domingo, 16 de agosto de 2009

HOY..ME GOZARE EN EL NOMBRE MAS DULCE

“Y se llamará su nombre..Jesús”.Mateo 1:21
Hoy hay muchas razones por las cuales gozarme. Puedo gozarme en el hecho de tener vida aún. Puedo gozarme en poder convivir con gente que se me aman. Puedo gozarme en los pequeños detalles de la vida, pequeños pero significativos. Pero, hoy, quiero gozarme en el dulce nombre de Jesús. Creo que en la persona de Jesús, Dios me ha demostrado el más bello y profundo amor. Cuando una persona es querida, todo lo que está conectado a esa persona es también querido. La preciosa persona de nuestro Señor Jesús es de gran estima y todo lo relacionado a él es de inestimable valor y significado.
El nombre de Jesús es precioso y dulce para mi hoy, porque su nombre está íntimamente conectado a él. No sólo es su nombre Jesús, pues la Biblia me recuerda una gran cantidad de nombres que tienen un precio increíble y un valor profundo a mi vida en este día. Él es llamado, el esposo de la iglesia, su novio, su amigo, el cordero de Dios, el sacerdote, el profeta, Emmanuel, el poderoso consejero, príncipe de Paz, Dios Fuerte, Padre eterno, pero creo que el nombre más dulce que hace vibrar mi espíritu en este día es…JESÚS:
Jesús es el nombre que hace que las arpas de los cielos eleven la más dulce melodía. Jesús es el nombre que llena de gozo mi vida hoy. Muchos de nuestros cantos empiezan y otros terminan con ese nombre. Jesús- Jesús es la suma total de todos mis deleites. Jesús es la música con la cual las campanas de los cielos se estremecen. Jesús es un océano para la comprensión. Jesús es el nombre que transformó mi vida. Jesús es la expresión más sublime que ser humano a escuchado. Y se llamará su nombre Jesús.
Señor. Gracias por darnos tantas cosas y bendiciones bellas, pero por encima de todas ellas la más sublime es el nombre de Jesús. Su nombre está íntimamente conectado con la persona. Su nombre nos revela la belleza del amor eterno. Su nombre me cambia y me da propósito. Hoy quiero gozarme en ese nombre. Hoy quiero decirlo con espontaneidad, cuando las sombras me rodean pronuncio su nombre y un rayo de luz me ilumina. Hoy me gozo en tu nombre. Amén.

EL PRONOSTICO

Una jovén madre a quien le habían diagnosticado una forma de cáncer tratable regresó a casa del hospital, sintiéndose incómoda por su apariencia física y la pérdida del cabello ocasionada por las radiaciones. Cuando se instaló en una de las sillas de la cocina, su hijo apareció silenciosamente en el umbral, estudiándola con curiosidad.
Cuando su madre comenzó el discurso que había preparado para ayudarle a comprender lo que veía, el niño vino corriendo, se acomodó en su regazo, puso su cabeza contra su pecho y se aferró a ella. Su madre decía en ese momento: “Y dentro de un tiempo, ojalá pronto, luciré como antes y entonces estaré mejor”.
El niño se enderezó pensativo. Con la franqueza de sus seis años, respondió sencillamente: “Diferente cabello, el mismo corazón”.
Su madre ya no tuvo que esperar un tiempo para sentirse mejor. Ya estaba mejor.
Fuente: Rochelle M. Pennington, Sopa de Pollo para el Alma de una Madre
Proverbios 31:28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también la alaba.
1 Tesalonicenses 2:7 Antes bien, nos portamos con ternura entre vosotros, como cuida una madre con amor a sus propios hijos.

DE TAL PALO TAL ASTILLA

Lectura: Efesios 5:1-5.
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” Efesios 5:1
Nunca olvidaré cuando se me pidió que llevara a mi familia a un banquete donde yo sería el orador. Después de la cena, mi hijo Mateo vino a mí y me pidió sentarse en mis rodillas. «Claro», le dije y lo levanté.
A lo largo de su joven vida, Mateo me había observado entablar conversaciones con muchos extraños. En mi calidad de persona que busca personas no arrepentidas, a menudo miraba la plaquita con el nombre de la persona que me estaba sirviendo en algún restaurante y comenzaba mi orden con un, «hola, Bárbara, ¿cómo estás hoy?» A lo que mis hijos decían inevitablemente: «Papá, ¡nos estás avergonzando!»
Pero ahora, sentado en mis rodillas, Matt se volvió hacia el organizador del banquete que estaba junto a mí y que era alguien muy importante, leyó su nombre en la placa, y extendió su manita diciendo: «Hola, Juan, ¿cómo estás?» ¡Un momento de gran orgullo para mí! Estaba actuando justo como su papa -¡de tal palo tal astilla!
Esto es exactamente lo que Pablo tenía en mente cuando nos exhortó a «ser imitadores de Dios» (Efesios 5:1). Pero la vida sabe cómo hacer de nosotros cualquier cosa menos parecidos a Dios. A menudo somos indiferentes, irascibles, gruñones y no perdonamos -¡evidentemente demasiado de nuestro propio estilo y no lo suficiente del de Él!
Recuerda, somos salvos para llevar el parecido familiar, para ser cada vez más como Jesús y menos como nosotros mismos.
Todo hijo de Dios debe tener un parecido cada vez mayor con el Padre.