sábado, 24 de julio de 2010

¿UN PIE O LA VIDA?

Con un seco y sonoro ¡clic! se cerró la trampa. Era una trampa de acero, silenciosa y traicionera, oculta en la nieve por hojas de pino. Serge Cherblinko, cazador de osos en los bosques de Siberia, andaba de cacería. Sin darse cuenta, pisó donde no debió haberlo hecho, y la trampa clavó en él sus dientes de acero.

Serge sabía que por sí solo le sería imposible librarse de la trampa. El dolor era intenso, y la noche se aproximaba, con sus fríos, sus lobos y sus osos. Ahí mismo, solo y en medio del bosque, tomó una decisión drástica. Con su cuchillo de monte, se amputó el pie y, renqueando y arrastrándose como pudo, regando sangre por el camino, cubrió los dos kilómetros hasta llegar al refugio. Perdió un pie, pero se salvó la vida.

Esa noticia en la prensa internacional, aunque muy triste, nos deja una tremenda y clara lección. Es mucho mejor perder un miembro del cuerpo que perder toda la vida. Si la opción es perder un pie, o un ojo, o un miembro cualquiera del cuerpo, o perder la vida, cualquiera cedería uno de sus miembros antes que entregarse a la muerte.

¡Cuántas no han sido las veces que el cirujano se acerca a la cama del paciente y le dice: «Para salvarle la vida tenemos que amputarle la pierna»! Y como más vale la vida que una pierna, el paciente se somete. La vida misma siempre vale más que cualquier miembro del cuerpo.

Así mismo sucede con la vida espiritual, la vida eterna. Jesucristo conocía el incalculable valor de la vida eterna, así que un día, al predicarles a las multitudes, dijo: «...si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él vaya al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno» (Mateo 5:29‑30).

Si la vida física vale más que cualquier miembro de nuestro cuerpo, con mayor razón la vida espiritual, que es eterna, vale más que cualquier cosa en esta vida. Y sin embargo, ¡qué fácil nos es apegarnos a nuestros antojos injustos e inmorales aunque así perdamos la vida eterna! Jesús lo expresó con una claridad diáfana al decir que si ganamos el mundo entero, pero perdemos nuestra alma, lo hemos perdido todo. No cedamos lo eterno por lo efímero. Ni cedamos la gloria celestial por la vanagloria de este mundo. Al contrario, pidámosle a Cristo que sea el Señor y Dueño de nuestra vida.

Hermano Pablo

LA VOZ EN LA CAVERNA

Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá dentro le decía: “ Entra y toma todo lo que desees , pero no te olvides de lo principal. Recuerda algo: Después que salgas, la puerta se cerrará para siempre.
Por lo tanto, aprovecha la oportunidad, pero no te olvides de lo principal…”
La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y por las joyas, puso el niño en el piso y empezó a juntar, todo lo que podía en su delantal.
La voz misteriosa habló nuevamente. “tienes solo ocho minutos”. Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró, recordó, entonces que el niño quedó allá y la puerta estaba cerrada para siempre.
!La riqueza duró poco y la desesperación…para el resto de la vida!.
Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir, en este mundo y una voz siempre nos advierte: “ No te olvides de lo principal”. Y lo principal son los valores espirituales, la conducta, la honradez, la sinceridad, la familia, los amigos, la vida.
Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan tanto, que lo principal siempre se queda a un lado.
Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial.
¡Los tesoros del alma!. Qué jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápidamente y que la muerte llega inesperadamente. Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las lamentaciones. Ahora…piensa por un momento què es lo principal en tu vida..y por favor..”Nunca lo olvides” . Qué cosa extraña es el hombre: Nacer, no pide. Vivir, no sabe. Morir, no quiere.
Este es el día para lo más principal en ti..y este es: Dios.
También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho.
Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?
Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes;
y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate.
Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?
Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Lucas 16:21

CAMINA LO QUE HAY QUE CAMINAR

Lectura: 1 Timoteo 4:6-16.
"Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" 1 Timoteo 4:12
El predicador estaba hablando medio en broma cuando se quejó, «Mi esposa es absolutamente irrazonable. ¡Realmente espera que yo practique todo lo que predico!» Es muchísimo más fácil decirle a alguien lo que es correcto en vez de practicarlo personalmente.
Cuando mi hijo y yo jugamos al golf juntos, puedo decirle exactamente cómo meter la pelota en el hoyo y hacer los tiros. Pero mi propia capacidad para realizar este deporte es lastimosamente limitada. Supongo que esto es lo que se quiere decir cuando nos referimos a atletas que «dicen lo que hay que decir pero no caminan lo que hay que caminar». Cualquiera puede hablar de cómo hacer un buen juego, pero jugarlo realmente bien es muchísimo más difícil.
Esto es particularmente cierto cuando se trata del desafío de seguir a Jesucristo. No es suficiente que hablemos acerca de la fe, debemos vivir nuestra propia fe. Tal vez esa sea la razón por la que Pablo, después de darle instrucciones a su joven protegido, Timoteo, acerca de cómo predicar, incluyó este recordatorio: «Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza… Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas» (1 Timoteo 4:12,15).
Como seguidores de Cristo, no podemos darnos el lujo de simplemente hablar acerca de cómo hacer las cosas bien —debemos vivir vidas de fe ejemplar en Jesucristo. Debemos caminar lo que hay que caminar.
Agradamos a Dios cuando nuestro caminar coincide con nuestro hablar.