jueves, 3 de diciembre de 2009

20 AÑOS DORMIDA

Tras 20 años de permanecer en estado de coma, la estadounidense Sarah Scantlin despertó de forma repentina y hablando, según informó la cadena norteamericana de noticias CBS.
Scantlin tenía 18 años cuando fue atropellada por un conductor ebrio, quedando en estado vegetal. Desde ese momento, permaneció en un centro de cuidados del estado de Kansas.
La semana pasada sus padres recibieron un llamado telefónico en el cual era la propia Sarah, ahora de 38 años, quien les comunicaba acerca de su estado de salud. Los doctores señalan que ha mejorado desde que despertó y aún no se explican su repentina mejoría.
Tomado de Noticia Cristiana.Milagros siempre suceden. Dios es Dios de milagros. Son grandes los hechos de Dios. Nunca pierdas la fe, porque aún cuando las circunstancias digan que no, Dios puede decir que sí. Si vivimos una vida sin poder creer en el Dios de milagros, viviremos una vida sin esperanza y muy vacía de cosas grandes.
La ciencia médica aún se pregunta hoy alrededor del mundo como es posibles que en cada ciudad o país, suceden milagros, que ellos no pueden entender, pero gracias a Dios, muchos médicos hoy están reconociendo que por encima de la ciencia existe un Dios grande y poderoso. Necesitan hoy y¿un milagro? Mira al cielo y clama a Dios y cree que no hay nada imposible para él.
¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros El Señor vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? Deuteronomio 4:34
De las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que El Señor tu Dios te sacó; así hará tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres. Deuteronomio 7:19
Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. Daniel 4:2

EXPECTATIVAS

Lectura: Filipenses 1:12-21.
“Mi anhelo y esperanza… [es] que… será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte” Filipenses 1:20
¡Expectativas! Todos las tenemos. Esperamos que las personas sean amables con nosotros, que tengamos buena salud, un excelente matrimonio, amigos fieles, una carrera exitosa. Pero, ¿qué hacemos cuando la vida no está a la altura de nuestras expectativas? En Filipenses 1, Pablo nos muestra el camino. Sus propias expectativas en cuanto a lugares, personas y el futuro se vinieron abajo y, sin embargo, se mantuvo sorprendentemente optimista.
Pablo se vio atrapado en la prisión — ¡y no es el mejor lugar para estar! Es fácil desalentarnos cuando nos encontramos atrapados en un matrimonio difícil, un empleo poco gratificante, o un vecindario que nos pone a prueba. Pero Pablo era maravillosamente positivo. Él dijo que su sufrimiento ayudaba al avance del Evangelio (Filipenses 1:12).
Tal vez las personas no hayan estado a la altura de nuestras expectativas. Probablemente Pablo esperaba que otros creyentes le alentaran. En vez de ello, algunos de hecho se alegraron de que estuviera en la cárcel y estaban predicando «por envidia y contienda» (v. 15). ¿La respuesta de Pablo? «Cristo es anunciado; y en esto me gozo» (v. 18).
Tal vez se trate de un futuro incierto —la pérdida de un cónyuge, un cambio de empleo o una crisis de salud. Pablo sabía que en cualquier momento Nerón podría dar la orden para que le ejecutaran y sin embargo declaró: «Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia» (v. 21).
Adopta la única expectativa de Pablo, ¡que la honra sea a Cristo a toda costa!
Puedes esperar disfrutar de la presencia de Dios cuando le honras con tu vida.

LA MUERTE DE LA HORCA EN AUSTRALIA

Robert Ryan, de Melbourne, Australia, caminó los últimos pasos hasta la plataforma. Serían, en ese día de 1967, los últimos pasos de su vida. Subió los tres escalones ayudado por dos guardias, y se paró sobre una pequeña puerta de madera. Un hombre le puso una soga al cuello y le vendó los ojos. En seguida movió una palanca que abrió el escotillón, y Robert Ryan murió ahorcado.

Fue el último hombre que murió ahorcado en Australia. Casi veinte años después, en agosto de 1984, se suprimió la pena de muerte en el país. No más horcas, no más pelotones de fusilamiento. Silla eléctrica y cámara de gases o inyección letal nunca hubo. Ahora la pena máxima es la prisión perpetua.

La pena de muerte es ley en muchos países, mientras que en otros está prohibida. En otros más se reserva sólo para los delitos de traición a la patria o de sacrilegio.

En los países musulmanes donde se aplica rígidamente la ley del Islam se condena a muerte a la mujer adúltera, al ladrón, al asesino, al violador y al seductor que no se case con la muchacha seducida. Pero en todos los países se aplica la pena de muerte en las calles, en las cantinas, en las casas, y en cuanto lugar y momento un individuo armado se decide a eliminar a un semejante.

Dios estableció la pena de muerte en la Biblia. Cuando hizo un pacto con Noé, no bien finalizado el diluvio universal, Dios dijo: «Si alguien derrama la sangre de un ser humano, otro ser humano derramará la suya, porque el ser humano ha sido creado a imagen de Dios mismo» (Génesis 9:6).

Dios quería poner muy en alto el valor de cada vida humana. Nadie tiene derecho a matar a nadie. Nadie tiene derecho a esclavizar, comprar, vender ni humillar a nadie. Nadie tiene derecho a secuestrar a nadie, y nadie tiene derecho a torturar a nadie.

Dios estableció esa tremenda ley para que aprendiéramos el respeto mutuo, no sólo porque somos semejantes el uno al otro sino porque todos somos semejantes a Dios. Y Dios se reserva, para Él únicamente, el derecho a dar la vida o quitarla.

Como Dios considera sagrada cada vida humana, dio la vida de su propio Hijo, Jesucristo, para rescatar del pecado y del diablo a cada persona. Podemos decir que Dios estableció la pena de muerte para que Cristo pudiera ser condenado a muerte por nosotros, y mediante esa muerte, en virtud de ella y por sus méritos, ofrecernos a todos la vida eterna.

Hermano Pablo