Lectura: Romanos 15:1-7.
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” Romanos 15:4
Me encanta la expresión «comida reconfortante». Habla de aquello que es tan bueno, tan familiar, que está tan bien que siempre puede traer una sonrisa a nuestros labios. Para mí, la comida reconfortante generalmente incluye alguna forma de carne y patatas. Hamburguesas y patatas fritas. Pan de carne con puré de patatas y salsa de carne. El chocolate también, en casi todas sus formas imaginables. Estas son las comidas que hablan a mi alma y me dicen que todo anda bien en el mundo. (¡Pero, ojo, que no estoy diciendo que sean las más saludables!).
Desafortunadamente, no todo anda bien en el mundo, y no hay cantidad posible de hamburguesas y patatas fritas que puedan arreglarlo. Lo que verdaderamente nos reconforta no es el sub-producto de alguna comida específica, así como tampoco lo es el resultado del alcohol o las drogas, el dinero, el placer o el poder. Se trata de una necesidad mucho más íntima que requiere de una solución mucho más profunda.
Pablo le dijo a la iglesia en Roma que la búsqueda de lo que nos reconforta puede comenzar en las páginas de la Biblia. Él escribió: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15:4).
Dios nos ha dado Su Palabra para atraernos hacia Sí. Por medio de una relación con Dios, Él provee la consolación que necesitamos para vivir en un mundo quebrantado.
La Palabra de Dios es un salvavidas que impide que el alma se hunda en un mar de tribulación.
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” Romanos 15:4
Me encanta la expresión «comida reconfortante». Habla de aquello que es tan bueno, tan familiar, que está tan bien que siempre puede traer una sonrisa a nuestros labios. Para mí, la comida reconfortante generalmente incluye alguna forma de carne y patatas. Hamburguesas y patatas fritas. Pan de carne con puré de patatas y salsa de carne. El chocolate también, en casi todas sus formas imaginables. Estas son las comidas que hablan a mi alma y me dicen que todo anda bien en el mundo. (¡Pero, ojo, que no estoy diciendo que sean las más saludables!).
Desafortunadamente, no todo anda bien en el mundo, y no hay cantidad posible de hamburguesas y patatas fritas que puedan arreglarlo. Lo que verdaderamente nos reconforta no es el sub-producto de alguna comida específica, así como tampoco lo es el resultado del alcohol o las drogas, el dinero, el placer o el poder. Se trata de una necesidad mucho más íntima que requiere de una solución mucho más profunda.
Pablo le dijo a la iglesia en Roma que la búsqueda de lo que nos reconforta puede comenzar en las páginas de la Biblia. Él escribió: «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15:4).
Dios nos ha dado Su Palabra para atraernos hacia Sí. Por medio de una relación con Dios, Él provee la consolación que necesitamos para vivir en un mundo quebrantado.
La Palabra de Dios es un salvavidas que impide que el alma se hunda en un mar de tribulación.
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