miércoles, 30 de noviembre de 2011

¿POSIBLE O REAL?

"Cristo murió por nuestros pecados, […] fue sepultado, y […] resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" 1 Corintios 15:3-4
Hace unos años, vimos que la moda del brazalete con la inscripción «WWJD» (sigla en inglés de «¿Qué haría Jesús?») invadió la comunidad cristiana. La idea era recordarles beneficiosamente a muchas personas que consideraran el sentir y los pensamientos de Jesús cuando tomaran decisiones. Al procurar vivir de una manera que honre al Salvador, es apropiado comparar nuestras actitudes y elecciones con el ejemplo que nos dejó nuestro Señor.
Sin embargo, hace poco estuve en una iglesia donde vi un mensaje levemente diferente. El cartel decía: «WDJD», sigla que significa en inglés: «¿Qué hizo Jesús?». En realidad, esta pregunta es más importante porque nuestra salvación depende de ella. Entre las acciones maravillosas del Hijo de Dios, se destacan los acontecimientos descritos en 1 Corintios 15:3-4: «Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras».
¿Qué hizo Jesús? Cargó sobre sí el sufrimiento y la culpa por nuestra maldad y pagó la pena que nos correspondía a nosotros. Él murió y conquistó la muerte para que pudiéramos vivir. Y la realidad es que nunca seremos capaces de entender plenamente qué haría Jesús hasta que hayamos aceptado lo que hizo por nosotros en la cruz.
No somos salvos por lo que nosotros hacemos, sino por confiar en lo que Cristo hizo.

martes, 29 de noviembre de 2011

POR EL SOLO GUSTO DE MATAR

El plan era inconcebible, y más aún por ser la idea de tres adolescentes de apenas diecisiete años de edad. Éstos habían estado jugando con ritos satánicos, y tal como dictaba, en parte, la literatura que habían leído, salieron temprano hacia un bosque cerca de su ciudad en busca de algo para sacrificar. Tendría que ser, según indicaba la lectura, un sacrificio de sangre.

Esa misma mañana, tres amiguitos, dos de ocho años y uno de siete, montaron en sus bicicletas y se fueron de paseo al bosque. Era su lugar favorito de juegos. Pero allí estaban los tres adolescentes.

Por una de esas cosas inexplicables, inauditas, increíbles, los tres adolescentes, casi al mismo tiempo, tuvieron la misma idea. «Aquí está nuestro sacrificio de sangre.» Y esa mañana, un miércoles 5 de mayo, en las afueras de la ciudad, mataron a puñaladas a los tres niñitos. A los muchachos los arrestaron, pero seis familias quedaron destrozadas. ¿Qué pudo haberse metido en el corazón de esos tres jóvenes para que cometieran tan horrendo crimen?

Todos venimos a este mundo con un sentido de pudor. Sabemos que algunas cosas son admisibles y otras no. Aun como chiquillos nos escondemos cuando hacemos algo que nuestro corazón no aprueba. Entendemos que hay cosas que sí se pueden hacer y cosas que no se deben hacer.

¿Dónde, entonces, quedó este sentido de decencia, de recato, de respeto por la vida humana, para que estos tres, todavía casi en su niñez, se permitieran abandonar toda probidad y matar por el solo gusto de matar?

El Maestro de Galilea dijo en cierta ocasión: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Es decir, del interior del corazón, de los sentimientos del alma, del ser que uno es, proceden las acciones. Uno es por fuera lo que uno es por dentro, y aunque podemos, por un tiempo, cubrir nuestras intenciones, tarde o temprano la máscara cae. En unos es egoísmo y celo y odio. En otros ese odio se convierte en violencia, pero el fondo es el mismo: el pecado.

¿De dónde vienen estas motivaciones malsanas? Del Adán caído. Es la herencia del pecado de nuestros primeros padres, herencia que recibimos todos los seres humanos. Por eso envió Dios a su Hijo para limpiarnos de todo pecado.

La única esperanza que hay para nosotros es tener a Cristo en el corazón, pues Él desplaza el pecado de Adán. Abrámosle nuestro corazón. Él transformará nuestra vida.

