sábado, 1 de mayo de 2010

HÁBITOS INSANOS


David Fortson era alto, de más de dos metros, atlético, alegre, inteligente, y de apenas diecinueve años de edad. Era el mejor jugador de básquetbol de su colegio en Santa Mónica, California. Pero tuvo una discusión acalorada con un compañero suyo.

En el calor de la contienda, David, que era toda una promesa, recibió un balazo en el pecho. Él murió poco después, mientras que a su asesino lo encontraron en la casa de su novia y lo arrestaron.

El homicida pertenecía a una banda juvenil que tenía por lema una frase impresa en las camisetas de los miembros de la banda, que decía: «Hábitos insanos». Esa frase, hábitos insanos, es lo que le da importancia a esta noticia.

El diccionario describe la primera acepción de la palabra «insano» con dos vocablos: loco y demente. En efecto, podemos calificar de locos y dementes esos hábitos de adolescentes y jóvenes que son la pesadilla actual de padres, maestros, policías, jueces y clérigos. La juventud parece enloquecida. Cada día hay noticias de algún acto insano de parte de jóvenes estudiantes, de muchachas adolescentes y de niños que aún no han doblado el cabo de los diez años.

Quizá no sea tan extraño el hecho de que estos hábitos insanos son siempre actos de violencia, o de rebeldía, o de fiestas licenciosas en que se bebe licor a mares, se usan drogas y narcóticos sin medida y se practica el sexo libre, que nunca es libre, y todo esto, sin conciencia.

Algo que contribuye a esta insania es la televisión. No hace mucho una sociedad estudiantil manifestó que mucha de la delincuencia en la juventud se debe a la influencia de la televisión. «La televisión nos está deformando la mente y los sentimientos —dijeron los jóvenes en una dramática declaración—. Si no mejoran los programas de televisión, no hay esperanza para el joven.»

No obstante, la televisión mundial, al igual que el cine y las revistas, es una industria superpoderosa, y éstas, por la gran cantidad de dinero que producen, no cambiarán sus proyectos por nada en la vida.

¿Y qué del joven? ¿Hay algún modo de cambiar sus «hábitos insanos»? Sí, lo hay. Es posible tocar el corazón del joven y la señorita. Se han visto cambios increíbles en jóvenes que, según su propio testimonio, habían perdido toda noción de moralidad. Esto ocurre cuando Jesucristo entra en el corazón humano. La única fuerza capaz de contrarrestar la fuerza que tiene el mal es Jesucristo.

Por nuestra parte, los padres necesitamos darles a nuestros hijos un genuino ejemplo cristiano. Ellos necesitan ese modelo. Y nuestros jóvenes necesitan reconocer que sólo Cristo es su salvación, no sea que sigan andando por el camino que lleva a la destrucción.

Hermano Pablo

HOY SEMBRARE LA SEMILLA PRECIOSA

“Los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría, aunque lloren mientras llevan el saco de semilla, volverán cantandocone alegría, con manojos de trigo entre los brazos” Salmo 126:6
Hoy sembraré la preciosa semilla de la Palabra de Dios. No hay otra analogía más preciosa para referirse a la palabra de Dios como la que esta hecha con la semilla. La semilla es aparentemente insignificante, muy pequeña en comparación con el árbol que nace de ella.
La vida está encerrada y latente en el interior de una cápsula. Necesita una tierra fértil para poder crecer. El crecimiento es lento, de modo que pone a prueba la paciencia del agricultor. Por medio del fruto, la semilla se reproduce y se multiplica. Esa semilla nos revela hermosos secretos de la Palabra de Dios.
La primera lección que no debo olvidar hoy de la semilla de la palabra es la lección de la fe. A primera vista, parecería poco probable que la Palabra de Dios pudiera darle vida a mi alma, darle las gracias que menciona, transformar mi carácter y llenarme de fortaleza. Sin embargo, eso es lo que hace. Una vez que aprenda a creer que la Palabra puede desarrollar eficazmente las verdades que expresa, habré descubierto uno de los secretos primordiales del estudió de la Biblia. Luego encuentro la lección del trabajo.
Se tiene que recolectar, guardar y derramar la semilla sobre la tierra preparada. De esa manera la mente tiene que cosechar las escrituras y entender las palabras que satisfagan mis necesidades, para pasarlas luego al corazón, como la única tierra en la que puede crecer esa semilla.
No podré dar vida ni crecimiento; pero ni siquiera tengo que hacerlo, porque ambas cosas se encuentran ya presentes. Lo que si puedo hacer es guardar la Palabra en mi corazón, esperado que nos lleguen los rayos del sol que vienen de lo alto.
La tercera lección es la lección de la paciencia, porque la semilla necesita tiempo para echar sus raíces y crecer y las palabras de Cristo necesitan permanecer en nosotros para que echen raíz y crezcan y por último está la lección de la fructificación. La verdad , la vida y el poder de Dios, cuyos pensamientos contiene la palabra de Dios, crecerán y madurarán en nuestro interior. Hoy por lo tanto no solo sembraré la semilla de la palabra en mi corazón sino además de esto, la sembraré en el corazón de otros.
Señor. Gracias por la semilla de tu palabra. Gracias por que a veces parece insignificante pero en sí es poderoso. Señor, Hoy quiero sembrar esa semilla en mi corazón. Quiero preparar mi corazón como tierra fértil para que ella produzca el fruto que quiere.
Hoy, también quiero sembrar la semilla en el corazón de los que estén cerca de mi, sabiendo que esa semilla al ser sembrada será regada por tu Espíritu y solo tu la harás crecer para vida eterna en ese corazón. Amén-

