miércoles, 22 de julio de 2009

HOY..DIOS ME MUESTRA SU AMOR EN SU HIJO JESUCRISTO

Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Mateo 11:27
Dios le extiende Su amor a todos pero sólo aquéllos que reciben a Su Hijo reciben Su amor. Es exactamente como dar regalos en Navidad o en un cumpleaños. Alguien puede envolver un regalo y dártelo, pero es verdaderamente tuyo sólo cuando tú lo tomas y lo abres.
El aceptar a Jesús en tu corazón es la única forma de recibir el amor de Dios. Las personas no han recibido el amor de Dios hasta que reciben a Jesús.
Esta verdad también define cómo le expresamos nuestro amor a Dios. La manera fundamental de amar a Dios es recibiendo y aceptando Su amor por nosotros.
Su amor siempre es primero. Nuestro papel no es el de generar amor para Él o surgir con formas de demostrar nuestro amor; la grandeza de Su amor ha dispuesto para nosotros que simplemente abracemos Su amor. Es como ser invitados a una cena. Nuestro anfitrión quiere que aceptemos la invitación y nos presentemos. Punto.
Jesús nos cuenta una parábola de un gran banquete de bodas que iba a ser ofrecido por un noble. (Lee Mateo 22:1-14.) Él convidó a todos los de su lista de invitados cuidadosamente preparada, pero casi todos estaban demasiado ocupados con otras cosas como para querer asistir. Así que este noble promulgó el aviso de que todas y cada una de las personas estaban bienvenidas para disfrutar la celebración.
Las personas con diferentes ocupaciones y de todos los estratos sociales se presentaron el gran día. Pero un invitado estaba vestido inadecuadamente para la boda. Lo echaron fuera.
Jesús resaltó varios puntos significativos con esta parábola.
Ninguno de los invitados a la boda se había ganado el derecho a estar ahí. Pero todos fueron bienvenidos; ninguno fue rechazado.
Estos mismos principios se aplican al gran banquete de la boda de Cristo y Su novia. Nos han invitado a todos. Lo único que nosotros hacemos es aceptar la invitación gratuita, y reconocerla como una ocasión especial por la vestimenta que llevemos puesta.
¿Cuál es la vestimenta adecuada, sin la cual no podemos asistir al banquete del Cielo?
El amor de Dios da, se extiende y activamente se nos ofrece a ti y a mí. A cambio, nuestro amor debe recibir, abrazar y aceptar activamente Su amor.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. — Juan 1:11

Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas.
Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Juan 3:19-20

Hoy aceptaré ese amor manifestado a través de su hijo Jesucristo .
Señor Gracias por mostrar tu amor infinito de tu Hijo Jesucristo y quiero abrir mi corazón a ti en la obra del Calvario. En el Nombre de Jesús. Amén.

ELTAMAÑO DE LAS PERSONAS

Los tamaños varían conforme el grado de compromiso…
Una persona es enorme para uno, cuando habla de lo que leyó y vivió, cuando trata con cariño y respeto, cuando mira a los ojos y sonríe inocente.
Es pequeña cuando solo piensa en si misma, cuando se comporta de una manera poco gentil, cuando fracasa justamente en el momento en que tendría que demostrar lo que hay de más importante entre dos personas: la amistad, el cariño, el respeto, el celo y asimismo el amor.
Una persona es gigante cuando se interesa por tu vida, cuando busca alternativas para tu crecimiento, cuando sueña junto contigo.
Una persona es grande cuando perdona, cuando comprende, cuando se coloca en el lugar del otro, cuando obra, no de acuerdo con lo que esperan de ella, pero de acuerdo con lo que espera de sí misma.
Una persona es pequeña cuando se deja regir por comportamientos clichés. Una misma persona puede aparentar grandeza o pequeñez dentro de una relación, puede crecer o disminuir en un espacio de pocas semanas.
Una decepción puede disminuir el tamaño de un amor que parecía ser grande. Una ausencia puede aumentar el tamaño de un amor que parecía ser ínfimo.
Es difícil convivir con esta elasticidad: las personas se agigantan y se encogen a nuestros ojos. Nuestro juzgamiento es hecho, no a través de centímetros y metros, sino de acciones y reacciones, de expectativas y frustraciones.
Una persona es única al extender la mano, y al recogerla inesperadamente, se torna otra. El egoísmo unifica a los insignificantes. No es la altura, ni el peso, ni los músculos que tornan a una persona grande… es su sensibilidad, sin tamaño.

Willian Shakespeare

Haré de ti una nación grande,y te bendeciré,y engrandeceré tu nombre,y serás bendición. Génesis 12:2 Les aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Mateo 11:11 Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos

ESTAMOS CONECTADOS

Lectura: Romanos 12:3-13.
“Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” Romanos 12:5
Una estación de monitoreo de aire sobre una montaña en California ha detectado partículas llevadas por el viento que volaron a través del Océano Pacífico desde plantas de energía a carbón y fundiciones a miles de kilómetros de distancia. Algunos expertos predicen que, un día, las economías en expansión en otras naciones, podrían ser las responsables de un tercio de la contaminación en California. Sin embargo, Estados Unidos continúa siendo el mayor emisor de gases con efecto invernadero del mundo y otras naciones están sintiendo los efectos del consumo de energía de este país.
Un informe de la agencia de noticias Associated Press citó al científico atmosférico Dan Jaffe: «Ya no hay lugar donde podamos esconder nuestra contaminación». Todas las naciones comparten la atmósfera del mundo y las acciones de cada una de ellas afecta las demás.
Un principio similar funciona en la comunidad global de aquellos que siguen a Jesucristo. A todos nos incumbe las vidas de los demás porque nuestras acciones, buenas y malas, afectan a otros cristianos. En el cuerpo de Cristo, cada miembro le pertenece a todos los demás (Romanos 12:5). Debido a ello, se nos insta a ejercer nuestros dones espirituales (vv. 6-8), y a ser amorosos, fieles en la oración y generosos (vv. 10-13).
Puede que nuestra obediencia al Señor parezca insignificante al ver todo el panorama, pero da un aliento de frescura y vida a la atmósfera espiritual de cada creyente.
Cuando los creyentes influyen unos en otros para bien, el cuerpo de Cristo se mantiene saludable.