miércoles, 21 de abril de 2010

ARRASTRADOS POR TORRENTES IRRESISTIBLES

Fueron treinta kilómetros de carrera, treinta kilómetros en los que el convoy de carga corrió normalmente. Los maquinistas se limitaban a mirar de cuando en cuando los controles y atisbar las vías por rutina. De pronto les llegó el mensaje: «Detengan el tren. Hay un auto debajo de un vagón.»

Bajo las ruedas había un pequeño Volkswagen, enrollado como un pliego de papel; dentro del auto había dos jóvenes completamente destrozados. El tren los había arrastrado a lo largo de treinta kilómetros. Fue impresionante y conmovedor el hallazgo de los jóvenes.

Antes de llegar a ese triste final, ambos habían sido arrastrados en la vida por otros factores. Su muerte fue casi inevitable. Primero habían sido arrastrados del hogar a temprana edad por la corriente que arrastra a una buena parte de la juventud: la desobediencia a los padres y el ansia de una vida de libertinaje. Después los habían arrastrado el alcohol y las drogas, que también llevaban en el auto.

Al final los había arrastrado la locura de ganarle una carrera al tren. El tren llegó primero al cruce de las vías, y el pequeño auto se metió debajo de las ruedas de hierro. No fue necesario nada más. El auto y sus ocupantes fueron arrollados por el tren.

Al principio el licor y las drogas son un hilo de agua que corre mansamente, produciendo cierto placer y euforia. Pero poco después se convierten en un arroyo tumultuoso, hasta que se vuelven un torrente irresistible y terminan siendo un mar donde todo naufraga: la conciencia, la inteligencia, la moral y la vida misma.

¿Qué puede detener ese irresistible torrente? ¿Qué puede frenar esa loca carrera? Ha cobrado ya muchas víctimas jóvenes. ¿Quién sabe cuántas veces estos adolescentes no habrían hecho angustiosamente esas preguntas, y cuántas veces habrían rogado: «¡Detengan este mundo loco, que quiero bajarme!»? Por eso hay que volver a preguntar: ¿Qué puede librar a una persona de esa esclavitud del vicio, del alcohol, de las drogas?

En medio de esa furiosa corriente hay un remanso de paz y de calma. Ese remanso es Jesucristo. Él dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27). Quien encuentra a Cristo encuentra la paz. Él está a nuestro lado ahora mismo.

Hermano Pablo

UN NOMBRE NUEVO

En los tiempos antiguos era costumbre del pueblo bautizar a los niños con el nombre del abuelo o del santo del día. Por eso algunos nombres dados a niños en ese tiempo, hoy son: Adelvina, Agape, Bernardina, Belarmino, Cuasimara, Delfilia, Fulgencio, Krizia, Hildegarda, Onésimo, Petronila, Probo o Teodosia.
Hoy en los tiempos modernos de la gran tecnología, los nombres que se están colocando a los niños recién nacidos van por el mismo o peor camino. Ya hay hoy niños que llevan el nombre de: Excel, Eudora, Yahoo, Ford, Tsunami y Mitch. Aunque te parezca increíble, ya hay personas que así se llaman.
Los nombres más raros que existen acá en Latinoamérica son: Abellana, Actriz, All, América Linex, BLair, Candy, Confesora, Conmemoración, Elvys, Erpagita, Herculiana, Maybelline, Ofrenda, Peggy, Sony, Sostenes, Summer, Tecla. Tiburcia, Tilde, Ustreberta, Yuri y Zayonara para las niñas. Y muchos niños se llaman: Admin, Aval, Benjur, Edad, En alta mar, Everst, Faro, Primo, Procopio o Reegan.
Enviado por Angélica Avendaño.
Muchas personas han sufrido en la escuela o lugares públicos cuando tienen que pronunciar sus nombres colocados por sus padres. ¿Qué pueden hacer? Poco a menos que quiera pagar algunas monedas a algún abogado.
En la Biblia encontramos que los nombres colocados a las personas tenían un gran significado. Hay una promesa en la Biblia, Dios te dará un nuevo nombre cómo símbolo de una identidad celestial. De seguro que ese nombre jamás te avergonzarás. Mientras tanto, da gracias por el que tienes y vive para Dios, ya que tu verdadera identidad está en Él.
Apocalipsis 2:16
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.
Exodo 10:15
Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.

PENSAMIENTOS TORMENTOSOS

Lectura: Mateo 8:23-27.
"Y el Dios de paz estará con vosotros" Filipenses 4:9
Me río cada vez que escucho un anuncio en la radio en el que una mujer le grita a su amiga mientras conversan. Ella está tratando de hacerse oír por encima de los ruidos de la tormenta eléctrica en su propia cabeza. Desde que una tormenta destruyó parte de su hogar, todo lo que la mujer escucha es la tormenta porque su compañía de seguros no atiende a sus reclamos.
Yo he escuchado tormentas en mi cabeza y tal vez tú también. Sucede cuando surge una tragedia que nos afecta a nosotros, a alguien cercano a nosotros, o a alguien de quien escuchamos en las noticias. Nuestras mentes se convierten en una tempestad de preguntas del tipo «¿qué pasaría si?». Nos centramos en todos los malos resultados posibles. Nuestro temor, nuestra preocupación y nuestra confianza en Dios se balancea mientras esperamos, oramos, lloramos por la pérdida y nos preguntamos qué hará el Señor.
Es natural que estemos temerosos en una tormenta (ya sea literal o figurativamente). Los discípulos tenían a Jesús justo allí en la barca con ellos, y sin embargo tuvieron miedo (Mateo 8:23-27). Él calmó la tormenta como una lección para mostrarles quién era —un Dios poderoso que también cuida de ellos.
Desearíamos que Jesús siempre calmara las tormentas de nuestra vida así como calmó la tormenta para los discípulos ese día. Pero podemos encontrar momentos de paz cuando estamos anclados a la verdad de que Él está en la barca con nosotros y que Le importamos.
Para darnos cuenta del valor del ancla, tenemos que sentir la fuerza de la tormenta.