Hermano Pablo

lunes, 28 de noviembre de 2011

PREPARARSE Y ESPERAR

"Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor…" Lucas 2:9
Cuando nuestros hijos eran pequeños, celebrábamos el Adviento (período que comienza el cuarto domingo antes de la Navidad y se extiende hasta la Noche Buena) colocando una corona de hojas en la mesa y encendiendo velas todas las noches después de cenar. Cantábamos un himno y leíamos un breve pasaje bíblico sobre el nacimiento de Cristo. Era un tiempo especial durante el cual preparábamos nuestro corazón para festejar la Navidad.
Sin embargo, el Adviento es más que eso. Cuando los cristianos comenzaron a celebrarlo, en el siglo IV, no lo consideraban solamente una preparación para conmemorar el nacimiento de Jesús, sino también un período de anticipación de Su segunda venida. Hallaban esperanza y gozo en la promesa contundente del retorno del Señor.
El Evangelio de Lucas relata que «la gloria del Señor» resplandeció alrededor de los pastores cuando el ángel anunció el nacimiento del Salvador (2:9). El mismo Lucas registra la promesa de Jesús de que regresaría «con poder y gran gloria» (21:27). Estos dos acontecimientos delimitan el propósito por el cual el Hijo de Dios vino al mundo.
En latín, adviento significa «venida». Las semanas antes de la Navidad pueden ser una época maravillosa de recogimiento y expectación al celebrar la primera venida del Señor en Belén y anticipar la segunda, cuando regrese en gloria. ¡Cristo vino! ¡Cristo viene otra vez!
¡Cristo vino! ¡Cristo viene otra vez!

SABIA ACTITUD FRENTE AL ENEMIGO

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44)

Se cuenta que para conseguir un favor de Samuel Johnson, el grande escritor inglés, era bastante agraviarlo o causarle algún daño. Era su característica perdonar a los enemigos y orar por ellos. Emerson, dijo de Lincoln: “Su corazón era tan grande como el mundo, pero no había lugar en él para guardar el recuerdo de una injusticia”. Spurgeon aconsejó: “Cultive tolerancia hasta que su corazón produzca una buena cosecha de ella. Ore por una memoria bien corta sobre toda afrenta recibida”. Es de esta manera que una persona sabia actúa.

Cuando reaccionamos a una injuria retribuyendo según y como, nos tornamonos semejantes a aquellos que nos hirieron. Y ¿será que la voluntad de nuestro Dios es que seamos iguales a los que no andan según su Palabra?

La grande diferencia entre el hijo de Dios y los que lo rechazan, es la forma de actuar con los que le hacen mal. Él es capaz de demostrar amor cuando la ocasión sugiere una venganza, de persistir en verdad cuando la mentira se muestra más ventajosa, de extender las manos para los que le dieron la espalda. Su vida brilla mientras los que le maltratan se esconden en las sombras.

Una de las cosas más difíciles en la vida de una persona es perdonar a los enemigos. Y eso no es diferente en la vida de un cristiano. Normalmente el dolor cuesta para pasar, la herida es de difícil cicatrización, el golpe y el resentimiento se rehusan a salir. Pero es en esa hora que necesitamos colocar nuestras vidas en el altar del Señor, pedirle fuerzas y determinación en perdonar. Queremos glorificar su nombre y ésta es la única forma de conseguirlo. No somos de este mundo y, por tanto, no podemos seguir su ejemplo.

Aquéllos que se dejan dirigir por Dios son sabios. Los que no andan de conformidad con el mundo son sabios. Seamos todos sabios en todo nuestro procedimiento.

SOÑÉ QUE TENÍA UNA ENTREVISTA CON PAPA DIOS

”Te gustaría entrevistarme?” Dios preguntó.

”Si tienes tiempo," le dije.

PAPA DIOS sonrió. ”Mi tiempo es eterno,

¿que quieres preguntarme?”

-"Ninguna nueva, ni difícil para ti:?