¿ACEPTAS LO DESAFIOS?

Thomas Young, nació el 13 de junio de 1773 en Milverton, Inglaterra. Leía a la edad de dos años.
A los catorce conocía el latín, hebreo, samaritano, caldeo, árabe, sirio, francés, italiano, persa, turco y etíope.
Estudio medicina en Cambridge. Investigó el funcionamiento del ojo humano, estableciendo que existen tres tipos de receptores cada uno de ellos sensible a uno de los colores primarios.
Descubrió como cambia la curvatura del cristalino para enfocar objetos a distintas distancias. En 1801 descubrió la causa del astigmatismo y comenzó a interesarse por la óptica.
En una célebre experiencia que lleva su nombre, encontró que si dejaba pasar luz, que provenía de una única fuente, a través de dos pequeñas rendijas muy próximas, la luz daba lugar a unas bandas brillantes que alternaban con otras más oscuras.
Basándose en el fenómeno de interferencia que se producía, estableció definitivamente la naturaleza ondulatoria de la luz. Explicó de esta manera los colores que se forman en la películas finas, como las burbujas.
Estudió también entre otras cosas : la naturaleza transversal de las ondas luminosas, las longitudes de onda de los distintos colores, las mareas (encontró una explicación mejor), la energía ( la definió formalmente), la elasticidad (una constante en la ecuación matemática que describe la elasticidad lleva su nombre : módulo de Young), el tamaño de las moléculas, la tensión superficial en los líquidos…
Como todo lo que suponía un desafío le interesaba, al oír hablar de la Piedra Rosetta se hizo con una copia de las tres inscripciones que contenía. Centró su atención en grupos de jeroglíficos enmarcados por una línea a los que denominó cartuchos. Consiguió descifrar varios cartuchos y abrió el camino que luego continuaría el lingüista francés Champollion.
Los que aceptan los desafíos llegan lejos. Dios ha colocado en el ser un humano un potencial divino, que no se podrá desarrollar totalmente, a menos que lo veamos a Él como la fuente de todo y que pongamos nuestro empeño en salir adelante, jamás conformándonos con lo poco que hacemos o tenemos. Levantar la vista hacía el horizonte nos lleva a contemplar la luz de Dios que nos guía a nuevos senderos.
Así que dispónte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo.
Pero Moisés le dijo a Dios: ¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?
Yo estaré contigo le respondió Dios. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto[a] en esta montaña. Éxodo 3:10-12

EL EXAMEN CON TRAMPA

Lectura: Salmo 119:129-136.
"Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí" Salmo 119:133
Dan Ariely, profesor de economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts , realizó algunas pruebas sobre el comportamiento humano. En un experimento, los participantes dieron un examen en el que recibirían dinero por cada respuesta correcta. Sin embargo, ellos no sabían que Airely no estaba probando su conocimiento sino si harían trampa. Organizó el examen de tal modo que los grupos creyeran que sería fácil hacer trampa.
Antes de dar el examen, a un grupo de los participantes se les pidió que anotaran los Diez Mandamientos, hasta donde pudieran recordarlos. Para asombro de Ariely, ¡nadie de este grupo hizo trampa! Pero en todos los demás grupos sí hubo quienes hicieron trampa. Recordar un patrón de referencia moral marcó la diferencia.
Siglos atrás, el salmista entendió la necesidad de un patrón de referencia moral y pidió ayuda divina para seguirlo. Oró al Señor: «Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí… y enséñame tus estatutos» (Salmo 119:133-135).
El experimento del «examen con trampa» de Ariely ilustra nuestra necesidad de guía moral. El Señor nos ha dado Su Palabra como una lámpara a nuestros pies y una lumbrera a nuestro camino (v. 105) para dirigirnos en nuestras elecciones morales.
Al igual que una brújula, la Biblia siempre nos señala la dirección correcta.