y omnipresente y justo ya comenzaba ahora a inquietarle e importunarle. Y como su amigo pastor tardase un tanto en su tercera visita, el enfermo le hizo llamar.

Entonces le abrió su corazón, le dio cuenta de los serios temores que atemorizaban su alma, y le suplicó que no le abandonase en esta difícil situación de su espíritu, sino que le indicase algún medio eficaz para devolverle la paz, que ahora ansiaba más que nunca.

“Pero, amigo mío, respondió el Pastor, usted me ha prohibido hablarle precisamente de ese remedio, pues el convenio que hicimos antes de nuestra primera conversación fue que yo ni le nombrase siquiera al Señor Jesucristo y su gran oferta de salvación, que es la única que puede librar al hombre de todos sus temores. Entiéndalo bien, de todos sus temores sin excepción”.

- Pues yo levanto esa prohibición – respondió el enfermo con energía; -Hábleme usted de Él, mi conciencia lo necesita.

Y el buen ministro del Evangelio le habló con gran satisfacción del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; de aquel de quien dijo San Pablo: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores; de Aquel, en fin, cuya sangre nos limpia de todo pecado y que es la propiciación por nuestras rebeliones.

Y el viejo e incrédulo conde abrió su alma a la fe en Jesucristo, como la flor abre sus pétalos a la luz del sol y es vivificada; creyó en Dios Padre amoroso que envió al mundo a su Hijo para redimir al mundo; para que todo aquel que en El crea no perezca, sino tenga vida eterna. Con ello todos sus temores fueron disipados. Y desde aquella feliz hasta la de su muerte, el buen enfermo decía siempre, como un canto de vida y esperanza:

“Habladme, habladme de Jesucristo, porque en ello mi alma encuentra la más dulce y tierna paz de toda mi vida”.

viernes, 16 de septiembre de 2011

LA VIOLENTA MUERTE DE COAZINHO

Una multitud encolerizada, con furia compuesta de frustración, abandono, pobreza y ansias de desquite, perseguía a Coazinho. Coazinho, muchacho de diecisiete años, de los arrabales de Río de Janeiro, a su vez corría procurando salvar su vida. Pero lo alcanzaron.

La turba furiosa lo ató a un árbol, le clavó dos hierros en el vientre, puso un cartucho de dinamita entre los hierros y prendió fuego a la mecha. Así fue como Coazinho, apenas un muchachón con historia de robos, asaltos, muertes y violaciones, murió de un modo violento. Esa es una de las muertes más violentas que le puede ocurrir a un hombre: morir dinamitado.

He aquí una historia triste, producida por una sociedad triste, en medio de una época y mundo que poco sabe de alegrías. Coazinho, cuyo verdadero nombre se desconoce, nació y fue criado en medio de la misma violencia que lo mató.

Hijo de una mujer de mala vida que lo dio a luz en un prostíbulo, Coazinho no conoció padre, ni madre, ni hogar, ni escuela ni iglesia. Se crió como pudo, recibiendo golpes, insultos, malos tratos y desprecios. No conoció más escuela que la calle, más iglesia que la taberna, más hogar que el orfanato.

No bien había llegado a la adolescencia cuando salió a vivir por su cuenta. Y vivió rodeado de la violencia y el delito, sumido en la furia y el resentimiento. Falto de educación formal y moral, los bajos instintos del hombre hicieron presa permanente de él.

Un día en que le robó la cartera a un hombre, colmó la copa de sus maldades, según juzgaron los vecinos. Así que lo persiguieron, lo alcanzaron, lo ataron a un árbol y lo dinamitaron por la mitad. A juicio de ellos, una vida que nunca había conocido más que la violencia debía terminar en forma violenta.

Es fácil comentar el caso y emitir palabras cargadas de sentimiento. ¡Pobre Coazinho! ¿Por qué tuvo que terminar de ese modo? Si hubiera sido hijo de la mayoría de nosotros, habría sido otro su destino.

