sábado, 22 de octubre de 2011

ACCESIBILIDAD

ALectura: Marcos 2:13-17.
"Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" Marcos 2:17
Cuando la gente le pregunta a Michael St. Jacques, un sacerdote franciscano, qué ropa usa, él responde: «Se llama hábito». Lleva esta túnica marrón distintiva por un motivo específico. St. Jacques le dijo a la revista Hemispheres: «Nosotros decidimos si queremos vestirla o no, y muchos hacemos un verdadero esfuerzo para usarla porque actúa como un imán. Las personas me cuentan cosas que nunca le dijeron a nadie. Algunas de ellas, completamente desconocidas, me confiesan algo que hicieron hace 30 años y preguntan si Dios puede perdonarlas». Podría decirse que Michael está vestido de «accesibilidad».
En los Evangelios, vemos que a Jesús se le acercaba todo tipo de gente dondequiera que Él iba. Lo hacían para recibir enseñanza, ayuda, sanidad, aceptación y perdón. Cuando algunos lo criticaron por juntarse con recaudadores de impuestos y con pecadores, personas que ellos consideraban indeseables, el Señor dijo: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2:17).
¿Las personas nos ven como seres distantes o accesibles? Cuando llegamos al punto de estar tan concentrados en nuestros planes que no tenemos tiempo para los demás, no estamos vestidos con el espíritu de Cristo.
Cuando el Salvador vive a través de nosotros, Sus brazos extendidos invitan a la gente a abrir su corazón y a descargar su alma agobiada.
Cristo es honrado cuando estamos disponibles para suplir las necesidades de los demás.

VICTORIA

Tantas veces me he caído,

Son las mismas que tú me has levantado.

Siete veces caerá el justo y siete veces lo levantarás,

Pero siento en mi corazón que no doy abasto para más.

Estoy parado en el frente de batalla,

A lo largo del horizonte los veo a todos alineados.

Uno por uno, pidiendo mi cuerpo en bandeja de plata

Todos me quieren destruir, no escatiman los medios,

Cada uno de ellos desea verme derrotado

Por eso clamo a ti, imploro ante tu presencia,

Me has permitido llegar hasta aquí.

Tengo que pasar este desierto,

Te ruego no desampares a tu siervo.

Quiero levantarme como las águilas

volar sobre la cabeza de mis enemigos.

Estoy a punto de flaquear, mis rodillas tiemblan,

Mis pies quieren fallar, y mis brazos ya no aguantan.

Mis ojos solo ven la sombra oscura de mis angustiadores,

Y en mi corazón el dolor comienza a reinar sin compasión.

Pero tú que levantas al caído y das fuerzas al afligido,

Tú que llegas en el mejor momento, que llegas a tiempo.

Tú me has levantado, me has revestido de victoria,

Me has protegido con brazo fuerte,

Me has librado de la muerte.

Miro al frente y los veo a todos alineados,

Cada uno rugiendo ante mí promete mi derrota.

Miro hacia atrás y veo tu ejército de ángeles preparados,

A mi lado está la diestra de tu justicia, en mi interior siento tu fuego ardiente.

Y finalmente, en mi corazón, sé que he obtenido la victoria.

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Isaías 41:10