Que es lo que más te sorprende de los hombres?"

Y dijo:
"Que se aburren de ser niños, apurados por crecer, y luego suspiran por ser niños".

"Que primero pierden la salud para tener dinero y acto seguido, pierden el dinero para recuperar la salud".

"Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su hora actual, con lo que ni viven el presente ni el futuro".

"Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido".

Y pensar que YO..., con los ojos llenos de lagrimas y la voz entrecortada dejó de hablar. Sus manos tomaron fuertemente las mías y seguimos en silencio. Después de un largo tiempo y para cortar el clima, le dije:

"Me dejas hacerte otra pregunta?"

No me respondió con palabras, sino solo con su tierna mirada.

Como Padre: "Que es lo que le pedirías a tus hijos?"

"Que aprendan que no pueden hacer que alguien los ame. Lo que pueden hacer es dejarse amar"

"Que aprendan que toma años construir la confianza y solo segundos para destruirla"

"Que lo más valioso no es lo que tienen en sus vidas, sino a quien tienen en sus vidas"

"Que aprendan que no es bueno compararse con los demás; pues siempre habrá alguien mejor o peor que ellos"

"Que rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita"

"Que aprendan que deben controlar sus actitudes, o sus actitudes los controlaran"

"Que bastan unos pocos segundos para producir heridas profundas en las personas que amamos, y que pueden tardar muchos años en ser sanadas"

"Que aprendan que a perdonar se aprende practicando"

"Que hay gente que los quiere mucho, pero que simplemente no saben como demostrarlo"

"Que aprendan que el dinero lo compra todo menos la felicidad"

"Que los grandes sueños no requieren de grandes alas, sino de un tren de aterrizaje para lograrlos"

"Que los amigos de verdad son tan escasos, que quien ha encontrado uno ha encontrado un verdadero tesoro"

"Que no siempre es suficiente ser perdonado por otros, algunas veces deben perdonarse a si mismos"

"Que aprendan que son dueños de lo que callan y esclavos de lo que dicen"

"Que de lo que siembra, cosechan; si siembran chismes, cosecharan intrigas. Si siembran amor, cosecharan felicidad"

"Que aprendan que la verdadera felicidad no es lograr sus metas, sino aprender a ser feliz con lo que tienen"

"Que aprendan que la felicidad no es cuestión de suerte sino producto de sus decisiones"

"Ellos deciden ser felices con lo que son y tienen, o morir de envidia y celos por los que les falta y carecen"

"Que dos personas pueden mirar una misma cosa y ver algo totalmente diferente"

"Que sin importar las consecuencias, aquellos que son honestos consigo mismos, llegan lejos en la vida"

"Que a pesar de que piensen que no tienen nada más que dar, cuando un amigo llora con ellos, encuentran la fortaleza para vencer sus dolores"

"Que retener a la fuerza a las personas que aman, las aleja mas rápidamente de ellos, o que al dejarlas ir, las deja para siempre a su lado"

"Que a pesar de que la palabra amor puede tener muchos significados distintos, pierde valor cuando es usada en exceso"

"Que aprendan que amar y querer no son sinónimos sino antónimos, el quererlo exige todo, el amor lo entrega todo"

"Que nunca harán nada tan grande para que los ame más, ni nada tan malo para que los ame menos. Simplemente, los amo a pesar de sus conductas"

"Que aprendan que la distancia más lejos que pueden estar de mí, es la distancia de una simple oración..."

“Y que aprendan que Yo siempre estoy aquí...Siempre.”

