viernes, 20 de febrero de 2009

COMENZANDO DE NUEVO

A los cuarenta y tres años de edad, Luis sintió que había llegado el momento de devolverle algo a la comunidad, por lo cual se enroló como voluntario en un programa para alimentar a los que carecían de un techo en las calles.

Rápidamente se encontró aconsejando a las familias que venían por alimentos, dirigiéndolosa lugares en los cuales conseguir refugio y ayudando a varios hombres a encontrar trabajo. Los encargados del programa le dijeron que tenía talento para trabajar con la gente y lo animaron a desarrollarlo.

Luis había estado trabajando en una posición de oficinista como auxiliar administrativo para un ejecutivo de cierta compañía. No había un puesto más elevado dentro de la empresa ni en su campo. Lo único que lamentaba era que nunca había ido a la universidad. Armado de las palabras de aliento de sus compañeros voluntarios, él y su esposa vendieron su casa y “volvieron a la escuela”.

Ambos recibieron finalmente grados de doctorado y se convirtieron en consejeros plenamente dedicados a su familia. Abrieron una clínica juntos y reestructuraron sus vidas, disfrutando esta vez de un sentido mucho más amplio de satisfacción personal.

Nunca es demasiado tarde para comenzar una nueva carrera. Y nunca es demasiado tarde para hacer otra vez un comienzo en su vida espiritual. El verdadero éxito se encuentra al establecer una relación con su Creador, descubrir lo que Él dispuso que fuese, ¡y entonces desarrollar los talentos y dones que le dio!

Mateo 6:33
Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

CAER EN SU PROPIA TRAMPA

Kenneth Sunderland miró satisfecho su sembrado. Todas las plantas estaban fuertes y sanas, y todas lucían al sol sus brillantes hojas. «Tengo que cuidar mis plantas —pensó el hombre—, de modo que ninguna autoridad me las quite.»

Con esa idea, armó una escopeta. La afirmó con palos apuntando a la puerta, y ató un hilo desde el gatillo del arma al dintel de la puerta. Cualquier persona que la abriera accionaría el arma. Pero ocurrió algo insólito.

Sunderland mismo, cultivador de marihuana, al salir un día del recinto, accionó el gatillo. Y sucedió lo inevitable. El hombre tenía sólo treinta y ocho años de edad.

Así como Sunderland, también nosotros tenemos la tendencia a caer en nuestra propia trampa.

Un hombre le encargó a su yerno, un constructor, que le hiciera una casa. El yerno la hizo con los peores materiales posibles, estafando así a su suegro. Puso los más ordinarios cables y tubos y madera y pinturas.

Cuando se la presentó a su suegro, éste le dijo: «Hijo, la casa es tuya. Te la hice construir para que vivas en ella con mi hija y los chicos.» El hombre se había engañado a sí mismo, y tuvo que vivir en la miserable casa que él mismo había construido. Quiso estafar al suegro, y se estafó él mismo.

Es posible mantener el engaño durante un tiempo. Y es posible sacarle algún beneficio, magro y malo beneficio material, aunque para algunos, desgraciadamente, codiciable. Pero no se puede llevar toda una vida mintiendo y engañando y estafando y burlándose de los ingenuos. Dios ha diseñado nuestra vida de tal manera que tarde o temprano cosechamos lo que sembramos. Jesucristo dijo: «Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas» (Lucas 12:3).

Donde más se nota esta necia y vana intriga es en lo que creemos estar escondiendo de Dios. Él conoce los secretos más íntimos de nuestro corazón, y Él juzga y condena no sólo en la eternidad sino en esta vida.

Nada mejor que llevar una vida limpia a los ojos de Dios y de los hombres. Más vale que nunca frecuentemos la compañía de los malos, que nunca tomemos parte en ningún delito, que nunca engañemos a nadie, que nunca demos falso testimonio, pase lo que pase. Tarde o temprano, irremisiblemente, sufriremos la paga de nuestro pecado.

Cristo desea ser nuestro Salvador. Es en el compañerismo con Él, siguiendo sus divinas enseñanzas, que nos libramos del engaño. ¿Por qué sufrir consecuencias innecesarias? Entreguémosle nuestra vida a Cristo. Él está dispuesto a cambiarla de una vez y para siempre.