La violencia que tanto perjudica a los niños y a los adolescentes no se encuentra sólo en las calles, en las tabernas, en las casas de vicio. Puede hallarse también en hogares respetables. Por eso mismo nos conviene invitar a Cristo a vivir en nuestro hogar hoy mismo. Porque sólo Cristo puede librarnos de la violencia que marca a los Coazinhos.

Hermano Pablo

DIOS ME VE

Existen grupos de asesoramiento de marketing personal que aconsejan qué se debe hacer para lograr que los demás nos vean como deseamos ser vistos. Incluso hay estrategias que nos pueden ayudar a que nuestro interlocutor perciba en nosotros lo interesantes y beneficiosos que podemos llegar a ser.

Es oportuno decir que, si bien dichas estrategias pueden ser útiles en determinadas situaciones, no siempre resultan efectivas ni contundentes a la hora de lograr el fin deseado. De esto saben aquellas personas cualificadas que, luego de golpear diversas puertas en busca de un trabajo, reciben la negativa de parte de las empresas en las cuales se habían presentado como aspirantes.

El no haber sido tomado en cuenta, el no haber sido elegido, o ni siquiera considerado, puede provocar frustración y desazón. La idea de que nadie nos vea ni nos considere puede llegar a ser, en algunos casos, perjudicial para la valoración de sí mismo.

En la Biblia encontramos ejemplos de personas que, lejos de conocer estrategias de marketing personal, llegaron a lugares de privilegio tan solo por haber sido vistas por Dios. A continuación citaremos algunos casos:

José (Génesis 37-50): Pese a ser vendido por sus hermanos, difamado por la mujer de Potifar y olvidado por el jefe de los coperos del faraón, José llegó a ser gobernador de Egipto, el lugar que Dios tenía preparado para él. El Señor estuvo con él en todo momento y ninguna circunstancia le fue ajena: “Pero aun en la cárcel el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada…” (Génesis 39:20:23).

Ester (Ester 2): Esta joven mujer extranjera, que se ganaba la simpatía de todo el que la veía, llegó a ser la esposa del rey Asuero. “El rey se enamoró de Ester más que de todas las demás mujeres, y ella se ganó su aprobación y simpatía más que todas las otras…” (Ester 2: 17). Ella contaba co n el favor de Dios.

Mardoqueo: “El judío Mardoqueo fue preeminente entre su pueblo y segundo en jerarquía después del rey Asuero. Alcanzó gran estima entre sus muchos compatriotas, porque procuraba el bien de su pueblo y promovía su bienestar” (Ester 10: 3).

Estas personas, así como también Rut y tantos otros, tenían algo en común: Dios estaba con ellos y Su mirada era una constante en sus vidas. Dios los había visto incluso cuando para los ojos de los demás parecían invisibles (cuando esperaban a la puerta del rey; cuando recogían las espigas que alguien dejaba caer; cuando experimentaban la orfandad o la viudez; cuando vivían resignados como extranjeros, cuando eran olvidados, etcétera). Es importante destacar que, aun en la adversidad, procuraron el bien de los demás, y sus corazones estaban centrados en el bienestar del prójimo. No se dejaron llevar por el orgullo, ni por el enojo; tampoco se quedaron lamentando su situación.

El Señor les dio a las personas de los ejemplos citados, determinados lugares de preeminencia, lo que no significa que Él tenga preparado los mismos lugares para todos sus hijos; pero sí tiene un espacio específico para cada uno en particular.

Si tal vez se ha cerrado una puerta que parecía tener todos los indicios y señales de que esa era la posibilidad para nosotros, no nos preocupemos, Dios lo vio. Si luego de una entrevista laboral, donde hemos podido demostrar con alto nivel profesional nuestra cualificación, hemos recibimos un rotundo “no”, no nos frustremos, Dios lo vio.
Él nos ve y hará que nos vean las personas indicadas, cuando sea el momento y el lugar oportuno, mientras tanto sigamos confiando, siendo fieles y fortaleciéndonos en su Palabra, pues Su mirada de amor está sobre nosotros.

