lunes, 14 de julio de 2008

SIGUE INTENTANDO

En 1894, un joven de dieciséis años encontró esta nota de su maestro de retórica en Harrow, Inglaterra, junto a su boletín de calificaciones: “Una notoria falta de éxito”. El joven continuó tratando y llegó a convertirse en uno de los oradores más famoso del siglo veinte. Su nombre fue Winston Churchill.
En 1902, un aspirante a escritor de veintiocho años de edad recibió una carta de rechazo del editor de poesía del The Atlantic Monthly. De regreso con un grupo de poemas que él había enviado, estaba esta graciosa nota: “Nuestra revista no tiene espacio para sus vigorosos versos”. Él continuó tratando, sin embargo y llegó a ver su obra publicada. El nombre del poeta era Robert Frost.
En 1905, la Universidad de Bern declinó una disertación de doctorado como muy elaborada e irrelevante. El joven estudiante de física, que escribió la disertación siguió esforzándose y llegó a desarrollar alguna de sus ideas como teorías generalmente aceptadas. Su nombre era Albert Einstein.Cuando el rechazo sacude tu resolución y opaca tus metas, sigue intentando. ¡Si no te das por vencido, un día estarás viviendo tus sueños!
.Job 17:9El justo se mantendrá en su camino, y el de manos limpias más y más se fortalecerá.

EL TIEMPO VUELA

Lectura: Salmo 90:10-17
Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. --Salmo 90:12.
En la literatura se usan muchas metáforas para describir la brevedad de la vida. Se dice que es un sueño, un corredor veloz, un vapor, una bocanada de humo, una sombra, un gesto en el aire, una oración escrita en la arena, un pájaro que vuela de una ventana a otra de una casa. Un amigo mío sugirió otra descripción simbólica al decir que el guión que se pone entre las fechas de nacimiento y muerte sobre las lápidas representa el breve período de la vida de uno.
Cuando éramos niños, el tiempo parecía no pasar. Pero a medida que nos acercamos al final de nuestra vida, el tiempo se mueve con mayor rapidez, como el agua que se escurre por un desagüe. En la niñez medíamos nuestra edad en pequeños incrementos. «Tengo seis años y medio» --solíamos decir, pues el hacernos mayor parecía tardar mucho. Ahora no tenemos tiempo para esas cosas infantiles. ¿Quién afirma tener sesenta años y medio?
Es bueno ponderar la brevedad de la vida de vez en cuando. La vida es demasiado corta como para tratarla descuidadamente. En el Salmo 90, después de describir la brevedad de la vida, Moisés oró así: «Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (v.12).
Para sacar el máximo provecho a nuestra existencia terrenal debemos entregarnos a la voluntad de Dios (1 Pedro 4:2). Esto lo podemos hacer incluso cuando el tiempo se está acabando. Nunca es demasiado tarde para entregarnos totalmente a Dios.
NO TE LIMITES A CONTAR TUS DÍAS. HAZ QUE TUS DÍAS CUENTEN.