sábado, 5 de diciembre de 2009

MAMI...ELLA ES UN ANGEL

Cierta mañana decembrina, me detuve en un restaurante de una clínica para desayunar con una amiga. Veníamos de acompañar a una amiga mutua que estaba en su tratamiento de quimioterapia y la habíamos dejado en su casa reposando.
Iba charlando con mi amiga, cuando dirigí mi mirada hacia una de las mesas del lugar y vi aquel cuadro que conmueve al de más duro corazón, era una joven mujer con su cabeza cabizbaja, apoyada sobre su mano y por cuyas mejillas corrían lágrimas vivas, a su lado en otra silla estaba una niñita de cuatro o cinco añitos con su cabecita posada sobre la mesa.
Inmediatamente me dirigí hacia ella como atraída por una fuerza de imán, lo que creo entender es solo la plena acción del amor de Dios que habita en los que le aman, lo que me llevó hacia ella.
Porque muchos habían salido y entrado del demandado lugar, y yo no soy una doctora, una enfermera, ni nada parecido para hacer un alto de rigor. Simplemente sé que son esos momentos especiales que te pone Dios para tocar a otros con manos humanas por Él, sin creer que soy la escogida, solo la despierta al guiño del ojo de un Ser Supremo.
Doblé mis rodillas colocándome en posición de cuclillas, para verle el rostro. Le tomé del brazo y le inquirí: “Amiga, ¿qué te pasa, por qué lloras? A lo que ella me ripostó con voz quebrada: “Estoy triste porque mi hijita tiene fiebres alta hace días y los médicos no encuentran qué tiene y se la pasa así como usted la ve”.
Le di palabras de consuelo, de esperanza y de ánimo, de bendición, y no dejaba de llorar, luego le solicité si podía pedirle a Dios que sanara a su niñita, y asintió con gran deseo en su expresión. Me despedí y me retiré con mi amiga y no volví a mirar hacia allá como si se me hubiese olvidado el suceso.
Cuando nos disponíamos a salir del lugar se me atraviesa una niña corriendo, y viene una joven hacia mí; reconocí que era la joven madre y me dice: “Sabe, muchas gracias no tengo con qué pagarle, porque tenía muchas días que no veía a esta niña así contenta, y cuando la vio salir me preguntó, ¿Mami, ella es un ángel?” A lo que yo sonreí, y me despedí sin dejar de mirarlas una y otra vez.
Una simple acción de obediencia, puede ser un canal para un milagro. Recuerda, Dios te ha escogido y llamado para ser canal de bendición. Cuando Dios te pida hacer algo por alguien no te detengas..Solo obedece, porque podría ser el primer paso para un milagro.
Y dijo: Oh Señor, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham. Génesis 24:12
Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. Génesis 40:14
El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia. Números 6:25

VIENDOA JESUS

Lectura: Isaías 53:1-6.
"No hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos" Isaías 53:2
Cuando era niña creía que sabía exactamente cómo era Jesús físicamente. Después de todo, Le veía cada día cuando observaba algunos cuadros en mi dormitorio. Uno de ellos mostraba a Jesús llamando a la puerta y otra Le ilustraba como un Pastor con Sus ovejas.
Lo que no sabía era que tan sólo una década antes de que yo naciera esos cuadros de Jesús ni siquiera existían. Warner Sallman pintó la famosa «Cabeza de Cristo» y otros retratos de Jesús en los años 40. Esas imágenes eran tan sólo la idea que un hombre tenía de cómo podría haber sido Jesús.
La Biblia jamás da una descripción física de Jesús. Incluso los hombres que Le vieron a diario no nos dijeron cómo era Su apariencia. De hecho, la única pauta que tenemos es un pasaje en Isaías que dice: «mas sin atractivo para que le deseemos» (53:2). Parece que la forma humana de Jesús tuvo la intención deliberada de pasar desapercibida. Parecía un hombre ordinario. Las personas no se sintieron atraídas hacia Él porque tuviera una apariencia regia sino por lo que dijo e hizo y por el mensaje de amor que vino a dar (Juan 3:16).
Pero la próxima vez que Jesús venga al mundo será diferente. Cuando nuestro Salvador vuelva, ¡Le reconoceremos como el soberano Rey de reyes y Señor de señores! (1 Timoteo 6:14-15).
Ver a Jesús será el mayor gozo del Cielo.