“El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles” (2 Crónicas 16: 9).
“Nuestros cami nos están a la vista del Señor…” (Proverbios 5:21).

Patricia Götz

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
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miércoles, 14 de septiembre de 2011

PROBLEMA CON LA IRA

Lectura: Proverbios 16:21-33.
"Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte…" Proverbios 16:32
El 6 de junio de 1944, el comandante supremo aliado Dwight D. Eisenhower era el hombre más poderoso de la tierra. Bajo su mando, el ejército anfibio más grande de todos los tiempos se preparaba para liberar el continente europeo del dominio nazi. ¿Cómo pudo él comandar un ejército tan inmenso? Parte de la respuesta puede vincularse con su notoria capacidad para trabajar con distintas clases de personas.
Sin embargo, lo que muchos no saben es que Ike, como se lo apodaba, no siempre se había llevado bien con la gente. Cuando era muchacho, solía involucrarse en peleas escolares. Pero, felizmente, tenía una madre que le enseñaba la Palabra de Dios. Una vez, mientras le vendaba las manos después que él había tenido un arrebato de ira, ella citó Proverbios 16:32: «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad». Años después, Eisenhower escribió: «Al mirar atrás, siempre he considerado esa conversación como uno de los momentos más valiosos de mi vida». Sin duda, al aprender a controlar su enojo, Eisenhower fue capaz de trabajar eficazmente con otras personas.
Inevitablemente, cada uno de nosotros a veces se ve tentado a reaccionar en forma airada. No obstante, mediante la obra de Dios en nuestra vida, podemos aprender a controlar el enojo. ¿Qué mejor manera hay de influir a las personas que con un espíritu afable?
La persona que domina su ira, conquista un enemigo poderoso.

martes, 13 de septiembre de 2011

¿IZQUIERDISTA O DERECHISTA?

Habían nacido en la antigua Yugoslavia. Él, Bosko Breckic, era serbio y cristiano. Ella, Almira Ismic, era croata y musulmana. Las diferencias políticas, raciales, culturales y religiosas hacían imposible que ellos se hicieran amigos. Pero como el amor no discrimina, aunque eran de bandos contrarios y ambos tuvieron que chocar contra prejuicios de familiares, se conocieron, se enamoraron y se juraron amor eterno. Porque el amor es así.

No obstante, la situación política en la tierra del Danubio había deteriorado horriblemente, y en uno de los tantos tiroteos que se desataron en esa región convulsionada, Bosko Breckic y Almira Ismic se encontraron entre dos fuegos, y murieron abrazados. Así es la hostilidad, y así es el amor.

Con frecuencia flotan sobre las miasmas de la guerra y la violencia un aroma de amor y romance. Y siempre puede escribirse un poema franco e inocente donde el odio racial y la saña religiosa han vertido su furor.

¿Por qué tiene que haber tanto odio, tanto rencor y tanta matanza en el mundo? Hay rasgos de amor que resaltan aun en medio de la guerra. ¿Por qué tienen que ser manchados con sangre producida por bombas y ametralladoras?

A pesar de las diferencias entre Bosko y Almira, el amor entre ellos fue más fuerte que todas ellas. Si se les hubiera preguntado: «¿Qué vale más, los prejuicios raciales o el amor?», la respuesta categórica habría sido: «el amor».

Aun los seres más malvados y crueles del mundo tienen vestigios de amor. ¿A qué se debe, entonces, que esa virtud que Dios le dio a la humanidad se convierta en odio brutal que finalmente estalla en guerras mundiales? Por alguna razón inexplicable preferimos destruirnos a nosotros mismos, dando lugar al odio en vez del amor.

Fue en Honduras, en una rueda de prensa, donde se me preguntó si yo era izquierdista o derechista. «Por favor —les pedí—, no me encasillen así. Si soy izquierdista, debo odiar a todo derechista. Y si soy derechista, debo odiar a todo izquierdista. Y yo no quiero odiar a nadie.