LAS QUEJAS DE JESÚS

Yo soy el camino, ,,y no me buscas.
Yo soy la verdad,,, y no me crees.
Yo soy la vida,,,y no me disfrutas.
Soy tu redentor y ,,,se te olvida.
Soy tu salvador,,,y me rechazas.
Soy misericordioso,,,y siempre abusas.
Soy tu guía,,, y no me sigues.
Soy justo,,,y desconfías.
Soy amor,,,y me persigues.
Soy la luz,,,y no me miras.
Me dices: "maestro",,,y nunca aprendes.
Me dices: "pastor",,,y no me oyes.
Me dices: "señor",,,y no me obedeces.
Me dices: "rey",,,y de mi te burlas.
Me llamas: "eterno",,,y no me esperas.
Me llamas: "bueno",,,y no me estimas.
Me llamas: "santo",,,y no me imitas.
Me llamas: "amigo",,,y me traicionas.
Me llamas “dulce”,,,y te repugno.
Me llamas Rico,,,y no me pides.
Te di memoria,,,y te olvidas que existo.
Te di inteligencia,,,y no me entiendes.
Te perdono,,,y más me ofendes.
Te espero,,,y nunca llegas.
Te ayudo,,,y me criticas.
Te cuido,,,y no me agradeces.
Te busco,,,y tu te escondes.
Te hablo,,,y no me escuchas.
Te doy mucho,,,y me exiges más.
Te hago fuerte,,,y te doblegas.
Te hago poderoso,,,y te esclavizas.
Te hago rico,,,y te corrompes.
Te hago pobre,,,y me maldices
Te hago sabio,,,y me desprecias.
Te hago importante,,,y me denigras.
Te hago sano,,,y te envileces.
Te hago mi hijo,,,y no me honras.
Tuya es mi gloria,,,si la quieres.
Si eres desdichado,,,no me culpes, porqué he venido para darte todo estoy en abundancia...
En fin... soy tu Dios,,y no me temes.
DIME HIJO MÍO, QUÉ MÁS QUIERES QUE HAGA POR TI.

sábado, 26 de noviembre de 2011

JEREMIAS 29: 13

SEMBRAR PARA COSECHAR

Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.

- ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.

- Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios.

Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear.

- Deseo Paz de Espíritu, Amor, Felicidad, Sabiduría y ausencia de todo temor....

Tras un instante de vacilación, añadió:

- No sólo para mí, sino para todo el mundo......

Dios se sonrió y le dijo:
- Creo que no me has comprendido.
- Aquí no vendemos frutos, únicamente vendemos semillas.

- Para sembrar una planta hay necesidad de romper primero la capa endurecida de tierra y abrir los surcos; luego, desmenuzar y aflojar los trozos que aún permanecen apelmazados, para que la semilla pueda penetrar, regando abundantemente para conservar el suelo húmedo y entonces......

- ¡Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan!.

En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido, desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las semillas que diariamente podemos solicitar "Gratis" en el almacén de Dios, porque Él mantiene su supermercado en promoción.

Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó Él nuestra redención y !como tantos compatriotas han fecundado nuestro suelo!.

- En un trabajo de Fe y Esperanza, de perseverante esfuerzo, mientras los frágiles retoños, se van transformando en plantas firmes capaces de dar los frutos anhelados...

Hay que saber sembrar para cosechar.

RECUERDA A JUAN

Lectura: 2 Reyes 5:1-15.
"He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel" 2 Reyes 5:150
Juan es un hombre humilde y analfabeto; sin embargo, Dios lo utilizó para iniciar el proceso de paz en Mozambique. Su nombre no se menciona en ningún documento oficial; lo único que hizo fue organizar un encuentro entre dos de sus conocidos: el embajador de Kenia Bethuel Kiplagat y un mozambiqueño. Pero esa presentación desencadenó los acontecimientos que condujeron a un tratado de paz, después de diez años de guerra civil.
Como resultado de esa experiencia, el embajador Kiplagat aprendió lo importante que es respetar a todas las personas. «Uno no desestima a la gente por ser inculta, por ser negra, por ser blanca, por ser mujer, por ser vieja o joven. Todo encuentro es algo sagrado, y debemos valorarlo —dijo el embajador. —Uno nunca sabe qué enseñanza puede haber allí».
La Biblia confirma que esto es cierto. Naamán era un gran hombre en Siria cuando se enfermó de ese terrible mal que es la lepra. Una joven sierva, a quien él había capturado, le dijo a su esposa que el profeta Eliseo podía curarlo. Como Naamán estuvo dispuesto a prestarle atención a esta humilde muchacha sirviente, se salvó de morir y llegó a conocer al único Dios verdadero (2 Reyes 5:15).
El Señor suele hablarnos a través de aquellos a quienes pocos están dispuestos a escuchar. Para oír a Dios, asegúrate de escuchar a los humildes.
Dios utiliza personas comunes para llevar a cabo Su plan, que es fuera de lo común.

