miércoles, 27 de enero de 2010

DIOS QUERÍA JUNTARLOS


«Fue a la vuelta de la esquina de aquella calle, que ni él ni ella habían recorrido nunca con frecuencia en pasados tiempos; menos aún en los últimos años.... Se encontraron de pronto frente a frente, y se vieron y se detuvieron, a la par, de golpe; y se miraron.... Se vieron sonriéndose el uno al otro con una sonrisa que se dilataba y demoraba sin que ellos lo pensaran.

»—¡María!...

»—¡Joaquín!...

»Y se miraron un momento —un siglo— tal como no creyeron nunca verse. Eso ha hecho el tiempo con nosotros. El paño amarillento de sol, de mal dormir, de mal comer, y de los amaneceres sin esperanza, tuyo, María. El rostro como empequeñecido y con tajos en las mejillas, tuyo, Joaquín. Unos tajos que estuvieron siempre ahí como golpes de gubia, pero que ahora lo parecían de veras. Las ropas raídas y las uñas gastadas de animal que escarba para comer, de ella. Los hombros encorvados, las arrugas plisándole, aviejándole, los párpados, en las comisuras, de él....

»Luego vendrían las preguntas, y la imagen presente se iría diluyendo en una creciente lejanía, de días desperdiciados....

»—¿Te casaste?

»—No; ¿y tú?

»—Tampoco.

»Pausa.

»—¿Trabajas?

»—Sí... Soy sereno en los sótanos de un almacén. Entro a las diez de la noche; a las seis de la mañana dejo mi turno. Recién apagué mi farol. ¿Y tú?

»—Trabajo por horas en varias casas. No me falta trabajo, no creas. Y me tratan bien siempre. Casi siempre....

»—¿Dónde vas?...

»—Al mercado. Me desvié un poco de mi camino, esta mañana. Me cansé de ir siempre por el mismo. Se me ocurrió cambiar, hoy; Y ya ves. Dios quería juntarnos.

»—Sí. Dios seguramente.

»—¡Tengo tantas cosas de que hablarte!

»—Y yo. Ahora iba a la pensión a desayunar y dormir; pero puedo dejar de ir. Hablar. Hablar contigo. Hablarnos.

»—Pero yo no puedo. Voy al mercado. Tengo que volver a la casa pronto —con pánico—. No puedo tardar. Tengo que estar a punto en la cocina....

»—Nos vemos luego, entonces.

»—¿Dónde?...

»—Donde tú digas.

»—La plaza aquella, ¿ves? Seis cuadras de aquí. Llevo a los niños a pasear por la tarde. Entonces sí, tengo tiempo. Tendremos tiempo.

»—Estaré allí.

»Pero no se movían....

»Fue ella quien tuvo que romper el encanto:

»—Hasta luego.

»Le sonrió y echó a andar... canasta al brazo, volviéndose a veces. El quedó aún en el sitio, viéndola irse. Hasta que dobló la esquina tras volverse una vez más y dirigirle un saludo que él respondió apenas porque le sonreía, y sonriendo siguió, sin pensar que ella ya no podía ver su sonrisa.

»Ahora él también echó a andar. Con los pies aligerados, con todo el cuerpo aligerado: no sabía cómo; pero le costaba menos caminar.... Es verdad lo que decía la vieja. Dios aprieta pero no ahoga. Algún día nos sonríe la felicidad.

»... María.»

Con este cuento titulado «El nombre de María», la escritora hispano-paraguaya Josefina Plá nos hace vivir la experiencia del afortunado reencuentro de dos seres sencillos que, a pesar de haber sido maltratados por los años, era como si se hubieran conservado el uno para la otra, la una para el otro, toda la vida, sin saberlo. Y Dios sí quería juntarlos. «Sí. Dios seguramente.» Porque el Padre celestial desea dar cosas buenas a sus hijos aún más que los que somos padres deseamos dárselas a los nuestros.