»Hay una tercera postura que ustedes no están tomando en cuenta —les dije—. Es el cristianismo puro, auténtico y bíblico, el cristianismo en que Cristo es Señor absoluto de la vida. Esa postura no contempla el odio.»

No nos sigamos destruyendo. Cristo quiere darnos un nuevo corazón. Él producirá en nosotros una revolución interna total. Dejémoslo entrar.

Hermano Pablo

lunes, 12 de septiembre de 2011

¿UN DOMINGO MAS?

Lectura: Hechos 2:41-47.
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles…" Hechos 2:42
Un soleado domingo por la tarde, después de regresar de la iglesia, salí a caminar por el vecindario. Un hombre cortaba el césped junto a la acera, y lo saludé con el habitual «hola, ¿cómo estás?». Con tono negativo, respondió: «Es sólo un domingo más». Luego, me pregunté qué había querido decir: ¿Sólo hago mis tareas; cumplo mis obligaciones?
A veces, asistir a la iglesia puede tornarse una cuestión de sólo cumplir la obligación de un domingo más. Para los creyentes de la iglesia primitiva (Hechos 2:41-47), reunirse con los creyentes era motivo de entusiasmo. Eso ocurría porque la iglesia recién comenzaba y todos eran creyentes nuevos y entusiastas. Pero ¿y nosotros? ¿Qué podemos hacer para que cada domingo sea especial?
Ir anticipando el encuentro con Dios. Aunque Él está con nosotros siempre (Hebreos 13:5), Su presencia es especial cuando nos reunimos con otros que lo conocen (Mateo 18:20; Santiago 4:8). Llévale tus cargas y tus alabanzas.
Ir para aprender de Dios. Quizá no aprendamos nada nuevo cada semana, pero siempre seremos estimulados por las verdades de la Palabra de Dios (Salmo 119:105). Espera escuchar Su voz.
Ir para tener comunión con otros. En esta travesía cristiana, nos necesitamos mutuamente. Anima a los demás, desafíalos en la fe y ora por ellos (Hebreos 10:24-25).
Señor, renueva nuestro entusiasmo para ir a la iglesia; que no sea sólo un domingo más.
Si deseas alimentarte espiritualmente, asiste a la iglesia con hambre de la Palabra.

viernes, 9 de septiembre de 2011

EL ÚLTIMO ABISMO

El poema fue creación de un alma juvenil, confundida y traspasada de problemas. «Tinieblas —dice el primer verso—, vengan y llévenme al último abismo, donde el dolor y el odio, y la ira y la guerra, ya no queman más.»

Y siguiendo ese mismo tono, la poesía, compuesta de versos graves y tristes, termina con: «El amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.» Así concluyó Elisabeth Garrison, de dieciséis años de edad, su poema. Su dolor, expresado en verso, explica el crimen que acababa de cometer. Elisabeth Garrison acababa de matar a su madre.

El alma del poeta se conmueve con las emociones más extremas. Ve la vida con ojos penetrantes, y reacciona de modo diferente al común entre los mortales.

Elisabeth no se llevaba bien con su madre. Las dos nunca se habían entendido, y a los dieciséis años de edad, en medio de la desesperación, Elisabeth mató a su madre. Inmediatamente después, todavía en su cuarto, la joven compuso esos versos. En ellos pedía que se le llevara al «abismo final, donde el dolor cesa. Porque —¡y qué expresión de una muchacha de apenas dieciséis años de edad!— el amor ha llegado a ser mi enemigo; la amistad se ha vuelto burla; y la esperanza, mi prisión.»

Ante esto nos preguntamos: ¿A qué profundidad de dolor, de desesperanza, habrá llegado la persona que dice que el amor es su enemigo, y que luego mata al ser más querido que tiene? Llegar a ese extremo es lo más desastroso que el ser humano pueda conocer. Y sin embargo hay muchas personas que han caído en ese abismo.

Cuando el dolor se vuelve insoportable, cuando la desesperación nos ahoga, ese es el momento de clamar: «¡Señor, te necesito; por favor, ayúdame!»