viernes, 25 de noviembre de 2011

LA EDAD FATAL PARA LA FAMILIA PLATERO

Manlo Platero miró el pastel de cumpleaños: un lindo pastel, cargado con cincuenta velitas. Estaba ya por soplar y apagarlas todas, mientras la familia y los invitados cantaban «Cumpleaños Feliz», pero antes quiso decir unas palabras.

«He llegado a la edad fatal en mi familia —expresó Manlo—. Quiero brindar por la última noche de sueño profundo y completo que tendré en mi vida.» Dicho esto, sopló las velas y todas se apagaron al instante.

¿Qué quería decir con esas palabras? Manlo Platero, italiano, pertenecía a una familia que, desde 1822, había visto morir de insomnio y falla del corazón, poco después de cumplir los cincuenta años de edad, a casi todos sus varones. «Nadie sabe a qué se debe —explicó el doctor Stefano Albertazzi, de Roma, Italia—, pero todos los hombres de esa familia sufren el mismo triste destino.»

He aquí un caso curioso. Los varones de la familia Platero, no bien cumplían cincuenta años, contraían una severa forma de insomnio que en poco tiempo los mataba. Durante más de 170 años habían sufrido lo mismo, y la familia entera está resignada. «Dios trabaja en forma misteriosa —decían ellos—; ya que sabemos que pasados los cincuenta años moriremos pronto, queremos vivir en plenitud.»

Este caso suscita la pregunta: ¿Qué puede o debe hacer una persona que sabe, positivamente, que dentro de un año —365 días— morirá?

Unos dirán: «Ya que me queda poca vida, voy a vivir intensamente, bebiendo hasta las heces la copa del placer.» Pero otros dirán: «Voy a tratar de ganar la mayor cantidad de dinero posible para dejarle algo a mi familia»; o: «Voy a portarme mejor para dejar el mejor ejemplo posible a mis hijos»; o: «Voy a tratar de encontrar a quienes he ofendido para pedirles perdón;» o: «De aquí en adelante voy a ser mejor seguidor de Cristo.»

Lo cierto es que esos buenos deseos que todos tendríamos, si supiéramos que en un año íbamos a morir, pueden ser parte integral de nuestra vida ahora mismo. No es necesario cambiar nada. Podemos estar en completa paz y armonía con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestros semejantes y con Dios. Y podemos, en todo momento de la vida, estar preparados para la muerte. No tenemos que cambiar nada.

¿Cómo ocurre eso? Sometiendo nuestra vida al señorío de Cristo. Cuando estamos bien con Dios, lo estamos con todos. Cuando Cristo es nuestro Dueño, la muerte no nos asusta. Coronemos a Cristo, hoy mismo, Rey de nuestra vida, y disfrutaremos de la insondable paz y seguridad de Dios.

Hermano Pablo

LAS PROMESAS

Por lo que se cuenta…, mi propia experiencia y sin dudas la tuya también, cuando éramos niños, siempre se nos dijo: “si te portas bien o haces esto o aquello, te voy a dar….., regalar….., permitir….., llevar….., etc., etc.
Siempre teníamos una condición o tarea que cumplir, la que hacíamos con gusto pues lo que se nos ofrecía a cambio, era de nuestro completo agrado. Además, nuestros padres cumplían con lo que prometían.

