lunes, 13 de abril de 2009

HABLANDO CON DIOS


Invadido mi Señor
de tu esencia cada día,
quiere estar mi corazón
en las pruebas o el dolor,
en las penas y alegrías.

Abrazando con tesón
aquella cruz que pondrías,
mirando al cielo por mí,
mayor amor nunca vi
que tu vida por la mía.

Invadido mi Señor
de aquel aroma que un día,
me diste con tanto amor
que sintiera tu perdón
y cantara el alma mía.

Por la hermosa bendición,
que diste con tu agonía,
a este indigno pecador,
por eso, con emoción
clamo de noche y de día:

Que nunca apartes de mí
esas manos que pondrías,
clavadas por mí en la cruz
para poder ver la luz
que al Padre me acercaría.

Que no me alejes de ti,
porque entonces, ¿dónde iría?
¿hacia el mundo he de volver?
¿hacia aquello que dejé,
y olvidar tu compañía?

No lo permitas Señor,
pues sin ti me perdería
por caminos de dolor,
oscuros y sin color
y a ciegas caminaría.

Por eso, Señor mi Dios,
invádeme cada día,
inúndame con tu amor
lléname de tu calor,
QUE TU VIDA, SEA LA MÍA.

Autor: Antonio Torres Villén

HOY..ESTARE ASONBRADO

“Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe bien” Salmo 139:14
Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Qué increible es pensar que hay gente que ponen en duda que Dios ha creado todo cuanto nuestros ojos ven. En realidad se necetita 1000 veces más fe para creer que lo que vemos surgió de la nada, que creer lo que la Biblia dice.
Acaso no es increible ver como a través del fotosíntesis las plantas procesan oxigeno, lo cuál nosotros necesitamos mientras ellas necesitan el dióxido de carbono que nosotros desechamos? Sólo Dios lo pudo hacer. Quién es el que hace que los árboles extiendan sus raices a las profundidades para luego levantarse frondosos y darnos su sombra y sus frutos?. Sólo Dios. Hoy estaré una vez más asombrado ante las maravillosas obras de Dios.
Sólo al pensar en este día, las maravillas del coagulante de la sangre, el milagro de las hórmonas, las maravillas del ojo, los intrincados secretos del corazón. La asombrosa acción de crecimiento de mis cejas y pestañas, que parecen saber cuando dejan de crecer mientras mi cabello de la cabeza sigue creciendo. Quién les dió tales límites? Quién estableció el pulgar para que hiciera el equilibrio a los cuatro dedos y así poder tomar la pelota y abrocharme la camisa?
Quién reguló la presión de la sangre en mis venas? Quién ordenó a mis riñores que fucionarán sabiamente como lo hacen cada minuto? Cuando comienzo a leer biología y fisiología comienzo a levantar mis manos ya alabar al Señor. Hoy, quiero asombrarme ante tan esplendorosa grandeza.
Sólo Dios lo ha hecho en su bondad. Grandeza y miserocordia. Por eso hoy puedo expresar lo que el salmista dijo: Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos, un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría.
No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz, pero por toda la tierra salió su voz y hasta el extremo del mundo sus palabras. Si porque sus hechos son palabras impresionates que nada ni nadie pueden refutar.
Señor, en este día estoy asombrado y maravillado cuando contemplo tus obras. Todas tus obras son impresionantes y grandes. Tú eres digno de ser alabado. En este día quiero alabarte y expresarte mi asombro. Cómo podre ignorar tus obras? Todas tus obras anuncian tus grandezas.
Hoy quiero expresar mi asombro en alabanzas, porque tú eres digno de ser alabado. Digno eres oh Dios y grande de ser adorado en gran manera. Amén.

DA UNA SEMILLITA

La historia que tiene más de un siglo, cuenta que una princesa agonizaba. En su lecho de muerte, pidió que su tumba fuese cubierta con una gran piedra de granito y que alrededor hubiese otras piedras sellando la lápida.
También dio órdenes de afianzar las piedras con abrazaderas de hierro. A pedido, suyo, la lápida llevaría escrito: “Esta tumba, comprada para toda la eternidad, jamás deberá abrirse”.
Aparentemente, durante el entierro se metió en la tumba una bellotita. Al tiempo empezó a asomarse un brotecito en medio de las piedras. La bellota había podido absorber suficiente alimento como para crecer. Después de varios años de crecimiento, un robusto roble se levantaba entre las abrazaderas de hierro. El hierro no pudo con el roble y sus raíces lo rompieron, dejando al descubierto la tumba que nunca debía abrirse. La nueva vida se abrió camino desde el lecho de muerte con una semillita.
Todos los días tenemos infinidad de oportunidades para aprovechar un nuevo comienzo. Generalmente, los nuevos comienzos se inician cuando alguna otra cosa termina. Cuando dejamos que el pecado muera en nuestro corazón, encontramos nueva vida en Cristo. Tal vez no haya sido accidental que el robusto roble, que es uno de los árboles más altos y fuertes del mundo, se inicie a partir de una pequeña semillita.
Marcos 4:8Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta a sesenta, y a ciento por uno.

SIGAMOS ALENTADONOS UNOS A OTROS

Lectura: Hebreos 10:19-25.
"Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras" Hebreos 10:24
A poco menos de dos kilómetros de la meta de la Maratón de Londres, miles de espectadores bordeaban la ruta portando pancartas. Cuando algunos de ellos lograban divisar a algún familiar o amigo acercándose, gritaban el nombre de esta persona, le saludaban con la mano, y exclamaban frases de aliento: "¡Sólo un poquito más! ¡Sigue adelante! ¡Ya casi has llegado!" Después de haber corrido 40 kilómetros, muchos competidores apenas si caminaban y estaban a punto de renunciar. Era asombroso observar a los exhaustos corredores alegrarse y renovar el ritmo cuando veían a alguien que conocían o cuando escuchaban su nombre.
¡Aliento! Todos lo necesitamos, especialmente en nuestro caminar de fe. El libro de Hebreos nos dice que sigamos exhortándonos unos a otros. "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca" (10:24-25).
El Nuevo Testamento está lleno de la certeza de que Cristo pronto volverá. "El Señor está cerca" (Filipenses 4:5). "La venida del Señor se acerca" (Santiago 5:8). "He aquí Yo vengo pronto" (Apocalipsis 22:12).
Al "ver que aquel día se acerca", sigamos alentándonos unos a otros en la fe. "¡Sigue adelante! ¡Ya casi has llegado! Ya puedes ver la meta"
Aun si no tienes nada más que dar, puedes dar aliento.