El salmista David sufrió, así también, sus momentos de angustia. Escuchemos uno de sus clamores: «¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.» Con esa ansiedad comienza David el Salmo 7, pero concluye con optimismo: «Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto... ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!»

Aprendamos del salmista que siempre podemos encontrar refugio en Dios. Cuando todo en esta vida nos consume, siempre queda Dios. Y con tal que lo busquemos con toda sinceridad, Él siempre nos responderá. Pongamos nuestra confianza en Dios. Él jamás nos defraudará.

Hermano Pablo

jueves, 8 de septiembre de 2011

FRASES QUE EDFICAN

Dios no elige personas capacitadas, Él capacita a los elegidos.

Uno con Dios es mayoría.

¿Quieres ayudar? Entonces involúcrate con quien necesita ayuda. ¿Quieres hacer la diferencia? Sé diferente. ¿Quieres ser usado por Dios? Ponte a Su disposición.

Nunca pongas un punto de interrogación, donde Dios ya puso un punto final.

Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche, sino hasta que podamos oír a Dios.

Dios no habla con personas apresuradas y sin tiempo.

Con Jesús, jamás una desgracia será la última noticia.

Moisés gastó 40 años pensando que era alguien, 40 años aprendiendo que no era nadie y 40 años descubriendo lo que Dios puede hacer con un NADIE.

Sólo tendré todo de Dios, cuando El tenga todo de mí.

Solamente soy un detalle, pero con Jesús, hago la diferencia.

La fe se ríe de las imposibilidades.

Nada está fuera del alcance de la oración, excepto lo que está fuera de la voluntad de Dios.

Perdonar es la mejor manera de vengarse.

La tristeza mira hacia atrás, la preocupación mira alrededor, la fe mira hacia arriba.

El tiempo es de lejos más valioso que el dinero, porque el tiempo es INSUSTITUIBLE.

No temas la presión, recuerda que ella transforma el carbón en diamante.

Lo más importante no es encontrar la persona correcta, y sí ser la persona correcta.

No confundas la voluntad de Dios, con el permiso de Dios, no todo lo que ocurre es de Su voluntad, pero nada ocurre sin Su permiso.

Uno no cree realmente en Dios, hasta que uno cree que Dios puede hacer lo imposible.

No es tu APTITUD, si no tu ACTITUD, lo que determina tu ALTITUD.

Job 34:2
Oid, sabios, mis palabras; Y vosotros, doctos, estadme atentos.

Salmos 107:43
¿Quién es sabio y guardará estas cosas, Y entenderá las misericordias de Dios?

Proverbios 1:5
Oirá el sabio, y aumentará el saber; Y el entendido adquirirá consejo;

Proverbios 9:9
Da al sabio, y será más sabio: Enseña al justo, y acrecerá su saber.

Proverbios 11:30
El fruto del justo es árbol de vida: Y el que prende almas, es sabio.

Proverbios 27:11
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, Y tendré qué responder al que me deshonrare.

Un agradecimiento especial a Fabio Melendez por su aporte..!

SEGUIR INSTRUCCIONES

Lectura: Mateo 7:24-29.
"Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca" Mateo 7:24
Uno de mis pasatiempos de la niñez era armar modelos de aeroplanos. Cada vez que abría una caja nueva, lo primero que veía eran las instrucciones, pero creía que no necesitaba seguirlas. En mi mente, sabía exactamente cómo armarlo. Recién después de haber pegado algunas piezas, me daba cuenta de que había salteado un paso importante: colocar al piloto en la cabina de mando.
Es fácil creer que no necesitamos instrucciones para la vida; sin embargo, al poco tiempo, nos damos cuenta de que hemos arruinado todo. Exactamente por esta razón, Jesús aconsejó que seguir Sus instrucciones es la manera de que la gente sabia desarrolle una vida sólida, segura y significativa (Mateo 7:24-29). El Señor recién acababa de decirles a las multitudes que lo escuchaban que pusieran la otra mejilla, que continuaran la segunda milla, que perdonaran a los enemigos y que vendieran los tesoros para poder dar a los pobres (5:39-44). No obstante, recibir instrucciones no basta. La clave está en seguirlas. «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca» (7:24).
El ser humano que no sigue las indicaciones es, como expresa Jesús, «insensato» (v. 26). Para el mundo, perdonar a tus enemigos y dar a los pobres puede parecer una manera ridícula de construir una vida; sin embargo, el Señor nos dice que es la forma sabia de hacerlo.
Para desarrollar una vida sólida, sigue las instrucciones de Jesús.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