Existe una categoría de promesas que a todos, niños y adultos, nos encanta recibir, o que se cumplan en nosotros – algunos las exigimos – pero, sin querer hacer nada a cambio para obtenerlas.
No me refiero al horóscopo (Zodiaco) que día a día, ya sea en los periódicos, estaciones de radios, televisión o Internet, podemos leer.
Me refiero a otras promesas que, lamentablemente, hemos degra dado al nivel de un horóscopo. Estas se pueden leer en calendarios, agendas y otros artículos que podemos comprar en librerías o en tiendas (negocios) especializadas en artículos de regalo. Las compramos para nosotros o para regalarlas; por ejemplo, a un amigo o amiga para sus cumpleaños.
Algunos no podemos vivir en paz, si no leemos una de esas promesas por la mañana cuando nos levantamos.
Otros sostienen que solo basta pedirlas, con confianza, para recibirlas.

Estoy seguro, que ya sabes de cuales promesas estoy hablando. ¡Exactamente! Me estoy refiriendo a las promesas de nuestro Padre Dios, y que encontramos abundantemente en La Biblia, desde Génesis a Apocalipsis.
Existen cristianos que nunca han leído la Biblia, pero se conocen las promesas de memoria. Viven el día a día felices con las promesas que leen en el calendario o que sacan de cajitas donde las tienen sorteadas por colores o por temas. Si no se les cumple lo que decía la promesa, le r eclaman a Dios o alguien les hace creer que ha sido por falta de confianza (fe) en la proclamación (poder de la palabra) o, porque tal vez el diablo se la “robó” o “metió su cola”.
Este tipo de creyentes son como el avecita “colibrí”, volando de promesa en promesa, a veces de congregación en congregación, buscando la satisfacción para sus vidas. ¡Y vaya que hay ofertas para tales creyentes!

Qué pena por ellos. Nunca madurarán, ni como personas, ni en el conocimiento de Dios.
Su sentido de servicio será prácticamente nulo y por lo general terminan frustrados y decepcionados. Arrastrando sus pecados e incluso aumentándolos por desconocer, en forma voluntaria o involuntaria porque nadie se lo ha enseñado, lo que realmente gatilla o provoca el desenlace de las promesas de Dios para sus vidas.

El apóstol Pedro en su segunda carta nos enseña que las promesas de Dios son exclusivamente para los hijos de Dios, cuando éstos cumplen con ciertos requisit os o condiciones. Dicho de otra manera, el nos enseña bajo qué circunstancias un hijo de Dios podrá gozar de las promesas de su Padre.

“Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina”. 2Pedro 1:3-4 (NVI)

Dios, en su inmenso amor, al adoptarnos como sus hijos nos revela, en Su Palabra (Biblia), todo lo necesario para que vivamos amándole (obedeciendo sus mandamientos), honrándole y sirviéndole. Obedeciendo la voluntad de Dios en nuestras vidas, vivimos como Dios manda. Así, (de esta forma o entonces) continúa el Apóstol Pedro, Dios nos entrega sus preciosas y magníficas promesas.

El apóstol Pablo en su s egunda carta a los Corintios escribe lo siguiente:
“Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. (2Corintios 7:1)
Para entender esto, tendrás que leer el contexto de los capítulos anteriores.

“No sean perezosos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.” (Hebreos 6:12)
El autor de la carta a los Hebreos, escribe esto en el contexto de la fe (confianza) en Dios y del amor a Dios (obediencia a sus ordenanzas/voluntad).

Nuestro Señor Jesucristo nos dice lo siguiente:
“Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.” (Mateo 7:11)
Pero, hay condiciones. Esas, las encuentras leyendo todo el Sermón del Monte (Mateo capítulos 5 al 7). Allí Jesús ex pone los requisitos que él demandan de un discípulo suyo, para que éste pueda pedir y tenga el derecho de recibir “la buenas cosas” (promesas) de Dios Padre.

No exijamos ni esperemos recibir o gozar de las promesas de Dios, si no estamos dispuestos a cumplir con los requisitos que La Palabra de Dios (Biblia) nos demanda.

Cuando vivimos en el Espíritu de Dios (en el deseo de Dios) y en el Espíritu de Jesús (en obediencia cumpliendo la Voluntad – deseo – del Padre), El Padre cumple lo que ha prometido.