!DESPERTAD¡

Hageo era un profeta del remanente fiel (después de los 70 años de cautiverio) y cumple su ministerio en los tiempos de Esdras y Nehemías. Escribe y exhorta a la nación de Israel durante el tiempo de la reconstrucción del templo, ya que se habían detenido en la construcción por ocuparse más de si mismos. Él amonesta y anima a los edificadores.

El pueblo decía: “Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: Este pueblo dice: No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada” Hageo 1:2. Dios responde en forma muy clara: ”¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos .” Hageo 1:4

¡Cuántas veces nos vamos durmiendo en la servicio al Señor! ¡Privilegiamos nuestros intereses, nuestras cosas, lo que creemos “nuestro” por sobre lo del Señor. Ahora bien…¿Hay algo que es “nuestro”? Nada nos pertenece, todo lo que tenemos es prestado por la misericordia de Dios y debemos administrarlo para Su Gloria ( 1ª Co.4:2) El pueblo se había olvidado de estar realidad y el resultado en sus vidas era evidente. El estar dormidos para Dios produce:

Falta de frutos : “ Sembráis mucho, y recogéis poco;” Hageo 1:6 a.
Esta es una de las evidencias de nuestro letargo en el servicio: no tenemos frutos para el Señor… ya que estamos dedicados a nosotros mismos. Juan 15:5

Falta de satisfacción : “coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; el que trabaja a jornal recibe su salario en saco roto.” Hageo 1:6b . ¡¡ No hay nada mejor que se ntir la satisfacción del trabajo para el Señor!! La satisfacción del corazón entregado a Su Voluntad por sobre todo lo que el mundo nos ofrece para distraernos.

Falta de respuesta "Buscáis mucho y halláis poco” Hageo 1:9 a.
“Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” Santiago 4:3

Falta de bendición : “Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos” Hageo 1:10

El final del versículo 9 muestra la causa de estas carencias: “Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa” .
¡Hay tiempo para volver a edificar! El pueblo escuchó la exhortación del profeta y tuvo la actitud correcta:

Temió delante de Dios. Hageo 1:12. Lo cual implica un arrepentimiento y cambio de actitud.
Cobró ánimo Hageo 2:4
Trabajó nuev amente para el Señor Hageo 2:4

¡¡¡¡¡¡¡Dios nos promete Su Presencia!!!!!


“ Pues, ahora, Zorobabel, esfuérzate dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová,. y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos” Hageo 2:4

Enviado por:Alejandra .L

HOY..VIVIRE EN RECONCILIACION

“Vivíamos en este mundo , sin Dios y sin esperanza. Pero ahora, unidos a Cristo Jesús por la sangre que él derramó, ustedes que antes estaban lejos están cerca” Efesios 2:13,14.
Reconciliación es la expresión del corazón y amor de Dios hacia aquellos que han sido o están enajenados. La reconciliación bíblica es más significativa que la unificación humanista y más poderosa que una igualdad política. Reconciliación significa que permitimos a Dios que reemplace nuestros prejuicios personales con su perspectiva. Soy llamado a aceptar los valores esenciales de cada creyente, entendiendo que nos necesitamos unos a otros para estar completos.
Hoy quiero moverme en ese sentir de reconciliación, comprendiendo que ya Dios se ha reconciliado conmigo a través de Jesucristo.
La reconciliación demanda acercarnos en nuestra pobreza común, debilidades y pecado, de manera que recibamos las riquezas, fuerza y gracia de Dios. Nuestra unidad y trabajo común con otros son el testimonio del poder de Jesucristo para romper divisiones y propagar su evangelio. Debido a que Dios me ha reconciliado hacia sí mismo a través de Jesucristo, puedo reconciliarme entonces con los que están a mi alrededor, sin tomar en cuenta sus ofensas hacia mi. La reconciliación comienza al conocernos, se mueve hacía la amistad y termina restaurando la hermandad en Cristo. Es hermoso vivir en paz y unidos en la hermandad de Jesús.
Reconciliación es el compartir de la hermandad de la misma forma en que los combatientes pelean juntos. Reconciliación es el compartir de nuestra salvación, experimentando nuestro amor y lucha contra nuestro común enemigo. El objetivo de la reconciliación incluye a creyente y a no creyentes, al hombre consigo mismo, al hermano con el hermano, al hombre con la mujer, al esposo con la esposa, al padre con los hijos, a la iglesia con la iglesia y a los líderes con los líderes. Este es el día para pensar en reconciliación y aún para ir más allá…hacia la reconciliación misma, por que la Biblia dice que ahora estamos unidos con Cristo por la sangre que él derramó y fue sangre de reconciliación.
Señor, gracias por darme la reconciliación. Cuando por mis pecados yo estaba separado, llegaste a mi vida para envolverme en tu perdón. Hoy, quiero vivir en esa recopilación . Amén.