Carlos Rey


ANGELES CORPORATIVOS

Priscilla Blum carreteaba su avión de una plaza por el aeropuerto de Westchester County, N.Y., cuando observó a los jets corporativos despegar y aterrizar casi vacíos.
Se le ocurrió una idea. Blum, quien había tenido cancer de mama años antes, sabía cuán costosa y trabajosa era el transporte para los enfermos de cancer que tenían que viajar por el tratamiento especializado. “Pensé: ¿no sería maravilloso si pudiésemos llenar algunos de esos asientos vacíos?” recuerda.
Aquello fue hace dieciocho años. Hoy, la Red Corporativa Angélica transporta pacientes con cáncer –sin costo alguno– por todos los Estados Unidos. El grupo tiene acceso a unos 1500 jets de más de 500 compañías. Si el itinerario de un jet participante coincide con el del paciente, se hacen los arreglos de vuelo.
Casey Chapley tenía diez meses de edad cuando fue diagnosticada con una forma rara de cáncer del ojo. Sus padres, Keith y Belinda, decidieron someter a Casey a un tratamiento experimental no basado en radiación en Filadelphia, a 300 millas de su hogar cerca a Pittsburgh.
Para su primer vuelo commercial, tuvieron que navegar por un abarrotado aeropuerto, una bulliciosa cabina de avión, luego el reclamo de equipaje –condiciones demandantes con cualquier bebé, cuanto más con uno que lucha contra el cáncer. Gastaron $750 en boletos de avión. Y se requerían tratamientos mensuales.
Descubrieron la Red Corporativa Angélica. Ahora Casey y su mamá y papá pueden sentarse junto a ejecutivos de la Corporación Financiera Mellon viajando entre oficinas en Pittsburgh y Filadelphia. La agradecida madre, Belinda, dice: “Podemos concentrarnos mejor en la mejoría de nuestra hija en vez de preocuparnos en cómo vamos a llegar a la oficina del medico y pagar nuestro transporte”.
Ahora de 75 años, Blum todavía sirve como voluntaria en las oficinas principales de Corporativa Angélica una vez a la semana.
Scott McCormackFuente: www.AsAManThinketh.net
Personas que son como ángeles, cuando piensan en los demás, extienden su mano a los demás y caminan con los demás. Cada día, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de ser como un ángel para alguien quién puede estar pasando un momento difícil. Seamos hoy, una extensión del corazón y la mano de Dios. Recuerda, hay milagros en tus manos.
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. Sal 91:11
Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Mateo 18:10

BENDICION SACRAMENTAL

Lectura: Números 6:22-27.
"Jehová te bendiga, y te guarde" Números 6:24
Nuestra iglesia introdujo una nueva práctica para el cierre de nuestro tradicional servicio de adoración matutina. Nos volvemos unos a otros y cantamos la familiar bendición aarónica que el Señor le dio a Moisés para que a su vez la diera a Israel: «Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti,...» (Números 6:24-26). Nuestros corazones se elevan cuando cada uno de nosotros llamamos a otro creyente y extendemos nuestra bendición sobre él o ella.
Un domingo, noté un intercambio de bendiciones especial y reconfortante que ahora se ha convertido en un evento semanal. En uno de los bancos de la parte delantera estaban sentados Óscar y Marian, fieles seguidores de Jesucristo y cónyuges devotos en sus 62 años de vida matrimonial. Cuando comenzamos a cantar, Óscar extendió sus manos y tomó las manos de Marian entre las suyas. Se cantaron las palabras de apertura de esta bendición especial el uno al otro antes de mirar a los demás. Todos los que estaban cerca captaron de reojo la mirada de amor y ternura en los rostros de esta pareja.
Una bendición sacramental no es simplemente un cierre ritualista; es un auténtico deseo en oración de que la bondad de Dios acompañe a la otra persona. Al ofrecerse este deseo el uno al otro, Óscar y Marian ejemplifican su significado más cálido y profundo. Al bendecir a los demás, expresamos gratitud por lo que Dios ha hecho por nosotros por medio de la muerte de Cristo (Hebreos 13:20-21).
Dios nos da una bendición para que podamos ser una bendición para los demás.