martes, 26 de julio de 2011

¿DE QUE UTILIDAD ERES TU?

Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa:

-¿De qué utilidad eres tú? –dijo el alfiler a la aguja-; y ¿cómo piensas pasar la vida sin cabeza?-

Y a ti –respondió la aguja en tono agudo-, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?-¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en
él?

-Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.

-Sí; pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.

Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la aguja y echó mano a la obra por algunos momentos; pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Después cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza, procuró acabar su labor; pero tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue.

-Conque aquí estamos de nuevo –se dijeron-, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.-

¡Cómo nos asemejamos a los seres humanos que diputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego . . . echados en el polvo, como nosotros, descubren que son hermanos!

Dios en su sabiduría no nos ha hecho iguales. Somos diferentes y a cada uno le dió dones y ministerios. Ya conoces tus dones? Ya estas ejerciendo tu ministerio? o estás queriendo copiar a otro. Recuerda, eres único. Dios te hizo así.

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. 1 Cor 12:4-8

CON LA MIRADA FIJA

Lectura: Lucas 4:1-13.
"Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" Hebreos 12:1-2
Una y otra vez, mi instructor para aprender a conducir decía estas tres palabras: «Mira al frente». Esta era su manera de decirme que fijara la vista en el horizonte, no sólo en lo que me rodeaba a poca distancia. Los conductores que se la pasan mirando hacia la derecha o la izquierda es muy probable que terminen en una zanja.
Satanás es experto en provocar «distracciones al costado del camino» que nos tientan a mirarlo a él en vez de poner la vista en Jesús. Si puede captar nuestra atención, es probable que logre desviarnos del camino y retrasar nuestro progreso espiritual. ¡Incluso trató de hacer esto mismo con Jesús!
Después de que Jesús fue bautizado, Satanás trató de desviarlo proponiéndole caminos «mejores» para llevar a cabo la obra de Dios. Le dijo que podía comprobar que era el Hijo de Dios si se arrojaba de un lugar alto del templo (Lucas 4:9-11). Pero Jesús sabía que la manera de demostrarlo sería entregándose voluntariamente en la cruz, no lanzándose desde un edificio alto. Por eso, respondió: «No tentarás al Señor tu Dios» (v. 12). Jesús tenía Su vista puesta en nuestra redención y sabía que no podría concretarla si tomaba un atajo que le hiciera evitar la cruz.
La manera de no caer en zanjas espirituales es mantener los ojos puestos en Jesús (Hebreos 12:2) y no mirar, ni siquiera de reojo, las distracciones de Satanás.
Satanás no debe estar dentro de nuestro campo visual, sino detrás de nosotros. —Leonard Sweet