FALIN Y ELENA






Nuestros Pastores, Falin y Elena. En el aeropuerto de Barcelona embarcando para viajar hacia E.E.U.U. Alli irán a cantar y predicar a las iglesias de Ricardo Di Rocco.

sábado, 3 de septiembre de 2011

«NUNCA LEVANTÓ LA VOZ SINO PARA CANTAR»

Vestida de blanco, la niñita de seis años de edad cantó en el culto religioso de la Iglesia Bautista en Filadelfia, Pensilvania. Era el año 1903. Con ese sencillo principio nació una cantante de voz extraordinaria, que conmovió al mundo.

Cantó en los mejores teatros de Europa en la década de 1920. Cantó para varios presidentes en la Casa Blanca de Washington, Estados Unidos. Fue la primera de su raza en cantar en la Casa de la Ópera Metropolitana de Nueva York. Y llenó estadios en todo el mundo, armonizando el espíritu de millones de personas con su hermosa voz.

En abril de 1993, a los noventa y siete años de edad, dio su último canto. Fue un suspiro, el suspiro que la trasladó a la eternidad.

¿Quién era esa extraordinaria mujer con una voz tan excepcional? Era Marian Anderson, la muy notable cantante negra de fama mundial. Entre los muchos comentarios que se hicieron de ella, tal vez el más recordado sea el de Arturo Toscanini, que dijo: «La suya es una voz que se escucha una vez cada cien años.» Pero el comentario más significativo fue el siguiente: «Nunca levantó la voz sino para cantar.»

No puede haber elogio más grande que el decir de alguien que nunca usó la voz sino para elevar el ánimo de los demás, para infundir aliento, para consolar al triste. Entre las causas grandes de esta vida, entre los móviles que mueven al bien, está el de levantar el espíritu del que se siente abandonado.

Al otro extremo está el que sólo habla para maldecir; el que nunca tiene una palabra de consuelo; el que sólo arroja amargura, desagrado, tormento y dolor; el que nunca sonríe, nunca alaba, nunca conforta, nunca alienta.

Jesucristo dijo en cierta ocasión: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Marian Anderson cantaba porque todo su corazón era un canto. De su interior salía el canto que animó a medio mundo a lo largo de casi un siglo entero. Su canto era su alma, y su alma era su canto.

Adaptando las palabras de Cristo, podríamos decir: «Del contenido del alma se expresa la voz.» Es decir, lo que tenemos en el corazón determina tanto las palabras que decimos como el tono de voz con que las emitimos.

¿Qué podemos hacer para cambiar nuestras palabras negativas en palabras positivas? Cambiar el contenido de nuestro corazón. A eso se debe que digamos con tanta insistencia que cuando Cristo mora en nuestro corazón, tenemos paz y gozo. Y las palabras que decimos y la actitud que tenemos reflejan ese gozo. Él quiere cambiar nuestra tristeza en paz. Démosle entrada hoy mismo. De hacerlo así, nuestra vida será, en su totalidad, una vida nueva. Dejémoslo entrar.

Hermano Pablo

VER MARAVILLAS


“Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley”. Salmo 119:18

No siempre mantenemos la mirada puesta en la voluntad del Padre o buscando su Gloria, de modo que perdemos de vista nuestro objetivo de vida. Andamos enceguecidos; hemos perdido el rumbo.