EL MADERO

El retorcido sauce mantuvo su vigilia en nuestro patio durante más de 20 años. Proveyó sombra a nuestros cuatro hijos mientras jugaban en el patio, y albergue a las ardillas del vecindario.
Pero cuando llegó la primavera y el árbol no despertó de su sueño invernal, había llegado la hora de derribarlo.
Trabajé en ese árbol durante una semana todos los días, primero para tumbarlo y luego para cortar dos décadas de crecimiento en pedazos manejables. Me dio mucho tiempo para pensar en los árboles.
Pensé en el primer árbol, en el que colgaba el fruto prohibido que Adán y Eva no pudieron resistir. (Génesis 3:6). Dios usó ese árbol para probar su lealtad y confianza. Luego está el árbol del Salmo 1, el cual nos recuerda el fruto de una vida piadosa. Y en Proverbios 3:18, la sabiduría es personificada como árbol de vida.
Pero el más importante es un árbol transplantado: la tosca cruz del Calvario que fue hecha de un árbol robusto. Allí nuestro Salvador prendió entre el cielo y la tierra para llevar sobre sus hombros todos los pecados de todas las generaciones. Se destaca por encima de todos los árboles como símbolo de amor, sacrificio y salvación.
En el Calvario, el Hijo unigénito de Dios sufrió una muerte horrible en una cruz. Ese es el árbol de vida para nosotros.
La cruz de Cristo revela lo peor del pecado del hombre, y lo mejor del amor de Dios.

1 Pedro 2:24…llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero…

LA HISTORIA DE OKELO,NUESTRA HISTORIA

Lectura: Lucas 5:12-16
Entonces, extendiendo [Jesús] la mano, le tocó [al leproso]. —Lucas 5:13
Mi amiga Roxana ha tenido algunos empleos impresionantes en su vida. Ha cubierto las Olimpiadas como periodista. Ha trabajado en Washington, D.C., para personas y compañías de renombre. Durante años, ha escrito artículos sobre atletas cristianos de primerísimo nivel. Pero ninguno de esos empleos pueden compararse con lo que está haciendo ahora: dándole el amor de Jesús a los niños de Uganda.
¿Cómo son sus días? Vamos a pensar en un jueves lluvioso cuando caminó por la senda llena de lodo hacia un pabellón de enfermos de cáncer. Una vez dentro, levantó en brazos al pequeño Okelo, cuyos brazos estaban llenos de llagas por causa de una mala atención y estaba ardiendo en fiebre. Lo llevó al consultorio del único oncólogo del edificio y se quedó con él hasta que recibiera ayuda y su condición se estabilizara.
Jesús, nuestro ejemplo, pasó todo Su ministerio entre los que sufrían, sanándoles y trayéndoles las buenas nuevas del amor de Dios (Lucas 7:21-22).
¿Cuán significativos son nuestros empleos? Cierto, son vitales para ganarnos la vida y sustentarnos a nosotros mismos y a nuestras familias. ¿Pero hay algo que podamos hacer para ayudar a aliviar el sufrimiento en nuestro mundo de dolor? Puede que no podamos mudarnos a Uganda como Roxana, pero todos podemos encontrar maneras de ayudar a alguien. ¿En la vida de quién marcarás una diferencia?
Una medida de nuestra semejanza a Cristo es nuestra sensibilidad al sufrimiento de los demás.