Mi deseo es que esto sea un incentivo para ti, para que conozcas y estudies lo que Dios en Su Palabra te dice y luego lo pongas en práctica.
Pues solo así, gozarás de una vida plena y abundante. Crecerás y madurarás en tu conocimiento de Dios.

¡Dios te bendiga!
Juan Paulus

Equipo de colaboradores del Portal de la Iglesia Latina
www.iglesialatin a.org
jepf

miércoles, 23 de noviembre de 2011

PACIENCIA, TODO TIENE SU TIEMPO

EL CENICERO MÁS GRANDE DEL MUNDO

Fue un día especial para la ciudad de Houston, Texas. No era un día de nieve ni de ciclón. No había campeonato de béisbol ni concierto de la orquesta sinfónica. Ese día, en un negocio de la ciudad, se instalaría el cenicero más grande del mundo.

En un receptáculo especial, miles de hombres y mujeres comenzaron a arrojar colillas de cigarrillos. Era una manera de protestar contra el abuso del tabaco, y una forma de evidenciar su propia decisión personal de no volver a fumar.

Miles de colillas, hasta llegar a pesar 300 kilogramos, llenaron el cenicero más grande del planeta. ¡Qué buena la decisión de estos habitantes de Houston!

Dejar de fumar, y dejarlo para siempre, es una de las mejores resoluciones que pueden hacerse, ya sea en Año Nuevo o en mitad de año, o en cualquier día del calendario. Porque el humo del tabaco es, en el mejor de los casos, totalmente inútil, y en el peor de los casos, nocivo tanto para el organismo del que lo fuma como para el inocente que se ve obligado a aspirarlo por la inconsciencia del fumador que está a su lado. El humo del tabaco es pestilente, maloliente, deprimente y repelente, además de no dejar célula del cuerpo sin estropear. Bueno sería que en cada ciudad del mundo comenzaran a poner ceniceros gigantes, y que se organizara un campeonato mundial para ver quién hiciera el más grande.

Después de hacer campeonato de ceniceros de cigarrillos, podrían hacerse campeonatos de otras clases de vicios de la humanidad que igualmente la dañan, estropean y arruinan. Por ejemplo, podría haber, en todas partes del mundo, campeonatos de tanques de licores, adonde cada persona adicta al licor fuera a vaciar sus botellas; campeonatos de resumideros de drogas y de marihuana; campeonatos de cualquier otra cosa que se bebe, se come, se huele, se aspira o se inyecta, y que perturba, daña, enferma, crea adicción y mata a ese ser que no vive bajo la protección de un Creador sabio y amoroso, sano, perfecto, inocente y limpio; y campeonatos de los despojos mortales de todo lo que ensucia y envilece el alma, tal como el odio, la violencia, la mentira, la lujuria, la inmoralidad, la crueldad y la vanidad.

Sin embargo, estos campeonatos no son más que una ilusión. Lo que sí puede ser realidad es la decisión de cada uno, una decisión muy personal, de despojarse de todo lo que es malo, y de pedirle a Cristo que sea su Señor y su Salvador.

Hermano Pablo

martes, 22 de noviembre de 2011

AMOR ABNEGADO

Lectura: Filipenses 2:20-30.
"Porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida…" Filipenses 2:30
El 4 de diciembre de 2007, un soldado de 19 años que prestaba servicio en Irak vio que arrojaban una granada desde un techo. Apostando la ametralladora en la torrecilla de su Humvee, trató de desviar el explosivo… pero cayó dentro del vehículo. Tenía tiempo para saltar y salvar su vida, pero, en cambio, se arrojó sobre la granada, en un acto de asombroso altruismo que les salvó la vida a cuatro soldados compañeros de él.
Esta acción casi inexplicable de sacrificio personal puede ayudarnos a entender por qué la Biblia nos dice que hay una clase de amor que es más honroso que tener mucho conocimiento y una gran fe (1 Corintios 13:1-3).
Esta clase de amor puede ser difícil de encontrar. Esto hacía que el apóstol Pablo se lamentara de que hubiese personas que se preocupaban más de sí mismas que de los intereses de Cristo (Filipenses 2:20-21). Por esta razón, daba tantas gracias por Epafrodito, un colaborador que «estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida» para servir a los demás (v. 30).
Si creemos que nunca seríamos capaces de arriesgar nuestra vida para beneficio de otras personas, el ejemplo solidario de Epafrodito nos muestra cuál es el primer paso. Esta clase de amor no es normal ni común, y tampoco surge de nosotros, sino que procede del Espíritu de Dios que nos da el deseo y la capacidad de sentir por los demás un poco del afecto indecible que Dios tiene hacia nosotros.
Tu amor a los demás determina la medida de tu amor a Dios.