Cuando el salmista pide a Dios la apertura de sus ojos, está pidiendo que lo ayude a comprender las palabras de sus estatutos reconociendo que en ellas se hallan las maravillas que hoy no puede alcanzar. Hay cosas que le son ocultas.

¿Cuándo estamos ciegos a estas cosas?

Cuando miramos para otro lado. Cuando nuestros ojos están puestos en los tesoros terrenales como el trabajo, el éxito, la economía, estamos mirando para otro lado; y no sólo eso, si que nuestro corazón está depositado tambié n en ello.

Cuando estamos enceguecidos por falsos resplandores. Hay muchas luces de colores que llaman la atención y nos engañan. El mundo ofrece las más variadas y atractivas respuestas ante la búsqueda espiritual del hombre. Alternativas que brillan pero nada tienen de verdadero.

Cuando andamos en penumbras. A veces nos alejamos tanto de la luz que alumbraba nuestro camino, que comenzamos a andar en la oscuridad sin saber hacia dónde estamos yendo. El bien se confunde con el mal y ya no podemos discriminar lo que hacemos ni hacia dónde vamos.

Cuando no queremos ver. Muchas veces nos ocurre esto último. Nuestra fe nos alcanza para experimentar lo tibio del banco de la iglesia los domingos. Sabemos que Dios está, pero no nos interesa mas allá de nuestro encuentro dominical en el que las palabras resuenan en nuestras cabezas por unas horas hasta que alguna otra cosa logra acallarlas. Lo cierto es que no queremos ve r, no queremos ni ansiamos despertar de nuestro cómodo letargo.

Lo que no estamos viendo, son maravillas que Dios ha preparado para nuestros ojos y que sólo podremos experimentar en la medida que Él abra nuestros ojos.

¿De qué nos estamos perdiendo?

Sin entrega no conoceremos el poder del Dios de Gedeón.

Sin fe no conocernos la misericordia y la fidelidad del Dios de Abraham.

Sin entrega no veremos hecho realidad lo imposible y el milagro que Dios hizo en María.

Sin fe, sin entrega, no veremos maravillas, no veremos mares abiertos, no veremos milagros de sanidad, no veremos el resplandor de la Gloria del Padre, no veremos aquellas cosas que no podemos imaginar…

“… Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las cosas que Dios ha preparado para quienes lo aman” 1° Corintios 2.

¿Queremos ver estas maravillas reservadas a los ojos de sus Hijos? ¡Ab re nuestros ojos, Oh Dios, para que podamos verte!

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatina.org
meryrueda

ALABASTRO ALABANZA "TE ALABARE"

DESCANSA EN JESÚS

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jueves, 1 de septiembre de 2011

LA PERSONA DE LA BIBLIA

Lectura: Juan 5:31-40.
"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas […] dan testimonio de mí" Juan 5:39
Durante una conferencia de líderes de iglesias, en Seattle Pacific University, en los Estados Unidos, el destacado pastor Earl Palmer mencionó una experiencia que configuró su enseñanza y su predicación durante más de medio siglo.
Mientras era alumno de un seminario, lideraba un estudio bíblico en el que instaba a los integrantes a considerar las palabras de las Escrituras. «Llegué a convencerme —dijo Palmer— de que si lograba que alguien mirara el texto, el contenido tarde o temprano les impondría respeto y siempre los conduciría a su tema central: Jesucristo. Y cuando Jesucristo les impusiera respeto, estarían apenas a unos centímetros de alcanzar la fe».
Jesús le dijo a un grupo de líderes religiosos que conocían bien el Antiguo Testamento, pero que se le oponían enérgicamente a Él: «Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida» (Juan 5:39-40).
Se requiere un corazón dispuesto y también una mente inquisidora para estudiar la Biblia. Cuando descubrimos que Jesús es la Persona a la cual guía toda la Escritura, debemos decidir cómo responder ante Él.
Hay gran gozo para todos los que abren su corazón a Cristo y hallan la vida en Él.
La Palabra escrita nos guía a la Palabra viva: Cristo.