PROTEECCION Y FE

Dicen que una vez un hombre, era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingreso a una cueva y los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que el se encontraba. Con tal desesperación elevo una plegaria a Dios, de la siguiente manera:

"Dios todopoderoso, haz que dos Ángeles bajen y tapen la entrada, para que no entren a matarme".

En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que el se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez mas angustiado:

¿Señor te pedí ángeles, no una araña?. Y continuó: "Señor por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme".

Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observo a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y este quedo esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva que se encontraba el hombre, ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escucho esta conversación:

Vamos, Entremos a esta cueva. No. ¿No ves que hasta hay telarañas?, nadie ha entrado en esta cueva. Sigamos buscando en las demás cuevas.

La fe es creer que se tiene lo que no se ve, perseverar en lo imposible. Hay una frase muy bella que dice: "Si le pides a Dios un árbol te lo dará, en forma de semilla".

Pedimos cosas que desde nuestra perspectiva humana son lo que necesitamos pero, Dios nos da aquellas con las cuales nos muestra que con cosas muy sencillas, Él puede hacer mucho más.

"Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis".
Mateo 21:21


lunes, 21 de noviembre de 2011

«LA VIDA NO TIENE SENTIDO SIN TI»

«Quiero un pasaje de ida solamente, para Londres.» Así dijo en la agencia de viajes de Melbourne, Australia, Neil Browne, hombre de treinta años de edad.

Cuando tomó el avión y comenzó el vuelo, Neil se mostró sereno. Su rostro no reflejaba ni pena ni alegría, ni angustia ni temor, sino sólo la expresión del que ha tomado una decisión definitiva, la de poner fin a sus días.

Cuando llegó a Gales, punto final de su viaje, Neil cerró herméticamente las puertas de su auto, dejó el motor en marcha y se dejó morir asfixiado por el monóxido de carbono. En las manos tenía las fotografías de él y de su novia, y un mechón de los cabellos de ella. Tres días antes, su novia también se había suicidado, por ser imposible el casamiento de los dos.

He aquí otro caso de «pacto suicida», común entre muchos enamorados desde los tiempos de Romeo y Julieta, y otro doble suicidio de jóvenes que se suma a los miles que se producen semanalmente.

Neil Browne y Susan Pritchard se habían conocido en 1980 en Gales, Inglaterra. Se enamoraron y se juraron amor, eterno. La boda iba a realizarse en 1984, pero por desavenencias familiares, la joven no podía viajar a Australia. Por eso se suicidó arrojándose a las aguas de un río. Neil la siguió en el pacto suicida poco después.

«La vida no tiene sentido sin ti», escribieron los dos enamorados. Para ellos la vida consistía en estar unidos; en vivir siempre juntos, ya fuera como pobres o ricos; en mirarse y escucharse cada día; y en compartir todas las cosas, todos los momentos, todos los sentimientos, todas las ilusiones y todos los pensamientos.

Si eso no se podía realizar, era mejor morir, porque sin eso la vida carecería de importancia, de sentido y de estímulo.

Es precisamente esto último que Cristo demanda de aquellos que desean hacerse sus discípulos: un amor eterno, que no se satisface con nada de este mundo sino con la presencia permanente y la comunión con el Ser amado. Cristo recompensa ese amor, esa devoción y consagración a Él, con la más grande de las bendiciones para las cuales fue creado el hombre: conocerlo, amarlo y servirle como su Señor y Salvador.

Hermano Pablo